Por qué
los hombres mandan fotos de penes sin que se las pidan
Si no lo harían por la calle, ¿por qué lo hacen
por internet?
15/12/2018
Cuando John*
tenía poco más de 20 años solía sentarse en su habitación, solo, en su cama,
para enviar por internet fotos de penes a mujeres que no se las habían pedido.
"No estoy seguro de poder explicar bien por qué lo hacía", dice,
pensando en las veces que lo hizo y que no ha vuelto a hacer. "Me parecía
tan excitante que algo se apoderaba de mí. No lo pensaba mucho. Sólo lo
hacía".
El
hecho de que personas adultas intercambien imágenes sexuales no es un fenómeno
nuevo, pero hay pruebas de que se está viviendo un aumento de lo que se conoce como cyberflashing: enviar fotos de penes a través de
AirDrop en iPhone o de otras redes sociales. No hay demasiados datos, pero las estadísticas sugieren que hasta un 41% de mujeres ha
recibido imágenes que no habían solicitado: el 46% era menor de 18 cuando las
recibió por primera vez.
Laura
Thompson, investigadora en este área en la City University de Londres, describe
el cyberflashing como el equivalente digital de ponerse en plena calle en una
esquina con una gabardina puesta (y nada debajo). Pero parece que
los hombres que lo hacen no equiparan su comportamiento con un delito de
exhibición indecente.
Richard*, que
piensa que sólo el 30% de las fotos que ha enviado a mujeres se las habían
pedido, compara su compresión de la situación a la de un animal inconsciente.
"Un gato lleva a su casa un ratón muerto como 'regalo' a sus dueños",
ilustra. "El gato piensa que está haciendo algo bueno, pero a sus dueños
no les suele gustar".
Algunos
atribuyen esta desconexión deliberada a la continua ambigüedad legal en torno
al cyberflashing. En Reino Unido, por ejemplo, muchos
diputados abogan por una ley que legisle específicamente contra este
comportamiento.
Pero, ¿tiene
que ser ilegal para que la gente entienda que moralmente no está bien? Esta
actitud no sólo muestra a los hombres como emocionalmente desfasados, sino que
también ignora que las mujeres no quieren que se les envíen imágenes sexuales.
He hablado en numerosas ocasiones de lo que
estas fotos hacen sentir a las mujeres, y de los pasos que
tienen que seguir para protegerse de ello, sabiendo que en Twitter
hay montones de mujeres que expresan su frustración; sólo tienes que buscar
tuits con la frase 'AirDrop dick pics'.
Según un
sondeo de YouGov de principios de este año, un amplio porcentaje de
quienes envían estas fotos entiende que las receptoras no las quieren: el 46%
de los hombres que admitió haber enviado fotos de penes pensaba que a la mujer le
parecería angustiante, y el 44% pensó que la mujer lo encontraría amenazante.
Aun así, las mujeres siguen recibiendo estas fotos.
Peter
Saddington, consejero de la ONG Relate, afirma: "En cierto sentido, hay alguna semejanza
con las parejas donde hay maltrato físico. La sociedad, y las propias mujeres,
denuncian que no es aceptable, pero los hombres siguen haciéndolo".
Sean* culpa
a la frustración sexual de su decisión de enviar estas fotos a mujeres. Acababa
de salir de su primera relación seria y quería ser más sexualmente activo, así
que empezó a usar aplicaciones para ligar. Cuando las mujeres acababan las
conversaciones online de forma 'prematura' —es decir, demasiado pronto
pasa su gusto—, él atacaba.
"Muchas veces estaba tan
impaciente que, si no recibía respuesta de ellas, les enviaba fotos de
penes", dice. "Mi lógica en esa época era: bueno, si ya han perdido
su interés no tengo nada que perder".
Como a muchas mujeres no les gusta
esto, el propósito explícito [de los hombres] es 'hala, que se joda'. El
objetivo es ofender...
La coach
de relaciones Michelle
Zelli, que trabaja con parejas y hombres solteros, asegura que
muchos de sus clientes que han hecho cyberflashing carecían de empatía;
hombres que sienten que sus propias necesidades sexuales superan los
sentimientos de las receptoras de esas fotos.
