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martes, 2 de julio de 2019

Bailando con lobos


ClicClic
https://gloria.tv/video/3pFa8ZrUUxhy42EiRKTp98S44

Título original
Dances with Wolves
Año
Duración
180 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Guion
Michael Blake (Novela: Michael Blake)
Música
John Barry
Fotografía
Dean Semler
Reparto
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Productora
Orion Pictures / Tig Productions
Género
Aventuras. Western. Drama | Cine épico. Amistad. Ejército. Siglo XIX
Sinopsis
Tras la Guerra de Secesión (1861-1865) y en plena colonización del Oeste (1785-1890), el desencantado teniente John J. Dunbar se dirige a un lejano puesto fronterizo que ha sido abandonado por los soldados. Su soledad lo impulsa a entrar en contacto con los indios sioux; así es como conoce a "En pie con el puño en alto", una mujer blanca que fue adoptada por la tribu cuando era niña. Poco a poco, entre Dunbar y los sioux se establece una relación de respeto y admiración mutua. (FILMAFFINITY)

Premios
1990: 7 Oscars: incluyendo mejor película, director y guión
1990: 3 Globos de Oro: Mejor película drama, director y guión. 6 nom.
1990: National Board of Review: Mejor película
1990: Asociación de Críticos de Los Angeles: 3 nom. incluyendo Mejor película
1990: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor fotografía. 4 nominaciones
1991: Festival de Berlín: Oso de Plata - Logro individual sobresaliente (Costner)

Críticas

lunes, 1 de julio de 2019

Día del Orgullo Gay





Doña Francisquita
Miss Islas Canarias


Paca La Culona

Callejero


Denuncian al Vaticano por encubrir a 3.400 violadores de niños


Por encubrir a 3.400 sacerdotes 

Víctimas de EEUU demandan al Vaticano para que publique una lista de abusadores

Acusan a la Santa Sede de encubrir a los 3.400 religiosos en todo el mundo de los que reconoce haber recibido denuncia. 

La Información

miércoles, 15 mayo 2019 


Cinco presuntas víctimas de curas católicos en EEUU, incluidos tres hermanos, interpusieron este martes una demanda contra el Vaticano para que haga públicos los nombres de los miles de clérigos que han sido acusados de abusos sexuales.

Los tres hermanos son presuntas víctimas de Curtis Wehmeyer, un cura de Minesota que en 2012 fue condenado a cinco años de cárcel tras declararse culpable de una veintena de delitos, entre ellos abusos sexuales y posesión de pornografía infantil, en un caso que entonces tuvo gran repercusión en el país.




"Tengo demasiados nietos y nietas para permitir que esto vuelva a suceder", dijo en una rueda de prensa Stephen Hoffman, uno de los tres hermanos víctimas de abusos por parte de Wehmeyer entre 2006 y 2012 y que, con la demanda, hicieron pública su historia.

Otro de los demandantes fue presuntamente víctima entre 1978 y 1984 del excura Fidencio Silva-Flores, al que EEUU imputó por abusos a menores en 2003 pero nunca llegó a juzgar por encontrarse en México en ese momento.

Por encubrir a 3.400 religiosos 

La demanda acusa al Vaticano de encubrir a los 3.400 religiosos en todo el mundo de los que reconoce haber recibido denuncias de abusos y los contextos en los que se produjeron, indicó el diario Star Tribune de Minesota.


"Historias que solo conoce el Vaticano", dijo en la misma rueda de prensa el abogado de los demandantes, Jeff Anderson, que ya se ha querellado en el pasado contra la Santa Sede sin éxito por casos de abusos sexuales.

"Hemos presentado un conjunto de pruebas que demuestran que todos los caminos llevan a Roma", añadió Anderson sobre la actual demanda. El Vaticano dijo en 2014 que había expulsado a 3.420 religiosos acusados de abusos sexuales del sacerdocio, pero no dio a conocer sus nombres ni los entregó a las autoridades.


