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miércoles, 7 de febrero de 2018

El oscuro pasado de Albert Rivera


El oscuro pasado que 'esconde' el candidato de Ciudadanos
Albert Rivera, de aliado de la ultraderecha a hombre de Estado

ElPlural

D.A.

Mié, 8 Jun 2016

Con motivo de las elecciones del próximo 26 de junio, Ciudadanos arranca una campaña con la que nuevamente pretende presentar a Albert Rivera como un centrista capaz de negociar a izquierda y derecha para tejer consensos en beneficio del país. Una imagen muy alejada de los comienzos políticos y mediáticos del dirigente que ahora se presenta como un hombre de Estado.

El origen de Ciudadanos
Ciutadans, que ésta fue su primera denominación, nació poco después del tripartito presidido por Pasqual Maragall y en parte como consecuencia del Estatut. Entonces, fue presentado como un partido laicista y progresista, aunque desde el principio lo bendijeron periodistas como Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez, mientras lo apoyaban sin disimulo muchos políticos del PP y la propia Rosa Díez, quien llegó a actuar de madrina en el acto fundacional del partido.

Fue en los comicios autonómicos que condujeron a José Montilla a la presidencia de la Generalitat -celebrados el 16 de septiembre de 2006-, cuando el candidato Rivera se dio a conocer gracias a una foto provocadora en la que salía desnudo. Una campaña con la que rompió moldes y que aúpo a su formación política a obtener tres escaños y un total de 89.840 votos en toda Cataluña.

Su salto a los medios…

A raíz de su salto a la primera línea política, Rivera empezó a convertirse en un rostro habitual de las tertulias políticas. El primer plató televisivo al que Albert Rivera empezó a acudir con cierta asiduidad fue el de Canal Català, televisión del empresario italiano Nicola Pedrazzoli en la que  eran tertulianos habituales personas como Josep Anglada, de la xenófoba Plataforma X Catalunya, antiguo militante de Fuerza Nueva y discípulo de Blas Piñar, o Rafael López Diéguez, secretario del partido Alternativa Española, franquista y yerno del anteriormente citado Piñar. Al lado de ellos, acudían cuando querían el propio Artur Mas, Oriol Pujol, Jordi Pujol y numerosos cargos de la entonces opositora Convergencia i Unió.

Allí empezó a velar sus armas mediáticas Albert Rivera. Pedrazzoli, que no dudaba poner en parrilla programas de tarot con Sandro Rey u otros de carácter erótico al lado de tertulias o la Santa Misa los domingos, decidió dar el salto a toda España, primero con el canal Metropolitan y luego en la cadena Intereconomía, propiedad de Julio Ariza.

Precisamente en Intereconomía Rivera se reencontraría con López Diéguez y algunos otros compañeros de mesa un tanto particulares como el ex miembro del PP Aleix Vidal Quadras, el general Monzón, el pseudohistoriador Pío Moa, o el hijo del falangista y escritor Rafael García Serrano, Eduardo. Todos ellos de ideología, evidentemente, ultraconservadora.




… y a la política nacional

En Intereconomía Rivera también estrecharía lazos con Miguel Durán, una persona clave en el ascenso a la política nacional de Ciudadanos. Y es que aunque Rivera intenta encarnar ahora la frescura y la renovación política, su partido nace de lo viejo. En las elecciones europeas de 2009 aceptó formar una candidatura conjunta junto a Libertas, con la preciada colaboración del multimillonario irlandés Declan Ganley, y en coalición con el Partido Socialdemócrata Español (PSDE) -la formación liderada por el tránsfuga Eduardo Tamayo, artífice del tamayazo-.

En declaraciones a ELPLURAL.COM, el fundador de Intereconomía Enrique de Diego, desveló cómo se fraguó el pacto entre Ciudadanos y Libertas, por qué ficharon a Miguel Durán para encabezar la candidatura, el papel que jugó el multimillonario Declan Ganley, las vías de financiación de las que supuestamente se sirvió Albert Rivera para promocionar su aventura electoral y el papel que presuntamente jugó el presidente de Intereconomía, Julio Ariza, en esta oscura operación que habría contado con el beneplácito del Partido Popular.

