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sábado, 18 de junio de 2016

"El Gran Wyoming"




"Me encantaría que ganara Podemos solo por ver la cara de esta gente"
"El centro lo ha ocupado una derecha que ellos llaman moderada y no lo es. Es una derecha radical en estas cosas, operan en la impunidad en la que han crecido, en la que vivieron sus padres", dice El Gran Wyoming
"¿Querían que entraran en política? Pues ya han entrado. Ahora les van a oír. Y se van a cagar. Ya te lo digo yo: no les va a gustar nada lo que van a oír"
"Hacían falta medidas de choque reales para paliar la situación de angustia que vive la sociedad. No se ha hecho nada de eso. Los partidos de izquierda y de centro izquierda, como el PSOE, han hecho una absoluta dejación de funciones"
eldiario.es
A José Miguel Monzón (Madrid, 1955), más conocido como El Gran Wyoming, le tocó vivir el final de la dictadura, las esperanzas y las desilusiones de la Transición y el 15-M. No es el personaje chistoso que representa en El Intermedio desde hace más de diez años, aunque es rápido y brillante, sino un tipo comprometido que no rehúye la respuesta. Es claro, directo. Acaba de producir un documental titulado No estamos solos dirigido por Pere Ventura. Es un viaje a las tripas de los movimientos sociales que han puesto patas arriba la quietud del sistema y que ahora amenazan con levantar alfombras y moquetas, con destapar las miserias de una forma de hacer política que se olvidó del ciudadano.
Todas las encuestas indican que el PP va a ganar las elecciones. ¿De quién es la culpa? ¿De la oposición que no sabe mostrarse como alternativa? ¿De los españoles que no sabemos leer los periódicos? ¿De los periódicos que no cuentan lo que pasa? 
No es culpa de nadie, es una herencia: España fue el único país en el que ganó el fascismo. En Alemania fue derrotado; en Italia fue derrotado. Aquí ganó y estuvo 40 años. Vivimos bajo el mito de que en el 20 de noviembre de 1975 murieron Franco y 40 millones de franquistas. No sucedió tal cosa: solo murió Franco. Había una sociología del franquismo que estaba ahí y en cuanto se ha pasado la mala conciencia o la mala imagen, se ha manifestado. Aznar fue de los primeros en proclamar su orgullo ser de derechas. La derecha estaba asociada al fascismo, al franquismo. Aznar les dijo que estaba vinculada a la democracia y la libertad. El PP como empresa estaría acabada, habría que venderla. Según me contó Belén Barreiro, que fue directora del CIS, hay un dato que nunca dicen, y que es importante: por debajo de 35 años no tienen prácticamente a nadie. No tienen futuro, son algo del pasado. De ahí el éxito de Ciudadanos: a muchos se les hace cuesta arriba votar a Rajoy y a Esperanza Aguirre. Para los de 35 años y menos, Ciudadanos les ofrece una alternativa.

