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viernes, 6 de enero de 2017

Muere el prisionero 4.100 de Mauthausen, José Alcubierre

Muere José Alcubierre, el niño prisionero de Mauthausen


El deportado barcelonés falleció este jueves en la localidad francesa de Angulema a los 90 años de edad
Permaneció cerca de cinco años en el campo de concentración nazi de Mauthausen en el que asesinaron a su padre
El pasado año se le otorgó la Legión de Honor francesa, pero nunca recibió el reconocimiento del Estado español
Eldiaro.es
6-1-17
Una de las primeras cosas que hacía José Alcubierre cuando alguien le preguntaba por su terrible pasado era desabrocharse el botón del cuello de la camisa. Sus arrugadas pero firmes manos buceaban bajo su barbilla hasta dejar al descubierto una fina cadena de la que pendía un pequeño triángulo dorado: “Lo llevo siempre colgado del cuello —decía con la voz quebrada por la emoción—. Tiene grabados dos números: el 4.218, el número de prisionero que mi padre tenía en Mauthausen, y el 4100 que era el mío”.

Miguel Alcubierre fue asesinado por los nazis en marzo de 1941; su hijo José pasó cerca de cinco años encerrado entre las alambradas de ese siniestro campo de concentración alemán. Consiguió sobrevivir, pero durante el resto de su larga vida siempre arrastró un intenso dolor por todo lo que vio y sufrió; y muy especialmente por no haber podido hacer nada para salvar a Miguel. Este jueves, en el mismo momento en que comenzaba la noche más mágica del año, José falleció en la localidad francesa de Angulema y pudo, por fin, seguir los pasos de su padre.

Deportado a un campo nazi con 14 años

Nacido en Barcelona en el seno de una familia republicana, José Alcubierre solo tenía 10 años cuando se produjo la sublevación fascista. Durante la guerra perdió a uno de sus hermanos en el frente de Aragón, al tiempo que otro de ellos ocupaba un puesto de responsabilidad en la Generalitat de Cataluña.
En febrero de 1939, ante el ya imparable avance de las tropas franquistas, José y sus padres huyeron a Francia. Allí fueron recluidos primero en el campo de refugiados de La Combe Aux Loups y, finalmente, en Les Alliers, un recinto situado junto a la localidad de Angulema. Fue en este lugar donde les sorprendió la invasión alemana y en el que comenzó su viaje hacia el infierno.

El 20 de agosto de 1940, los soldados nazis obligaron a los habitantes del campo a subir a los vagones de ganado de un tren que les condujo hasta Mauthausen. “No sabíamos adónde nos llevaban —relataba Alcubierre—. Algunos decían que a Noruega, otros a Alemania... Hoy día lo puedo decir: si hubiésemos sabido lo que íbamos a sufrir, muchos nos habríamos tirado del tren o hubiéramos intentado escapar. Lamentablemente no lo sabíamos y no lo hicimos”.

Después de cuatro interminables días, el convoy cargado con 927 españoles se detuvo en la estación de un pequeño pueblo austriaco llamado Mauthausen. Las mujeres y los niños menores de 13 años permanecieron en el tren, mientras los SS obligaban a bajar al resto de los pasajeros. Entre ellos estaba José Alcubierre y su padre Miguel: “Empezaron las mujeres a chillar: ¡Mi marido! ¡Mi hijo! Aún parece que estoy oyendo los gritos de las mujeres, entre ellas mi madre”, recordaba, con lágrimas en los ojos, 75 años después de aquel dramático momento.
Padre e hijo pasaron juntos sus cinco primeros meses de cautiverio. A sus 14 años, José tuvo que afrontar una doble tortura: la que padecía en sus propias carnes y la que le provocaba contemplar las penurias y los malos tratos que sufría Miguel: “Yo tenía una admiración especial por mi padre. Esos meses junto a él fueron los más duros, moralmente fueron los peores. Yo le veía cada día subir de la cantera agotado, con la edad que tenía... Y cuando llovía le veía empapado, calado hasta los huesos…”.

José recordaba con especial angustia el día en que el hambre le empujó a hacer algo de lo que se arrepentiría el resto de su vida: “Una mañana viene mi padre y me da un pañuelo en el que estaba envuelto un pedacito de pan. Yo le dije: «Papá, ¿no has comido tu pan?»; y me dijo: «Cómetelo tú y ya está bien». Traté de replicarle pero insistió: «¡Cómetelo!». Yo no sé si por obedecer o porque tenía hambre me comí su pan. Yo, su hijo, me comí su pan”.

