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sábado, 28 de junio de 2025

 




Spanish Revolution


Vox, principal difusor de bulos en España y Portugal según un estudio

Cuando el odio necesita un altavoz, la ultraderecha lo convierte en notificación push.

LA MENTIRA COMO PROGRAMA ELECTORAL Y ARMA DE POLARIZACIÓN

No es una sospecha. Es un dato: Vox es, según el informe SmartVote, el principal emisor de contenidos falsos en el ecosistema digital español. Y su homólogo portugués, Chega, juega la misma partida. Ambos partidos de extrema derecha comparten estrategias, métodos y hasta discursos. Cambian las banderas, pero no los algoritmos. En la península, la ultraderecha no compite en ideas. Compite en volumen de ruido y en eficacia de su propaganda digital.

El proyecto, desarrollado por seis organizaciones de España y Portugal con más de veinte investigadoras e investigadores, no deja lugar a dudas: siete de cada diez personas declaran estar preocupadas por la cantidad de bulos que consumen a diario. Y no es para menos. En el corazón de esta maquinaria está el fraude electoral como mito fundacional del nuevo fascismo. Cada tuit es un adoquín. Cada vídeo manipulado, una granada ideológica. Cada encuesta falsa, una bala con dirección política.

Mientras Portugal asiste a su propia descomposición institucional con adelantos electorales constantes, España vive sumida en una crispación permanente alimentada por el bulo sistemático. El estudio lo describe con precisión quirúrgica: descontextualización, manipulación visual, apelación emocional, alarmismo, odio étnico o de género. Y todo ello en plataformas donde las y los jóvenes —especialmente la Generación Z— se informan mayoritariamente. Esa juventud que, según el Digital News Report 2025 del Instituto Reuters y la Universidad de Navarra, solo confía en los medios tradicionales en un 19%. La tormenta perfecta para que la mentira se convierta en dogma.

REDES SOCIALES COMO CENTROS DE GUERRA CULTURAL Y DERIVA ANTIDEMOCRÁTICA

El 73% de la ciudadanía ibérica señala a las redes sociales como el principal canal para la difusión de fake news. Y no se equivocan. Meta, X, YouTube, TikTok… todas han sido reconvertidas en trincheras de una guerra cultural que busca sustituir la deliberación por la indignación, la reflexión por la reacción. La desinformación ya no es una consecuencia colateral del extremismo. Es su columna vertebral.

Los datos lo confirman: más de la mitad de la población identifica a los políticos nacionales como responsables directos de la desinformación. La clase política internacional y las y los influencers les siguen de cerca. Pero en la punta de la lanza, otra vez, Vox. El partido de Abascal ha logrado lo que parecía imposible: profesionalizar la mentira y convertirla en herramienta electoral estructural.

En este panorama, donde el 40% desconfía de los medios tradicionales pero sigue enganchado a la pantalla, el estudio de SmartVote lanza una advertencia clara: la desinformación no es solo un problema informativo. Es un síntoma de la degradación democrática. La mentira no solo engaña, también divide, desmoviliza y radicaliza. Y cuando se normaliza, el siguiente paso es la violencia.

La propuesta del informe es clara: alfabetización mediática intergeneracional. Es decir, no basta con enseñar a las y los jóvenes a detectar bulos, también hay que desintoxicar a toda una sociedad que lleva años tragando con ruedas de molino digitales. Porque el fascismo no entra con uniformes, entra con memes. Y una sociedad sin herramientas críticas es una sociedad colonizada.

No estamos ante una anomalía. Estamos ante un modelo. Un modelo político basado en la mentira. Y lo que está en juego no es una legislatura. Es la verdad misma.


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