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lunes, 27 de marzo de 2017

Penetra solo lo justo, no tenemos el "chichi" para tanta feria.

Vaginas precoces, para eyaculadores precoces
Laura Cámara
30-3-16
Ya sabemos que el coito es una práctica demasiado extendida. Cualquier sexóloga/o nos dirá que vivimos en un modelo de sexualidad coitocentrista y masculino, donde se justifica y se utiliza el coito como practica estrella.

Yo sostengo esto, y además digo que los coitos demasiado largos molestan incluso duelen. No son pocas las mujeres que sienten escozor y dolor después de las relaciones sexuales. Nuestras vaginas no necesitan tantas embestidas. El coito nos puede gustar, sí, pero no hace falta estar “30 minutos dale que te pego”. Es habitual que la excitación disminuya y la lubricación escasee. Así que escucha bien, lo digo bien alto:
Un coito demasiado largo cansa, aburre, molesta y duele.
¡Despertemos que esto es la vida real. Esto no es porno!

Ahí mi teoría:
Las mujeres hemos aprendido a modular nuestras prácticas sexuales y aguantamos coitos largos porque en este modelo de sexualidad es lo que se espera o lo que impera. Pero mi teoría es que las mujeres tenemos vaginas precoces para eyaculadores precoces. Esto funciona muy bien para la procreación, pero muy mal para el placer.
¿Sabían ustedes que la eyaculación precoz es una disfunción sexual muy reciente? 
Antes si los hombres eyaculaban pronto o tarde, no le importaba a nadie. Antes de los años 70 los hombres eyaculaban cuando les daba la gana y no se les ocurría cuestionar su sexualidad en función de lo rápido o lento que eyaculaban. Es más, solía ser un signo de hombría poder eyacular sin dificultad. Eso no era más que un reflejo de esa supremacía masculina y de lo poco que se tenían en cuenta a las mujeres y su sexualidad. Signo inequívoco de “machoman”. Porque simplemente las mujeres eran cuerpos que ni sentían ni padecían y que solo se utilizaban a modo de disfrute y descarga. Y para concebir, claro.

Los hombres eyaculan rápido porque todos los mamíferos eyaculan rápido. El hombre es eyaculador rápido por naturaleza (algo menos que un conejo, pero rápido al fin y al cabo)
A partir de los años 70 y con la revolución sexual de la mujer, donde aparecen los anticonceptivos que permiten desvincular la sexualidad femenina de la reproducción, y con la reivindicación de la mujer de su derecho al placer, las cosas cambian.

 ¿Por qué? Porque a partir de ese momento, (atención!!) las mujeres no solo disfrutan, sino que exigen disfrutar. La vagina se convierte (erróneamente) en el centro del placer femenino. Los orgasmos vaginales se ponen en la cabeza de los orgasmos femeninos. El clítoris sigue siendo el gran desconocido. Y el placer femenino sigue vinculado a las relaciones de pareja, heteronormativo y coital.
 Es la época en la que el famoso médico Gregorio Marañón se cubre de gloria diciendo esta frase que queda para la posteridad de las “cagadas“sexuales:
 “No existe mujer frígida sino hombre inexperto”

Las mujeres se convierten en algo así como “deficientes sexuales” que necesitan de un hombre habilidoso y capaz para conseguir orgasmos. Nadie habla de masturbación, de clítoris, de otras prácticas sexuales o de homosexualidad. Y encima se corre el rumor de que la mujer es muy lenta en sus orgasmos. Así que se llegue a la conclusión de que necesitamos de mucha penetración, muuucho coito para conseguir orgasmos.
Así que los hombres se empiezan a ver responsables del ya obligatorio placer femenino. Siempre a través del coito. Y como se dice que somos tan lentas, pues coitos largos. Empezará a ser un fracaso para el hombre no aguantar con la penetración hasta conseguir que la mujer consiga su orgasmo (vaginal, claro).

Todo esto es para llegar a donde quiero llegar:
Conozco muchas mujeres (amigas, conocidas, pacientes…) que consideran excesivo el tiempo de penetración. Que se notan escocidas y con dolor después de las relaciones coitales. Quizás no les ha pasado desde siempre. Quizás es a partir del parto, de la menopausia, de un periodo de más estrés, etc. Pero se notan dolor cuando la penetración es demasiado larga. Pero a la vez creen que su pareja se esfuerza para alargar el coito.
Así que:
1. Si no necesitas tanto coito, dilo. No te quedes aguantando embestidas si no es lo que quieres. Y menos si te duele. Sal de ese “circulocoital”.
2. Ahí va mi teoría de vaginas para eyaculadores precoces. Si los hombres eyaculan rápido por naturaleza, quizás las mujeres tengamos vaginas preparadas para coitos rápidos. No es que no necesitemos coitos largos, es que nos sobra lo mires por donde lo mires.

