15/09/2019
58 años y ningún orgasmo
Las mujeres
disfrutamos del sexo sí, pero lo de los “fuegos artificiales”, lo de correrse,
todavía es para muchas una asignatura pendiente.
Yolanda Domínguez
Visual artist and activist
ElHuffPost
Esta semana en el programa de las citas a ciegas, First Dates, una concursante se atrevió a
confesar a toda España y en horario de máxima audiencia la realidad de muchas
mujeres: “No he llegado al
orgasmo, así de claro, no he llegado a correrme”. Ella lo dijo en tono bajito, con
su cuerpo inclinado hacia delante, como si sólo la estuviese escuchando quien
le estaba grabando. Pero en ese momento millones de hombres y de mujeres le
estábamos escuchando. Y mientras intentábamos tragar ese trozo de sándwich que
se nos había quedado en la garganta, unos pensaban ¡pobrecita! y otras se reconocían
¡a mí también me pasa!”. ¡Bravo Lola, bravo!
Lo que
le sucede a la protagonista de esta cita no es ninguna rareza, de hecho, es de
lo más habitual. Las mujeres disfrutamos del sexo sí, pero lo de los “fuegos
artificiales”, lo de correrse, todavía es para muchas una asignatura pendiente.
Hace poco retomé el contacto con mis amigas del colegio y tras de 25 años sin
vernos, prácticamente de lo único que hablamos fue… de sexo. Recuerdo que
alguien dijo que después de llevar toda la vida preocupándonos de los demás
ahora nos tocaba disfrutar. ¿Habéis tenido alguna vez un orgasmo? Se hizo el
silencio y todas nos miramos. Yo fui la primera en reconocer que había tardado
mucho tiempo en alcanzarlo. “Pues yo no he tenido nunca”, admitió una. “Yo
tampoco”, dijo otra. “Yo tampoco, hasta a que probé los vibradores”. Allí
estábamos un grupo de mujeres con más de media vida recorrida poniendo sobre la
mesa nuestra frustrada vida sexual. Ni hijos, ni trabajos, ni anécdotas del
pasado: nuestros orgasmos eran lo que nos preocupaba de verdad.
Saqué
mi móvil y les mostré el dibujo de un clítoris. ¿Esa soy yo? Se
sorprendieron. No habían visto esa imagen en su vida. Empecé a describir las
distintas zonas y por qué algunas daban más placer que otras. Los hombres de
las mesas de al lado no nos quitaban los ojos de encima, y al dibujo ni
digamos. Todas coincidíamos en lo mismo: como en las primeras relaciones no
tuvimos orgasmos llegamos a la conclusión de que nuestro cuerpo estaba mal… y
nos callamos. La educación que recibimos las mujeres nos sitúa siempre en
segundo lugar y hace que prioricemos el placer de nuestros compañeros antes que
el nuestro. ¿Qué hay que ponerse a hacer fondos a cuatro patas y de espalda? Lo
hacemos. ¿Que hay que gemir imitando el sonido melódico de la ambulancia? Lo
hacemos. Pero todo eso es como dar indicaciones a un avión para que se
estrelle: les estamos diciendo “es por aquí” cuando en realidad están muy
lejos.
Las mujeres disfrutamos del sexo sí,
pero lo de los “fuegos artificiales”, lo de correrse, todavía es para muchas
una asignatura pendiente.
No existe
ningún tipo de formación sobre el placer femenino, nada, cero. Ni para que
nosotras podamos sentirlo, ni para que ellos puedan encenderlo. Los libros de
texto sólo valen si te interesa la parte biológica del asunto, y con 13 años no
es probable que ese sea nuestro deseo. La única fuente de educación sexual que
tenemos es el porno, que proyecta una imagen totalmente distorsionada del
placer, sobre todo del femenino. La pornografía, cómo toda nuestra cultura
visual, está planteada desde una perspectiva masculina: está hecha por y para
hombres. Eso no significa que ver sexo no nos excite, pero todos esos
movimientos, posturas, gestos y expresiones están hechas pensando sólo en
ellos. Como no existen otros relatos damos ese por válido y si no nos funciona
pensamos que somos nosotras las que fallamos. Por otro lado, cada vez hay más
mujeres (y hombres) a las que la pornografía mainstream les produce
rechazo: violaciones a menores, forcejeos, incestos, maltratos, escupitajos...
Esto de la violencia se nos está yendo de las manos. También dicen que existe
un porno específico para mujeres, pero si las mujeres vemos uno y los hombres
otro... ¿cómo nos entenderemos cuando nos encontremos?
Afortunadamente
las mujeres hablamos cada vez más y sin tapujos sobre sexo. Hacen falta más
cursos, talleres y formación sobre el cuerpo femenino y las distintas formas de
darnos placer. Si nunca has tenido un orgasmo no tires la toalla. Empieza
conociéndote, apúntate a cursos, consulta a un terapeuta, explora tu cuerpo y
hazte cargo de él. Lo que le funciona a una no tiene por qué funcionarle a
otra: te paciencia y dedícate muchas horas. Tengas la edad que tengas, nunca es
tarde para empezar y no es necesario tener pareja: hay toda una serie de
aparatitos ma-ra-vi-llo-sos que pueden hacerte sentir esos fuegos artificiales
en cuestión de minutos. Con un vibrador pequeñito estratégicamente colocado ya
tocarás el cielo. Pero si quieres algo infalible, el último hit, el novamás,
pon en Google “succionador de clítoris” y encarga uno ya. Ni libros de texto,
ni porno, ni hombres: sólo tienes que cargar la batería y el orgasmo está más
que asegurado. ¡A disfrutar!
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