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sábado, 21 de septiembre de 2019
¡CONDÓN COJONES!!!!!!!
Por qué la Generación Z folla sin condón
Cerca de 9.000 casos de ETS en 2018 hacen que se hable de epidemia.
20/09/2019
PorMarina Prats
ElHuffPost
Cuando
nacieron ya había Internet. Dominan varios idiomas y tienen un alto nivel
educativo. Y forman parte de una generación vapuleada a nivel de empleo. Pueden
acceder a toda la información a golpe de clic. Sin embargo, en la cama
follan sin condón.
Los conocidos como centennials o Generación Z —nacidos
entre el 1995 y el 2000— son los que más descuidan el sexo seguro, a pesar de
ser más precoces.
El uso de condón entre los jóvenes de entre
20 y 24 años ha caído de un 84 a un 75% entre 2012 y 2018, según
datos del Ministerio de Sanidad. Esto ha provocado un aumento de las
enfermedades de transmisión sexual
(ETS). La ausencia de preservativo en las relaciones sexuales ha
hecho que se alcance un máximo histórico de contagio de este tipo de dolencias
en España: cerca de 9.000 casos en 2018,
que han obligado a Sanidad a hablar de epidemia.
Pero, ¿por qué una
generación tan formada y que vive de pleno la sexualidad no usa condón?
El VIH ya no asusta
Los expertos lo tienen claro: “Se ha perdido
el miedo al contagio del SIDA”. La epidemia que causó pavor en los 80 y 90 en
todo el mundo parece una leyenda urbana. Los medicamentos retrovirales la
convierten en una enfermedad crónica y no mortal, pero los datos siguen ahí:
entre 140.000 y 170.000
personas en España tienen VIH y cinco de cada diez no han sido
diagnosticados.
“La gente joven lo entiende como una infección
más controlable y están más tranquilos porque no hay tantas muertes”, indica
Raquel Hurtado, responsable de juventud de la Federación de Planificación Familiar
Estatal (FPFE). El descenso de fallecimientos en la segunda década
de los 2000 lo explica. En 2016 fallecieron 498 personas (un 1,2% del total de
muertes en España) frente a las más de 4.000 que morían anualmente en los 90,
según el Ministerio de
Sanidad.
Esto no significa que la enfermedad haya
desaparecido. “Hay que repetir hasta la saciedad conceptos claros para evitar
confusiones frecuentes, el SIDA ni está erradicado ni se cura. Simplemente se
convierte en una enfermedad crónica”, enfatiza Mercedes Herrero, ginecóloga y fundadora de Salud
Sexual Para Todos.
Desconocimiento de lo que supone una ETS
Las ETS entran desde 2019 en el grupo de
enfermedades calificadas como epidemias en España junto a otras como la gripe o
el sarampión. Aunque este caso es distinto: por el tabú que supone hablar de
ello y, sobre todo, el desconocimiento que hay. Para los centennials,
cualquier ETS se cura fácil y no tiene consecuencias a largo plazo.
Las principales son la gonorrea, la sífilis
y la Chlamydia, pero también se ha notado un repunte en el Virus del Papiloma
Humano (VPH). Este último pasa prácticamente desapercibido entre los
jóvenes. “No tiene síntomas”, señala Herrero. “No se vive como un problema
entre la población joven. A esta edad es muy fácil contraerlo, pero también
eliminarlo. Los cánceres asociados al virus tardan años en aparecer y eso hace
que pierdan el miedo”, detalla.
Este problema
podría haberse prevenido con la vacunación. Se introdujo la vacuna en el
calendario este 2010 y está disponible en las farmacias bajo receta médica.
Pero no protege de todos los tipos de VPH y la tasa, según las expertas, sigue
siendo baja en algunas regiones de España. Para los chicos “todavía no se ha
incluido en el calendario”, se queja Herrero.
Las consecuencias de
sufrir cualquier ETS a largo plazo van mucho más allá de los síntomas iniciales
que generalmente se curan con antibióticos. “La Chlamydia, la gonorrea y la
sífilis están asociadas con la esterilidad”, recuerda Herrero, que apunta que estas
dolencias también pueden ser mortales (la sífilis o el SIDA) o provocar cáncer
(VPH, Hepatitis B y C).
Ni educación ni concienciación
La mayoría de jóvenes de la Generación Z no
se sientan a hablar con sus padres de sexo, ni tampoco reciben formación en los
institutos. España es de los pocos países del mundo en los que no se imparte
educación sexual y afectiva en los centros educativos. “No se explican ni los
riesgos ni las habilidades, tampoco se les educa a decir ‘sin preservativo,
no’, ’con preservativo desde el principio”, indica Hurtado.
La educación sexual no solo mejora la
prevención de las ETS, sino que hace que las relaciones sexuales se inicien más
tarde y “de forma más autónoma y responsable”, según Planificación Familiar.
Cuando esto falta, los jóvenes tiran de
pantalla. Toman como referente lo que ven en el porno y allí “el
condón brilla por su ausencia”. Y no solo eso. “Distorsiona la erótica”, apunta
la experta en Planificación Familiar Hurtado. “Hay incluso jóvenes que nos
preguntan cuál es la forma correcta, como si hubiese una buena o una mala”,
añade.
A esto se suma la casi total ausencia de
campañas de concienciación. Desde el “solo con condón, solo con coco” de 2008,
casi no ha habido publicidad institucional para fomentar el uso del
preservativo. Hasta este 13 de junio, cuando el Ministerio ha presentado una
nueva campaña.viernes, 20 de septiembre de 2019
Tal vez depilarse el pubis no es tan buena idea
Tal vez depilarse el pubis no es tan buena idea.
Hace 15 años
en la revisiones ginecológicas era habitual que las mujeres vinieran con sus
genitales con el vello tal y como viene de serie.
Mónica Molner
19/9/19
ElHuffPost
No estoy aquí para hablar de moda, ni soy quién, ni tengo vocación para
eso. Mi misión es la de crear tendencia en un asunto sanitario que se nos ha
ido de las manos y de las cuchillas… Ser más o menos peludo/a va a depender de
varios determinantes, el primero sería la genética, y contra ese no podemos
luchar, a no ser que, acudamos al láser o nos hagamos transgénicos como el maíz
y entonces seamos los dueños de “un mundo feliz” sin pelos, cual Hare Krishna
integral. El segundo, dependerá del espacio-tiempo donde estés, esto de la moda
es lo que tiene, puedes sacar del armario una pieza de hace 20 años para ir a
la última, o ponerte las gafas que llevaba tu abuelo porque “molan mucho” pero
sin cristales.
Hace 15 años en las revisiones ginecológicas era habitual que las
mujeres vinieran con sus genitales con el vello tal y como viene de serie. Por
aquel entonces, no había tanta variedad cultural en nuestras consultas y cuando
llegaba una chica totalmente depilada solía ser deportista. Ahora, lo difícil
es ver el “estilo natural”. Como esto es un tema cultural, nada tiene que ver
el estilo que llevan pakistaníes, chinas o venezolanas. Estas últimas, desde su
tierna infancia han recibido recomendaciones sobre la estética que aquí no nos
hicieron nuestras madres.
Si yo fuera influencer, podría proponer hasta que se hicieran
mechas, pero mi misión no es esa. No puedo evitar recordar la peli American
beauty cada vez que veo un pubis que recuerda a un “Amazonas deforestado”.
Allá cada una/o con lo que le quiera hacer a su cuerpo, siempre que no sea su
pareja la que controla el vello o el móvil. Dejando el tema de la moda y de la
influencia que puede ejercer el porno, como sanitaria debo informar que el
vello del monte de Venus está ahí para evitar infecciones, y su ausencia está
en el origen del incremento de foliculitis o dermatitis, aunque lo que más
suele preocupar son las verrugas genitales, consecuencia de la combinación de
la depilación junto con otros aspectos de la realidad sexual. Si a que se
cambie de pareja con más rapidez o lo de tener “parejas abiertas” le añadimos
la precocidad en el inicio de las relaciones, aumenta el área de exposición al
desaparecer la trinchera (vello), y los virus como el papiloma (tipos 6 y 11)
lo tendrán más fácil para llegar a territorios hasta entonces protegidos y
sembrar allí verrugas en forma de coliflor. En otras ocasiones lo que vemos son
acrocordones diseminados por la cuchilla o por el roce de una pieza de ropa,
esta vez con forma de champiñón.