 Héroe olvidado por su patria
El 24 de enero de 1941 Miguel Alcubierre fue seleccionado por los SS para ir a Gusen, un subcampo situado a cinco kilómetros que acabaría siendo conocido como El Matadero: “Me tiré a él. Nos agarramos los dos, nos estrechamos muy fuerte. Y cuando vi que dos SS venían a por mí, me dijo: «Cuídate mucho, mi hijo». Yo le contesté: «¡No! ¡Cuídate tú papá!» Y se marchó, lo vi marchar... se acabó. Y nunca más vi a mi padre”.

Solo dos meses después, Miguel fue apaleado hasta la muerte. José tuvo la suerte de su lado y, sobre todo, la fortaleza que le daba su juventud. Los años pasaron y se cobraron la vida de cerca de 5.000 españoles solo en Mauthausen. En los momentos finales de la guerra, el joven Alcubierre participó en una operación secreta, liderada por el prisionero catalán Francesc Boix, para sacar del campo las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS. Jesús Grau, Jacinto Cortés y José Alcubierre, tres deportados españoles, se jugaron la vida para poner a buen recaudo decenas de negativos y copias. Tras la guerra, esas fotografías serían exhibidas en Núremberg, durante el juicio a que fueron sometidos los principales dirigentes del III Reich.

Tras la liberación, José regresó al lugar en que comenzó su pesadilla: Angulema. Allí rehízo su vida, se casó y formó una gran familia. Durante siete décadas recibió diversos reconocimientos y reparaciones por parte de Francia y Alemania. El último de ellos fue, a la vez, el más importante: en marzo del pasado año fue declarado Caballero de la Legión de Honor francesa. Un título que recibió con una sensación agridulce, porque ponía aún más en evidencia el olvido al que le había sometido su patria. España le ignoró a él, a su padre y los más de 9.300 españoles y españolas deportados a los campos nazis. Hombres y mujeres que son considerados héroes en toda Europa y que permanecen enterrados en nuestro país bajo un manto de desmemoria. Si algún día se corrige esta manifiesta injusticia, puede que no haya ni un solo superviviente para disfrutarlo. Ayer, después de 70 años, José Alcubierre se cansó de esperar el reconocimiento de su querida España.





España cañí


¡Feliz Año Nuevo 2.017!



¡Los Reyes Magos!


¡Qué putada! ¡Ahora resulta que los Reyes Magos son los papás!

miércoles, 4 de enero de 2017

El crimen del Padre Amaro




ClicClic
https://vimeo.com/156306429



Título original
El crimen del padre Amaro
Año
Duración
118 min.
País
México México
Director
Guión
Vicente Leñero (Novela: Eça de Queiroz)
Música
Rosino Serrano
Fotografía
Guillermo Granillo
Reparto
,
Productora
Coproducción México-España-Francia-Argentina; Alameda Films / Artcam International / Blu Films
Género
Drama | Religión
Web oficial
http://www.elcrimendelpadreamaro.com/
Sinopsis
Amaro, un joven de 24 años recién ordenado sacerdote, llega a la parroquia del pequeño pueblo mexicano de Los Reyes para auxiliar en los servicios del templo al padre Benito. En el pueblo, el padre Amaro conoce a Amelia, una hermosa muchacha de 16 años. Poco a poco, el joven sacerdote se va dando cuenta de cosas que suceden en el pueblo relacionadas con los narcos de la región, encabezados por El Chato Aguilar. (FILMAFFINITY)
Premios
2002: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa
2002: Nominada al Globo de Oro: Mejor película de habla no inglesa
2002: Nominada al Goya: Mejor Película Extranjera de Habla Hispana
2002: Premios Ariel: 9 premios, incluyendo mejor película y director. 13
nominaciones
2002: Festival de San Sebastián: Sección oficial largometrajes a concurso
Críticas
  • Nominada al Oscar a la mejor película extranjera, obtuvo buenas críticas en todo el mundo. Además, el estreno del film en México despertó las iras de las organizaciones más ultraconservadoras de la derecha radical por el argumento de la película, crítico con la Iglesia. Basada en una novela escrita en 1875 por Eça de Queiroz.