Los nuevos medios digitales publican escándalos, los Papeles de la Castellana o los presuntos manejos del marido de Esperanza Aguirre con las subvenciones, y ni siquiera dan explicaciones. ¿Qué hacemos mal los periodistas?
Aquí nunca hemos tenido una derecha normal, que sea derecha sin más. O un centro. El centro lo ha ocupado una derecha que ellos llaman moderada y no lo es. Es una derecha radical en estas cosas, operan en la impunidad en la que han crecido, en la que vivieron sus padres. Esta es la realidad. Todos tienen ancestros en el Antiguo Régimen. Es una dinastía. Aznar, Aguirre, Rato… Todos ellos vienen de ahí. Esperanza Aguirre no entiende por qué tiene que dar explicaciones. No es que las dé o no, que no las va a dar, lo que no entiende es por qué tiene que dar explicaciones a un mindungui de periodista.
Una vez estábamos viendo un reportaje de un acto de Esperanza Aguirre en el que se suponía no tenía que haber periodistas. Por la circunstancia que fuera, los de Telemadrid se habían enterado y ahí estaban. Ella se fue a por ellos y dijo de muy malos modos, como tienen la costumbre de hablar al servicio: “¿Qué hacéis aquí? ¿Quién os ha mandado?”. No entiende que los pagamos nosotros, que están ahí para informar y que la información es un derecho. Ella se dirige a los periodistas como a unos empleados a los que les monta un pollo. ¿Cómo va a dar explicaciones? Es como si la chacha le preguntara dónde va usted a estas horas.
En las elecciones del 20D, Ciudadanos parecía una derecha europea, menos en el asunto de la memoria histórica. Marcaba diferencias con el PP. Ahora parece que se han liado. ¿Le han defraudado?
Bueno, esto es como todo: para tomar cerveza, vale cualquiera. En los momentos complicados es cuando se ve al personal. Les ha pasado con esto, con los malos tratos a la mujer, y les pasará con el aborto en cuanto se profundice un poco. A mí no me defraudan: siempre he estado seguro de que era así [risas]. Estoy seguro de que estos señores han venido a apuntalar al PP. Siempre han querido hacer un trío con Pedro Sánchez (porque hace falta); siempre han dicho que no se puede dejar fuera al PP, que tienen no sé cuántos millones de votos, pero dejan fuera a Podemos, que tiene cinco millones de votos. Con Podemos lo tienen muy claro por una cuestión ideológica; con el PP no tienen ningún problema ideológico.
¿Cree que alguno de los dos bloques llegará a 170 diputados, lo que les permitiría gobernar con el apoyo del PNV, o se repetirá el escenario de diciembre?
No haría falta, se puede gobernar en minoría. Vivimos en un régimen parlamentario, lo que cuenta son los diputados. Para echar por tierra la LOMCE, no hace falta tener un Gobierno en mayoría; se propone y se vota en el Parlamento. Esto lo sabe Sánchez pero no le interesa contarlo. Si quiere derogar, como dice, la reforma laboral, se propone y se vota. No hace falta tener una mayoría previa en el Gobierno. Si se quiere derogar la Ley Mordaza, se propone, se vota y también se deroga porque ahí hay una mayoría tremenda. No hace falta llegar a grandes consensos para un Gobierno de coalición. Se puede gobernar en minoría; se aprobarán unas leyes y otras no.
Una de las claves de las nuevas elecciones será la participación. ¿Ve a su entorno cansado, con la misma ilusión? 
Bueno, al entorno en general se le ha cansado previamente; se le ha dicho una y mil veces que repetir las elecciones era un fracaso. Bueno, ¿no hablamos de que esto es la fiesta de la democracia? ¿Quién tiene problemas en repetir una fiesta? Lo que se le está diciendo a la gente es que se abstengan, que esto es un coñazo, que el resultado va a ser el mismo, que si no han sido capaces una vez para qué repetir, que habría que haber buscado una solución. A la gente la están cansando. Los sondeos indican que la abstención va a favorecer al Partido Popular porque los del PP ni se abstienen ni se abstendrán. Si tienen que sacar otra vez a las monjas, las sacarán. Mi padre votaba al PP y le costaba Dios y ayuda que mi madre votara porque tenía demencia senil. Mi padre era mayor, tenía dificultades para moverse, pero iba a votar. Además iba con dos votos; conseguía un certificado médico, se iba a un notario, levantaba un acta de no sé qué. ¡Por un voto!

Felipe VI, un rey por cojones y por los cojones.

18-6-16
Público
Luis Gonzalo Segura

Se cumplen dos años de la coronación de Felipe VI (19 de junio) y casi nada ha cambiado. Seguro que muchos de los que se hacen llamar periodistas se dedicarán a ensalzar la imagen de “El Preparado” casi tanto como lo hicieron con “El Campechano”. Esperemos que la cruda realidad no les deje en el mismo lugar que a los que durante décadas nos engañaron, que no sean los Cebrianes de turno que luego aparecen vinculados a Panamá.

Dejando a un lado la indefendibilidad intelectual de una monarquía en un sistema democrático, la realidad es que la Casa Real ha hecho muy poco, desde un punto de vista objetivo, por adaptar su institución a los mínimos requisitos exigibles en una democracia.

Un rey por los cojones: coronación machista
Un rey que no fuera machista jamás habría ascendido al trono por encima de una hermana mayor (dos) y un país que no lo fuera tampoco lo habría permitido. Aunque nuestra sociedad hace tiempo que ha redoblado esfuerzos para terminar con esta lacra, poco parece haberle importado a Felipe. Quería reinar y nada ni nadie se lo ha impedido, ambición que recuerda a la de su padre cuando pasó por encima de Juan de Borbón.

