UNIDAD O BARBARIE
La historia no espera a nadie. Y mucho menos a una izquierda que se entretiene contando sus heridas mientras el monstruo crece. La desunión no es solo un error estratégico, es una traición a quienes lo han dado todo esperando un cambio que nunca llega.
El adversario lo tiene claro. PP y Vox votan juntos, mienten juntos, gobiernan juntos. Llevan meses preparando el asalto: a la educación pública, a los derechos de las mujeres, a la memoria histórica, a los sindicatos, a la libertad de prensa. Y frente a eso, ¿qué ofrecemos? Reuniones rotas, plataformas solapadas, listas paralelas, vetos cruzados y debates sin fin sobre quién debe liderar qué.
No hace falta un nuevo frente ni otro nombre. Hace falta responsabilidad. La que se asume cuando se entiende que, sin unidad, no hay proyecto posible. Que las diferencias no pueden pesar más que el objetivo común. Que a las puertas de un nuevo ciclo reaccionario, no hay espacio para la soberbia ni para el cálculo.
SIN UNIDAD NO HAY FUTURO
La fragmentación no moviliza. Confunde, agota y desmoviliza. No se construye poder popular hablando solo para quienes ya están convencidas. La mayoría social necesita certezas, no espectáculos. Acuerdos, no tuits. Puentes, no trincheras.
Y sí, se puede ser soberanista, confederal, municipalista, comunista, ecologista o feminista y entender que hoy la tarea es construir un bloque común que defienda la justicia social, los derechos humanos, los servicios públicos y la vida frente a los mercados. Eso no se improvisa. Se organiza.
Hay espacio para todas. Y hay urgencia para todas. Si la izquierda no se pone de acuerdo ahora, cuando las desigualdades se disparan, la vivienda es un privilegio, el racismo se normaliza y el genocidio en Gaza no se frena, ¿cuándo lo hará?
Gabriel Rufián lo dijo con claridad: “Si no nos ponemos de acuerdo, nos van a matar por separado”. Y no es una metáfora. Es un aviso. O nos entienden como una alternativa común, o nos barrerán como residuos de una esperanza muerta.
La unidad no es un deseo: es una obligación histórica.
Spanish Revolution
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