Casa del Pueblo Gijón
A las 19:30 horas del 31 de agosto de 1936, la dirigente anarquista FEDERICA MONTSENY pronunciaría un discurso, desde los micrófonos de la Unión Radio en Madrid.
Un mensaje en calidad de su pertenencia al Comité Regional de Cataluña de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT-AIT) y del Comité Peninsular de la Federación Anarquista Ibérica(FAI).
Unas palabras, a través de las ondas radiofónicas, en el que Federica Montseny, tras proclamar el saludo de los ciudadanos catalanes y los de las demás tierra de España, incidiría en como el levantamiento fascista había creado la unidad proletaria; en como Cataluña era solidaria con España ante el enemigo común: el fascismo, al estar todos unidos bajo el antifascismo; afirmando que en aquellos momentos críticos sentirse patriotas equivalía a internacionalismo porque Españas venía a representar la esperanza del mundo entero: responsabilizándose los anarquistas en la reconstrucción; reconociendo el heroísmo de las gentes de Madrid; incidiendo en la España que moría, la España decrépita y vieja frente al nacimiento de una España nueva, con la economía aplicada a España en sentido proletarios; aludiendo, también, al papel de las mujeres en la lucha contra el fascismo y la reacción; igualando que construir un pueblo era como un hijo; y finalizando con la necesidad de la unidad, de la que saldría una España nueva y ejemplo para el mundo.
EN NOMBRE DE LA C.N.T. Y LA F.A.I. LA COMPAÑERA MONTSENY SE DIRIGE A TODO EL PUEBLO ESPAÑOA DESDE EL MICRÓFONO DE UNIÓN RADIO DE MADRID.
(Fuente: "CNT". Órgano de la Confederación Nacional del Trabajo de España. Año V - Núm. 392 - Página 6. Madrid, 1 de septiembre de 1936).
"Radioyentes de Madrid, de España y del mundo:
Esta es la primera vez que suena la voz de la Regional de Cataluña por el micrófono de Unión Radio de Madrid. Tengo la misión, ante todo, de traer a Madrid, de traer a todos los que luchan en ésta como en las demás tierras de España, el saludo de los catalanes que se baten en los frentes de Aragón y que se baten dentro de Cataluña, pugnando por reconstruir un pueblo.
Estamos viviendo la hora más grande, la hora que podemos llamar única de la historia de España. Un hecho esporádico, un movimiento suicida producido por la soberbia, por la ceguedad de los que hasta ahora se habían sentido omnipresentes en nuestra Patria, ha conseguido lo que nadie había conseguido hasta ahora: esta unidad sagrada, este frente de lucha unido y compacto que de un extremo al otro de la península ha levantado a todos los espíritus liberales, a todas las conciencias dignas y nobles, a todos los que militan en las organizaciones obreras,, pertenezcan al partido político que sea, han comprendido de qué manera el triunfo de la militarada representaba para siempre la ruina de España. Esa es la verdad, la ruina de España.
Es inútil que en sus notas de radio, en sus informaciones en extranjero, los facciosos pretendan desvirtuar la realidad. La realidad, que es esta: Ellos quieren volver a España a los tiempos negros; ningún ideal, nada reconstructor ni generosos les impulsaba; era su soberbia de militares habituados al mando, era su soberbia de terratenientes, de aristócrata, de representantes de la vieja España decrépita de la Monarquía lo que les condujo a este suicida y produjo lo que estamos viviendo ahora.
Al traer aquí la voz de Cataluña, la voz de los que se baten en los frentes de batalla, la voz de los que luchan en las fábricas, en los talleres, en lo campos de Cataluña, para que no falten armas y municiones a los combatientes y a sus familias. Quiero traer afirmaciones claras y nobles. Represento al Comité regional de la C..N.T. de Cataluña; represento en Cataluña y España, al Comité peninsular de la Federación Anarquista Ibérica y es precisamente con el orgullo, con la responsabilidad de esta doble representación como deseo decir de qué manera nosotros hemos sido leales a los compromisos, a los pactos tácitos de lucha contra el fascismo, sabremos mantener la unidad del frente de lucha hoy, y la unidad para la reconstrucción de España mañana.