“Hace
15 años en las revisiones ginecológicas era habitual que las mujeres vinieran
con sus genitales con el vello tal y como viene de serie.”
El que nuestras niñas-jóvenes empiecen a tener relaciones con
penetración mucho antes de que yo me diera el primer beso con lengua (morreo)
merece otro artículo, al igual que el papiloma, que tendrá uno para él solito
próximamente.
Si pensamos en los pelos repartidos por otras partes del cuerpo, vemos
que ser calvo puede suponer una vergüenza para los que abrigan sus cabezas con
pelucas mientras que, si van decoradas con tatuajes acompañando a una linda
barba y unos ojazos azules cual Ragnar el vikingo, pueden incluso añadir un sex-appeal
que no encontraremos en Homer Simpson.
Cuando no existían las cremas depilatorias ni el láser, había mujeres
que se quemaban los vellos de los brazos quedándose con olor a “piel chamuscá”,
y no imagino a los hombres del pasado haciendo lo mismo, pero seguro que ahora
los hay. Los cánones de belleza van cambiando a lo largo de la historia, ahora
hay chicos que “se arreglan las cejas” mientras otros dicen que eso es “cosa de
gays”. Para mí, donde esté un hombre de “pelo en pecho” (sin llegar al hombre
lobo) que se aparten las tabletas imberbes.
Si trabajas en el mundo
de la estética o la moda o eres influencer, te agradecería que después
de lo leído aquí, hagas un ‘Dímelo’ para poder pasar al ′Díselo’ y volver a
crear tendencia en el mundo de las depilaciones “justitas”. Si no eres nada de
lo anterior, dile a tus amigas/os que lo que se lleva ahora es el “salvaje pero
apañao”. Y gracias a ti también por el aleteo de mariposa que cambia el mundo.miércoles, 18 de septiembre de 2019
10 N
10
N
¡Que irreponsabilidad!
″‘Y cuando se despertó los partidos de
izquierda en desacuerdo seguían allí’. La pregunta sería: ¿Y los votantes?”
Fracaso, limbo, inestabilidad.
“La
gente está hasta los bemoles de todos nosotros"
Farsantes
Presupuesto inicial que se acerca a los
140 millones de euros. Serán así 540 millones los gastados de 2015 a 2019 en
las cuatro elecciones generales celebradas.
No tenéis vergüenza.
El 10 de noviembre habrá elecciones. Las cuartas en cuatro
años.
“Los dirigentes políticos no han interpretado el mensaje de los
españoles para que negociaran y estamos donde estamos”
“La
izquierda en España no se une ni por decreto"
“La plaga de la izquierda ha sido la poca
capacidad de juntarse”, a lo que añade que “no sabe negociar; cada sello
se cree que las sabe todas y lo único que hace es dividir las fuerzas que
deberían estar peleando conjuntamente hombro con hombro por la superación
de su pueblo”.
Mientras este segmento antepone su credo
ideológico y se separa por pequeñas diferencias—tanto que “tiene enormes
dificultades para presentar un frente común”—, “las derechas, que son mucho más prácticas, tienden a juntarse por
intereses”.
Franco se murió en
una cama porque se dieron el lujo de pelearse anarquistas, comunistas y
socialistas ante la incapacidad de hacer un frente común por una causa
superior.
Hitler llegó al poder porque la izquierda estaba rota.
Si nos remontamos
a 2016, el propio líder socialista criticaba con dureza a Mariano Rajoy por su
incapacidad para conseguir los apoyos necesarios:
«Por primera vez en la historia de nuestra
democracia, el candidato de la primera fuerza política es incapaz de lograr los
apoyos que le permitan ganar la investidura y garantizar la gobernabilidad del
país. Y esa incapacidad, señor Rajoy, es en exclusiva suya»
No ha sido capaz de formar un gobierno…no merece ser el nuevo
Presidente.
No ha sido capaz de pactar...no puede gobernar.
No ha sido capaz de pactar...no puede gobernar.
martes, 17 de septiembre de 2019
Ascensión Mendieta ya descansa junto a su padre, vilmente asesinado.
Muere
Ascensión Mendieta, símbolo de la lucha de las víctimas del franquismo
Ascensión Mendieta ha fallecido a los 94 años tras
toda una vida buscando a su padre, Timoteo, víctima del franquismo. Finalmente
a los 91 años le encontraba en una fosa común.
laSexta.com
Madrid | 16/09/2019
Ascensión Mendieta se convirtió en un
símbolo de la lucha de las víctimas del franquismo tras más de 80 años
dedicados a recuperar los restos de su padre, Timoteo Mendieta. Hoy ha sido su
nieta, Aitana Vargas, la que ha anunciado su fallecimiento.
"El espíritu de mi abuela
Ascensión Mendieta se ha sumado hoy al de su padre @timoteomendieta. Pronto
descansarán juntos en el final de una travesía que prendió la llama de
esperanza en otros españoles que buscan a sus seres queridos. Gracias por
acompañarla en este viaje", reza el mensaje de Aitana Vargas en twitter.
Mendieta logró que la justicia argentina ordenara la exhumación de los restos de su padre
de una fosa común en Guadalajara.
Así fue la lucha de Ascensión Mendieta por dar un entierro digno a su padre, víctima del franquismo
Este martes ha fallecido con
94 años, así lo ha anunciado su nieta Aitana Vargas en redes sociales: "El
espíritu de mi abuela Ascensión Mendieta se ha sumado hoy al de su padre
Timoteo Mendieta. Pronto descansarán juntos en el final de una travesía que
prendió la llama de esperanza en otros españoles que buscan a sus seres
queridos."
domingo, 15 de septiembre de 2019
58 años y ningún orgasmo
15/09/2019
58 años y ningún orgasmo
Las mujeres
disfrutamos del sexo sí, pero lo de los “fuegos artificiales”, lo de correrse,
todavía es para muchas una asignatura pendiente.
Yolanda Domínguez
Visual artist and activist
ElHuffPost
Esta semana en el programa de las citas a ciegas, First Dates, una concursante se atrevió a
confesar a toda España y en horario de máxima audiencia la realidad de muchas
mujeres: “No he llegado al
orgasmo, así de claro, no he llegado a correrme”. Ella lo dijo en tono bajito, con
su cuerpo inclinado hacia delante, como si sólo la estuviese escuchando quien
le estaba grabando. Pero en ese momento millones de hombres y de mujeres le
estábamos escuchando. Y mientras intentábamos tragar ese trozo de sándwich que
se nos había quedado en la garganta, unos pensaban ¡pobrecita! y otras se reconocían
¡a mí también me pasa!”. ¡Bravo Lola, bravo!
Lo que
le sucede a la protagonista de esta cita no es ninguna rareza, de hecho, es de
lo más habitual. Las mujeres disfrutamos del sexo sí, pero lo de los “fuegos
artificiales”, lo de correrse, todavía es para muchas una asignatura pendiente.
Hace poco retomé el contacto con mis amigas del colegio y tras de 25 años sin
vernos, prácticamente de lo único que hablamos fue… de sexo. Recuerdo que
alguien dijo que después de llevar toda la vida preocupándonos de los demás
ahora nos tocaba disfrutar. ¿Habéis tenido alguna vez un orgasmo? Se hizo el
silencio y todas nos miramos. Yo fui la primera en reconocer que había tardado
mucho tiempo en alcanzarlo. “Pues yo no he tenido nunca”, admitió una. “Yo
tampoco”, dijo otra. “Yo tampoco, hasta a que probé los vibradores”. Allí
estábamos un grupo de mujeres con más de media vida recorrida poniendo sobre la
mesa nuestra frustrada vida sexual. Ni hijos, ni trabajos, ni anécdotas del
pasado: nuestros orgasmos eran lo que nos preocupaba de verdad.
