Última Hora | Dimite el fiscal general tras la condena del Supremo
Álvaro García Ortiz deja el cargo. Lo hace apenas unos días después de que el Tribunal Supremo lo condenara a dos años de inhabilitación, una multa de 7.200 euros y una indemnización de 10.000 euros a la pareja de Isabel Díaz Ayuso. El delito: la filtración del correo en el que el abogado del empresario ofrecía reconocer un fraude fiscal de 350.000 euros cometido en 2024.
En su carta al ministro de Justicia asegura que dimite como “acto debido” a la institución y a la ciudadanía. Defiende que ha trabajado con “vocación de servicio público” y “lealtad institucional” y que su trayectoria está marcada por ese compromiso. Dice sentir “profundo respeto” por las decisiones judiciales, aunque el fallo del alto tribunal haya llegado con una Sala dividida: dos magistradas progresistas reclamaron la absolución y preparan voto particular.
La sentencia aún no está redactada. Se conoce solo el fallo, no los argumentos. Pero sus efectos son inmediatos. La salida del fiscal general abre un vacío en la cúspide del Ministerio Público justo cuando el Gobierno había iniciado el proceso para nombrar sustituto. Hasta entonces, asume el mando María Ángeles Sánchez Conde, la número dos de la Fiscalía y una de las voces que más firmemente defendió la inocencia de García Ortiz.
El futuro del ya exfiscal general no es claro. La condena por delito doloso puede implicar su expulsión de la carrera, según el Reglamento interno. En la causa, García Ortiz negó haber filtrado el correo del abogado de Alberto González Amador y explicó que su actuación aquel 13 de marzo de 2024 buscaba frenar los bulos que difundían algunos medios y el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. Declaró que la intención era proteger la “actuación impecable” de las y los fiscales.
La ejecución de la condena quedará en pausa hasta que el Supremo notifique la sentencia completa. Después, podrá intentar un incidente de nulidad y acudir al Constitucional. Su margen de éxito es mínimo.
La Fiscalía queda tocada. La política, en carne viva. Y la sombra de Ayuso vuelve a ocupar el centro de la tormenta.
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