Por desgracia, ejemplos tan machistas como el de la coronación suponen una falta de legitimación considerable. Los partidos políticos se esfuerzan en las listas cremallera o en la paridad, los medios de comunicación denuncian las diferencias salariales entre hombres y mujeres y las grandes personalidades se apuntan a campañas de concienciación. Sin embargo, todos enmudecen ante el caso de Felipe VI y su coronación machista. Parece que para alguno las hermanas mayores del rey ni existen. ¿Qué legitimidad puede tener el rey, la reina o cualquier miembro de la Casa Real para posicionarse en contra del machismo si son los primeros en practicarlo? Ninguna.

Un rey por cojones: sin consulta popular 
El monarca, al igual que su padre y antepasados, no parece muy demócrata. Hay muchos que afirman que no “borbonea”, como si fuera suficiente muestra de valores democráticos que no participe de un golpe de estado o conspire contra el presidente. Pienso que nos conformamos con muy poco.

Se deberían haber emprendido dos reformas que adecuarían la existencia de la monarquía, si ello es posible, a una democracia moderna (que no somos). Las medidas son evidentes: referéndum previo a la coronación y posibilidad de revocación. De esta forma, se conseguiría que el reinado estuviera subordinado a los ciudadanos. Si la soberanía emana del pueblo, tendrá que ser este el que decida qué gobierno prefiere, qué rey o reina desea que ostente la corona y hasta qué momento quiere que esto suceda. Parece que lo de la subordinación y la soberanía popular no son valores del gusto de la realeza.

Un rey con privilegios anacrónicos
Sin ningún género de dudas, convertir al rey en un ciudadano más a efectos jurídicos debería ser una prioridad de los partidos políticos, los ciudadanos y los medios de comunicación. De momento no está en la agenda. Llegados a esta situación, si alguien debería ser el primero en dar ejemplo y terminar con la inviolabilidad jurídica tendría que ser el propio Felipe. El rey no es que esté aforado, es que es inviolable jurídicamente hablando. Resulta muy grotesco que en un país democrático uno de sus ciudadanos pueda legalmente atentar contra todos y todo y salir indemne de semejante crimen. Algunos dirán que no pasará, pero por desgracia ahí está el comportamiento de Juan Carlos I durante su reinado.

Puede que uno de los motivos para que se mantenga este privilegio sea que si el rey emérito pudiera ser juzgado tendría muchas dificultades para evitar la cárcel
Un rey con un salario desorbitado
En lo salarial el rey no es ejemplar. Un país en el que un tercio de los ciudadanos gana menos de 650 euros no parece el mejor escenario para el salario real (236.544 euros). Somos muchos los que reclamamos una mejor redistribución de rentas y quién mejor que el rey para aplicar medidas en este sentido. El problema es que para ello se requiere ejemplaridad y cuando se habla de dinero (y de otras cuestiones) en la Casa del Rey, la ejemplaridad ni está ni se la espera.

No es en ningún caso procedente, menos aún en mitad de una de las mayores crisis que se recuerdan, ganar casi el cuádruple que el presidente del Gobierno y que diversos miembros de su familia sumen salarios superiores a los de este (el rey emérito, 189.228 euros, la reina emérita, 106.452 euros, o la reina, 130.092 euros). Entre los cuatro salarios reales (662.316 euros) multiplican por más de siete lo que recibe la familia presidencial. No está mal. Podrían haber rebajado su salario hasta el nivel del presidente del Gobierno y haber eliminado el resto de salarios, dejando en todo caso el salario del rey emérito (equiparándole al de los expresidentes de Gobierno). Ni que decir tiene que comprobar que los reyes ganan más que las reinas es de bastante mal gusto después de la reclamación que tantas mujeres hacen en cuanto a equiparación salarial.

Otro punto que resulta bastante anacrónico es que sea el propio rey el que se suba o baje el sueldo.