Esa cifra, no obstante, está lejos de la real ya que solo en EEUU la Iglesia Católica ha admitido más de 6.000 casos. La semana pasada el papa Francisco ordenó a todos los miembros de la Iglesia que denunciasen cualquier caso de abusos sexuales y también el encubrimiento por parte de los obispos.


El caso Alcàsser


Crónica negra
El terrorífico libro sobre el crimen de las niñas de Alcàsser que no te dejará dormir
'Desde las tinieblas’ desveló la vida secreta de Anglés y desmontó las conspiraciones. Ahora resucita al calor de la serie de Netflix. Un clásico maldito del periodismo español
ElConfidencial
1/7/19
España, Valencia, Catarroja, años ochenta. Un niño pasea en bici por su pueblo, se cruza con el adolescente chungo del barrio y cambia de dirección para evitarle. El malote le sigue y le reprende por esquivarle. El niño era el periodista Joan Manuel Oleaque. El chungo del barrio: el Asuquiqui (mote barrial de... Antonio Anglés). Quedan unos cuantos años para el asesinato de las niñas de Alcàsser (1992/1993), pero ese día —sin que Oleaque fuera consciente— empezó a gestarse en su cabeza uno de los ensayos más desasosegantes escritos los últimos años en España.
Joan Manuel Oleaque cubrió los crímenes de Alcàsser como periodista, y en 2002 publicó un libro sobre el caso —'Desde las tinieblas. Un descenso al caso Alcàsser'—que lleva años descatalogado, se vende a 300 euros de segunda mano y está viviendo un 'revival underground' al calor de la serie de Netflix sobre Alcàsser... y de la resurrección de las teorías de la conspiración sobre el crimen (sí, la serie critica la conspiración, pero da la suficiente cuerda a los conspiratorios como para que una nueva generación se haya enterado de las ramificaciones paranoicas sobre Alcàsser, cuyos presuntos agujeros parecen hechos para la era digital).


Oleaque pensaba entonces que su libro podría ser el tiro de gracia a las teorías de la conspiración. Se equivocó, sí, pero no por presunción: nadie que lea ‘Desde las tinieblas’ puede seguir pensando en serio cosas como que Anglés y Ricart no fueron los asesinos de las niñas de Alcàsser sino los cabezas de turco de un red de altos cargos degenerados; o que una mano negra del Estado maniobró para que no se conociera la verdad sobre el caso.
En realidad, el mayor impacto (emocional) del libro no es que uno no vuelva a tomarse en serio los ‘enigmas’ de Alcàsser, sino que los días siguientes a la lectura no puedes dormir tranquilo: ‘Desde las tinieblas’ es un relato de terror que deja mal cuerpo para una temporada. Pero no un terror de laboratorio a lo ‘American Psycho’ sino algo mucho más real: horror cotidiano en el inframundo barrial de la España del 92.
El libro es tan salvaje que su meticulosa descripción de lo ocurrido durante el secuestro de las niñas de Alcàsser no es el momento más crudo del texto. Porque el meollo aquí —ignorado por los conspiratorios que piensan que Anglés fue un chivo expiatorio del Estado— es la vida de Anglés previa al triple asesinato de Alcàsser.
Oleaque se sumergió en el lodazal de su pueblo para construir una descarnada biografía de Anglés basada en los testimonios de familiares, amigos y compinches. Del macarrilla de barrio al delincuente juvenil, de la venta de drogas al asalto de bancos, y de ahí a la violencia extrema, todo ello en un contexto de marginación que uno asocia más a la España de la posguerra que a la de los noventa.
“El Asuquiqui había ido oscureciendo su temperamento hasta convertirse en un tipo extremadamente iracundo. Estallaba a la mínima y utilizaba una violencia salvaje para resolver cualquier situación. Trataba todo el día con toxicómanos que despreciaba y pensaba que lo envidiaban. Y el Chino [socio de Anglés en el tráfico de drogas] consumía una cantidad de cocaína tan exorbitante que Antonio tenía que estar pendiente de todo, como un halcón que todo el mundo quería cazar. Estimaba que para hacerse respetar, la mano dura era la solución. ‘Se hacía mayor y se le cruzaban más los cables”, cuenta el libro.
Un cuesta abajo y sin frenos —de la marginación a la ultraviolencia: violencia contra la competencia, contra sus clientes yonquis, contra sus parejas, contra su madre— que acabó reventando en el delito que le llevó a la cárcel antes de Alcàsser: un espeluznante caso de secuestro y violencia extrema contra una exnovia a la que encadenó varios días en su casa familiar, convertida en túnel del terror de la España noventera, con varios testigos de la fechoría, entre ellos, Ricart. Anglés había entrado en un estado de monstruosidad e impunidad mental que iba a ir a más...
Conclusión de Oleaque: "Ni Juan Ignacio Blanco ni Fernando García [ideólogos de la conspiración] ni los periodistas ni el público sabían la verdadera crueldad de la tortura a la cual Antonio sometió a su examante Nuria. Una tortura que, en muchos puntos, anticipaba la posterior explosión del crimen de Alcàsser: el triple asesinato parecía, de hecho, una progresión con final —con muerte— de la explosión que Antonio había iniciado con Nuria. Ni Blanco ni Fernando ni los periodistas ni el público sabían tampoco lo que Neusa [madre de Anglés] cuenta: que Ricart, con Antonio, estuvo a punto de tirar a Nuria a un pozo. Y no sabían que Ricart podía haber hablado del crimen de Alcàsser a algunos colegas en términos parecidos a como lo haría en sus primeras declaraciones autoinculpatorias [de las que se desdijo antes del juicio alegando haber sido torturado durante el interrogatorio]".
Anglés sería condenado a prisión por estos hechos, pero desapareció durante un permiso y nadie se tomó la molestia de buscarle en serio (esto sí que es una negligencia estatal y no los disparates sobre 'snuff movies' que no existen). Durante su fuga, cometió el triple asesinato de Alcàsser.

