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miércoles, 18 de junio de 2025

 



Spanish Revolution


LUIS ARGÜELLO Y LA VUELTA DEL MITRAZO A LA POLÍTICA

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha dinamitado la falsa neutralidad de la Iglesia católica en la vida política del Estado. No es una declaración espiritual. Es una consigna electoral. No es una opinión pastoral. Es un acto de campaña. Con sotana, con púlpito y con Santiago Abascal a su lado.

En una entrevista publicada este domingo en ABC, Argüello pidió de forma explícita elecciones anticipadas, alegando un supuesto “bloqueo institucional” tras el escándalo del caso Cerdán. Horas después, acudió a un acto con Abascal y Miguel Ángel Quintana Paz, el ideólogo oficial del posfranquismo gourmet, para presentar su nuevo libro en la sede de la Fundación Pablo VI. Allí repitió, sin matices, los dogmas de la “batalla cultural”: que la fe no es suficiente, que hay que conquistar el espacio público, que hay que politizar el alma.

No es un desliz. Es doctrina. Y tiene nombre propio: ISEEP, el think tank vinculado a Vox del que Argüello no solo es simpatizante, sino profesor titular. Y donde este verano se celebrarán cursos clausurados por el cardenal Müller, el gran antagonista del papa Francisco y de cualquier intento de teología social o apertura ecuménica.

No estamos ante un giro ideológico, sino ante una reconfiguración estratégica del catolicismo español, que ha dejado de replegarse para convertirse en actor explícito del bloque reaccionario. Como en Polonia, como en Hungría, como en Estados Unidos. Lo llaman libertad religiosa, pero es la vieja cruzada.

⚖️ Mientras tanto, el mismo Argüello que pide a Sánchez rendir cuentas por los escándalos del PSOE fue el que calló ante los abusos sexuales del clero, guardó silencio ante las terapias de conversión, y se escondió cuando se le preguntó por el derecho al aborto o la violencia machista. Eso sí: cuando la ministra de Igualdad pidió una reunión para abordar estos temas, la respuesta fue un portazo. Porque, al parecer, el Estado no puede tocar la doctrina… pero la Iglesia sí puede dictar la agenda política.

Desde el propio seno del episcopado hay quien teme que la Comisión Permanente de la CEE, reunida esta semana, imponga un comunicado oficial pidiendo elecciones. Una intervención sin precedentes en democracia. Y que volvería a abrir los debates incómodos que la Iglesia prefería no reavivar: los beneficios fiscales, los conciertos educativos, la financiación pública y, por supuesto, la cruz franquista de Cuelgamuros.

 Lo que ha hecho Argüello es poner a la Iglesia a disposición del bloque ultra, y a sí mismo como su capellán. Una suerte de cardenal Richelieu de las cruzadas posmodernas, que usa a Dios como coartada para blindar privilegios, atacar derechos y desgastar a un gobierno elegido democráticamente.

Desde Cristianos Socialistas, se le recuerda que su “pronunciamiento de parte” no solo es impropio de su función, sino también una muestra de doble moral: duro con lo civil, tibio con lo clerical. Intrépido ante el gobierno, cobarde ante la propia casa.

Hay una España que no teme al infierno porque ya conoce sus delegaciones en la tierra. Y las ve ahora, otra vez, en los púlpitos reconvertidos en atriles, en las homilías transformadas en editoriales, en los rosarios que repican al ritmo de la consigna reaccionaria.

La cruz como peineta. La sotana como esmoquin electoral. El catecismo como panfleto.

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