Un rey jefe de las Fuerzas Armadas: otro anacronismo real
No es solo una cuestión de seguir teniendo a un rey como Jefe de las Fuerzas Armadas, que también. Lo peor de todo es que en estos dos años de reinado no ha instado a un cambio profundo del mundo militar (justicia militar, órganos de control, macrocefalia o excedente de oficiales, despilfarro y corrupción, abusos y acosos, precariedad laboral y despido de la tropa, abandono de los discapacitados, etc.). No ha tenido ni una palabra para los militares heridos o discapacitados que reclaman pensiones y/o justicia, no ha compartido un gesto con aquellos militares que son enviados al desempleo, no ha exigido el fin del excedente de oficiales que ya se dibujaban a la perfección en los relatos literarios del siglo XX y tampoco ha creído oportuno abanderar la lucha contra una corrupción militar que hasta Santiago Ramón y Cajal describió a finales del siglo XIX
Un rey compi-yogui
Por desgracia, hay pocos cambios destacables salvo que el rey actual no es amigo de Villar Mir como lo fue el emérito, sino de su yerno… y que el nuevo monarca es más del gusto del yoga que de los elefantes, blancos y cazados. Cosas de compi-yoguis que la plebe y los medios de “mierda” (tal y como afirmó Letizia, La Republicana) no estamos preparados para entender.
 Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.


El voto indeciso (El analfabeto político)


Vampiros y Mafias


Filmoteca


27J


¡Viva la Virgen del Rocío!


Otra "Ultima cena"


Alberto Rivera, un repelente camaleón que cambia constantemente de piel.

Rivera, el camaleón que sueña con permanecer en primera división
Al líder de Ciudadanos le ha costado 10 años llegar a pisar el Congreso. Vendiéndose como el único capaz de mudar su piel para llegar a acuerdos a uno y otro lado de la Cámara, pelea por mantener su cuarto puesto y seguir en el pódium político español. 
Público
16-6-16
PAULA DÍAZ
MADRID.- A Albert Rivera (Barcelona, 1979) le ha costado diez años llegar a ocupar un escaño en el Congreso. Diez años de batallas internas en Ciudadanos, pactos fallidos con otras formaciones, un número incontable de citas en las urnas y hasta un cambio de imagen que incluye un (misterioso) crecimiento de pelo.

El presidente de los naranjas ha cambiado el michelín de aquel famoso cartel en el que se mostró desnudo ante el mundo por un cuerpo atlético más propio del deportista que es. Pero, si algo ha permanecido inamovible en este tiempo es
su capacidad camaleónica para adaptarse al entorno que le rodea, girando a izquierda o derecha según convenga, que para algo es el representante del "centro".

Esa estrategia no le dio grandes resultados hasta hace un par de años pero, en vista de sus últimos éxitos, ha decidido seguir mudando de piel para mantenerse, al menos, en el cuarto puesto del pódium político que alcanzó -por fin- el pasado 20 de diciembre, cuando consiguió 40 diputados en el Congreso.
La ambigüedad ha permitido a C's pactar gobiernos con el PP en Madrid, con el PSOE en Andalucía y hasta votar con Podemos en algunas ocasiones. ¿Qué hará el 26-J? Ni una cosa ni la otra o, tal vez, las dos o ninguna. Pero en ese misterio radica su victoria: el objetivo es arañar el voto descontento a uno y otro lado de la Cámara para mantenerse, aun sin ser decisivo, en la primera división. "Es más importante ser útil que ser importante", repite a menudo a modo de auto-consuelo.
Pero las dicotomías no son propias sólo de la vida política de Rivera, sino que forman parte de su ser. De padre catalán y madre andaluza, Rivera es un "liberal de centroizquierda";un 'pijo' sin corbata; tímido, pero ególatra; soñador aunque rechaza la 'ciencia-ficción'; un antitaurino que en su día salió a hombros de la plaza de la Monumental de Barcelona. Sólo hay una característica contundente en él que le define en cada discurso: su antiindependentismo
.
Rivera fue elegido presidente de Ciudadanos por llamarse Albert: fue el orden alfabético del nombre de pila y no del apellido el criterio
Esa es, precisamente, la cualidad principal por la que surgió Ciudadanos, la única en la que estaban de acuerdo los 15 intelectuales que 'parieron' el partido en 2005 y que procedían de ambos bandos del bipartidismo. En función de la documentación que se maneje, C's habría nacido como descontento con un PSC que se había echado en manos del independentismo de ERC o bien, como reacción a un PP que hablaba catalán en la intimidad con CiU. 
La propia cúpula del partido estaba tan dividida en aquel entonces que tardó en ponerse de acuerdo para elegir presidente y secretario general de la formación. Había dos listas candidatas. ¿Cuál eligió el joven Rivera que hasta entonces había votado al PP, PSC y hasta a CiU en distintas ocasiones? Ni a papá ni a mamá. Las dos. Y la dirección del partido le cayó encima porque el destino (y quien hoy es una de sus manos derechas, José Manuel Villegas) quiso que el presidente fuera elegido por orden alfabético en función del nombre y no del apellido. Corría el año 2006 y el hoy todopoderoso líder de Ciudadanos contaba sólo 26 primaveras. 

