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jueves, 9 de octubre de 2025

 



La historia de Omayra Sánchez puede parecer anticuada porque se remonta a más de 30 años atrás, pero, en verdad, su enseñanza es universal, es eterna: es un testimonio del poder del amor que vence incluso a la muerte.

El 13 de noviembre de 1985, el volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, tuvo una violenta erupción, considerada más tarde la segunda más desastrosa del mundo en el siglo XX, por el número de víctimas causadas.

Entre las víctimas de la catástrofe se encuentra Omayra Sánchez: una niña de 13 años que quedó atrapada en el lodo.

La noche de la erupción, la niña intenta escapar con su familia, pero mientras huyen, la abuela de Omayra cae a un acueducto. Valientemente, Omayra desciende al mismo acueducto para intentar liberar a la mujer. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la niña no consigue salvar la vida de su abuela mientras el lodo las arrastra.

En un momento dado, Omayra se encuentra con las piernas atascadas en una masa de escombros y vigas de hormigón. Su estado es dramático: tiene todo el cuerpo sumergido y la cabeza fuera del agua.

Cuando llega la ayuda, no pueden intervenir para salvarla porque su pequeño cuerpo está demasiado atascado entre los escombros. La única solución posible para salvarla es amputarle las piernas, pero los cirujanos no pueden llegar y no hay médicos, por lo que es imposible pensar en operarla.

Sin embargo, los voluntarios, a pesar de no disponer de las herramientas adecuadas para extraerla, no se rinden y buscan una solución por todos los medios.

Según una periodista presente, Cristina Echandia, Omayra canta, reza y habla normalmente de sí misma, de sus amigos, de su escuela, de su abuela. También tiene palabras de consuelo para quienes se preocupan por su ineludible destino, que ella sabe sellado.

La tercera noche también empieza a alucinar, diciendo que no quiere llegar tarde al colegio. En un momento dado, pide que la dejen sola porque quiere descansar. Tras 60 horas de exposición, el corazón de la niña sucumbe a la gangrena y la hipotermia.

El mundo entero se asombra de su valentía y de la dignidad con la que afronta la muerte.

Justo antes de la muert3 de la niña, el fotoperiodista Frank Fournier capta para siempre los ojos profundos de esta niña extraordinaria.


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