Vamos a dejar de vivir en este absurdo de sexualidad para el otr@. Pero además sin que el otr@ lo necesite. Todo una paradoja, desde luego.

Permitidme un atrevido consejo: chupa, lame, toca, besa, roza, abraza, cosquillea, envuelve…todo lo que puedas. Penetra solo lo justo. No tenemos el “chichi para tanta feria”.

¿Qué opinas de todo esto? ¿Eres de vagina rápida? Me encantaría saber tu opinión.
Seguir a Laura Cámara en Twitter: www.twitter.com/ginesexologiagr


España cañí


Metro Manila


ClicClic

http://gnula.nu/drama/ver-metro-manila-2013-online/
Opción 2


Título original
Metro Manila
Año
Duración
114 min.
País
Reino Unido Reino Unido
Director
Guion
Sean Ellis, Frank E. Flowers
Música
Robin Foster
Fotografía
Sean Ellis
Reparto
, , , , ,, , 
Productora
Coproducción Reino Unido-Filipinas; Chocolate Frog Films
Género
ThrillerDrama | Crimen
Sinopsis
Buscando un futuro mejor, Óscar Ramírez y su familia dejan los campos de arroz del norte de Filipinas y viajan a la asfixiante y peligrosa ciudad de Manila. Tras una llegada accidentada, Óscar se considera afortunado cuando le ofrecen un empleo estable en una compañía de camiones blindados, y pronto hace amistad con su compañero Ong. (FILMAFFINITY)
Premios
2013: Festival de Sundance: Premio del público (World Cinema)
2013: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2013: Seminci de Valladolid: Sección oficial a concurso
2013: Satellite Awards: Nominada a mejor película extranjera

Críticas

sábado, 25 de marzo de 2017

Además de indecentes también son cobardes

Los homicidios de Pedro Morenés y la cúpula militar
Público
25 Marzo, 2017

Probablemente no serán juzgados por ello y saldrán indemnes como Juan Carlos y su hijo Felipe, Felipe González y otros siniestros personajes que tienen las manos manchadas de sangre. Pero lo cierto es que Pedro Morenés, la cúpula militar (muy especialmente el general Javier Salto y el general Roldán), la CITAAM (Comisión que investiga los accidentes), la Fiscalía Militar y el Juzgado Togado nº52 de Las Palmas deberían ser juzgados por homicidio múltiple.

Tienen sangre en sus manos, como mínimo, porque esta organización lleva años operando de la misma manera, de tres militares: el sargento Jhojander Ojeda, el teniente Saúl López y el capitán José Morales.

Después de producirse el primer accidente aéreo de los helicópteros de rescate (SAR, Servicio Aéreo de Rescate) en el que fallecieron cuatro de los cinco tripulantes se tenía que haber emprendido una investigación concienzuda, haber depurado responsabilidades y haber imputado a los mandos que hubiera hecho falta. Habían muerto cuatro militares por una evidente negligencia, por el estado cochambroso de los helicópteros, por la canibalización de piezas, por la negligencia e incompetencia de la cúpula militar. Una cúpula militar más peligrosa para los militares que el propio enemigo. Así lo ha dejado escrito la historia y así parece que va a seguir siendo. Sin embargo, se calló, se ordenó callar y todos miraron hacia otro lado: ministro de Defensa, cúpula militar, comisión de investigación, fiscal, jueces… ¡Todos!

Y eso que hubo una persona, el padre del fallecido teniente Sebastián Ruiz, de igual nombre, que se desgañitó, que dedicó el resto de los minutos de su vida a gritarle a todo el que se encontraba, y al que no, que algo estaba pasando, que las cosas no se hacían bien, que algo había fallado. Una persona que acababa de perder a un hijo, que podía haberse olvidado de todo sumergiéndose en el dolor y que, sin embargo, quiso salvar las vidas del resto de compañeros de su hijo. El sistema le repudió, le machacaron, incluso le impidieron asistir a actos conmemorativos de la muerte de su propio hijo. Sebastián Ruiz no era un héroe que quería que nadie más cayera por el abismo que supone enterrar a un hijo, pero para el sistema era un traidor, un desquiciado. Como eso le trataron.

