Los ochocientos curas que
lucharon contra Franco y perdieron su sueldo oficial
Ochocientos sacerdotes decidieron renunciar en España
a su salario oficial para vivir y trabajar con los más necesitados, al lado de
los obreros y jornaleros marginados en la España del tardofranquismo. Eran las
décadas de los 60, 70 y 80. Y aquellos curas obreros no se rendían en su lucha
clandestina a favor de las libertades democráticas, a pesar de que el clero
insistía que su papel estaba ligado a la dictadura.
Público
Sevilla 23-12-18
Maria Serrano VelÁzquez
El documental De la Cruz al martillo producido por Plano
Katharsis, con la colaboración de Canal Sur, recupera la memoria olvidada y
retrata el ejemplo de compromiso social de estos curas obreros. Muchos
vinculados a la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), dejando una
profunda huella en los movimientos reivindicativos surgidos durante la
Transición, de manera especial en Andalucía.
Rafael Guerrero,
periodista vinculado a la memoria histórica, es el director de contenidos de
este documental inédito. En él recuerda el primer caso de cura obrero en
España. Era el año 1963. El obispado de Bilbao autoriza al cura
David Armentia a trabajar cinco horas en una fábrica. "Dejaron de ser
agentes del Vaticano y se acercaban a la población, a las clases, y a la
verdadera realidad social". Y es que tal y como destaca Guerrero
"aquellas curas obreros hicieron mucho más por las libertades democráticas
y la justicia social en España de lo que se les ha reconocido realmente".
No fueron homenajeados por la oposición antifranquista ni los partidos de
izquierdas con los que compartieron una labor clandestina durante los años del
régimen.
Los precursores: Rovirosa y Malagón
Guillermo de Rovirosa y Tomás
de Malagón fueron los precursores de
este humanismo ético, que trabajó la figura del conocido cura obrero. Manuel
Ganivet, ex cura obrero recuerda en el documental como "la iglesia sabía
que muchos seminaristas no tenían una clara vocación y que era la única salida
posible para poder estudiar en aquellos años".
Enrique Priego lleva
cincuenta años trabajando para los más necesitados como sacerdote en el
municipio de Pedrera (Sevilla). En conversación con Público afirma que unos de
los principales preocupaciones de estos dos impulsores, Rovirosa y Malagón fue
su visita a los seminarios de toda España, creando los grupos de Jesús Obrero.
"Rovirosa y Malagón quisieron implantar la nueva visión de ese
cristianismo combativo y de valores progresistas que tenían como principio
fundamental la dignidad del ser humano".
Guillermo de Rovirosa es considerado el fundador de la HOAC. En los
años 50 consigue que esta Hermandad crezca y se extienda. Diseña planes y
métodos de formación: cursillos nocturnos, semanarios de estudio. De su curso
con Tomás de Malagón, Enrique Priego rememora como la asignatura de justicia
social marcó a todos sus compañeros. "Le decíamos si podíamos extender
aquellas horas de clase porque no nos cansábamos ni un minuto de
aprender".
Malagón estuvo en el frente de Las Alpujarras con el bando republicano
durante la guerra civil española. Tenía solo 19 años de edad. La historiadora
Basilisa López cuenta en el documental que "la experiencia de estos años
fue decisiva para su futuro". En el frente conoció y trató con numerosos
militantes anarquistas, socialistas y comunistas. Su aprendizaje, su
evangelización entroncaba también con los principios de aquellos milicianos. Y
decidió transmitir ese mensaje.
En el documental De la cruz al martillo no hay un solo protagonista.
Cada uno de los sacerdotes, muchos de ellos fuera ya de la carrera
eclesiástica, cuentan con emoción como fue aquel movimiento. Alfonso Alcaide
destaca, como ex presidente de la HOAC como aquellos principios transmitidos
por Rovirosa y Malagón suponían "un cambio en la evangelización mucho más
cercano a la realidad social
Los curas obreros en la Sierra Sur de Sevilla
La corriente de los curas obreros se
extiende por todos los puntos de la geografía española. Su integración en la
vida cotidiana del pueblo les hacía estar totalmente en consonancia con sus
vivencias. En 1969 llegan varios curas a los pueblos de la Sierra Sur de
Sevilla, párrocos que cambiarían la perspectiva de vida y esperanza
de sus vecinos. Enrique Priego llegaba a Pedrera, Juan Heredia a Gilena, Miguel
Pérez a Martín de la Jara y Diamantino García Acosta, el fundador del que sería
luego el Sindicato de Obreros del Campos (SOC) se asentaría en el municipio de
Los Corrales.