Un reciente informe de la Comisión de Mujeres e Igualdad del
Gobierno británico, que pedía una nueva ley para frenar este abuso, reconoce
que este tipo de acoso nace del concepto de poder y privilegio masculino, y que
algunos hombres lo aceptan. Algunas personas con las que hablé para este
artículo admitieron que los hombres saben que es inaceptable, pero les da
igual.
"Los hombres saben que a las
mujeres no les suele gustar que les envíen penes si no lo han pedido",
apunta Charlie*. "Les da igual. Tienen la mentalidad de: 'Si le gusta,
genial. Si no, que se joda'. Y como a muchas mujeres no les gusta, su propósito
explícito es 'hala, que se joda'. El objetivo es ofender".
John, que pasó un tiempo enviando
estas fotos, explica que para algunos hombres cualquier tipo de reconocimiento
(aunque sea malo) es mejor que ser totalmente ignorados. "Es como si se
ignora a un niño que está pintando las paredes o a un cachorrito que muerde
cosas para llamar la atención", ejemplifica.
De los hombres que compartieron sus pensamientos y
experiencia con la edición británica del HuffPost —recibimos más de 100 respuestas por correo
electrónico y redes sociales—, Simon fue de los pocos que admitió que el
carácter tabú de enviar estas fotos hacía la experiencia aún más placentera.
"Aumenta la ansiedad y la adrenalina porque es un concepto bastante tabú,
y además conlleva un riesgo mínimo si eso es lo único que revelas. A algunas
personas les divierte causar incomodidad".
Thompson dice que esta explicación se parece a la que
dan algunas investigaciones: la intimidación es un motivo clave para enviar
imágenes no solicitadas, aunque no todos los hombres lo reconozcan como tal.
"Una mujer mantuvo un intercambio online bastante
desagradable con un hombre cuando este le envió la foto de su pene erecto al
lado de un cuchillo. Era una amenaza, y además sexualizada: equiparaba su pene
con el cuchillo como un arma, como algo con el potencial de herir",
señala.
Aunque Thompson reconoce que esto está en el extremo
del espectro, para ella juega un papel en la lógica los cyberflashers; se sienten con derecho a echarse encima
de alguien, y si eso resulta amenazante es una preocupación secundaria.
Otros hombres con los que hablamos seguían
argumentando que la intimidación no era en absoluto su intención, y que se
trata de una cuestión de ignorancia; la sociedad está complicando la forma de
abordar el sexo y las relaciones entre hombres y mujeres. Alex*, por ejemplo,
afirma que la definición de flirteo no resulta del todo clara, y que los
hombres están confusos sobre lo que es y no es aceptable.
"[Todo es] muy confuso, como poco, y lo peor es
que a veces puede ser contradictorio", apunta. "Confía en ti y da un
paso al frente. No seas asqueroso. No nos hables de forma casual en el bus. Sé
claro desde el principio con tus intenciones. El consentimiento siempre es
necesario. Que te pregunten antes de besarte da bajón. El que la sigue la
consigue. Los gestos grandiosos resultan desesperados y raros. Las grandes
muestras de cariño son adorables. Y así hasta el infinito".
Una mejor legislación podría contribuir a aclarar más
las cosas. Hace un par de meses, la Comisión británica de Mujeres e Igualdad
publicó un informe sobre el acoso a mujeres y niñas en el que se pedía una
nueva ley en esta área. No obstante, la diputada Maria Miller, presidenta de la
comisión, añade que lo que se necesita es también un cambio cultural. "Debemos
confrontar ciertas verdades incómodas sobre nuestra sociedad y las actitudes de
algunos hombres. Los abogados solos no pueden resolver la aceptación cultural
del acoso sexual", afirmó al publicar el informe.
"El Gobierno tiene que ser más puntero a la hora
de tratar cómo la tecnología facilita el acoso sexual, en lugar de ir siempre a
la carrera para ponerse al día con las formas en las que los atacantes acosan
sexualmente a mujeres y niñas".
*Los nombres de este artículo han sido modificados para mantener
el anonimato de los entrevistados.
Este artículo fue publicado originalmente
en el 'HuffPost' Reino Unido y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco
Serrano
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