Según el relato de Enrique de Diego, el multimillonario Declan Ganley se propuso llevar al Parlamento Europeo a un grupo euroescéptico y con una postura clara a favor del derecho a la vida. En España, Julio Ariza consiguió ser el hombre de Ganley, obteniendo recursos (hasta 3 millones de euros según ‘El Mundo’) para financiar una aventura electoral que se forjó gracias a la ambición de Rivera.

Rivera dice que fue un error

El candidato de Ciudadanos reconoció el pasado 6 de diciembre a ELPLURAL.COM el que fue un “error” pactar con el partido ultraderechista Libertas en las elecciones europeas de 2009, aunque aseguró que Ciudadanos siempre se ha financiado legalmente: “Nosotros no tenemos donaciones ni de militares americanos, ni españoles ni austriacos. Ni de gobiernos venezolanos ni de nadie. Nosotros nos hemos financiado legalmente. Hemos puesto nuestras cuentas en el Tribunal de Cuentas y lo he dicho mil veces y lo diré 200.000 mil más si hace falta”.  


lunes, 5 de febrero de 2018

El nuevo Dúo Dinámico




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Queipo de LLano, otro general fascista, criminal por la Gracia de Dios


NOTICIAS

04/02/2018

Queipo de Llano: ¿dentro o fuera de la Macarena?

La polémica por la tumba del golpista en la basílica sevillana resurge con la aprobación de nuevas leyes de memoria en Andalucía.

Carmen Rengel

El HuffPost

EFE

Las tumbas de Gonzalo Queipo de Llano y su esposa, en una pequeña capilla de la basílica macarena.

Gonzalo Queipo de Llano fue un general golpista, el hombre de Francisco Franco en Andalucía, un criminal de guerra con un currículum bien pegajoso de sangre: a él se le atribuye la muerte de al menos 14.000 civiles durante la contienda civil -sólo en Sevilla, donde en el primer trimestre tras el alzamiento hubo más de 3.000 fusilados- o el plan de la llamada desbandá, una carnicería por mar y aire contra los refugiados que escapaban de Málaga a Almería en febrero de 1937 y que dejó como mínimo 5.000 asesinados. Hasta la Guerra de Yugoslavia, Europa no vio una cosa igual.

El teniente general de caballería murió el 9 de marzo de 1951, en plena dictadura. Con los suyos al mando y siendo él el dueño del cortijo -literalmente, uno robado a un republicano en la localidad de Camas-, llegaron los honores póstumos. Entre ellos, su propia sepultura: sus restos fueron trasladados a la Basílica de la Macarena de Sevilla, donde hoy aún descansan junto a los de su esposa, Genoveva Martí. Y en ese "aún" está la polémica: ¿debe mantenerse su enterramiento en un lugar privado pero abierto al público? ¿No supone conservar a la vista un símbolo fascista, algo que contraviene la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007? ¿De quién es la decisión, de la hermandad, de las administraciones?

Las preguntas se multiplican, enredando más la madeja ya de por sí vieja y espinosa, porque ahora hay una norma más que cierra el círculo, que obliga a tomar decisiones. Se trata de la Ley de Memoria Democrática de Andalucía, la más avanzada de cuantas existen en España para lograr el triple objetivo de verdad, justicia y reparación, un complemento al texto estatal cuyo artículo 32.4 dice:

"Cuando los elementos contrarios a la Memoria Democrática estén colocados en edificios de carácter privado con proyección a un espacio o uso público, las personas propietarias de los mismos deberán retirarlos o eliminarlos".