Firma la petición de destitución de Federico Trillo: ¡El indeseable!

Foto selección

Foto: Luis Viadel

Las tetas de San Fermin


España cañí


Anatomía de una rata

Anatomía de una rata
Público
Juan Carlos Escudier
04/01/2017
Nada podía hacer sospechar a Federico Trillo que la paz de sus paseos por Belgravia, el barrio de los muy ricos de Londres, donde en tiempos se podía coincidir con Margareth Thatcher y si se tenía mucha suerte con Elle Macpherson, iba a verse interrumpida por los fantasmas de los 62 militares del Yak 42, a los que no es fácil ahuyentar por mucha misa diaria que uno se trague en el Bromton Oratory o en la mismísima catedral de Westminster como acostumbra nuestro supernumerario embajador. Y es que era difícil prever que desde el cementerio de elefantes que es el Consejo de Estado surgiera un informe que denunciara 13 años después lo que era una evidencia antigua: que estuvo en manos del Ministerio de Defensa evitar sus muertes y el calvario de unas familias con las que nunca se hizo justicia.

Trillo, al que se recordaba en sus intervenciones parlamentarias siendo el azote de la corrupción socialista rodeado de gruesos tomos de jurisprudencia, pasaba por ser una rata de biblioteca cuando en realidad lo de la biblioteca le venía grande. Tras el accidente de Trebzon, cualquiera en su lugar habría dimitido y, tras pedir perdón, hubiera permanecido escondido bajo las piedras el resto de sus días. Pero Trillo no era cualquiera. A la ineptitud de permitir que los militares españoles viajaran en un ataúd con alas sumó después la indignidad de permitir un macabro reparto de sus restos a la carta más alta y más tarde la cobardía de descargar en varios mandos militares su propia responsabilidad. Si la conciencia le ha permitido proseguir adelante con sus enjuagues y hasta pasar por diplomático es porque, sencillamente, carece de ella.

El señor embajador, del que ahora todos piden su destitución cuando nunca debieron pasar por el aro de su nombramiento, encaja en algunas de las definiciones de miserable del diccionario de la Real Academia. Reprobado por el Parlamento, justificó su impunidad con el argumento de que las actuaciones de un Gobierno saliente no son revisables porque al perder las elecciones quedan sustanciadas sus responsabilidades políticas. A partir de ahí se convirtió en el confesor del PP, algo para lo que sin duda estaba preparado, y se hizo imprescindible como coordinador de la defensa de los implicados en la trama Gürtel.

Nunca se había visto que el portavoz de Justicia de un partido facturara a ese mismo partido desde su despacho de abogado, pero convencer a Camps de que dimitiera de la presidencia de la Generalitat por sus trajes a medida no tenía precio aunque Trillo se lo puso con el IVA correspondiente. Tampoco se había visto que un diputado pudiera forrarse como comisionista de una empresa de parques eólicos -una actividad que pronto se puso de moda entre sus colegas de escaño- por unos supuestos asesoramientos a los que la Justicia sigue la pista con su lentitud acostumbrada.

A Trillo había que recompensarle con un exilio dorado. Y tras descartarse la embajada en Washington, Margallo, que prometió que se había acabado aquello de mandar a los amigos al extranjero y que las legaciones serían ocupadas por diplomáticos de carrera o excepcionalmente por “personas extraordinarias”, le concedió la de Londres, misión para que la hubo de tomar clases intensivas de inglés. Se supo entonces que el supuesto especialista en Shakespeare siempre lo había leído en la lengua de Cervantes. Manda huevos.

Desde entonces, el extraordinario Federico ha vivido como un marajá, sobre todo desde que pudo contratar a un mayordomo que repartiera el Ferrero Rocher en las recepciones. Para que la felicidad fuera completa, sólo le faltó colocar a su niña como responsable de Turismo de la propia embajada tal y como pretendía, pero la vida a veces es cruel y tiene esos contratiempos.

Sin siquiera presentirlo, a la vuelta de la esquina se ha topado con un pasado que es más difícil de enterrar que unos restos calcinados repartidos entre decenas de ataúdes, cerrados bajo siete llaves para que los familiares de los difuntos no pudieran percatarse de que rezaban a otros muertos. Vuelve inopinadamente y de nada sirve comprar silencios con esa caja B del partido, que tan bien conoce Trillo porque de ella salían sus sobresueldos, y que sirvió para pagar la defensa de los militares procesados por el accidente del Yak.