El circo

Sí, es difícil trabajar con este tipo de material sin caer en un sensacionalismo atroz, pero Oleaque sale airoso por varios motivos: escritura tensa, obsesiva y sin contemplaciones. Ritmo torrencial. Conocimiento del terreno (y de la época). Fuentes. Idea clara de lo que quiere contar (y desmentir). Reporterismo, antropología y punk. Uno de los libros olvidados más importantes del periodismo español.
En esa época, según Oleaque, llegó a circular el rumor de que una televisión iba a publicar una foto de Antonio Anglés con Felipe González. O la supuesta imagen que cerraría el gran círculo de la conspiración: todos los poderes del Estado al servicio del engaño. Pero lo único que demostraba esa foto inexistente era el grado de delirio alcanzado por la teoría de la conspiración, analizado en la segunda parte del libro.
"Por primera vez desde la transición democrática, un suceso ha reflejado los miedos, las pasiones oscuras y los errores de una sociedad"
El debate abierto en torno al sensacionalismo mediático de Alcàsser fue “esteril” y se cerró en falso, según Oleaque, al reducirse a la clásica rasgada hipócrita de vestiduras y a la búsqueda de chivos expiatorios. “Considerando a Nieves Herrero culpable de todo, y evitando repetir su tipo de excesos, los medios se consideraron exculpados para continuar mostrando el dolo de manera obscena, comercial… Progresivamente, un montón de programas informativos que tenían los sucesos como eje central fueron apareciendo en las televisiones públicas y privadas. El suceso se impuso a los telediarios, a las revistas, a muchos diarios, incluso a los mejores diarios. Los medios pensaban que el suceso interesaba solo a unos cuantos morbosos. Alcàsser les hizo ver que podía interesar a muchísimos morbosos. El suceso, mayoritariamente tratado, como una lluvia de sangre y mierda sobre el público. A partir de entonces, el suceso abriría telediarios y figuraría con honor en las primeras páginas sin ningún tipo de titubeos”.
"Las teorías sobre la supuesta actuación en el crimen de una red de degenerados muy poderosos sobreviven en el inconsciente colectivo e internet"
Más madera: “Las fantásticas teorías sobre la supuesta actuación en el crimen de una red de degenerados muy poderosos sobreviven en el inconsciente colectivo e inundan internet. Mucho del periodismo de hoy, sobre todo el de televisión, es hijo bastardo de Alcàsser, de un iridiscencia negra y ruidosa. Cualquier noticia relacionada con Anglés continúa ocupando titulares. Por primera vez desde la transición democrática, un suceso ha reflejado los miedos, las pasiones oscuras y los errores de una sociedad”
Lo escribió Oleaque… en 2002.
Y su traca final: "Representantes del estamento judicial —¡y de la prensa!— han hecho duras referencias al caso, pero siempre referencias epidérmicas que no entraban a fondo en sus entrañas, como si diera miedo y vergüenza tan solo recordarlo. Pasar página, hacer como si no pudiera volver a pasar, y perseguir a Fernando y a Blanco, los más culpables: esta ha sido casi la única reacción. Así, la Justicia, las fuerzas de seguridad y la prensa se han podido sentir paladines del bien que andan sin mirar atrás, sin reconocer el propio fracaso en un caso en que, en un tramo u otro del camino, todos fracasaron, y todos contribuyeron a que pudiera darse el delirio" de la conspiración.