Hemos dicho en diferentes ocasiones, que nos separaban barreras infranqueables y el ejemplo magnífico es Cataluña, en donde colaboran unidos todos los sectores políticos, todas las organizaciones obreras, la pequeña burguesía, junto con el proletariado, todos, en fin, empeñados en esta gran hora en salvar a España.
Todos, absolutamente todos, podemos afirmar al resto de España, al resto de la Península Ibérica que lucha contra el fascismo, que Cataluña se siente y se sentirá solidaria con el resto de España, con los que se baten por la causa que a todos nos une. Ahora no somos ni socialistas, ni anarquistas, ni republicanos, somos todos antifascistas, porque todos sabemos lo que representa el fascismo.
Mantenemos la lucha contra el fascismo porque además sentimos el orgullo de nuestra raza.
¿Qué importa que en este instante nos mostremos nacionalistas, hasta patriotas, si España representa la esperanza del mundo, si a España vienen legiones de combatientes antifascistas italianos, polacos, ingleses, alemanes, rusos? Todo el mundo fija su mirada en España y piensa que España marca un derrotero nuevo.
Lo que puedo hacerse en Italia, como lo que se hizo en Alemania, lo que consiguió hacer en algunas repúblicas americanas, no se ha logrado hacer en esta España nuestra, nuestra por llevar en la sangre el espíritu de la independencia y de la libertad, porque está acostumbrada a la lucha cruenta y porque tiene detrás de ella todo un siglo de experiencias de pronunciamientos militares, la experiencia de la Dictadura de Primo de Rivera, que sumió a España en un verdadero caos económico y en un verdadero descrédito político.
Nosotros asumimos, como anarquistas, como confederados, la responsabilidad también de este gesto. Sabemos que no tan solo basta destruir no basta oponernos al fascismo, que hemos de destruir los cimientos del fascismo, vinculado a la vida de la aristocracia y del capitalismo, hasta ahora omnipotentes; que, además de destruir, hemos de construir y hace algo grande y nuevo; algo que asegure justicia, libertad y trabajo para todo el mundo.
No vamos ahora aquí a elaborar programas, a decir lo que queremos hacer. Precisamente nosotros no hemos tenido, no tenemos más que un programa único. Lo hemos repetido hasta la saciedad y lo repetimos nuevamente. No puede ser más grande este programa: batir al fascismo, reducirlo, arrojarlo de España.
Hemos de señalar a los pueblos de Europa y América, al mundo entero, el camino de la Revolución verdadera, el camino de la defensa armada contra cuantos querían retrotraernos a la Edad Media, contra los que no comprenden de qué manera el progreso avanza, y no es posible que un país en pleno siglo XX, el año 36, pueda volver a vivir como se vivía en los siglos XV y XVI.
Hay ideas elementales, hay principios estatuidos, haya concepciones del progreso. de la personalidad humana que no pueden ser sumidas, aplastadas bajo una bota militar cualquiera.
Es esta conciencia clara de que estamos frente a un hecho histórico, decisivo de que hemos asumido y debemos asumir toda la responsabilidad constructora, revolucionaria en lo más amplio sentido de la palabras, lo que no sostiene enhiestos y multiplica nuestras fuerzas.
Camaradas, amigos todos, socialistas, comunistas y anarquistas, republicano federales y demócratas, espíritus liberales, conciencias libres que en toda España lucháis como luchamos nosotros también en el aspecto económico: yo quiero traeros la voz de Cataluña y traeros además la seguridad de que jamás Cataluña se sentirá desvinculada de vosotros, separada de vosotros, desunida de vosotros.
Precisamente nosotros, los que representamos a la C.N.T. y a la F.A.I., los que militamos en las organizaciones obreras hasta ahora calificadas de extremistas, tenemos un sentido muy alto de la responsabilidad, una clarividencia que estimo grande; hemos dado el ejemplo.
