Juan
Carlos I acaba de aflorar 4,3 millones de euros desde Emiratos Árabes
y ni la Fiscalía ni Hacienda han movido un dedo.
¿Tú
sabes lo que pasaría si tú ocultaras eso?
Te
lo contamos en este hilo que va a doler. Mucho.

Según
él, ese dinero no estaba escondido. No.
Lo
habría ganado “legalmente” vendiendo su vida para documentales y
haciendo de comisionista en Emiratos Árabes.
¿Contratos?
¿Facturas? ¿Pruebas?
Cero.
Pero no pasa nada: es el padre del rey.

El
problema es que los técnicos de Hacienda creen que ese dinero es de
años en los que Juan Carlos era residente en España.
Y
si eso se confirma, las regularizaciones anteriores serían nulas.
Y
sí: eso implica delito fiscal agravado.

Hablamos
de millones ocultos.
De
tarjetas regaladas.
De
vuelos privados no declarados.
De
transferencias sospechosas de fundaciones en paraísos fiscales.
Y
aún así, la Fiscalía archivó la querella y el Supremo blindó al
rey.

¿Quién
investiga esto?
Hacienda
no quiere hablar.
La
Fiscalía no responde.
La
Casa Real guarda silencio.
Mientras
tanto, el autónomo que se retrasa en el IVA es perseguido como un
delincuente.

José
Antonio Martín Pallín, exmagistrado del Supremo, lo dijo claro:
“Han
tenido unas tragaderas infinitas. Ni siquiera han preguntado quiénes
eran los prestamistas”.
Lo
tenían fácil. No quisieron.

¿Y
Felipe VI?
¿Sabe
de dónde sacó su padre los millones?
¿Lo
aprueba?
¿Está
cómodo con una institución que protege el fraude mientras exige
“ejemplaridad” a los demás?

Recordemos:
Juan
Carlos I ya había regularizado más de 5 millones.
Pero
lo hizo después de que la Fiscalía le avisara de que estaba siendo
investigado.
Y
si te avisan, no puedes regularizar. Es nulo. Y es delito.

El
problema no es solo el rey.
Es
el sistema que lo protege.
Una
democracia no puede permitir que una familia esté por encima de la
ley mientras exige sacrificios al pueblo.
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