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martes, 16 de septiembre de 2025

 




En una esquina olvidada de la ciudad, donde la gente pasa sin mirar, un hombre que lo perdió todo encontró su razón para seguir.

No tiene techo, no tiene cama, y a veces ni siquiera tiene pan. Pero aun así, comparte lo poco que consigue con quienes son aún más frágiles que él: dos pequeños cachorros hambrientos.

Mientras muchos lo ven como un “nadie”, esos perritos lo ven como un héroe. Él les da calor con su cuerpo, les ofrece agua antes de beber él mismo y, aunque su vida es dura, su corazón nunca dejó de ser noble.

Porque la verdadera grandeza no está en lo que posees, sino en lo que das… incluso cuando no tienes nada.

Este hombre, invisible para la sociedad, brilla más que muchos que viven rodeados de comodidades.

Y estos cachorros lo saben: para ellos, él es familia, protector y amigo.

Quizás la vida le quitó demasiado, pero le dejó lo más valioso: la capacidad de amar.

Y en ese amor puro, sin condiciones, está la mayor riqueza que un ser humano puede tener.


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