Ricardo Miñana

Corrupción del PP: una traición estructural al pueblo:

La corrupción en el Partido Popular no ha sido un accidente ni una excepción. Ha sido una forma de gobierno. Durante años, se ha utilizado el poder público para beneficiar intereses privados, enriquecerse personalmente y consolidar redes clientelares que han hipotecado el futuro de generaciones enteras.

Mientras miles de familias sufrían los recortes, el gobierno del PP, con Cristóbal Montoro al frente, subía el IVA, congelaba las pensiones de nuestros mayores, eliminaba pagas extras a los trabajadores públicos y vaciaba la hucha de las pensiones. Todo esto mientras se destinaban más de 60.000 millones de euros a rescatar a los bancos que habían provocado la crisis, sin exigirles responsabilidades ni devolver ese dinero a las arcas públicas.

Hoy en día la banca sigue teniendo beneficios y nadie exige la devolución.

La hucha de pensiones a finales de 2011 justo antes de que el PP accediera al poder el saldo era de 66.815 millones € la saquearon

y lo mas raro es no ver a Rajoy en la cárcel.

Rajoy, en su aparente ignorancia, permitía que desde la sede de Génova se dirigiera una maquinaria corrupta perfectamente engrasada. El caso Gürtel, la trama Púnica, la caja B, los sobresueldos, la Operación Kitchen... la lista es interminable. Todo ello no fue un desliz puntual, fue un sistema. Un sistema que robaba del bolsillo de los trabajadores para engordar las cuentas de unos pocos.

Lo más alarmante es que, tras años de escándalos, destrucción de pruebas, y sentencias demoledoras, todavía haya quienes prefieren mirar hacia otro lado. La corrupción no es solo robar dinero: es destruir la confianza en las instituciones, empobrecer la democracia y quebrar el contrato social.

Y no se trata de ideología, se trata de ética. No puede haber regeneración si premiamos con votos a quienes han usado el poder para robar y mentir. Un país digno no olvida. Un país con memoria y justicia no tolera la corrupción como algo “normal”. La democracia exige responsabilidad, y la responsabilidad empieza por no blanquear a quienes han traicionado al pueblo.