¿Sabéis qué ejemplo damos en Cataluña, sabéis de qué manera nuestros hombres, las mujeres de la C.N.T. y de la F.A.I., unidos a los hombres de la U.G.T., de la Esquerra Republicana de Cataluña, a los hombres y mujeres de todas las tendencias que luchan contra el fascismo y por la salvación de España?
¿Sabéis de qué modo trabajan? En Cataluña funcionan ya toda clase de fábricas de municiones y se trabaja día y noche en turnos continuados, sin descanso alguno. La Generalidad quiso premiar el gesto generoso del pueblo, que el 19 de julio conquistó ante la Historia, ante la posteridad, laureles inmarcesibles, quiso premiar eso que no puede pagarse con nada, y con un aumento del quince por ciento en los salarios y con un cincuenta por ciento de rebaja en los alquileres, con pequeñas mejoras que no pueden interesarnos a nosotros, que estamos dispuestos a trabajar, y trabajamos, ocho, diez, doce, catorce, veinte y hasta veinticuatro horas del día.
Quiero decir eso que nosotros hemos comprendido, que cuando un movimiento fascista ha de reprimirse, y cuando una guerra en el orden económico y social se va gestando, preparando fórmulas de vida más armónica, más libre y más generosa, todos los esfuerzos son pocos, hay que multiplicarlos, y hay que darse cuenta de que lo mismo que no hay parto sin dolor, no hay tampoco parto de mundo nuevo sin dolores cruentos, sin desgarramientos cruentos, sin grandes esfuerzos gigantescos que sepa elevarnos a la categoría que se elevan los pueblos que saben procrear el mundo.
Esto es lo que modestamente, en la medida de nuestras fuerzas, hacemos nosotros, hacéis todos vosotros.
He visto el espectáculo de Madrid, ferviente de entusiasmo, que no siente decaído su ánimo a pesar de esas amenazas de bombardeo; el espectáculo de Madrid, con sus legiones de Milicianos arma al hombro, soldados de una causa justa, dispuestos a vender cara su vida.
He pensado en el Madrid heroico de las jornadas del 2 de Mayo, en el Madrid, heroico de la hija de Malasaña, de las mujeres bravías que sabían batirse contra los mamelucos de Napoleón. Y hay razón para hacer eso y para sentirse así. Si Napoleón pudo decir desde las pirámides a su Ejército que invadía a Egipto después de haber conquistado el mundo, "veinte siglos desde lo alto de estas pirámides os contemplan", veinte siglos os contemplan a vosotros. Nos contempla todo un mundo conmovido ante es esfuerzo gigantesco de un pueblo que se ha armado a sí mismo, que se ha puesto a la cabeza de sí mismo y que se ha propuesto batir al fascismo y que sabrá batirlo.
Todos sabemos de qué manera si el fascismo triunfa -que no puede triunfar-, todo cuanto hemos conquistado, todo cuanto podemos y valemos como individualidad y como pueblo quedaría arrasado, destruido.
Vosotros sabéis de qué manera obran los fascistas, los facciosos, la militarada cuando entran en las poblaciones. Todos sabéis de qué manera están sembradas de cadáveres de las calles de Sevilla, de Zaragoza, de Córdoba, de todos los pueblos y de todas las ciudades donde el enemigo entra, done el enemigo impone su régimen de terror, ya que el terror quiere imponerse.
Muere una España, la España decrépita, la España sifilítica, la de los viejos nobles, vagos que no sirven para el trabajo y que quieren mantener su predominio en España, la de los campesinos hambrientos, que mueren bajo el sol de Andalucía sin pan que dar a sus hijos.
Muere la España decrépita y vieja, de Castilla, la Castilla sin agua, del Aragón, también sin agua, que se pierde en las vías fluviales; la España del paro forzoso, la de la miseria en las ciudades y en los campos; cuando una economía dirigida directamente por la clase trabajadora, cuando una economía aplicada a España en sentido proletario, como un sentido burgués igual a la aplicada por Roosevelt en los Estados Unidos, sembraría todos los campos hoy infecundos, regaría todas la vegas adonde no puede llegar el agua, regaría todo cuanto se seca, cuanto se muere de sed en esta España elemental y primaria.
