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miércoles, 24 de septiembre de 2025

 



Carlos Mazón

Señor Mazón, esto es para usted.

El 29 de octubre, mientras el agua arrasaba l’Horta Sud y se gestaba una tragedia con 229 posibles homicidios imprudentes, usted estaba comiendo en El Ventorro. Hasta ahí, todo confirmado. A partir de las 18.45, cuando salió del restaurante, comienza el agujero negro de su relato. Dos horas borradas, contradictorias, imposibles de verificar.

Usted asegura que fue al Palau de la Generalitat. Pero no hay pruebas. No hay registro de entrada. No hay imágenes. Los vídeos de seguridad del Palau han desaparecido. Sus propios escoltas no han entregado las hojas de servicio. Su coche oficial, que debería dejar constancia de cada trayecto, sigue siendo secreto. Y su equipo cambia la versión como quien cambia de corbata.

De 18.57 a 19.34 usted no responde llamadas, no aparece en la gestión de la emergencia, no atiende a la consellera de Emergencias. A las 19.36 tampoco. A las 19.43, de repente, dice que va hacia el Cecopi. ¿Desde dónde? ¿Desde el Palau, como insiste, o desde otro lugar que prefiere ocultar?

Si estaba en su despacho, ¿por qué no atendió a la consellera cuando la riada se llevaba vidas por delante? ¿Por qué necesita coordinar con su secretaria y su directora general de Presidencia a través de llamadas privadas para movilizar el coche oficial? ¿Por qué esa media hora clave de silencio justo cuando el metro se colapsa y las calles se convierten en ríos?

Señor Mazón, la opacidad le delata. Publicaron los trayectos de los consellers, pero el suyo no. Borraron los vídeos de seguridad que podían sostener su coartada. Se niegan a entregar los partes de los escoltas. Y encima intentan convencernos de que todo es normal.

No, no lo es. Cuando mueren más de 200 personas, no hay minutos de margen para la duda. Usted era el presidente. Y once meses después seguimos preguntando lo mismo: ¿dónde estuvo entre las 18.45 y las 20.28? ¿Qué hizo en ese vacío en el que se jugaba la vida de la gente?

La mentira pesa más que el agua, señor Mazón. Y por eso, todavía hoy, se hunde en su silencio.


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