Porque
me da la gana
Nadie
reconocerá en el PP en público el error que supuso la recogida de firmas contra
la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya y el recurso de
inconstitucionalidad contra el mismo, pero en privado estoy convencido de que
todos saben que fue un error
El PP se
arriesgaba a desaparecer prácticamente en Catalunya y, como consecuencia de
ello, en el País Vasco, poniendo en cuestión su condición de "partido de
gobierno". Es lo que está sucediendo
7/1/2020
eldiario.es
"Porque me da la
gana", fueron las palabras con las que respondió Mariano Rajoy en
televisión a un pregunta sobre el por qué de la recogida de firmas en mesas
petitorias extendidas por casi toda la geografía española contra la reforma del
Estatuto de Autonomía de Catalunya. No había que perderse en matices. Había que
"salvar a España" (¿les suena?) del riesgo de ruptura que la reforma
estatutaria en Catalunya representaba. Si para eso había que recusar contra
toda razón a un magistrado del Tribunal Constitucional (TC) para alterar el
equilibrio en el interior del órgano que tendría que resolver el recurso, si
había que impedir la renovación de los magistrados que habían agotado su mandato,
si había que hacer lo que hiciera falta, se hacía.
La estrategia del PP tuvo
éxito. El TC acabó aceptando convertirse en subcontratista de su política
territorial y la comunidad autónoma de Catalunya se vio sometida a la
humillación de haber sido el único territorio al que se le ha impuesto un
Estatuto de Autonomía contrario al que había pactado su Parlament con las
Cortes Generales y había sido ratificado en referéndum con casi el 80 % del
voto ciudadano. En 2011, cuando no había transcurrido un año de la STC 31/2010
del mes de junio, el PP obtendría una mayoría aplastante en las elecciones
municipales y autonómicas de mayo de 2011 y a finales de año alcanzaría una no
menos aplastante mayoría absoluta en las elecciones generales. La estrategia
anticatalana sin matices parecía ser rentable. La estrategia de la
"humillación" parecía dar sus frutos.
Llevamos cuatro años de resaca
de aquella estrategia brutalmente antinacionalista en general y anticatalana en
particular. Por eso fracasan las investiduras y hay que repetir elecciones. Por
eso no se aprueban Presupuestos. Por eso se legisla mediante decretos leyes.
Por eso se ha tenido que suspender por primera vez una autonomía
al aplicar el artículo 155, que, como había ocurrido en Alemania con el
artículo equivalente, jamás se pensó que se tendría que hacer uso de él.
Cuatro años estuvo en vigor el
Estatuto reformado y ni se rompió España, ni se produjo alteración significativa
en el Estado de las Autonomías. Simplemente se redujeron los conflictos de
competencia entre Catalunya y el Estado ante el TC. Antes de la STC 31/2010, el
independentismo era más que marginal en Catalunya. Cuatro años después hubo un
primer referéndum no calificado como tal el 9 de noviembre de 2014, otro
calificado de referéndum el 1 de octubre de 2017 y todas las consecuencias
posteriores que doy por supuesto que el lector no necesita que se les recuerde.
A esta deriva terrible para la
democracia española y por tanto para la convivencia pacífica en el país, es a
la que se reaccionó con la "moción de censura" que llevó al PSOE al
Gobierno. Todavía estamos en ello y nos va a llevar tiempo porque la tarea es
enormemente difícil, porque las derechas españolas no solamente no están
dispuestas a corregir la estrategia que el PP liderado por Mariano Rajoy puso
en marcha "porque le dio la gana", sino que parecen dispuestas a
competir entre ellas para intensificarla, como hemos podido comprobar en
el debate de investidura.
No se puede mutilar la
Constitución "material" de España, de la que forman parte los
nacionalismos, porque a las derechas españolas les de la gana. La España que
las tres derechas dicen defender es una España mutilada, deforme, que únicamente
se puede imponer por la represión y la humillación de los demás. Reducir la
Constitución al artículo 155 para Catalunya, hacer "guerra jurídica"
contra la izquierda y los nacionalistas, intentar apropiarse de la Constitución
y de la Jefatura del Estado para utilizarlas como armas arrojadizas, y un largo
etcétera.
Todo esto es lo que puso en
marcha el "porque me da la gana" de Mariano Rajoy y del que tenemos
que empezar a librarnos. Como dijo Aitor Esteban en el debate de investidura,
es posible hacerlo. Hay que atreverse a ello. Lo contrario supondría el fin de
la experiencia democrática que se inició, con todas las dificultades y
condicionamientos sobradamente conocidos, tras la muerte del general
Franco.
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