Aseguraron todos los flecos. La organización mafiosa, porque eso es lo que es, y me pueden encerrar de nuevo las veces que quieran, comenzó a funcionar. Todos sabían que debían callar y los que no lo sabían se lo hicieron saber. Los militares hace tanto que viven inmersos en una secta, en una mafia, que han perdido la perspectiva de lo que sucede. Piensan que lo que acontece es normal. No lo es. No es normal hacer callar a un superviviente sobre lo acontecido en un accidente que ha destrozado la vida de cuatro familias. Lo normal es justo todo lo contrario. Lo normal es amenazar al superviviente con las consecuencias que le puede ocasionar que no cuente todo lo que sabe o que calle por no perjudicar a este o aquel. En cambio, en el Ejército lo que se vive es la Omertá o la ley del silencio y si se habla la vendetta. La amenaza mafiosa de rebanarte la carrera militar y despedazarte hasta que pidas una baja médica o te echen a la puñetera calle.

Sí, porque eso es lo que son, mafiosos, sectarios. Desgraciados. Unos desgraciados y mediocres que se han llevado la vida de tres personas, el sargento Ojeda al que silenciaron con amenazas y dos compañeros más, por no buscar la verdad, por no querer solucionar los problemas, por anteponer sus carreras militares al honor y a la verdad, a sus obligaciones como ciudadanos y como militares. Por ser unos traidores. Porque en definitiva, Pedro Morenés, la cúpula militar (muy especialmente el general Javier Salto y el general Roldán), la CITAAM (Comisión que investiga los accidentes), la Fiscalía Militar y el Juzgado Togado nº52 de Las Palmas son unos traidores. Y, antes que eso, o por eso precisamente, terminaron con las vidas de tres personas con sus propias manos. Tres personas a las que su incompetencia, negligencia y/o comportamiento mafioso ha arrebatado un futuro. Por tanto, deberían ser juzgados por homicidio y de demostrarse su culpabilidad pasar unos años en prisión. Y aunque no es suficiente para recomponer lo que han destrozado, al menos serviría para que el resto se lo pensara dos veces.

Si tuvieran la más mínima decencia solicitarían la baja o dimitirían y pedirían perdón a los familiares de las víctimas y a la Institución por el enorme daño que le han causado. Se presentarían en el juzgado o en comisaría para que les esposaran y les metieran en el calabozo. Desgraciadamente, la decencia en estos infames personajes, ni está ni se la espera, así que apuesten por la callada por respuesta. Porque además de indecentes, también son cobardes. Y Cospedal, pues me temo que nos demostrará ser tan miserable como todos los anteriores. Ojalá me equivoque y dentro de un tiempo pueda gritarlo a diestro y siniestro lo contrario, pero apostaría por el método genovés. Lo llevan en la sangre.



Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de dos novelas (Un paso al frente en 2014 y Código rojo en 2015).


España cañí


Los "RafaelHernando" declarados "especie protegida"

al sur a la izquierda
Una especie llamada ‘rafaelhernando’
No corre peligro extinción, pero tampoco lo contrario. Menos mal: un espacio parlamentario superpoblado de especímenes de ella sería ecológicamente inviable
ElPlural
Antonio Avendaño
Jue, 23 Mar 2017

Parece un político como los demás, pero no lo es. Qué va. En el sistema político español solo hay un Rafael Hernando y, nos guste más o nos guste menos, es nuestro Rafael Hernando, aunque seguramente no hay país democrático que no tenga el suyo propio.
No es por resaltar las virtudes profesionales de nuestro hombre, pero se equivocan quienes piensan que la mayor parte de los políticos son unos caraduras, unos mentirosos o unos aprovechados. No son más caraduras, mentirosos o aprovechados que el resto de la gente, lo único que sucede es que tienen un oficio más penoso y despiadado de lo común, un trabajo que tiene unas exigencias profesionales muy duras, como las tiene ser boxeador, minero o limpiadora de hotel. La política es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo; de hecho, lo peor que puede pasarnos es no conocer ni tener a la vista a quienes lo hacen.

Hernando también es político, pero no como los demás: él pertenece no tanto otra raza como a otra especie. La chulería, el cinismo, la jactancia, el descaro, la mentira, la calumnia, la falta de respeto… no son, sin embargo, defectos propios y específicos de nuestro Rafael Hernando, sino que serían más bien rasgos comunes a esa especie que, aun no siendo autóctona, una taxonomía política comprometida con los valores de la patria podría denominar como ‘los rafaelhernando’ de la vida pública.
Por desgracia, no puede decirse que se trate de una especie en riesgo de extinción pero tampoco, por fortuna, susceptible de generar una sobrepoblación que sería fatal para la supervivencia de la propia especie, pues un territorio parlamentario superpoblado de especímenes de ‘rafaelhernando’ sería ecológicamente inviable.