Antes de que el Consejo de Estado invocara a los fantasmas, Trillo se relejaba en Regent’s Park, buscaba libros de viejo en Charing Cross y se permitía viajar al sur de Birmingham para conocer Stratford-upon-Avon, la localidad natal de Shakespeare. No habrá olvidado a Macbeth, su obra preferida, según reconocía en una meliflua entrevista que concedió en diciembre a la British Spanish Society. “¡Que huyan todos! –gritaba Macbeth-. Mientras el bosque de Birnam no venga a Dunsinane, no cederé al miedo”. Pues bien, los árboles ya están en camino, Federico.



¡Feliz Año Nuevo 2.017!



¡Sinvergüenzas mal nacidos!


Ya tenemos dos hijos de puta más en el trullo.

Mafia, prostitutas o pedofilia: lo que Pineda difundió sobre mí
Por RUBÉN SÁNCHEZ 
Público
4-1-17
RUBÉN SÁNCHEZ

Hace años, un tipo comenzó a publicar una serie de relatos sobre la mafia, conmigo de protagonista. Inventó que soy un multimillonario que finge ser el portavoz de una asociación de consumidores que en realidad sirve como tapadera de una organización criminal. Una mafia que extorsiona a bancos y todo tipo de empresas para que paguen cantidades millonarias a cambio de no orquestar campañas de difamación contra ellas. Publicó que participé en una trama de facturas falsas, la de los ERE y la del fraude en los cursos de formación. Y también que soy uno de los responsables de la quiebra de las cajas de ahorro españolas. Como todas estas cosas sabían a poco, incorporó a sus relatos que tengo una banda de sicarios a sueldo dedicados a partir las piernas a quienes se atreven destapar mis actividades mafiosas, que acoso a mujeres, aunque a la vez soy pedófilo y homosexual, aunque intento ocultarlo utilizando como pantalla mi matrimonio con una prostituta… que se acuesta con mi padre.



El tipo que inventó todo eso me convirtió, durante cuatro años, en su enfermiza obsesión. Empapeló ciudades con carteles con mi cara, me dedicó cientos de tuits, portadas y decenas de reportajes en sus periódicos, ordenó enviar dosieres sobre mí a periodistas, empresarios y políticos, encargó a un sindicato que me denunciase en los tribunales y logró que varios medios de comunicación se hicieran eco de sus acusaciones fingiendo que un juez había decidido investigarme. Se llama Luis Pineda. A día de hoy acumula ya tres condenas por difamarme y vive en una celda en el Centro Penitenciario de Soto del Real, donde está ingresado de forma incondicional desde abril de 2016, acusado de un buen número delitos. Los mismos delitos que me imputaba a mí.


Pero para desarrollar todos esas historias, alimentadas todavía hoy a través de perfiles falsos en Twitter, Pineda contaba con la ayuda de una especie de guionista, una mezcla entre el director del Daily Bugle y uno de los villanos de cualquier episodio de Scooby Doo. Se llama Luis Suárez Jordana. Hoy es uno de los imputados en el caso Ausbanc.



Sobre Suárez Jordana pesa una sentencia por la que debe tuitear 10 veces, durante 10 días, que a él también le han condenado por difamarme. Tiene de plazo hasta el 31 de enero para hacerlo o pediremos su ejecución (la ejecución de la sentencia). De momento, dice que no puede cumplirla porque han hackeado su Twitter. Estoy convencido de que Suárez Jordana cree que el hackeo de su cuenta es un magistral giro de guión por el que podrá decirle al juez que es imposible que cumpla la condena. El mismo juez al que Pineda y su abogado acusaron de prevaricación cuando les condenó.


Suárez Jordana tiene una larga lista de acreedores. El tipo acumula cerca de 700.000 euros en embargos. Y en 2015 le condenaron por una estafa inmobiliaria que cometió hace una década. Así que supongo que le contará al juez que tampoco puede pagarme los 10.000 euros con los que tiene que indemnizarme porque han hackeado su cuenta bancaria.

*Rubén Sánchez es portavoz de Facua.


Federico Trillo: ¡Basura!

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La vida 'obra' de Federico Trillo: el enigmático mensaje de Mariano Rajoy, sus declaraciones de renta, su relación con Julieta de Micheo...
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La carta de un general cuyo hijo falleció en el accidente y otros incunables

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