El pasado martes, el vicepresidente de la Junta y responsable de las políticas de Memoria desde su Consejería de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, volvió a traer a primer plano la polémica al asegurar, durante la presentación del I Plan Andaluz de Memoria Democrática, que el Ejecutivo regional "actuará" si la hermandad de la Macarena no acata la ley. "Estamos trabajando para resolverlo; la ley, que por cierto fue aprobada sin ningún voto en contra del Parlamento, hay que aplicarla", remarcó. Unas declaraciones prudentes pero que lo remueven todo de nuevo, tan peliaguda es la situación cuando se trata de evitar un choque con una de las mayores instituciones sevillanas -más allá de lo puramente religioso- como es la Hermandad de la Macarena, la más numerosa de la ciudad (unos 13.000 hermanos).

Por si fuera poca esta nueva presión legal, el debate se amplía con la pelea del PSOE en el Congreso para que se exhume a Franco de su tumba en el Valle de los Caídos, en la Sierra de Madrid, y después de que Emilio Mola Vidal y José Sanjurjo Sacanell, dos de los líderes militares del golpe de Estado contra la Segunda República en 1936 que desembocó en la Guerra Civil, fallecidos ambos en la contienda, hayan tenido que salir de sus tumbas de Pamplona, donde estaban en un mausoleo desde 1961. El ayuntamiento que dirigen EH Bildu, Geroa Bai, Aranzadi (marca de Podemosen la ciudad) e Izquierda-Ezkerra lograron su exhumación y su traslado donde las familias decidieron.

Imposible no hacer paralelismos.

¿Cómo es, de quién es?

La tumba de Queipo se encuentra a la sombra de la muralla donde ordenó fusilar a miles de sevillanos, dentro de la basílica macarena, en una capilla lateral. Su lápida ha sido modificada con los años, sustituyendo el título de "excelentísimo Sr. Teniente General" por "hermano mayor" y la fecha del golpe de Estado de 1936, por el escudo de la hermandad. No existen, desde 2009, alusiones fascistas en ella, pero el personaje que guarda sigue siendo el mismo.

La explicación básica que dan desde la hermandad a este pasar de los años sin que se haya movido la tumba es precisamente que Queipo está allí no como militar, sino como hermano mayor de honor -con su túnica macarena fue amortajado- y como fundador de la basílica. En 1936, la original iglesia de San Gil fue asaltada y las imágenes, protegidas en un lugar seguro. Pasado el tiempo, ganada la guerra, se planteó el levantamiento de un nuevo edificio por suscripción, una colaboración que Queipo reclamaba en sus arengas de Unión Radio Sevilla. Finalmente, fue inaugurado en 1949, con el general como padrino.

La exhumación depende, en última instancia, de la hermandad y, también, del Arzobispado de Sevilla, porque hablamos de un templo católico, pero con los años ha ido prevaleciendo el statu quo. Dieron otros pasos menores, como que desde 2011 la Macarena ya no lleva el fajín rojo del general Queipo, con el que procesionó durante décadas pero cuyo estado ya no permite lucirlo. Poco más. La pregunta es si ese título de hermano mayor es motivo suficiente para el "aforamiento" de un criminal de guerra, como se pregunta el periodista Diego Suárez, de la Cadena SER.

En la familia de Queipo -la otra parte que podría acabar con este asunto si decide llevarse los restos a otro lado- nunca han sido partidarios de cambiar las cosas. En una entrevista a varios de sus nietos en El Mundo, uno de ellos decía: "Lleva allí enterrado 66 años. La decisión de la familia es no remover esto, dejar que los muertos reposen, que ya tendrán allí arriba el juicio que les corresponda, que es el más justo". Por ahora, esa vía parece cerrada.



Requerimiento sin respuesta


Nueve años después de que Queipo dejase de ser hijo adoptivo de Sevilla, en julio de 2016, el Ayuntamiento de la ciudad aprobó una moción que, además de condenar el golpe de estado de 1936, instaba a la hermandad a iniciar los trámites de exhumación y deshacerse, así, de este vestigio fascista. El texto, iniciativa de Izquierda Unida, fue aprobado por unanimidad, pero el punto sobre Queipo no logró ese cierre de filas: el PP lo rechazó y Ciudadanos se abstuvo. Literalmente decía que la tumba es "una clara ofensa para los familiares de las víctimas del franquismo y para el conjunto de las y los demócratas".