Pedro Sánchez debería jugar al Tiki-Taka en lugar del Catenaccio.

Público
17-6-16
Carlos Huerga
Tras el debate a cuatro del pasado lunes, no hay un consenso general sobre quién ha sido el ganador, pero sí sobre quién ha quedado más tocado: Pedro Sánchez. Atacar a Podemos por no sumarse a su pacto con Ciudadanos y mostrarse como alternativa a Rajoy no fue una estrategia creíble, ha debilitado la figura de Sánchez y hace pensar que mantener este guion durante el resto de la campaña es un error.

Pero, ¿por qué en el PSOE han optado por esta estrategia?

En el 20D, el PSOE perdió un porcentaje importante de votos que se fueron, principalmente, a Podemos. Para el 26J, en lugar de preocuparse por recuperarlos ilusionando y convenciendo con sus ideas, han optado por asentar a los que les fueron fieles y votaron al PSOE. Con este objetivo, buscan la confrontación con Podemos y alimentan el rencor que las bases socialistas pueden tener por la formación morada y por su líder, Pablo Iglesias. Dicho de otra manera, el PSOE ha decidido que en esta campaña va a jugar al “catenaccio” y esto puede ser demoledor para el futuro tanto de Sánchez como para el del partido socialista.

El catenaccio es una estrategia que puede funcionar si estás dispuesto a defender constantemente y a dar todas las patadas que sean necesarias para mantener tu portería a cero. Si consigues esto y tienes un delantero rápido y ágil que en un contraataque sea capaz de marcar un gol, puedes ganar el partido. Pero ni el PSOE comienza el partido con el marcador a cero, ni Pedro Sánchez (ni nadie de su equipo) es capaz de despuntar y marcar al contrario.

El PSOE empieza el partido perdiendo: un alto porcentaje de ciudadanos les ven como responsables de la repetición de elecciones. Además, la nueva marca “Unidos Podemos” les ha desplazado al tercer puesto en las encuestas (tanto en número de votos como en diputados). Con este escenario, enrocarte en convencer solo a la gente que te ha sido fiel significa que te vas a poner a defender en un partido que ya vas perdiendo.

Pero esta no es la única debilidad de la estrategia.

Tras el debate, el PSOE ha intentado dos contraataques. El primero, el de Jordi Sevilla, diciendo que hay que permitir la investidura del candidato que reúna más apoyo del parlamento. Según las encuestas, Jordi Sevilla está diciendo que el PSOE va a apoyar la formación de un Gobierno del PP. Esto, más que afianzar a sus bases, podría romper el partido.

El segundo contraataque, y marcado por la mala repercusión del primero, fue el de Pedro Sánchez diciendo que “no va a haber ni gran coalición ni Iglesias va a ser Presidente del Gobierno”. Esto sería útil si Sánchez y el PSOE fuesen una opción creíble de gobierno, pero en el escenario actual, con un probable tercer puesto en las elecciones y el fracaso en las pasadas negociaciones, simplemente, no lo son. Así, estas declaraciones, más que un argumento para votar al PSOE, parecen un canto a la alegría.

Si en vez de jugar al catenaccio, optaran por jugar al tiki-taka y fuesen capaces de volver a ilusionar a su electorado natural, podrían obtener un mejor resultado. Pero de seguir con la estrategia italiana, el escenario al que se enfrenta el PSOE para el 26J puede ser uno de los peores de su larga historia, el de convertirse en un partido irrelevante para la política española.