Aunque agotar su estudio llevaría años, sugiramos al menos una línea posible de investigación: sean nacionales o extranjeros, la particularidad de los ‘rafaelhernando’ no es que mientan o insulten, es el modo frío, exacto, profesional, el modo casi científico con que lo hacen. Un ‘rafaelhernando’ no se limita a mentir con desahogo; su conducta es mucho más sofisticada: consiste en mentir no ya sin importarles que los demás puedan pensar que mienten, sino procurando que los demás piensen y sepan que mienten y, tras lograrlo, alzando la mirada desafiante hacia el tendido y proclamar con José Mota: ‘No digo que me lo mejores, sólo iguálamelo’. Dan ganas de proponer que los declaren especie protegida.


España cañí


¿Mujer puta o trabajadora sexual? ¿Cliente o delincuente?

La prostitución, el eterno tema tabú del Congreso pese a la 'nueva política'
Las asociaciones feministas denuncian el silencio de los partidos políticos ante una solución definitiva para la situación de las mujeres en prostitución
Madrid
Público
Sandra rodríguez
¿Mujer prostituida o trabajadora sexual? ¿Putero o cliente? ¿Un trabajo legítimo o violencia de género? El eterno debate del feminismo sobre la prostitución, mucho más allá del lenguaje. Los partidos políticos continúan sin establecer medidas para solucionar la situación de las mujeres en prostitución. Mientras, las asociaciones feministas que dan voz a estas mujeres se enfrentan con diferentes perspectivas a un mismo objetivo: velar por los derechos humanos de las prostitutas.
A pesar de manifestar ante diferentes medios su posición contraria a la legalización de la prostitución, el Partido Popular incluye únicamente en su programa electoral la penalización de delitos relativos a esta actividad en casos de menores.

El PSOE, que define a la prostitución como “violencia de género” y “forma de esclavitud”, defiende su persecución “aún con el consentimiento de la víctima”, al no considerarlo un trabajo por no reunir las “condiciones de dignidad y respeto humano que requiere una actividad laboral”.
A pesar de la clara posición de Izquierda Unida, que señala en su programa a la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, Podemos no ha establecido una postura definida sobre este tema.
El principal problema  de la prostitución sigue siendo el mismo: la estigmatización de las mujeres, la violencia ejercida contra ellas y la criminalización
En abril de 2015, Ciudadanos propuso legalizar la prostitución, alegando que con ello se podrían “recaudar hasta 6.000 millones de euros” al año, propuesta que fue rechazada por el resto de partidos. Desde entonces, la formación naranja incorporó en su programa electoral el diseño de un plan de atención a la prostitución, en el que fija como objetivo legalizarla, para que “se ejerza en el marco de derechos y deberes de nuestro entorno social, sanitario, laboral y económico”.
En el marco de España, donde la prostitución es alegal, hablar de ello no es tan sencillo como establecer unas posturas abolicionista, regulacionista y prohibicionista. Todas las asociaciones coinciden en que dentro de la lucha por los derechos de las prostitutas, igual que en todas las realidades del feminismo, hay muchos matices. 

Pero el principal problema sigue siendo el mismo para todas: la estigmatización de las mujeres, la violencia ejercida contra ellas y la criminalización. Paradójicamente, se ha producido un incremento de las multas a las mujeres desde que entró en vigor la Ley de Seguridad Ciudadana, en 2013. Esta norma incluye dos maneras de multar a las mujeres en prostitución: por el art. 37.5 (exhibicionismo obsceno) y por el art. 36.6 (desobediencia a la autoridad).
¿En qué consiste el debate?
Las diferentes posturas, aunque con numerosos matices, dividen a las partidarias de la legalización, la abolición y la prohibición de la prostitución.
-Legalización, considerar la prostitución una profesión. Sus defensoras aseguran que otorgar derechos laborales a las “trabajadoras sexuales” permitirá una garantía de la protección social de estas mujeres.
-Abolición, erradicar la prostitución a raíz de la demanda. Las abolicionistas defienden un modelo en el que se penalice al “prostituidor”, otorgando facilidades a la mujer en situación de prostitución, donde se le garantice una reinserción laboral y social.
-Prohibición, perseguir la prostitución a través de penalizar al cliente y a la prostituta.

