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miércoles, 26 de noviembre de 2025

 



Huelga contra AYUSO | la universidad se planta

El modelo que la derecha madrileña quiere imponer: menos financiación, más control, cero protesta

La huelga de las seis universidades públicas madrileñas (UCM, UAM, UC3M, URJC, UPM y Alcalá) no surge de la nada. Estalla tras años de abandono calculado, privatización acelerada y una ley que busca disciplinar al campus como si fuera una sucursal del Gobierno regional.

Madrid, pese a ser la comunidad más rica, es la que menos invierte por alumno y alumna. No ha recuperado los recortes de 2008; mantiene tasas disparadas, y deja facultades con goteras, laboratorios obsoletos y plantillas sin capacidad de reponer jubilaciones. La Complutense ha perdido 140 millones en dos años, y la URJC es la peor financiada del Estado.

El plan de Ayuso no es un secreto. Dejar caer la universidad pública mientras la privada se multiplica (ya son 14, récord estatal) y se vende como “libertad” lo que es puro abandono organizado.

El siguiente movimiento es la Lesuc, una ley que fija que el Gobierno regional solo aportará el 70% del presupuesto universitario. El otro 30% deberá buscarlo cada universidad en el mercado. Es decir: dependencia de empresas, fondos y patrocinadores. Una puerta abierta a que quien paga decida qué se investiga, qué grados sobreviven y quién puede estudiar.

Pero la ofensiva no es solo económica: es también política y disciplinaria. La ley crea una Oficina de Control Económico, formada por perfiles colocados desde Consejos Sociales colonizados por excargos del PP y empresarios. Esa Oficina podrá vetar plazas de profesorado, compras esenciales o proyectos de investigación. La autonomía universitaria queda reducida a un eslogan vacío.

Y queda la mordaza: multas de 15.000 euros por pancartas, 100.000 por escraches o acampadas, incluso las realizadas en solidaridad con Palestina. El campus como zona vigilada.

La huelga no solo protesta por techos que se caen o facturas sin cubrir. Es una defensa directa de la universidad pública como espacio libre, crítico y autónomo.

Una defensa de algo básico: que el conocimiento no puede depender de la lógica del beneficio ni vivir bajo tutela ideológica.

La universidad madrileña dice basta.

Y cuando una comunidad entera se planta, ya no es una huelga: es un aviso.

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