Saqué
mi móvil y les mostré el dibujo de un clítoris. ¿Esa soy yo? Se
sorprendieron. No habían visto esa imagen en su vida. Empecé a describir las
distintas zonas y por qué algunas daban más placer que otras. Los hombres de
las mesas de al lado no nos quitaban los ojos de encima, y al dibujo ni
digamos. Todas coincidíamos en lo mismo: como en las primeras relaciones no
tuvimos orgasmos llegamos a la conclusión de que nuestro cuerpo estaba mal… y
nos callamos. La educación que recibimos las mujeres nos sitúa siempre en
segundo lugar y hace que prioricemos el placer de nuestros compañeros antes que
el nuestro. ¿Qué hay que ponerse a hacer fondos a cuatro patas y de espalda? Lo
hacemos. ¿Que hay que gemir imitando el sonido melódico de la ambulancia? Lo
hacemos. Pero todo eso es como dar indicaciones a un avión para que se
estrelle: les estamos diciendo “es por aquí” cuando en realidad están muy
lejos.
Las mujeres disfrutamos del sexo sí,
pero lo de los “fuegos artificiales”, lo de correrse, todavía es para muchas
una asignatura pendiente.
No existe
ningún tipo de formación sobre el placer femenino, nada, cero. Ni para que
nosotras podamos sentirlo, ni para que ellos puedan encenderlo. Los libros de
texto sólo valen si te interesa la parte biológica del asunto, y con 13 años no
es probable que ese sea nuestro deseo. La única fuente de educación sexual que
tenemos es el porno, que proyecta una imagen totalmente distorsionada del
placer, sobre todo del femenino. La pornografía, cómo toda nuestra cultura
visual, está planteada desde una perspectiva masculina: está hecha por y para
hombres. Eso no significa que ver sexo no nos excite, pero todos esos
movimientos, posturas, gestos y expresiones están hechas pensando sólo en
ellos. Como no existen otros relatos damos ese por válido y si no nos funciona
pensamos que somos nosotras las que fallamos. Por otro lado, cada vez hay más
mujeres (y hombres) a las que la pornografía mainstream les produce
rechazo: violaciones a menores, forcejeos, incestos, maltratos, escupitajos...
Esto de la violencia se nos está yendo de las manos. También dicen que existe
un porno específico para mujeres, pero si las mujeres vemos uno y los hombres
otro... ¿cómo nos entenderemos cuando nos encontremos?
Afortunadamente
las mujeres hablamos cada vez más y sin tapujos sobre sexo. Hacen falta más
cursos, talleres y formación sobre el cuerpo femenino y las distintas formas de
darnos placer. Si nunca has tenido un orgasmo no tires la toalla. Empieza
conociéndote, apúntate a cursos, consulta a un terapeuta, explora tu cuerpo y
hazte cargo de él. Lo que le funciona a una no tiene por qué funcionarle a
otra: te paciencia y dedícate muchas horas. Tengas la edad que tengas, nunca es
tarde para empezar y no es necesario tener pareja: hay toda una serie de
aparatitos ma-ra-vi-llo-sos que pueden hacerte sentir esos fuegos artificiales
en cuestión de minutos. Con un vibrador pequeñito estratégicamente colocado ya
tocarás el cielo. Pero si quieres algo infalible, el último hit, el novamás,
pon en Google “succionador de clítoris” y encarga uno ya. Ni libros de texto,
ni porno, ni hombres: sólo tienes que cargar la batería y el orgasmo está más
que asegurado. ¡A disfrutar!
Soy hombre y fuí violado
14/09/2019
Soy hombre, fui violado y no pienso seguir avergonzándome
Los días
posteriores a la violación, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi
culpa por haber confiado en él.
Dan Reas
Recordar un trauma es como recordar
un sueño. No estás seguro de todo lo que ha sucedido, pero sí que recuerdas las
partes importantes y los detalles absurdos: la dificultad para respirar, la mano
agarrándome el cuello con firmeza, mi cabeza enterrada en una almohada haciendo
ruidos sin sentido silenciados por la prisión de poliéster.
También recuerdo que mi violador
llevaba calcetines de distinto par. Es curioso cómo pasan los años y sigues acordándote
de esos detalles.
Tenía 21 años cuando me violaron,
aunque siendo sincero, tardé un tiempo en darme cuenta de lo que había
sucedido. Tenía muchas heridas y até cabos cuando vi sangre en la ducha
circulando hacia el desagüe.
Mi violador era guapo, aunque
apestaba a tabaco y desodorante, algo difícil de descubrir a través del móvil.
Si hubiera puesto “violador y fumador” en su perfil, probablemente lo habría
descartado, pero no mostraba nada más que su edad y su cuerpo.
Los días de
después de violarme, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi culpa por
haber confiado en él. Fui yo quien dijo sí. Yo mismo propuse mi casa
para el encuentro. También fui yo quien le ofreció un vaso de agua después.
Simplemente, no me di cuenta de que había habido un delito hasta que no vi la
sangre.
Parecía un cadáver y me dio repelús
ver mi cuerpo como un trozo de carne en mal estado.
De repente se originó un huracán en
mi mente. En el espejo, empecé a darme cuenta de las marcas, arañazos y magulladuras
de mi cuerpo dolorido. Parecía un cadáver y me dio repelús ver mi cuerpo como
un trozo de carne en mal estado. La vergüenza que sentí fue insoportable, pero
sabía que no podía ignorar el dolor sin más. Decidí coger cita de urgencia con
mi médico de cabecera porque ir directamente a urgencias, según pensé
cínicamente, estaba reservado solo para quienes están gravemente heridos. Ahora
que echo la vista atrás, sé que tenía que haber ido.
Mi médico fue la primera y única
persona con la que hablé de la violación durante más de tres meses. Sus ojos se
abrieron como platos cuando le relaté lo sucedido. Por suerte, no sufrí
lesiones graves ahí abajo, pero tuve que vigilar el color del agua del váter
durante una temporada por si acaso.
La parte superior de mi cuerpo era
un asunto aparte. Tenía el cuello muy magullado por la mano de mi violador. Se
veían marcas de color morado oscuro donde habían estado sus dedos presionados,
moratones tan graves que estuve llevando bufandas durante semanas. Contar con
este recordatorio constante de mis lesiones me ayudó de una forma
impresionante. Era un recordatorio físico del daño que me habían hecho para
ayudarme a acallar mi sentimiento de culpa.
Fui al psicólogo, hice terapia y
poco a poco acepté lo que había sucedido. El sufrimiento físico y el trauma se
fueron apagando con el paso del tiempo. Lo que más me costó fue superar la
vergüenza. De hecho, hasta el día de hoy, no he hablado mucho sobre mi
experiencia. Esta será la primera vez que mis familiares y amigos se enteren de
esta parte de mi historia. Sin embargo, para otros hombres que hayan sido
víctimas de violación, esta vergüenza les resultará muy familiar. A los hombres
les cuesta más expresar sus sentimientos, sobre todo si les hace sentirse
castrados. Ser abiertos y sinceros al hablar de un delito así es complicado.
Sentí que me iban a juzgar y sentenciar por ser la víctima. En cierto modo,
todavía pienso así.
Sin embargo, una violación nunca es
culpa de la víctima. Yo no quería ser violado ni le di permiso al otro hombre a
través de mis acciones. Mi violador se aprovechó de mí. Una violación no es
solo un delito sexual, es una cuestión de poder. Él me dominó y me forzó a
soportar su violación. Las heridas que llevé en mi piel durante semanas fueron
como tatuajes naturales que evidenciaban esta cruel verdad.