"Decidimos vivir como jornaleros sin tierra,
como jornaleros en la misma miseria en la que vivían los demás"
"Era
otra manera de vivir, de pensar. Cuando Diamantino García llega a los Corrales
le pregunta a sus vecinos que hacían, dónde iban todas las temporadas para ir
también con ellos e integrarse". La famosa frase de Diamantino. "Y
ahora el cura también se va con vosotros" se hizo realidad en poco tiempo.
Y acompañaba a los jornaleros hasta las vendimias de Francia como uno más.
"Decidimos vivir como jornaleros
sin tierra, como jornaleros en la misma miseria en la que vivían los
demás", recuerda Enrique Priego a Público.
La
figura visible de Diamantino fue crucial para extender la labor de aquellos
curas jornaleros y en la reivindicación de sus derechos. Enrique destaca
"como Diamantino denunciaba ante la prensa la situación de los jornaleros
que morían en las vendimias, las condiciones de hacinamiento para llegar a
Francia, los salarios infrahumanos".
Priego
relata como a día de hoy después de cincuenta años en Pedrera (Sevilla) los
problemas sociales continúan. "Yo tengo a una familia rumana en acogida
dentro de mi casa desde hace once años. No podía soportar verlos dormir cada
noche en el coche". Y es que no era un solo problema del franquismo porque
las desigualdades continúan en muchas zonas rurales de Andalucía, ahora con la
discriminación a los inmigrantes.
La dura manifestación del 20 de julio de 1970 en Granada
Pepe Ganivet estuvo en los años 70
como cura en la parroquia de un barrio muy humilde de Granada conocido como la
‘Virgencica’. Rememora aquellos años con demasiada nostalgia y emocionado, a
pesar de los años. "Hacíamos reuniones clandestinas dentro de la parroquia
de un barrio que era marginal y que luego acabó desapareciendo", apunta a Público.
Aquellos curas tampoco tenían miedo de
enfrentarse a las manifestaciones. Pepe trabajaba a sus 26 años
como coadjutor (ayudante de cura) y de encofrador para ganarse el
sueldo. Era uno más, uno de los albañiles del barrio y dentro de la parroquia
hacían sus reuniones para replantear ante la patronal las condiciones
laborales.
"El día que la patronal se negó en redondo a
estudiar las condiciones, cientos de albañiles salieron a la calle. La policía
advirtió que era una manifestación ilegal y que habría represalias si
continuaban", relata Pepe a Público. Era el 20 de julio de 1970. Y Pepe se
emociona al recordar aquellos días de lucha. "Algunos de los trabajadores
lanzaban piedras en la sede sindical y aquellos agentes aún del franquismo no
tenían piedad. Como la gente no se iba comenzaron a arremeter contra todos
ellos". Pepe se marcharía tras la manifestación a la parroquia, sin
imaginar que nada había ocurrido. "El drama vino después cuando el párroco
principal, Antonio Quitián me dijo entre lágrimas que habían muerto tres
albañiles por los disparos de la Policía". Pepe Ganivet se emociona
al pensar en aquellos días donde los curas eran uno más, donde los principios
básicos de la Iglesia y el clero no eran los que identificaban a la verdadera
vocación de estos párrocos.
El documental recoge también el emotivo testimonio
de religiosos combativos como Elías Alcalde, párroco de Zafarraya (Málaga),
quien convirtió el salón parroquial de aquellos años 70 en un centro de
verdadera revolución social. "Luchamos con los jornaleros por las
condiciones infrahumanas en las que vivían, donde pagaban la lechuga que
recogían los temporeros a menos de una peseta y la vendían a más del doble.
Eran unas condiciones abusivas por las que había que luchar". Los
jornaleros convocaron una marcha, llamaron a todos los medios y se organizaron
junto a Comisiones Obreras CCOO en el año 1977, junto a Elías Alcalde, hasta la
ciudad de Málaga para hacer una manifestación en aquellos años de
prohibiciones. Alcalde señala que lograron que a los jornaleros le pagaran la
lechuga a tres pesetas. A este episodios se le conoció los como "la guerra
de las lechugas". Eran condiciones mínimas, necesarias, para que la gente
no muriera de hambre en el campo andaluz.
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