El Camino de las Ratas: las rutas secretas del exilio nazi
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, mientras Europa intentaba reconstruirse entre ruinas, muchos líderes, funcionarios y colaboradores del régimen nazi lograron escapar de la justicia. Lo hicieron a través de una compleja red de rutas clandestinas conocida como el Camino de las Ratas.
Estas rutas se extendían desde Alemania y Austria, atravesaban los Alpes y llegaban hasta puertos seguros en el sur de Europa. Desde allí, los fugitivos partían hacia Sudamérica —principalmente Argentina, Chile y Paraguay—, donde algunos gobiernos ofrecieron asilo o permitieron su entrada bajo identidades falsas.
Varios de estos itinerarios contaron con el apoyo de organizaciones humanitarias y religiosas que, bajo el argumento de ayudar a refugiados de guerra, facilitaron documentos de la Cruz Roja y transporte hacia América. Uno de los nombres más conocidos es el del monseñor Alois Hudal, un sacerdote austriaco residente en Roma, quien reconoció públicamente haber ayudado a alemanes y austríacos a huir, alegando razones humanitarias y políticas.
Entre los fugitivos más notorios que se beneficiaron de estas redes se encuentran Adolf Eichmann, responsable de la logística del Holocausto, y Josef Mengele, médico de Auschwitz. Ambos vivieron durante años en América del Sur antes de ser descubiertos o identificados.
El Camino de las Ratas sigue siendo un episodio controvertido de la posguerra, en el que se entrelazan la geopolítica, la religión, la justicia y la memoria. Representa uno de los capítulos menos claros del siglo XX: la fuga de quienes marcaron una de las páginas más oscuras de la historia moderna.
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