Esto ha de terminar y terminará. Porque se han dado cuenta de que iba a terminar, de que terminaría, de que un orden nuevo, de una concepción nueva, una nueva idea de justicia y del derecho iban a imperar e imperaban ya en la conciencia de todos, se han levantado.
Compañeros y amigos todos, los que luchamos en el frente de lucha antifascista, unidos todos por un anhelo común, por un afán común, por la voluntad férrea, indomable de batir a un enemigo de clase y a un enemigo histórico, que hoy libra con nosotros una batalla decisiva y definitiva: comprended de qué manera nuestro gesto, nuestro esfuerzo, el esfuerzo común, es decisivo para el mundo.
Sentíos orgullosos de ellos; sentíos orgullosas también vosotras, mujeres, y sed vosotras, las mujeres, un estímulo para el combate. No seáis vosotras -ya sé que no lo sois-. no seáis vosotras las que detengáis a vuestros maridos, a vuestros hermanos y a vuestros hijos.
Tened el gesto estoico de las matronas romanas, el gesto heroico de las mujeres de Asturias en la revolución de octubre, cuando ellas mismas ponían a su cachorros, a sus compañeros en la puerta de sus hogares y los incitaban a ir a las barricadas.
Sed vosotras las primeras en el combate y en la lucha.
Comprended, como comprendemos todos, de qué modo vuestro concurso es inapreciable y preciso y de qué modo hemos de ser nosotras las primeras interesadas en que le fascismo no triunfe.
¿Qué importa morir? ¿Qué importa perder la vida cuando se pierde por algo grande y por algo justo? Nosotras, cada vez que alumbramos un hijo, nos jugamos la vida en ese parto, en ese esfuerzo y, sin embargo, sentimos el orgullo grandioso de estrecharlo entre nuestros brazos y nos sentimos superiores a los dioses, porque con nuestra vida, con nuestra sangre y con nuestra carne construimos criaturas humanas.
Pues bien, esto que estamos haciendo es algo parecido. Hacemos una criatura, una criatura social, una criatura política, un mundo, un pueblo, una Patria que es hija de todas nosotras, de todos nosotros, que saldrá de nosotros mismos, y que por salir de nosotros recibirá toda nuestra asistencia y todo nuestro cariño.
Hablan desde Sevilla, desde Burgos, de reconstruir a España, hacer más grande a España, y nadie más que nosotros tiene su derecho a hablar de la grandeza de España, porque nosotros somos los productores que hacemos grande a España.
No pueden hacerla grande los señoritos vagos ni las clases improductivas ni los capitales que los curas mantenían inactivos, millones y millones de pesetas hundidos en sus arcas, para limitar las posibilidades económicas y financieras de España.
La España grande, la España protectora, la España verdaderamente renovadora, la hacemos nosotros, republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, cuando trabajamos con el sudor de nuestra frente, nosotros hacemos grande a España, produciendo lo que se lanza ávidamente a otros mercados con nuestros productos, lo que hasta ahora no se ha hecho, ni se hubiera hecho nunca, que es un pueblo rico, fecundo, próspero...
Voy a terminar, camaradas de Madrid y España toda, repitiendo una vez más lo que os he dicho antes. Estamos todos unidos en el frente de lucha, unidad sagrada, unidad magnífica, que ha hecho desaparecer todas las clases, todos los partidos políticos, todas las tendencias que nos separaban antes. Ahora no somos más que antifascistas dispuestos ha lucha contra el fascismo, a batir el fascismo, a reconquistar España, la España nueva, la España grande que surgirá de este parto grandioso, de este grandioso esfuerzo que realiza el pueblo afirmándose a sí mismo y poniendo en el mundo entero el ejemplo más grande que han visto los siglos."
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