El alcalde, el socialista Juan Espadas, que ha seguido la misma postura de pies de plomo de la Junta, ha confirmado ya en varias ocasiones que, tras esta votación, se ha puesto en contacto tanto con la Macarena como con el Arzobispado para que se den por enterados de la decisión y decidan qué hacer. Por ahora no tiene respuesta. En la archidiócesis se limitan a reconocer que sí, que les llegó el documento del Ayuntamiento, y que siguen estudiándolo. "La Iglesia desea fervientemente que no se quiebre el consenso logrado en la Transición política, que culminó con la aprobación de la Constitución de 1978, y sigue dispuesta como entonces a propiciar el diálogo, el perdón, la reconciliación y la convivencia en paz entre todos los españoles, superando los odios y rencores que tanto daño han hecho históricamente a nuestro pueblo", explican. Es la cita oficial, inamovible por ahora.

Los hermanos mayores macarenos que han tenido que afrontar el debate en los últimos años, Manuel García y José Antonio Fernández, han dicho públicamente que cumplirán la ley si tienen que hacerlo. Lo que no ha habido es proactividad por su parte.

Tras ese contacto desde el Ayuntamiento, y de forma callada, se ha abierto un proceso de negociación a cinco bandas (entre el consistorio, el Gobierno de Susana Díaz, la archidiócesis, la hermandad y la familia Queipo) para intentar que desencalle el asunto. En paralelo, siguen su curso dos informes jurídicos, uno encargado por la hermandad y otro por la Junta, para aclarar cómo se pueden aplicar las leyes a este caso. Por muy claro que parezca el articulado, surgen dudas. Como dice la administración autonómica, los restos "no son ni un símbolo, ni un bien ni un elemento". Es un enterramiento, "y todo el mundo merece uno", repiten no pocos cofrades en los foros. Fuentes de la Dirección General de Memoria Democrática explican que hace falta un desarrollo normativo (procedimientos generales, decretos, órdenes) que afine cómo proceder en un caso único en la comunidad.

Que se exhume al general fascista o no se verá en poco mucho tiempo, ahora que la norma hace fuerza. Ninguna decisión, eso parece claro, contentará a todos, en una ciudad dividida entre los que hablan de historia, de equidistancia, de "dejar las cosas como están", y quienes defienden un paso de responsabilidad y compromiso con la memoria de las víctimas. Lo que dice la ley.



QUEIPO, EN SUS PALABRAS



El general Queipo de Llano, crímenes aparte, fue especialmente conocido por el violento vocabulario que usaban en sus bandos y en sus intervenciones radiofónicas. Estas son algunas de sus palabras:

"Serán pasadas por las armas, sin formación de causa, las directivas de las organizaciones marxistas o comunistas que en el pueblo existan y en el caso de no darse con tales directivas, serán ejecutados un número igual de afiliados, arbitrariamente elegidos".

"¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré".

Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. (...) Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad".








domingo, 4 de febrero de 2018

TRITURADORAS DE COCHES

1939 La Diligencia


Título original
Stagecoach
Año
Duración
99 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Guion
Dudley Nichols (Historia: Ernest Haycox)
Música
Varios (canciones populares americanas siglo XIX)
Fotografía
Bert Glennon (B&W)
Reparto
, , , , ,, , , , , 
Productora
United Artists
Género
Western
Sinopsis
Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
Premios
1939: 2 Oscars: Mejor Actor de Reparto (Thomas Mitchell), bso (adaptada). 7 nominaciones
1939: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor director
Críticas