domingo, 30 de junio de 2019

Con F de facha


Con f de facha Carrero Blanco, alguien voló sobre el nido del cuco

Lo que nos interesa del perfil de Carrero es su personalidad y su teoría política, su idea de un franquismo sin Franco, con el Rey Juan Carlos I de pelele necesario, su odio visceral a todo lo que sonase a izquierdismo.



ElSalto (Extremadura)



publicado

2019-05-

Hace unos días murió el militar Carlos Blanco Escolá a los 86 años de edad. "Con él ha desaparecido desgraciadamente un historiador militar, demócrata, antifascista, antifranquista, enamorado de su profesión y a mil leguas de quienes siguen tendiendo mitos sobre una de las figuras y una de las etapas más sombrías del pasado de España", escribía el historiador Ángel Viñas. Ha habido otros militares con este perfil que se jugaron su carrera y su libertad. Por ejemplo casi nadie se acuerda ya de Fernando Reinlein, Jesús Martín Consuegra, Santiago Perinat o Luis Otero, de la Unión Militar Democrática (UMD), que fue una asociación clandestina de militares españoles que se fundó en los últimos años del franquismo por tres comandantes y nueve capitanes con el objetivo de democratizar las Fuerzas Armadas y derrocar a la dictadura.
Estos “raros” militares defendían en el tardofranquismo, dentro del estamento más rancio y franquista de todo el país: “convocar una asamblea constituyente que elaboraría una Constitución homologable a la del resto de países occidentales europeos, el establecimiento de las libertades democráticas y de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción, reformas socioeconómicas para la mejora de condiciones de vida de los españoles y una reforma democrática de la Justicia Militar, la Ley del Servicio Militar y una reorganización racional del ejército”. Sobra decir que en cuanto se supo ellos acabaron en la cárcel, repudiados, apestados a partir de ese momento por el resto de “hermanos en las armas”, que no entendían como era posible que en el hiperfranquista ejercito español se hubieran colado tamaña panda de “rojos”. Se estima que pertenecieron a UMD entre 200 y 400 militares, la revolución portuguesa de los Claveles aún estaba caliente, y claro.

Luego llegó la Transición, el famoso “ruido de sables” que condicionó de forma firme todo ese proceso, el grosero intento de golpe de estado del 23 de febrero, que debía de haber servido para limpiar de forma radical el ejercito, como hiciera Azaña en su momento con los energúmenos, y corruptos africanistas y no meter solo en la cárcel a los Tejero, Milans del Bosch, Armada y a los cuatro pardillos que se sumaron a la charlotada. Se dice que el fracaso en algunos acuartelamientos del golpe fue responsabilidad de oficiales de la UMD.
El ministro de Defensa socialista Narcís Serra, tras las elecciones generales de 1982, con lo sables aún calientes y afilados, fue el encargado de “modernizar y democratizar” las Fuerzas Armadas, pero la cosa fue solo estética. La reforma ética más importante de nuestras fuerzas armadas la hizo el tiempo, las obligadas jubilaciones y fallecimientos. Los siguientes mandamases democráticos tampoco hicieron mucho, más allá de mantener las inversiones en los necesarios cacharritos bélicos, hacer participar al ejercito en alguna misiones europeas bélicas y humanitarias o alejar la imagen pública de la institución de aquel pasado golpista-franquista tan feo.



