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lunes, 29 de julio de 2024

 Víctimas de abusos sexuales estallan tras no retirarle la Medalla a la Abadía de Montserrat: “Aún hay vacas sagradas”


Incansable en su lucha para que se haga justicia con las víctimas de pederastia por parte de la Iglesia, Miguel Hurtado reacciona para ElPlural.com después de la decisión del Parlament catalán

Rubén Rozas

29-7-24

ElPlural




Miguel Hurtado (Barcelona, 1982) es uno de los rostros más visibles en la lucha contra la pederastia en la Iglesia Católica. Con el paso de los años y gracias a la denuncia de la situación que se vio obligado a sufrir cuando era un adolescente, tanto la sociedad como la clase política han dado pasos muy importantes en favor de la reparación con las víctimas del clero, pero todavía queda mucho por hacer.

Una nueva prueba de ello llegaba esta semana después de que la Mesa del Parlament haya acordado por unanimidad mantener la Medalla de Oro de la Abadía de Montserrat a pesar de que víctimas de escándalos que han intentado ser silenciadas durante años pidieran de manera formal, por carta, que se llevara a cabo la retirada del título.

Una de estas personas es Hurtado, quien no oculta que concibe la decisión como una “profunda decepción”. El catalán, que sufrió abusos sexuales con 16 años, precisamente por parte de un monje de la Abadía, se pronuncia de forma muy directa y con tono contundente respecto de la decisión: “El Parlament decide ignorar la voz de las víctimas. Llevan años llenándose la boca diciendo que hay que ponernos en el centro, pero a la hora de la verdad sigue habiendo vacas sagradas intocables”.

Poniendo sobre la mesa ejemplos concretos, expone que el organismo “encubrió y protegió durante dos décadas los crímenes de Germá Andreu Soler, depredador sexual y pederasta” y “a día de hoy se niega a implementar un plan de reparación integral, con medidas materiales y simbólicas para reparar a las 15 víctimas de abusos de Montserrat”.



Justificación del Parlament de Cataluña para mantener la Medalla de Oro a la Abadía de Montserrat

La Mesa del Parlament acordaba por unanimidad este martes mantener la Medalla de Oro a la Abadía de Montserrat justificando para ello que, aunque se trate de hechos “gravísimos”, tienen en cuenta que Montserrat es una institución milenaria, así como una de las pocas que compareció ante la Comisión parlamentaria de abusos en la Iglesia.

A pesar de que la decisión está tomada, el presidente de la Cámara catalana, Josep Rull, emitió que recibirá a las víctimas de abusos “por una cuestión de empatía y apoyo total al sufrimiento vivido”. Asimismo, fuentes parlamentarias reivindican que, a sabiendas de que la legislatura podría venirse abajo, impulsaron una proposición de ley para la imprescriptibilidad de los delitos en el ámbito penal que se envió al Congreso de los Diputados lo que, defienden, permite que siga viva.

En rueda de prensa en la Cámara, otro de los afectados, Enric Soler, pedía soluciones para las víctimas, evidenciando que no podían esperar más años para resolver sus situaciones. “Hemos estado escondidos por todos los poderes bajo una alfombra”, acentuaba.

La historia de Miguel Hurtado

Miguel Hurtado sufrió abusos sexuales del monje benedictino Germá Andreu. Él fue uno de los 12 menores de las que el clérigo se aprovechó sexualmente cuando fundó un grupo de ‘scouts’ en la Abadía.

El catalán cuenta el horror de su experiencia en El Manual del silencio y se lo resumía hace unos meses a ElPlural.com en primera persona. “Se lo dije a la propia abadía y reaccionó como suele reaccionar la jerarquía católica: encubriendo, sin avisar a la justicia ni a los padres y, por supuesto, eludiendo de buscar otras víctimas”, lamentaba.

De hecho, sus padres “sí se habían quejado”, pero los poderes eclesiásticos, aprovechando la condición religiosa de los progenitores, les presionaron para que la cosa se quedara ahí: “Intentaron llamarlos y persuadirles, convenciéndoles de que por el bien de la Iglesia y de todos lo mejor era gestionarlo internamente, sin que la justicia se enterase (…) No tuve apoyo de la familia, ni de la institución”.

No tuve apoyo de mi familia, ni de la institución

 

Con esta situación, intentó seguir con su vida “como buenamente pudo”, hasta que ve la luz la investigación de los periodistas de The Boston Globe que destapa multitud de casos en Estados Unidos y que muchos lectores conocerán por la película Spotlight. Entonces habla con su abogada, pero no pudieron hacer nada porque el delito estaba prescrito. Después, intentó continuar: se fue a Londres y estudió Medicina.

Sin embargo, algo no estaba bien dentro de él, no solo a título individual, sino también colectivo, y se dio cuenta de que contarlo podía ayudar -tal y como sucedió- a que otras víctimas dieran el paso. “En 2019 denuncié públicamente mi historia en medios de comunicación. Fui pionero, sí, pero porque en estos casos la gente tiene miedo, a nadie le suele gustar ser el primero”, expresaba a este periódico.

En lo que respecta al libro, éste aborda diferentes cuestiones dentro de una misma, desde el cómplice de la guardia pretoriana de la Iglesia hasta el pretexto bajo el que justificó actuar el cura. En el manual expone otras cuestiones demoledoras, como que el responsable de los scouts justificaba los abusos para “ayudarle a cursarse” de su posible homosexualidad; y pregunta. “Si los padres no pueden enviar con tranquilidad a sus hijos a Montserrat, ¿adónde pueden mandarles?”. “Tu madre quiere llevarte al psiquiatra para curar tu posible homosexualidad, tu padre quiere llevarte de putas para que te conviertas en un hombre, y el rarito eres tú”, llega a sostener con frase que resume a la perfección la España todavía rancia de la década de los 90.



En 2021 consiguió que el Congreso ampliara en 17 años el plazo de tiempo que las víctimas de pederastia tienen para denunciar y ha intentado que el la Cámara Baja apruebe la modificación del Código Penal para que los delitos de pederastia no prescriban.



 




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