TOP 10 INCREÍBLES MOTOS

7 Cementerios de Vehículos

Top 10 Animales asombrosos

El sexo ya no es divertido


Sala de despiece

El sexo ya no es divertido

Sergio del Molino

CTXT

3 de Febrero de 2018


Llevo toda mi vida considerándome alguien rematadamente normal en cuestiones sexuales. Aunque sé que la normalidad es una categoría problemática para hablar de cualquier conducta, espero que se entienda lo que quiero decir. Me he sentido, me siento y me sé raro en muchos otros aspectos de mi vida, en los que pertenezco a minorías a veces ínfimas: la minoría de los que dedican mucho tiempo a leer, la minoría de los que se ganan la vida juntando letras, la minoría de los que trasnochan y madrugan a la vez, la minoría de los que no ven fútbol, la minoría de los que nunca se han inscrito a un gimnasio y la minoría de los que no saben silbar ni montar en bici. Pero, en términos de sexo, me suponía parte de una aburridísima media estadística, la de un tipo heterosexual y monógamo, que disfruta de sus cosas en la intimidad de su casa sin convertirlas en mística ni en bandera de identidad. A la luz de lo mucho escuchado y leído en los últimos meses, empiezo a cuestionarme mi propia normalidad.

La campaña #MeToo es eficaz, necesaria y radicalmente oportuna. Ha dado una penúltima vuelta de tuerca a la sensibilidad de occidente, denunciando como intolerables y violentas muchas actitudes y conductas que parecían normales. Sobre todo, en oficinas y despachos, donde las jerarquías hacen de los abusos algo impune, y de sus víctimas, personas completamente indefensas. Las voces de quienes han sufrido acoso no sólo hacen que el humillador se convierta en humillado, sino que marcan el inicio de un cambio en el que ningún machito cabrón se sienta libre y legitimado para sus abusos y chantajes sexuales. Como sociedad, hay una obligación absoluta de respaldar a quienes se han visto indefensas.


No creo ser el único que ha visto cómo, a remolque de una protesta incontestable y justísima, se ha subido un vocerío, especialmente activo en las redes sociales, que plantea el sexo como un problema. «¿Qué sucede si no hay una posible reconciliación entre los ideales relucientemente limpios de la igualdad de género y los mecanismos del deseo humano?», se preguntaba Stephen Marche en The New York Times. Me froto los ojos porque a menudo no me creo lo que leo. En un artículo muy divertido , el escritor chileno Rafael Gumucio comentaba cómo el sexo sin penetración se ha puesto de moda entre ciertos universitarios de izquierdas chilenos, porque la penetración se considera violenta y capitalista. Gumucio comparaba estos prejuicios sexuales con la doctrina cátara del siglo XII, una secta cristiana ultrarradical que consideraba que el placer era un enemigo.

No creo ser el único que ha visto cómo se ha subido un vocerío, especialmente activo en las redes sociales, que plantea el sexo como un problema

Lo que yo creía que era una normalidad sexual completamente intrascendente se está convirtiendo en libertinaje puro. Leo alucinado todas las disputas teológicas que asocian el deseo sexual a lo monstruoso y lo abyecto. Me tiro de los pelos leyendo a tuiteros que dan consejos para ligar en los que cualquier insinuación o maniobra de seducción es inadmisible y se califica como una agresión. No entiendo nada.

Me crié en una familia atea de izquierdas bastante normal. La religión y el pecado nunca tuvieron presencia en mi educación, ni siquiera en el colegio, que era público y en el que recibía “ética” en vez de religión. Mis padres fueron quizá demasiado francos y abiertos en cuestiones sexuales, empeñados en hablar más de la cuenta y en preocuparse de que, llegada la adolescencia, mi hermano y yo tuviéramos a mano preservativos, información, apoyo e intimidad, si se requería. No me parece que hiciesen nada excepcional y, en mi despertar hormonal, descubrí que tanto mis amigos como las chicas con las que iba a poner en práctica las teorías tenían una noción del sexo tan desprejuiciada y libre como la mía. Fue divertido, sin traumas, sin culpas y, por supuesto, sin la menor violencia. No he tenido nunca la sensación de que el deseo y el placer fueran un problema o crearan situaciones de opresión o simplemente desagradables. Hubo fuegos artificiales y desastres horrorosos, noches de gloria y noches de mierda, pero nada importante, nada que requiriese la intervención de un psicoanalista, un enfermero o un policía. Nada que no pudiera diluirse en un chiste.

