Los hombres somos el problema
El voto a las formaciones de ultraderecha es mayoritariamente masculino en todo el planeta y son las mujeres las que contienen la ola ultraElPlural
Ángel Fernández Millán
29-7-24
A todos nos cuesta asumir las equivocaciones personales, los errores, las faltas por omisión. Los éxitos se personalizan y los fracasos se socializan. Los problemas son siempre de los otros y las culpas se reparten entre los de arriba y los de abajo, pero pocas veces entre los iguales, entre los del propio equipo.
El número de hombres en las cárceles españolas supera al de las mujeres en una proporción de 12 varones por cada mujer (más del 90%), pero lo mismo ocurre en Reino Unido, en Estados Unidos, en Rusia y en todos los países del mundo. No es de extrañar, por tanto, que la ultraderecha que niega la violencia machista no quiera saber nada de la realidad y se empeñe en seguir la senda de las mentiras y los bulos.
Somos los hombres los que tenemos el principal problema de la humanidad, que no es otro que el de la violencia en todas sus manifestaciones: desde las guerras (ordenadas todas por varones) y la violación de los derechos humanos, hasta la violencia contra las mujeres, los demás hombres y la violencia contra uno mismo. De los 4.228 suicidios que se produjeron en España en 2022, 3.126 fueron de hombres y 1.102 de mujeres.
Los
hombres representan el 86% del total de personas conductoras
fallecidas u hospitalizadas, las mujeres el 14%. El Estudio de
la Seguridad
Vial desde
la perspectiva de género publicado por la Dirección
General de Tráfico en
2022 nos interpela al género masculino sobre nuestro comportamiento
al volante y sus letales consecuencias.
El consumo intensivo de
alcohol y otras drogas también arroja cifras más elevadas entre los
hombres que entre las mujeres en todas las estadísticas.
El voto a las formaciones de ultraderecha es mayoritariamente masculino en todo el planeta y, como coinciden los investigadores especializados, son las mujeres con su voto las que contienen la ola ultra en buena parte de los países.
La contundencia de estos datos nos debería llevar a los hombres a mirarnos el problema individual y colectivamente y asumir nuestra responsabilidad personal tanto por acción como por omisión. La realidad que hemos descrito se repite desde que hay registros estadísticos, por lo que no cabe echar la culpa del machismo al feminismo. Nosotros, los hombres, somos el problema y lo tenemos que solucionar sin descargar nuestras responsabilidades en causas externas y estructurales.
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