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jueves, 12 de junio de 2025

 



El 14 de abril de 1994, durante una audiencia del Subcomité de Salud del Congreso de los Estados Unidos, los directores generales de las siete principales tabacaleras del país (Philip Morris, RJR, Brown & Williamson, Lorillard, Liggett, U.S. Tobacco y American Tobacco) declararon bajo juramento que la nicotina no es adictiva. Cada uno respondió con frases como: “Creo que la nicotina no es adictiva” o “No creo que la nicotina o nuestros productos sean adictivos”.

Estas declaraciones no fueron accidentales, sino que formaban parte de una estrategia coordinada conocida como “Operación Berkshire”, diseñada para negar deliberadamente la adictividad de la nicotina, pese a que sus propias investigaciones internas demostraban lo contrario.

Años más tarde, documentos filtrados y acuerdos judiciales revelaron que las compañías sabían perfectamente que la nicotina era altamente adictiva y que habían manipulado su concentración en sus productos para maximizar el efecto. La audiencia de 1994 es recordada como un símbolo del cinismo corporativo, y marcó el inicio de un largo proceso de demandas, regulaciones y un profundo cambio en la percepción pública hacia el tabaco.

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