Tras Narcís Serrra la lista de ministros y ministras es de lo más deslumbrante: Gustavo Suarez Pertiera, Eduardo Serra, Federico Trillo, José Bono, José Antonio Alonso, Carme Chacón, Pedro Morenés, María Dolores de Cospedal y ahora Margarita Robles. Deberíamos pensar que nuestro ejército es por fin competente, moderno y democrático. Pero solo hasta que llegó Carme Chacón en el 2010 se pudo homenajear abiertamente a la Unión Militar Democrática y se entregaron las Cruces del Mérito Militar y Aeronáutico a 14 antiguos miembros de la UMD por: “la valentía que demostraron al colaborar decididamente en el camino hacia la democracia en España y por cuyo papel algunos fueron encarcelados, juzgados, condenados y expulsados del Ejército”.

Los casos del Capitán Luis Gonzalo Segura, arrestado y expulsado del ejército, y los enjuagues que cuenta en sus libros Un paso al frente o El libro negro del ejército español, o el caso de acoso de la Comandante Zaida Cantera son la punta del iceberg de algunos tics franquistas

Sin embargo, los casos del Capitán Luis Gonzalo Segura, arrestado y expulsado del ejército, y los enjuagues que cuenta en sus libros Un paso al frente o El libro negro del ejército español,o el caso de acoso de la Comandante Zaida Cantera son la punta del iceberg de algunos tics franquistas que aún perviven entre las filas de nuestro ejercito. En estas últimas semanas han fichado por el partido de extrema derecha VOX el teniente general del Ejército del Aire Manuel Maestre, el general Antonio Budiño Carballos, el general de División del Ejército de Tierra Alberto Asarta y el general de Brigada de Infantería de Marina Agustín Rosety. Se dice que estos nombres, lejos de demostrar que el franquismo sigue aún vivo entre las prietas filas lo que certifica es la pluralidad ideológica del mismo ya que en la otra parte Podemos tiene entre sus miembros nada menos que a Julio Rodríguez, el que fuera jefe del Estado Mayor de la Defensa. Las falsas equidistancias es lo que tienen, que son la peor de las trampas.

Tan largo rodeo para llegar hasta nuestro “facha” de hoy, el almirante Luis Carrero Blanco, mano derecha e izquierda de Franco desde que en 1941 redactase un famoso informe recomendando la neutralidad española en la II Guerra Mundial que maravilló al Generalísimo. Fue Subsecretario de la Presidencia del Gobierno del 41 al 73 y luego Vicepresidente del Gobierno del 67 al 73 y nada menos que presidente del Gobierno ese mismo año hasta que ETA voló el Dodge 3.700 GT de 1.800 kilos con tres cargas antitanque equivalentes a cincuenta kilos de dinamita. El coche voló literalmente por los aires y cayó en la azotea de un edificio. Murió Carrero, su chofer y el escolta. Como escribió el director de El País Juan Luis Cebrián, “muchos demócratas, enemigos de la violencia y del terrorismo etarra, no tenían otro remedio que reconocer —con cuidado, no se les fuera a confundir— que, a la postre, los magnicidas habían cumplido con un destino histórico y su acción había liquidado cualquier posibilidad de continuismo franquista”, es decir, que el champán corrió por las casas de muchos antifranquistas y se hicieron chistes que fueron muy populares por entonces sobre este magnicidio.

Años después, muchos años después, 44 años después, 13 tuits chistosos sobre el asunto le valieron a Cassandra Vera una condena de cárcel, que luego sería revocada por los pelos

Años después, muchos años después, 44 años después, 13 tuits chistosos sobre el asunto le valieron a Cassandra Vera una condena de cárcel, que luego sería revocada por los pelos.

