CARTA ABIERTA A JUANMA CASTAÑO: CUANDO EL PERIODISMO SE VUELVE ALARMA SOCIAL
Señor Castaño, lo suyo no es una opinión aislada. Es la traducción radiofónica del mismo veneno que alimenta la ultraderecha: mezclar sin pruebas, sembrar sospechas y criminalizar a quienes protestan contra un genocidio equiparándolos con terroristas.
Lo escuchamos en El Partidazo: “Algunos de esos que llevaban banderas de Palestina seguro que hasta no hace mucho celebraban el asesinato de guardias civiles, de concejales, de policías o de militares”. Y lo dijo sin pestañear, como si la irresponsabilidad de acusar colectivamente a manifestantes de ser cómplices de ETA fuera un detalle menor. Pero no lo es. Es una calumnia masiva y un insulto a la inteligencia.
Usted, que hace años aplaudía la exclusión de Rusia del deporte internacional “porque la paz es lo primero”, ahora se permite insinuar que pedir la salida del equipo Israel de La Vuelta es “extorsión”. ¿En qué quedamos? ¿La paz era lo primero o solo cuando convenía? ¿La seguridad de los ciclistas le preocupa más que la seguridad de miles de niños y niñas masacrados en Gaza?
Porque no se equivoque: la protesta en Bilbao no iba contra la bicicleta, sino contra la normalización de un Estado que bombardea hospitales, arrasa escuelas y viola el derecho internacional a diario. Que un equipo con el nombre de Israel compita como si nada ocurre es parte de la maquinaria propagandística de un gobierno genocida. Y que usted llame a quienes denuncian eso “extorsionadores” es ponerse de su lado.
Dice usted que “ya hemos dicho que hay que respetar las pancartas, los gritos, las protestas”. Y en la misma frase lanza la sombra del terrorismo sobre quienes portaban banderas palestinas. Eso no es respeto, es la estrategia del miedo. La misma que usaron durante décadas para desacreditar huelgas, encierros, piquetes y movilizaciones: asociar toda protesta con violencia.
El problema, señor Castaño, es que usted no es un opinador cualquiera en una barra de bar. Usted habla en una emisora nacional, con decenas de miles de oyentes, y su palabra amplifica prejuicios, fabrica titulares y legitima a quienes criminalizan la solidaridad con Palestina. Su discurso es munición para los que ya persiguen a activistas, para los que sueñan con ilegalizar la protesta, para los que confunden la crítica política con delito.
Lo suyo no es periodismo deportivo. Es propaganda blanqueada con la excusa del ciclismo. Y con ello no solo desinforma: degrada la profesión y se alinea con el poder que más daño hace hoy al derecho internacional.
Sepa algo, señor Castaño: los manifestantes de Bilbao no son terroristas, son la conciencia viva de un país donde demasiados periodistas ya han elegido mirar hacia otro lado. Lo suyo no fue una metedura de pata. Fue una toma de partido. Y no precisamente del lado de la verdad ni de la justicia.
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Seguiremos incomodando al poder, aunque los recursos no lleguen.
Pero para resistir necesitamos tu apoyo. Cada euro nos mantiene vivos como medio independiente.
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