Una violación nunca es culpa de la
víctima. Mi violador se aprovechó de mí. Una violación no es solo un delito
sexual, es una cuestión de poder.
La vergüenza
que sentí surgió por ser hombre. La organización benéfica Survivors
UK estima que 12.000 hombres son violados cada año en el Reino
Unido y que más de 70.000 sufren algún tipo de abuso o agresión sexual. El
número de víctimas mujeres es significativamente mayor, lo cual hace que la
cifra de víctimas varones parezca pequeña.
Sin embargo,
ambos sufrimos violaciones. Que las cifras sean dispares no hace a ninguno de
los dos sexos menos importante. Si hubiera aceptado este hecho, posiblemente
habría desvelado antes mi secreto. Mi preocupación era que si iba a la
comisaría y denunciaba, puede que los policías se rieran de mí por estar
denunciando a alguien por haberme dado sexo duro.
Por eso voy a dejar de avergonzarme.
A cualquier hombre que esté leyendo esto y recuerde una experiencia que le haya
costado aceptar, ten en cuenta estas palabras: una violación es un delito
infligido contra tu persona. Y no eres menos persona por ser una víctima. No
eres sucio ni desagradable.
Tampoco te veas obligado a sentir
una gran confianza de repente nada más leer esto. Yo he tardado dos años en
encontrar las palabras para expresarme con la suficiente fortaleza. Después de
ir al médico, me tomé un par de semanas libres para cuidar de mí mismo. Jugué a
unos videojuegos, vi mis películas favoritas y comí mucha comida basura. Fue
una semana cara, pero a cambio recibí jugosos cupones de descuento para unos
restaurantes cercanos de comida para llevar. Necesitaba esas dos semanas para
huir. Todo el mundo necesita su espacio.
Existen muchas opiniones y métodos
dispares sobre la mejor forma de recuperarse de un trauma. Un psicólogo de
renombre mundial te dirá una cosa y tu mejor amigo, otra. Por eso fue tan
importante para mí concederme un espacio para recuperarme escogiendo mis
propias condiciones.
Fui violado a comienzos de 2017.
Recuerdo que llovía. Es uno de mis peores recuerdos. Creo que llevaba mucho
tiempo queriendo hablar de esto. Poner la experiencia por escrito me ha ayudado
aún más. Las víctimas y supervivientes de violación son las personas más
fuertes. Sufrimos mucho dolor en un instante y arrastramos ese sufrimiento
durante el resto de nuestra vida.
Espero olvidar algún día lo
sucedido, pero lucharé junto todo aquel que se proponga hacerse oír por encima
de la oscuridad.
Este post fue
publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del
inglés por Daniel Templeman Sauco.
SODOMA (Poder y Escándalo en el Vaticano) Capítulo 23
CAPÍTULO
23
VATILEAKS
Un mayordomo excesivamente curioso: esta es más o menos la versión oficial
del caso, conocido hoy en día como Vatileaks. Esta tesis, elaborada por la
santa sede, fue adoptada por los vaticanistas más ingenuos. La expresión
«Vatileaks» se ideó en el entorno inmediato del papa (Federico Lombardi
reivindica la paternidad cuando le pregunto). La realidad es obviamente un poco
más compleja.
El culpable, que por
supuesto actuó «en solitario», se llama Paolo Gabriele: era el «mayordomo» del
papa (en inglés butler). El bribonzuelo habría fotocopiado cientos de
documentos confidenciales, varios miles de páginas, en la secretaría personal
del papa Benedicto XVI, que acabaron en manos de la prensa en 2012.
Evidentemente, el escándalo es enorme. Se divulgan cartas manuscritas internas
destinadas al papa, notas secretas entregadas en mano a Georg Gänswein, y hasta
copias de cables diplomáticos cifrados entre las nunciaturas y el Vaticano. El
culpable ideal es un laico de 48 años, casado y padre de tres hijos: un
seductor italiano, un hombre guapo, al que le gustan las redes secretas. ¡Un
chambelán! ¡Un butler! ¡Un chivo
expiatorio!
En
realidad, nadie puede creer que el mayordomo actuara solo: se trata de una
campaña, si es que no de un complot, organizado al más alto nivel del Vaticano.
El objetivo es desestabilizar al secretario de Estado Tarcisio Bertone y, a
través de él, al papa Benedicto XVI. En el Vatileaks se acusó a un informático,
lo que confirma que el butler tenía al menos un cómplice. La principal
víctima del Vatileaks, el cardenal Bertone, hablará de un «nudo de víboras y de
cuervos»: la expresión se utiliza en plural. ¡Es mucho para un solo
«mayordomo»!
Una
vez descartada la versión oficial, el caso que hace tambalear el pontificado de
Benedicto XVI, y desencadena su caída, sigue siendo muy oscuro. Quedan aún
muchas preguntas sin respuesta: ¿quiénes fueron los que inicialmente
contrataron a Paolo Gabriele para ese puesto estratégico junto al papa? ¿Con
qué cardenales tenía secretamente una mayor afinidad Paoletto, nombre con el
que se conoce al mayordomo? ¿Por qué Gänswein permitió que Paolo Gabriele
tuviera tanta libertad de maniobra en su propio despacho, donde fueron robados
los documentos? ¿Fue el propio Paolo quien eligió qué documentos había que
fotocopiar, o fue él quien los copió inicialmente a petición de Georg? ¿Qué
papel desempeñó el exsecretario particular de Joseph Ratzinger, Josef Clemens,
que, como era notorio, sentía un gran resentimiento hacia Gänswein y estaba en
contacto con Paolo Gabriele? Y, finalmente, ¿por qué el Vaticano encubrió a la
mayoría de los protagonistas de esta trama de altos vuelos e inculpó solamente
al mayordomo, que aparece como un «chivo expiatorio» ideal?
Hay
algo seguro: Vatileaks contribuyó a la caída del papa Benedicto XVI y a que
saliera a la luz un grado de violencia inusitada en el corazón mismo del
Vaticano. Sobre todo, porque no tardará en estallar un segundo caso,
adecuadamente bautizado como Vatileaks II.
Varios
altos dignatarios de la Iglesia fueron relacionados con ese primer episodio de
Vatileaks: el cardenal estadounidense James Harvey, que contrató al mayordomo y
con el que al parecer tenía una relación muy próxima; el cardenal italiano
Mauro Piacenza, que también hizo de Pigmalión con Paolo Gabriele; el arzobispo Carlo
Maria Viganò, que era el secretario general del gobernador de la ciudad del
Vaticano; el arzobispo Paolo Romeo, el futuro nuncio Ettore Balestrero e
incluso el exsecretario particular del cardenal Ratzinger, Josef Clemens. Se
insinuó, sobre todo por parte de la prensa y en algunos libros que fueron
inspirados por Georg Gänswein y el entorno de Bertone, que todos esos prelados
habían participado de un modo u otro en el caso y, aunque el papel que
desempeñaron no quedó establecido, el mero hecho de haber sido trasladados,
marginados o apartados por Benedicto XVI o por Francisco permitiría deducir la
existencia de alguna relación con este asunto.
El
mayordomo, que durante su rápido proceso nunca declaró haber actuado por
encargo de nadie, repitió que había obrado por sentido del deber. Escuchémosle:
«El sentimiento más fuerte que hay en mí es la convicción de haber actuado por
amor exclusivo, diría incluso que visceral, a la Iglesia de Cristo y al
[papa]». «No me considero un ladrón», insistió Gabriele, que opinaba que el
Vaticano era el «reino de la hipocresía», que existía una omertà sobre la realidad de lo que ocurría. De modo que actuó para
que la verdad saliera a la luz y para proteger «al santo padre, que no estaba
correctamente informado». En una entrevista realizada para la cadena de
televisión La Sette, Paolo Gabriele añadió: «Viendo el mal y la corrupción por
todas partes en la Iglesia, llegué a un punto de no retorno, mis frenos
inhibidores desaparecieron. Estaba convencido de que un choque, incluso
mediático, podía ayudar a la Iglesia a retomar el buen camino». Paolo Gabriele,
rodeado de hipocresía y corrupción gay, nunca quiso cargar con toda la
responsabilidad del delito y siempre se negó a mostrar arrepentimiento.