Como parte de las relaciones y la comunicación humanas, el deseo sexual es complejo, sutil, cambiante, incontrolable y lleno de malentendidos, pero también, y por encima de todo, divertido. Incluso en su frustración. Nunca le he dado mucha importancia y, por supuesto, nunca ha sido motivo de disputa o incomodidad con mi pareja. O no más que el punto de sal del arroz de los domingos.

Yo me creía hijo de una generación a la que le había costado mucho dejar de sentirse aplastada por la losa nacional-católica. Mi padre, por ejemplo, fue interno de un colegio de curas siniestrísimo de la provincia de Guadalajara. Mi madre sufrió la opresión violentísima de una madre que hubiera querido ponerle un cinturón de castidad. Sus heridas fueron la libertad de sus hijos: nos quisieron libres de cualquier poso de culpa, ajenos a admoniciones de púlpito y confesionario. Y lo consiguieron. Hasta hoy, creía que esa era la normalidad de mi generación, con una noción estrictamente lúdica del sexo, hasta el punto de que buena parte de las novelas y de las películas de los siglos XIX y XX nos eran ajenas, pues hablaban de sociedades reprimidas. Admiramos la belleza de Proust, pero nos cuesta ponernos en la piel del protagonista, consumido por una represión sexual que jamás hemos sentido. Nos reímos del surrealismo, pero no conectamos a fondo con su sentido de liberar la mente, pues la nuestra no estaba encerrada en un incensario. Bailamos todo el rock de los años sesenta sin pensar en que se compuso como forma de liberarse de un dogal de cuentas de rosario. Buena parte del arte occidental moderno es incomprensible si no se recuerda que está creado por personas que tratan de romper una represión sexual asfixiantísima: toda la gran novela de Viena, su arquitectura, su música y su psicoanálisis, no se entienden sin esa represión. Tolstoi es incomprensible si no se sabe que sus personajes viven presos de una sociedad que inhibe su deseo.


Yo me creía hijo de una generación a la que le había costado mucho dejar de sentirse aplastada por la losa nacional-católica



Nos habíamos acostumbrado a disfrutar con distancia de esas obras, a valorarlas como un placer estético, pero sin compenetrarnos con la angustia de los personajes, que estábamos muy lejos de sentir, porque ningún cura y ninguna madrastra nos había puesto cilicio alguno. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, me he dado cuenta de que siguen siendo muchos los que viven su deseo como un trastorno, que les provoca enormes sufrimientos. Lo que para mí es un simple polvo al que no dedico apenas pensamientos, para muchos es un misterio teológico lleno de problemas metafísicos. Como en los momentos álgidos de la represión cristiana. De pronto, me siento sofisticado y vanguardista, mucho más desinhibido y liberado de lo que me tenía.

Esto no tiene nada que ver con el abuso y el acoso, que están bien definidos y son reconocibles e intolerables. No sé cómo esta amalgama siniestra de desprecio al placer y de criminalización del puro deseo ha logrado colarse en medio de una protesta dignísima y necesaria contra las agresiones sexuales. Vuelvo a la pregunta de Stephen Marche: «¿Qué sucede si no hay una posible reconciliación entre los ideales relucientemente limpios de la igualdad de género y los mecanismos del deseo humano?». Pero, ¿qué reconciliación hace falta, si son cosas distintas? Existen por separado: puedo desear a cualquier persona (incluso desearla muchísimo, hasta la fiebre) sin violentar lo más mínimo su libertad, su dignidad y su igualdad ante todos. Del mismo modo que puedo sentir mucha hambre y comportarme con corrección en la mesa, sin lanzarme a dentelladas sobre la comida cruda. Porque el deseo ajeno no es un insulto ni el prólogo de una agresión, y no hay nada vergonzoso ni inmoral en expresarlo.

Me pregunto por qué el sexo sigue siendo el centro de tantas polémicas, pero dejo las tentativas de respuesta para otro artículo.

Autor


·         Sergio del Molino


Juntaletras. Autor de La mirada de los peces La España vacía.