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miércoles, 10 de septiembre de 2025

 




Rafael Hernandez

EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR

Esta noche vi 'El maestro que prometió el mar’. Me emociono profundamente, casi se me saltan las lágrimas. Hay en su sensibilidad y franqueza una oda a la libertad, a la dignidad y a la infancia. Una obra que late, de principio a fin, con amor y ternura.

Me llevó a imaginar lo que habría sido España si aquel proyecto maravilloso de la Segunda República no se hubiera truncado… un país donde la cultura, la igualdad, la justicia y la libertad hubieran tenido espacio para florecer.

Me doy cuenta de que todo empieza en la enseñanza. La educación y el amor por el conocimiento son la semilla de una sociedad madura. Cada niño, cada joven que aprende sobre libertad y dignidad se convierte en guardián de un mundo más consciente y humano .

De ahí que esta película sería muy conveniente que fuese proyectada en todos los colegios e institutos, porque 'quien no conoce su historia está condenado a repetirla'.

Recordar y enseñar nuestro pasado no es un acto de nostalgia, sino un deber; al comprender nuestro pasado podremos evitar los errores anteriores e imaginar y construir un futuro más consciente y humano.

Y ahí está la enseñanza de esta historia: que solo a través de la educación podemos mantener viva la memoria, proteger la dignidad y asegurar que la libertad no vuelva a perderse.


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