14/09/2019
Soy hombre, fui violado y no pienso seguir avergonzándome
Los días
posteriores a la violación, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi
culpa por haber confiado en él.
Dan Reas
Recordar un trauma es como recordar
un sueño. No estás seguro de todo lo que ha sucedido, pero sí que recuerdas las
partes importantes y los detalles absurdos: la dificultad para respirar, la mano
agarrándome el cuello con firmeza, mi cabeza enterrada en una almohada haciendo
ruidos sin sentido silenciados por la prisión de poliéster.
También recuerdo que mi violador
llevaba calcetines de distinto par. Es curioso cómo pasan los años y sigues acordándote
de esos detalles.
Tenía 21 años cuando me violaron,
aunque siendo sincero, tardé un tiempo en darme cuenta de lo que había
sucedido. Tenía muchas heridas y até cabos cuando vi sangre en la ducha
circulando hacia el desagüe.
Mi violador era guapo, aunque
apestaba a tabaco y desodorante, algo difícil de descubrir a través del móvil.
Si hubiera puesto “violador y fumador” en su perfil, probablemente lo habría
descartado, pero no mostraba nada más que su edad y su cuerpo.
Los días de
después de violarme, me costó dejar de decirme a mí mismo que era mi culpa por
haber confiado en él. Fui yo quien dijo sí. Yo mismo propuse mi casa
para el encuentro. También fui yo quien le ofreció un vaso de agua después.
Simplemente, no me di cuenta de que había habido un delito hasta que no vi la
sangre.
Parecía un cadáver y me dio repelús
ver mi cuerpo como un trozo de carne en mal estado.
De repente se originó un huracán en
mi mente. En el espejo, empecé a darme cuenta de las marcas, arañazos y magulladuras
de mi cuerpo dolorido. Parecía un cadáver y me dio repelús ver mi cuerpo como
un trozo de carne en mal estado. La vergüenza que sentí fue insoportable, pero
sabía que no podía ignorar el dolor sin más. Decidí coger cita de urgencia con
mi médico de cabecera porque ir directamente a urgencias, según pensé
cínicamente, estaba reservado solo para quienes están gravemente heridos. Ahora
que echo la vista atrás, sé que tenía que haber ido.
Mi médico fue la primera y única
persona con la que hablé de la violación durante más de tres meses. Sus ojos se
abrieron como platos cuando le relaté lo sucedido. Por suerte, no sufrí
lesiones graves ahí abajo, pero tuve que vigilar el color del agua del váter
durante una temporada por si acaso.
La parte superior de mi cuerpo era
un asunto aparte. Tenía el cuello muy magullado por la mano de mi violador. Se
veían marcas de color morado oscuro donde habían estado sus dedos presionados,
moratones tan graves que estuve llevando bufandas durante semanas. Contar con
este recordatorio constante de mis lesiones me ayudó de una forma
impresionante. Era un recordatorio físico del daño que me habían hecho para
ayudarme a acallar mi sentimiento de culpa.
Fui al psicólogo, hice terapia y
poco a poco acepté lo que había sucedido. El sufrimiento físico y el trauma se
fueron apagando con el paso del tiempo. Lo que más me costó fue superar la
vergüenza. De hecho, hasta el día de hoy, no he hablado mucho sobre mi
experiencia. Esta será la primera vez que mis familiares y amigos se enteren de
esta parte de mi historia. Sin embargo, para otros hombres que hayan sido
víctimas de violación, esta vergüenza les resultará muy familiar. A los hombres
les cuesta más expresar sus sentimientos, sobre todo si les hace sentirse
castrados. Ser abiertos y sinceros al hablar de un delito así es complicado.
Sentí que me iban a juzgar y sentenciar por ser la víctima. En cierto modo,
todavía pienso así.
Sin embargo, una violación nunca es
culpa de la víctima. Yo no quería ser violado ni le di permiso al otro hombre a
través de mis acciones. Mi violador se aprovechó de mí. Una violación no es
solo un delito sexual, es una cuestión de poder. Él me dominó y me forzó a
soportar su violación. Las heridas que llevé en mi piel durante semanas fueron
como tatuajes naturales que evidenciaban esta cruel verdad.
Una violación nunca es culpa de la
víctima. Mi violador se aprovechó de mí. Una violación no es solo un delito
sexual, es una cuestión de poder.
La vergüenza
que sentí surgió por ser hombre. La organización benéfica Survivors
UK estima que 12.000 hombres son violados cada año en el Reino
Unido y que más de 70.000 sufren algún tipo de abuso o agresión sexual. El
número de víctimas mujeres es significativamente mayor, lo cual hace que la
cifra de víctimas varones parezca pequeña.
Sin embargo,
ambos sufrimos violaciones. Que las cifras sean dispares no hace a ninguno de
los dos sexos menos importante. Si hubiera aceptado este hecho, posiblemente
habría desvelado antes mi secreto. Mi preocupación era que si iba a la
comisaría y denunciaba, puede que los policías se rieran de mí por estar
denunciando a alguien por haberme dado sexo duro.
Por eso voy a dejar de avergonzarme.
A cualquier hombre que esté leyendo esto y recuerde una experiencia que le haya
costado aceptar, ten en cuenta estas palabras: una violación es un delito
infligido contra tu persona. Y no eres menos persona por ser una víctima. No
eres sucio ni desagradable.
Tampoco te veas obligado a sentir
una gran confianza de repente nada más leer esto. Yo he tardado dos años en
encontrar las palabras para expresarme con la suficiente fortaleza. Después de
ir al médico, me tomé un par de semanas libres para cuidar de mí mismo. Jugué a
unos videojuegos, vi mis películas favoritas y comí mucha comida basura. Fue
una semana cara, pero a cambio recibí jugosos cupones de descuento para unos
restaurantes cercanos de comida para llevar. Necesitaba esas dos semanas para
huir. Todo el mundo necesita su espacio.
Existen muchas opiniones y métodos
dispares sobre la mejor forma de recuperarse de un trauma. Un psicólogo de
renombre mundial te dirá una cosa y tu mejor amigo, otra. Por eso fue tan
importante para mí concederme un espacio para recuperarme escogiendo mis
propias condiciones.
Fui violado a comienzos de 2017.
Recuerdo que llovía. Es uno de mis peores recuerdos. Creo que llevaba mucho
tiempo queriendo hablar de esto. Poner la experiencia por escrito me ha ayudado
aún más. Las víctimas y supervivientes de violación son las personas más
fuertes. Sufrimos mucho dolor en un instante y arrastramos ese sufrimiento
durante el resto de nuestra vida.
Espero olvidar algún día lo
sucedido, pero lucharé junto todo aquel que se proponga hacerse oír por encima
de la oscuridad.
Este post fue
publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Reino Unido y ha sido traducido del
inglés por Daniel Templeman Sauco.
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