 “Cuando trabajaba en mi piso ganaba hasta 1.800 euros a la semana; ahora cobro 20 la hora y no puedo trabajar de otra cosa”
Mónica es una de las incontables mujeres que ocupan las calles de los polígonos de Madrid. Lleva el abrigo abrochado hasta arriba, cubriéndole parte de la cara por temor a que alguien la reconozca. La crisis económica y la escasez de oferta laboral le han llevado a ejercer en el polígono, un “espantoso” ambiente al que asegura no terminar de acostumbrarse, tras 15 años recibiendo a hombres en su piso.
"El orgullo y la arrogancia desaparecen cuando se acaba el dinero”, explica Mónica: “Cuando trabajaba en mi piso podía ganar hasta 1.800 euros a la semana; ahora cobro 20 euros la hora y no puedo trabajar de otra cosa porque no tengo estudios en un marco de crisis laboral”.

Garantizarles un puesto en el mercado laboral a estas mujeres, ya sea mediante la reinserción laboral o la legalización de su situación, es un pilar fundamental para todas las asociaciones, que luchan de igual manera por los derechos humanos de las mujeres en situación de prostitución.
Trabajo legítimo o violencia de género
¿Es la prostitución un trabajo legítimo o susceptible de considerarse violencia de género? Esta es la brecha más acentuada en el debate generado entre las feministas en referencia a la prostitución. Todas ellas velan por los derechos humanos de las mujeres, pero las distintas perspectivas plantean, inevitablemente, diferentes vías. Mientras una parte reclama las condiciones laborales de las trabajadoras sexuales, otra reivindica que la prostitución fomenta la desigualdad entre hombres y mujeres.

Beatriz Gimeno: “Bastaría con humanizar a las personas en prostitución”
La Asociación para la atención integral de mujeres en riesgo social (AIMUR) asegura que “la venta del cuerpo por horas establece una relación de poder entre el que compra sobre la persona que –obligada por un tercero o por la necesidad- vende su cuerpo para dar placer al hombre: una mujer, un ser libre, empoderado, respetado e igual al hombre, se ve en la situación de que éste le introduzca el pene por el ano, vagina o boca, por el precio de 30 euros”.
La fundación Genera lucha por que las mujeres que ejercen la prostitución tengan mayores garantías y mejores condiciones en el terreno laboral: cumplir con los horarios y los pagos establecidos y evitar que se les acose en el trabajo y se protejan los derechos sociales.
Por su parte, la Comisión para la Investigación de los Malos Tratos a Mujeres (CIMTM) defiende la abolición como modelo para erradicar la prostitución, considerada por ellas como “una de las formas más extremas de violencia de género contra las mujeres y niñas”.


 “Bastaría con humanizar a las personas en prostitución”, recalca la diputada por Podemos Beatriz Gimeno, que define esta industria como “una escuela de desigualdad, donde el cuerpo de las mujeres es tierra de conquista”. “¿Qué sexualidad se construye cuando no hay empatía hacia la otra persona, que se ha cosificado?”, cuestiona Gimeno.
Diferentes perspectivas, un mismo objetivo
"El debate divide al feminismo y las que salen perdiendo son las propias mujeres”, recalca la asociación pro-derechos Hetaira: “La mujer que quiera abandonar la prostitución debe tener vías para hacerlo, pero también hay que escuchar a las mujeres que reclaman ejercerla en mejores condiciones”.
“No cambiaremos nada sin conseguir que los hombres vean a la prostituta como una igual”, recalca Gimeno
Hetaira apuesta por una legalización de la prostitución, que tenga el centro en las trabajadoras sexuales: “Queremos dotar a las mujeres con derechos laborales para que puedan enfrentarse a los abusos y darles capacidad de decisión”.

Beatriz Gimeno descarta los términos abolicionista / regulacionista y pasa a hablar de anti y pro prostitución para definir las distintas posturas. Gimeno, desde su posición de abolicionismo crítico (porque considera que algunos argumentos del abolicionismo tradicional han quedado obsoletos), asegura que “no cambiaremos nada sin conseguir que los hombres vean a la prostituta como una igual; y entonces no podrán tratarla como lo hacen”.

 “Es evidente que la prostitución sigue cargando con un gran estigma social, cuando un insulto muy común hacia las mujeres es el de putas”, recalca la CIMTM. “Tú no eres nadie y yo puedo permitirme pasar por aquí e insultarte: éste es el estigma que recae sobre las mujeres que ejercen la prostitución”, denuncia una portavoz de Genera.
Hallar una solución común para todas ellas es una utopía, pero es imposible que exista este debate sin la voz de las implicadas: unas, reivindicando unos derechos laborales para mejorar las condiciones de su día a día; otras, víctimas de la precariedad del sistema y de sus propias circunstancias, pidiendo la reinserción laboral y social. En todos los casos el objetivo es claro: el empoderamiento de la mujer.