De
modo que es probable que Paolo Gabriele actuara a instancias de terceras
personas, aunque fue el único en ser condenado por robo con agravantes y
castigado a dieciocho meses de prisión. Finalmente, Benedicto XVI, que
consideraba al mayordomo como «su propio hijo», indultó a Gabriele. El papa,
que habló con él antes de perdonarle, insinuó que podría haber sido manipulado:
«No deseo analizar su personalidad. Es una curiosa mezcla de convicciones
propias y convicciones inspiradas por otros. Ha comprendido que no debería
haber hecho eso», dijo Benedicto XVI en Últimas conversaciones.
—La
mayoría de los actores de Vatileaks I y II son homosexuales —me confirma un
arzobispo de la curia romana. Ese punto explica los dos casos, pero fue
sistemáticamente disimulado por el Vaticano y minimizado por la prensa. No se
trata de un lobby, como se dijo. Se trata simplemente de relaciones gais
y de venganzas interpersonales consecuencia de ellas. Francisco, que conoce
perfectamente el caso, castigó a los culpables.
El
segundo caso Vatileaks empieza en Madrid. Si bien estalla en tiempos de
Francisco, se había urdido en el papado de Ratzinger. El malo de la historia se
llama en esta ocasión Lucio Ángel Vallejo Balda y es un personaje muy diferente
a Paolo Gabriele.
En
una investigación exhaustiva que llevo a cabo en España, la trayectoria de
Vallejo Balda aparece tan límpida como opacas serán sus acciones. El periodista
José Manuel Vidal, también exsacerdote, me describe al personaje en varias
entrevistas celebradas en Madrid:
—Vallejo
Balda es la historia de un curita de pueblo al que se le suben los humos a la
cabeza. Es guapo, atractivo y escala rápidamente los peldaños del episcopado
español. Está en la órbita del Opus Dei, de modo que recibe el espaldarazo de
los medios ultraconservadores. En Madrid, forma parte del entorno del cardenal
Rouco Varela, un homófobo al que le gusta estar rodeado de ese tipo de jóvenes,
herméticos y al mismo tiempo alocados, que se mueven en los medios católicos
españoles gay-friendly.
Cuando
el papa Benedicto XVI y el cardenal Bertone piden a Rouco que les recomiende un
sacerdote de confianza para ocuparse de cuestiones financieras, el cardenal
español les envía a Balda. La competencia financiera y la moralidad del joven
sacerdote son cuando menos discutibles, pero para Rouco es una ocasión
inesperada de colocar un peón suyo en el entorno del papa. Solo que Balda
resultará ser un personaje perturbador, como el héroe de la película Teorema
de Pasolini o el protagonista crístico de El idiota de Dostoievski:
atraerá las miradas de todos y provocará literalmente una explosión en el
interior del Vaticano.
Ordenado sacerdote a los 26
años, Lucio Ángel Vallejo Balda, un small
town boy («chico de pueblo») madrileño de adopción, era «irresistible»,
según confirman quienes le conocieron en aquella época. Hoy, con 55 años y de
vuelta al mundo rural, todavía sigue siendo un hombre atractivo.
—Era
un provinciano recién llegado del pueblo. Era un ángel, como indica su nombre,
con una atractiva mezcla de pueblerino y arribista. Impresionó de inmediato al
cardenal Rouco Varela, y más por estar en la órbita del Opus Dei —me confía
otro sacerdote con el que hablé en Madrid.
Su
promoción, propiciada por su descubridor Rouco, y su espectacular ascenso
romano, apoyado especialmente por el cardenal español Antonio Cañizares,
suscitan no obstante reservas en el seno de la Conferencia Episcopal Española.
Ahora, cuando las lenguas ya se han soltado, me entero de que algunos obispos y
cardenales españoles criticaron públicamente el nombramiento de Balda en Roma,
al que consideraban «un granujilla» que llevaba una «vida disipada»,
«impropia».
—Los
responsables de la Conferencia Episcopal Española consideraron que esta
elección no estaba justificada y era peligrosa para el papa. Hubo incluso una
pequeña rebelión contra Rouco por este motivo, aquí en Madrid —me explica un
sacerdote del entorno de la CEE.
El
hecho es que Balda, procedente de una familia pobre, se encuentra en Roma con
el diablo en el cuerpo, y allí este ángel en el exilio empieza a vivir la dolce
vita: hoteles de lujo, grandes restaurantes, veladas con muchachos y una
vida XXL de VIP. Más allá del Tíber provoca más de un desvanecimiento.
—En
Roma, el hombre enloqueció —me resume con más severidad un sacerdote romano que
le conoció bien.
Sin
tener una inteligencia especial, pero con esa audacia que todo lo puede,
Vallejo Balda se convierte inesperadamente en el número dos de la APSA, la
administración de la curia que gestiona el patrimonio y el dinero del Vaticano.
Encargado asimismo del control de la banca de la santa sede, el joven español
dispone ahora de toda la información. La «frente llena de eminencias», sabe
relacionarse y tiene dinero. La confianza que Bertone deposita en él es tanto
más ciega ¡si tenemos en cuenta que la Italia católica se está convirtiendo,
gracias a él, en la casa de Tócame Roque!
Cuando
estalla el Vatileaks II, el ángel hispano lleno de ambiciones y con una vida
ardorosa es el primer sospechoso. Documentos financieros ultrasensibles sobre
el banco del Vaticano aparecen publicados en los libros de dos periodistas
italianos, Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi. El mundo descubre,
estupefacto, las innumerables cuentas corrientes ilegales, las transferencias
de dinero ilícitas y la opacidad del banco del Vaticano, con pruebas que lo
apoyan. El propio cardenal Tarcisio Bertone está en la picota, como hemos visto,
por haber restaurado su lujoso apartamento, en el Vaticano, con el dinero de la
fundación del hospital pediátrico Bambino Gesù.
Además,
en el centro de todo el asunto hay una mujer, cosa rara en el Vaticano:
Francesca Immacolata Chaouqui, una italoegipcia de 31 años. Laica, seductora y
comunicativa, es del agrado de los conservadores de la curia por su proximidad
al Opus Dei; Chaouqui altera la rutina vaticana con sus métodos empresariales
aprendidos en Ernst & Young; pero por encima de todo enloquece a los pocos
heterosexuales de la curia con su voluminosopecho y su melena infantil.
Misteriosamente, la consultora está bien introducida en el Vaticano, hasta el
punto de ser nombrada experta de la comisión de reforma sobre las finanzas y la
economía de la santa sede. ¿Mantiene esta mujer fatal una relación secreta con
el sacerdote fatal Vallejo Balda? Esta es la tesis defendida implícitamente por
el Vaticano.
—El
Vaticano inventó la historia de la relación entre Vallejo Balda y Francesca
Immacolata Chaouqui. El objetivo de este storytellinges dar un sentido a
un asunto que no lo tiene, salvo si pensamos que Balda tenía otras relaciones
que había que ocultar —me explica un sacerdote de la curia.
Un
confesor de san Pedro me confirma:
—Cuando
fue detenido, Vallejo Balda estuvo en arresto domiciliario en nuestra casa,
aquí, entre el palacio de Justicia y la gendarmería, en la plaza Santa Marta.
Le permitieron tener un teléfono y un ordenador, y desayunaba todos los días
con nosotros. Sé con toda certeza que nunca fue amante de Chaouqui.
Con
toda probabilidad, la pretensión de Vatileaks II era desestabilizar a
Francisco, del mismo modo que el objetivo de Vatileaks I era destronar a
Bertone y a Benedicto XVI. La operación podría haber sido diseñada por los
cardenales de la curia ratzingueriana opuestos a la línea política del nuevo
papa, y ejecutada por Balda.