El año pasado el manifiesto titulado Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde, soldado de España fue firmado por 181 militares retirados, así que la cosa facha sigue ahí, latente, tal vez minoritaria, rancia, residual, pero…

Pero de Carrero no nos interesa tanto su “vuelo” como su “cuco” perfil político. Por una parte fue un eficiente burócrata, el artífice de la modernización económica y administrativa del Estado y promovió la sucesión monárquica de Juan Carlos I, dentro de un aparato que debería de haber seguido siendo cien por cien franquista tras la muerte de Franco. Un “Estado católico, social y representativo, conforme con su tradición y constituido en Reino”. Por otra parte, Luis Carrero Blanco estuvo toda su vida obsesionado con el comunismo, el judaísmo y la masonería, y era un enemigo feroz de cualquier tipo de liberalismo y democracia. Sencillo en sus hábitos y costumbres, de misa diaria, con fama de honesto frente a otros gerifaltes franquistas que se enriquecían sin vergüenza desde sus respectivas esferas de poder, era un tipo de ideas fijas que no cambiaron un ápice en los treinta años que ejerció su poder: "El diablo inspiró al hombre las torres de Babel del liberalismo y del socialismo, con sus secuelas marxismo y comunismo". 


















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Estas ideas que hoy nos suenan más a Luis García Berlanga, espolearían uno de los proyectos más inquietantes de nuestro Almirante: el diseño y la fabricación de una bomba atómica Española. En 1958 Carrero Blanco inaugura el Centro Nacional de Energía Nuclear en las instalaciones construidas en la Ciudad Universitaria de Madrid, luego Francia le ofrecerá el combustible necesario, la central de Vandellós I se inauguró después de un acuerdo de colaboración firmado entre Carrero Blanco y De Gaulle, también ciertas fotos o componentes de los tres artilugios atómicos caídos en Palomares darían algunas claves a los diseñadores patrios del petardo. En los sesenta, España contaba con científicos y ingenieros experimentales competentes para fabricar con éxito el artefacto. Cuando EEUU se enteró de este proyecto, forzó a España y Francia a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Francia no firmó, España sí, tras el asesinato de Carrero. Hay teorías de la conspiración que afirman que Kissinger conocía el asunto de la “Operación Ogro” de ETA y dejó hacer. Sin Carrero la aventura atómica de España quedó paralizada. Pero esa es otra historia.

Lo que nos interesa del perfil de Carrero es su personalidad y su teoría política, su idea de un Franquismo sin Franco, con el Rey Juan Carlos I de pelele necesario, su odio visceral a todo lo que sonase a izquierdismo, su inmovilismo a ultranza, su pacatura histórica, su simplista ideal patriótico de lo que debía ser España en el pasado, presente y futuro, y que asoma la patita de forma recurrente en nuestro presente, ya sea por un chiste, el análisis de Carlos Blanco Escolá sobre la incompetencia militar de Franco o ante la intención de sacar a su momia de Cuelgamuros.

Tal vez acertase Carrero en aquel informe que recomendaba a Franco no meterse en las aventuras de las Segunda Guerra Mundial (siendo inicialmente muy germanófilo), pero no en sus análisis prospectivos hacia donde iba España y Europa por aquellos años sesenta y setenta. Además, su gusto por los juguetitos atómicos nos recuerda a aquel militar de la película de Kubrick ¿Teléfono Rojo?, volamos hacia Moscú. No podemos hacer historia política ficción sobre qué hubiera pasado si hubiera fracasado el atentado. Los autores del “vuelo” nunca fueron juzgados, la amnistía del 77 corrió un tupido velo sobre el cómo y el quién lo sabía, los documentos siguen clasificados. Lo cierto es que su desaparición hizo ver a muchos franquistas que el emperador estaba desnudo y viejo, el franquismo sin Franco sería más complicado, el duro de Carlos Arias Navarro le sucedió en la presidencia y… el círculo se cierra, ya hablamos aquí de Carlos. 

PD: Con el último f de facha representante del catolicismo ultra cerraremos el capítulo de los Fachas históricos para meternos en los siguientes con los fachas de hoy, herederos de estos, pero más jóvenes, guapos y preparados.