Uno
de ellos, persona inflexible y con una doble vida, desempeña un papel
fundamental en este asunto: dirigía uno de los «ministerios» del Vaticano. El
sacerdote don Julius, que lo frecuentaba en el Vaticano, lo define como una old-fashion
old-school gay lady («una mujer que frecuenta a homosexuales a la vieja
usanza»), cuyo único objetivo en la vida sería la denigración. El vaticanista
Robert Carl Mickens me habla de él: «es una nasty Queen» («una loca
venenosa»).
Por
supuesto, Benedicto XVI estaba al corriente de la sexualidad contra natura de
ese cardenal y de sus descomunales extravagancias. Sin embargo, lo quería,
según afirman varios testimonios, porque durante mucho tiempo creyó que su
homosexualidad no era practicante, sino casta o questionning. En cambio
Francisco, que no es muy amante de los matices de gayness, pero estaba
bien informado del «caso», lo apartó de la curia. Traidor, homófobo y ultragay,
ese cardenal es en todo caso el nexo de unión entre los dos Vatileaks. Sin la
clave homosexual, estos casos permanecen opacos; con esta clave de lectura,
empiezan a aclararse.
En
el proceso, el Vaticano acusó de organización criminal a cinco personas: Vallejo
Balda, su secretario particular, la consultora Francesca Immacolata Chaouqui y
los dos periodistas que divulgaron los documentos. Balda será condenado a
dieciocho meses de cárcel; tras haber cumplido solamente la mitad de la pena,
es puesto en libertad condicional y enviado a su diócesis de origen, en el
noroeste de España, donde actualmente reside. Los cardenales que pudieron ser
los promotores del caso o los cómplices de Balda no fueron importunados por los
tribunales del Vaticano.
Los
dos casos Vatileaks son las temporadas I y II de una misma serie televisiva,
cuyo secreto posee la Italia católica. El nexo que las une gira en parte en
torno a la cuestión homosexual, hasta el punto de que un vaticanista inglés
bien informado habla irónicamente «del caso de Butler y de Hustler» sin que se
sepa muy bien, en la trama de las responsabilidades cruzadas de estos dos casos
imbricados, a quién van dirigidos esos calificativos poco amables.
Sigue
habiendo un misterio que no he conseguido aclarar del todo. Entre los motivos
que pueden explicar que un hombre actúe en contra de los suyos, ¿cuál es el
dominante en Paolo Gabriele y en Lucio Ángel Vallejo Balda hasta el punto de
incitarles a hablar? Si damos crédito al famoso código MICE, utilizado por los
servicios secretos de todo el mundo, existen básicamente cuatro razones que
pueden mover a alguien a revolverse contra los suyos: Money; Ideology
(las ideas); Corruption y Compromission (y, sobre todo, chantaje
sexual); por último, el Ego. Teniendo en cuenta la magnitud de la traición, y
el grado de engaño, cabe pensar que a los distintos protagonistas de estos dos
psicodramas les mueven a la vez las cuatro razones del código MICE.
Sobre
el escritorio del cardenal Jozef Tomko, el libro de Francesca Immacolata
Chaouqui. El cardenal eslovaco coge el libro, que evidentemente está leyendo, y
me lo enseña.
El
anciano, alegre y simpático, nos recibe a Daniele y a mí en su apartamento
privado. Hablamos de su trayectoria como «papa rojo», nombre que recibe el
cardenal encargado de la evangelización de los pueblos; evocamos sus lecturas,
al margen del libro de Chaouqui: Jean Daniélou, Jacques Maritain y Verlaine,
del que me habla con pasión ese cardenal perfectamente francófono. Sobre un
estante del salón donde nos recibe, veo una hermosa fotografía del papa
Benedicto XVI, envuelto en su capa roja, estrechando afectuosamente las manos
de Tomko.
Gracias
a esta proximidad con Joseph Ratzinger, Tomko fue uno de los tres cardenales
encargados de investigar la curia romana después de Vatileaks. Junto con sus
colegas cardenales, el español Julián Herranz y el italiano Salvatore De
Giorgi, recibió del papa el encargo de realizar una investigación interna
absolutamente secreta. El resultado —un informe de inspección muy detallado,
dos tomos de 300 páginas— es un documento explosivo sobre las desviaciones de
la curia y los escándalos financieros y homosexuales del Vaticano. Algunos
comentaristas y periodistas incluso llegaron a pensar que ese informe había
sido la causa de la dimisión del papa.
—Junto
con Herranz y De Giorgi, escuchamos a todo el mundo. Intentamos comprender. Era
un asunto entre hermanos, no era en absoluto un proceso, como algunos dijeron
más tarde —precisa Jozef Tomko.
Y
el anciano cardenal añade, a propósito del informe, con una frase sibilina:
—No
entienden la curia. Nadie entiende la curia,
Los
tres cardenales, de 87, 88 y 94 años, son conservadores. La mayor parte de su
carrera ha transcurrido en Roma y conocen el Vaticano a la perfección. De
Giorgi es el único italiano que ha sido obispo y arzobispo en varias ciudades
del país y es el más inflexible de los tres. Tomko es un misionero más gay-friendly,
que ha viajado por todo el mundo. El tercero, Herranz, es miembro del Opus Dei
y fue el encargado de coordinar la misión y de dirigirla.
Cuando
visito a Herranz, en su apartamento, cerca de la plaza de San Pedro, me enseña
una antigua fotografía en la que el sacerdote español aparece de joven junto al
fundador de la orden, Josemaría Escrivá de Balaguer, cogidos del brazo.
En la fotografía, el joven
Herranz, de 27 años, es extraordinariamente seductor; ahora, a los 88 años,
contempla esta imagen que le habla de un tiempo muy lejano, irreversible, como
si al joven soldado del Opus Dei le resultara ajena. Hace una pausa. ¡Qué triste!
Esta fotografía sigue siendo eternamente joven y él ha envejecido
terriblemente. Herranz permanece en silencio unos segundos y ¿sueña tal vez con
otro mundo al revés, en el que esta fotografía habría envejecido y él se
mantendría joven?
Según
los testimonios de los sacerdotes o asistentes que trabajaron con Tomko,
Herranz y De Giorgi, los tres cardenales están literalmente obsesionados por la
cuestión homosexual. De Giorgi es conocido por haber interpretado las
relaciones de poder en el seno de la curia desde la óptica de las redes gais, y
se le acusa, como a Herranz, de confundir a menudo pedofilia y homosexualidad.
—De
Giorgi es un ortodoxo. También es un coqueto al que le gusta que hablen de él.
¡Al parecer, su objetivo en la vida era que el Osservatore Romano
hablara bien de él! Se dirigía constantemente a nosotros con este objetivo —me
explica un colaborador del diario oficial del Vaticano. (A pesar de las muchas
peticiones, De Giorgi es el único de los tres cardenales que no quiso recibirme,
negativa que explicó con palabras confusas, llenas de animosidad y de
reproches.)
Herranz,
Tomko y De Giorgi necesitaron ocho meses para llevar a cabo su investigación.
Se interrogó a un centenar de sacerdotes que trabajan en el Vaticano. Oficialmente,
solo cinco personas tuvieron acceso a ese informe (en realidad, una decena),
tan delicado que al parecer se guarda una copia en la caja fuerte del papa
Francisco.
Lo
que descubren los tres informantes es la extensión de la corrupción en el
Vaticano. Dos personas que leyeron este informe, entre esos cardenales, sus
asistentes, el entorno de Benedicto XVI y otros cardenales o prelados de la
curia, me describieron las grandes líneas y algunos pasajes de manera más
detallada. El propio papa Benedicto XVI, en Últimas conversaciones,
desveló los elementos del informe que estarían relacionados, según sugiere, con
una «camarilla homosexual» y un lobby gay.
—Sabemos
que los escándalos homosexuales constituyen uno de los elementos centrales del
informe de los tres cardenales —me dice, a condición de mantener el anonimato,
un sacerdote de la curia que había trabajado para uno de esos cardenales.
La
conclusión más llamativa del informe, auténtica clave que permite comprender el
Vaticano, es el vínculo entre los asuntos financieros y la homosexualidad, la
vida gay oculta estrechamente relacionada con las malversaciones financieras.
Esta articulación entre el sexo y el dinero es una de las claves para la
comprensión de Sodoma.
El
informe revela asimismo que un grupo de cardenales gais, al más alto nivel de
la curia, buscaba la caída del cardenal Bertone. Habla también de los círculos
de lujuria en el Vaticano e intenta describir la red que hizo posible la
filtración y el escándalo Vatileaks I. Aparecen muchos nombres en ese informe:
los de los cardenales James Harvey, Mauro Piacenza y Angelo Sodano. También
habrían sido objeto de chantaje importantes prelados. Aunque no me concretan
los hechos, sí me indican que los nombres de Georg Gänswein y del hermano del
papa, Georg Ratzinger, aparecen en el informe.
Pese
a su pretensión de seriedad, ese informe no es más que una «mascarada» y hasta
una «hipocresía», según me informa una persona que tuvo acceso a él. Los tres
cardenales
homófobos pretenden
desentrañar la realidad de Sodoma, pero pasan por alto el conjunto del sistema
al no comprender su amplitud y sus códigos. A veces, identifican a algunos
conspiradores y ellos mismos ajustan las cuentas. Atrapan ovejas descarriadas,
como siempre, y elaboran algunos «registros sexuales» a partir de simples
rumores, de chismes, de «se dice», sin un procedimiento contradictorio,
fundamental en todo buen juicio. Esos prelados son extrañamente juez y parte.
La
principal conclusión del informe es, por tanto, la actualización de un importante
lobby gay en el Vaticano (la expresión se repite en el informe, según
dos fuentes). Pero a los tres cardenales, al fin y al cabo bastante
incompetentes, les cuesta descifrar unas realidades que apenas tratan
superficialmente. O sobreestiman o subestiman el único problema real del
Vaticano: su matriz homosexual inherente. Al final, la opacidad del informe es
aún mayor por no haber entendido o no haber querido describir lo que realmente
es Sodoma.
En
cualquier caso, Benedicto XVI y Francisco repiten públicamente la expresión más
fuerte del informe, el supuesto lobby gay, confirmando de hecho que
ocupa un lugar central en el documento. En el traspaso de poderes entre
Benedicto XVI y Francisco, veremos en las fotos de Castel Gandolfo una caja y
unas carpetas bien precintadas encima de una mesa baja. Según varias fuentes,
se trataría del famoso informe.
Se
puede entender la reacción aterrorizada de Benedicto XVI al leer este documento
secreto. Frente a tanta lujuria, tantas dobles vidas, tanta hipocresía, tantos
homosexuales encubiertos en todas partes, dentro del mismo Vaticano, ¿se
derrumban todas las creencias de este papa sensible sobre «su» Iglesia? Esto se
dijo. También me cuentan que lloró al leer el informe.
Para
Benedicto XVI es demasiado. ¿Es que no va a acabar nunca ese calvario? Ya no
tiene ganas de luchar. Cuando lee el informe de los tres cardenales, toma la
decisión: abandonará la barca de san Pedro.
Pero
el vía crucis de Benedicto XVI, una figura trágica, aún no ha llegado a su fin.
Le quedan todavía varias estaciones antes de su «renuncia».
Mucho
antes de la entrega del informe secreto, los casos de pedofilia ya habían
salpicado el naciente pontificado de Benedicto XVI. A partir de 2010, pasan a
ser endémicos. Ya no son casos aislados o excesos, como estuvo repitiendo
durante mucho tiempo el cardenal Sodano para proteger a la Iglesia: se trata de
algo sistémico, que ahora es el foco de atención.
«¿Booze,
Boys or Broads?»: en las redacciones de habla inglesa surge la pregunta
ante cada nuevo escándalo, un auténtico flujo incesante de abusos de toda clase
bajo el papado de Ratzinger. ¿Alcohol, pedofilia o prostitutas? (En realidad,
¡pocas veces chicas!) Decenas de miles de sacerdotes (5.948 en Estados Unidos,
1.880 en Australia, 1.670 en Alemania, 800 en los Países Bajos, 500 en Bélgica,
etcétera) son denunciados durante estos años, la mayor serie de escándalos en
toda la historia del cristianismo moderno. Y se registran decenas, tal vez
centenas o miles de víctimas (4.444 solo en Australia, 3.677 menores en
Alemania, etcétera). Están involucrados decenas de cardenales y centenares de
obispos. Los obispados están destruidos, las diócesis devastadas. Cuando
Benedicto XVI renuncie al papado, la Iglesia católica será un campo de batalla
asolado. Mientras tanto, el sistema Ratzinger se habrá hundido literalmente.
El propósito de este libro
no es analizar esos miles de casos de pedofilia al detalle. Sí lo es, en
cambio, intentar comprender por qué Benedicto XVI, tan exhaustivo y tan
obsesionado en su guerra contra los actos homosexuales legales, se mostró
impotente ante los abusos sexuales de menores. Es cierto que denunció muy
pronto las «impurezas en la Iglesia» y, dirigiéndose al Señor, declaró: «¡Las
vestiduras y el rostro tan sucio de Tu Iglesia nos causan espanto!». También
publicó varios textos de una gran firmeza.
Pero
entre la negación y el asombro, el amateurismo y el pánico, y demostrando
siempre poca o ninguna empatía con las víctimas, el balance del pontificado
respecto a este tema sigue siendo desastroso.
—Los
abusos sexuales de la Iglesia no son una página sombría del pontificado de
Benedicto XVI: se trata de la mayor tragedia, la mayor catástrofe de la
historia del catolicismo desde la Reforma —me dice un sacerdote francés.
Sobre
esta cuestión, hay dos tesis enfrentadas. La primera (por ejemplo, la de
Federico Lombardi, exportavoz del papa, y en general la de la santa sede):
Benedicto XVI actuó con destreza y fue el primer papa que se tomó en serio la
cuestión de los abusos sexuales de los sacerdotes. En cinco entrevistas,
Lombardi me recuerda que el papa «laicizó», es decir, redujo al estado laical,
«a más de 800 sacerdotes» declarados culpables de abusos sexuales. Es imposible
comprobar esta cifra y, según otros testigos, sería totalmente exagerada y no
excedería unas pocas docenas (en el prefacio de Últimas conversaciones,
un libro oficial de Benedicto XVI de 2016, se menciona la cifra de 400, es
decir, la mitad). Dado que en el Vaticano existe un sistema de mentira
generalizada sobre este tipo de asuntos, como mínimo cabe dudar de la realidad
de esas cifras.
La
segunda tesis (que es sobre todo la de la justicia en los países afectados y la
de la prensa): la Iglesia de Benedicto XVI es responsable de todos estos
expedientes. Sabemos, de hecho, que todos los casos de abusos sexuales, como
había deseado Joseph Ratzinger, desde la década de 1980, iban a parar a la
Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, donde eran estudiados. Joseph
Ratzinger, que fue prefecto de este «ministerio» y luego papa, estuvo a cargo
del archivo entre 1981 y 2013, es decir, durante más de treinta años. Los
historiadores se mostrarán, sin duda, extraordinariamente severos ante las
ambigüedades del papa y su forma de actuar; hay quienes piensan incluso que
nunca podrá ser canonizado por esta razón.
A
todo esto hay que sumarle el fracaso de la justicia vaticana. En la santa sede,
una verdadera teocracia que no es un estado de derecho, no hay, en realidad,
una separación de poderes. Según todos los testigos entrevistados, incluidos
los principales cardenales, la justicia del Vaticano es muy defectuosa. El
derecho canónico se falsifica constantemente, las constituciones apostólicas
están incompletas, los magistrados carecen de experiencia y, en la mayoría de
los casos, son incompetentes, y en los tribunales falla el procedimiento y no
hay formalidad. Hablé con el cardenal Dominique Mamberti, prefecto del Tribunal
Supremo de la Signatura Apostólica, y con el cardenal Francesco Coccopalmerio,
presidente del Consejo pontificio para los textos legislativos, y me pareció
que estos prelados no eran capaces de juzgar con total independencia casos de
este tipo.
—La
justicia no existe en el Vaticano. Los procedimientos no son fiables, las
investigaciones no son creíbles, hay una grave falta de medios y las personas
son incompetentes. ¡Nisiquiera hay una cárcel! Es una parodia de justicia —me
confirma un arzobispo cercano a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Giovanni
Maria Vian, el director del Osservatore Romano, del entorno del
secretario de Estado Tarcisio Bertone, con un papel fundamental en el sistema,
me confiesa también, en una de nuestras cinco entrevistas (todas ellas grabadas
con su autorización), que se niega a publicar las reseñas de las audiencias y
de los juicios en el periódico oficial del Vaticano porque desacreditaría a
toda la institución…
Esta
parodia de justicia vaticana es denunciada por numerosos especialistas del
derecho, incluido un exembajador ante la santa sede, que también es jurista:
—Estos
casos de abusos sexuales son de una enorme complejidad legal y técnica:
requieren investigaciones de varios meses, numerosas audiencias, como muestra
actualmente el procedimiento contra el cardenal George Pell en Australia, que
ha movilizado a decenas de magistrados y de abogados y ha exigido miles de
horas de trámites. No tiene sentido pensar que el Vaticano pueda juzgar uno de
estos casos. No está preparado para ello: no tiene textos, ni procedimientos,
ni abogados, ni magistrados, ni medios para investigar, ni siquiera derecho a
ocuparse de ellos. El Vaticano no tiene otra solución que hacer constar su
total incompetencia y dejar que actúen las justicias nacionales.
Ese
juicio severo quedaría matizado si tomamos en consideración el trabajo riguroso
que realizan algunos cardenales y obispos, por ejemplo el llevado a cabo por
Charles Scicluna, arzobispo de Malta, en los casos Marcial Maciel en México y
Fernando Karadima en Chile. No obstante, incluso la comisión antipedofilia del
Vaticano, constituida por el papa Francisco, ha sido objeto de críticas: pese a
la buena voluntad del anciano cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, que
la preside, tres de sus miembros han dimitido para protestar contra la lentitud
de los procedimientos y el doble juego de los dicasterios implicados.
(O’Malley, de 74 años, pertenece a otra época y no parece ser la persona capaz
de gestionar este tipo de casos: en Testimonianza, monseñor Viganò
cuestiona su imparcialidad y en ocasión de una estancia en Estados Unidos, en el
verano de 2018, cuando le pido al cardenal una entrevista, su secretaria,
incómoda, me confiesa que el cardenal «no lee sus correos electrónicos, no sabe
utilizar Internet y no tiene portátil», me propone que le envíe un fax.)
Por
último, resulta difícil no mencionar el caso que afecta al propio hermano de
Benedicto XVI. En Alemania, Georg Ratzinger se vio implicado en un inmenso
escándalo de sevicias y abusos sexuales a menores en su época como director del
célebre coro de niños cantores de la catedral de Ratisbona entre 1964 y 1994,
es decir, durante más de treinta años. Ahora bien, en 2010 la justicia alemana
y un informe interno de la diócesis revelaron que más de 547 niños de la
escuela a la que estaba vinculado este prestigioso coro habían sido víctimas de
violencias y 67 habían sufrido abusos sexuales y violaciones. Cuarenta y nueve
sacerdotes y laicos son hoy sospechosos de estos abusos y nueve de agresiones
sexuales. A pesar de sus negativas, es difícil creer que Georg Ratzinger no
estuviera al corriente de la situación. El papa probablemente también estaba
informado: por otra parte, como se supo más tarde, este caso fue tomado tan en
serio por la santa sede que fue seguido al más alto nivel de la Congregación
para la Doctrina de la Fe. Varios cardenales y el entorno inmediato del
soberano pontífice incluso habrían defendido al hermano mayor delpapa. (Tres
cardenales aparecen citados en los numerosos procesos judiciales que están en
marcha en Alemania.)
Surgen
hoy voces, incluso entre los sacerdotes y los teólogos, que consideran que el
fracaso de la Iglesia católica en el caso de los abusos sexuales afecta en
primer lugar a la gobernanza y a las ideas de Joseph Ratzinger. Uno de ellos me
dice:
—Es
un hombre que ha dedicado su vida a denunciar la homosexualidad. La ha
convertido en uno de los peores males de la humanidad. Pero al mismo tiempo, ha
hablado muy poco de la pedofilia y ha tardado mucho en tomar conciencia de la
magnitud del problema. Nunca ha establecido realmente la diferencia teológica entre
las relaciones sexuales entre adultos, libremente consentidas, y los abusos
sexuales a menores de quince años.
Otro
teólogo crítico con Benedicto XVI, al que entrevisté en América Latina, me
dice:
—El
problema de Ratzinger es la escala de valores, que está completamente
pervertida desde el principio. Sancionó con dureza a los teólogos de la
liberación y castigó a los sacerdotes que distribuían condones en África, pero
disculpó a los sacerdotes pedófilos. ¡Decidió que el mexicano multirreincidente
y pedófilo, Marcial Maciel, era demasiado viejo para ser reducido al estado
laical!
El
caso es que para el papa Benedicto XVI la sucesión ininterrumpida de
revelaciones sobre los abusos sexuales de la Iglesia es mucho más que una
«temporada en el infierno». Ataca la esencia misma del sistema ratzingueriano y
su teología. Independientemente de los desmentidos públicos y de las posiciones
de principio, el papa en el fondo sabe muy bien, me atrevería a decir que por
experiencia, que el celibato, la abstinencia y el no reconocimiento de la
homosexualidad de los sacerdotes constituyen el núcleo de todo el asunto. Su
pensamiento, minuciosamente elaborado en el Vaticano durante cuatro décadas,
estalla en pedazos. Este fracaso intelectual forzosamente debió contribuir a su
renuncia.
Un
obispo de lengua alemana me resume la situación:
—¿Qué
quedará del pensamiento de Joseph Ratzinger, cuando se haga un balance real? Yo
diría que su moral sexual y sus posturas sobre el celibato de los sacerdotes,
la abstinencia, la homosexualidad y el matrimonio gay. Es su única novedad
auténtica y su originalidad. Ahora bien, los abusos sexuales lo han destruido
todo definitivamente. Sus prohibiciones, sus reglas, sus fantasmas: todo esto
ya no se sostiene. No queda nada de su moral sexual. Y aunque nadie osa
confesarlo públicamente en la Iglesia, todo el mundo sabe que no se podrá
acabar con los abusos sexuales de los sacerdotes hasta que no se suprima el
celibato, se reconozca la homosexualidad en la Iglesia para que los sacerdotes
puedan denunciar los abusos y se permita la ordenación sacerdotal de las
mujeres. Todas las otras medidas contra los abusos sexuales son inútiles.
Básicamente, hay que invertir completamente la perspectiva ratzingueriana. Lo
sabe todo el mundo. Y los que dicen lo contrario son ahora cómplices.
El
juicio es duro, pero son muchos los que hoy, en la Iglesia, comparten si no
estas palabras, al menos esas ideas.
En marzo de 2012, Benedicto XVI vuela a
México y Cuba. Sus temporadas en el infierno continúan: después de un invierno
marcado por nuevas revelaciones sobre la pedofilia, llega una primavera de
escándalos. Nueva estación en su largo vía crucis, Joseph Ratzinger descubrirá
en La Habana un mundo demoníaco cuya existencia no sospechaba, nien la peor
pesadilla. Y a la vuelta de su viaje a Cuba tomará la decisión de renunciar. A
continuación veremos por qué.
Próximo
Capítulo:
24
LA ABDICACIÓN
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