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sábado, 18 de mayo de 2019

SODOMA (Poder y Escándalo en el Vaticano) Capítulo 12


El sociólogo Frederic Martel dice que la homosexualidad "es una mayoría silenciosa" en el Vaticano

EFEBogotá29 abr. 2019 


La homosexualidad es una "mayoría silenciosa" en la Iglesia católica, dijo el periodista y sociólogo francés Frederic Martel en una entrevista con Efe en Bogotá, en donde presentó "Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano", un polémico libro producto de una investigación de más de cuatro años.

"En definitiva la homosexualidad es una mayoría silenciosa en el Vaticano y en los episcopados de América Latina", aseguró el autor que remarcó que está presente "en México, Chile, Cuba y Colombia, y que Brasil tampoco escapa a esa realidad.

Martel, escritor de otros libros como "Global gay", considera en su nueva obra que la Iglesia es "una estructura masivamente homosexualizada" y que su afirmación se sustenta en las averiguaciones que hizo por años.

En esa dirección recuerda que "el texto es resultado de una investigación de más de cuatro años para la que viajé por varios países, más de 30, y para la que entrevisté a cardenales, obispos, sacerdotes, seminaristas y que recorre cinco pontificados".

En esencia, añadió, en el libro se concluye que dentro del catolicismo romano la "corrupción y la hipocresía" son una realidad conocida por muchos pero de la que no se habla.

"Los sacerdotes y cardenales más homosexuales son a los que más les interesa defender el celibato. La posición contra el preservativo o impedir la sexualidad antes del matrimonio se explica también por la cuestión homosexual", remarcó.

Para Martel, el problema de la Iglesia no es que los sacerdotes y otras personalidades sean homosexuales, y lo que critica es "la doble moral".

A renglón seguido explicó que su principal interés en este libro de más de 600 páginas no es arremeter ni destruir la Iglesia, tampoco juzgar a un papa en especial.

"En un concepto más amplio lo que busqué fue hacer un buen libro basado en hechos", en el que muestra "cómo el sexo toma un rol importante en esta organización de poder (el Vaticano) a pesar de que pensemos que debido a los votos de castidad no hay sexo", comentó.

En "Sodoma", Martel dedica el capítulo 13, titulado "La cruzada contra los gais", al fallecido cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, quien fue varios años el presidente del Pontificio Consejo para la Familia y del que dice fue homosexual.

López Trujillo presidió ese dicasterio entre 1990 y 2008, cuando falleció en Roma, lugar en donde el purpurado estuvo sepultado nueve años y luego sus restos fueron llevados a Medellín, en donde reposan, según lo dispuesto por la autoridad eclesial.

Según el sociólogo, tiene confirmación de al menos cuatro fuentes de que López Trujillo "usó los servicios de prostitutos que ciertos sacerdotes le llevaban a Medellín y a Roma".

De López Trujillo también aseguró que fue uno de los que más combatió en Colombia y en otros países la llamada Teología de la Liberación, una doctrina católica que se consolidó en la Conferencia de Medellín de 1968 y que tuvo una fuerte presencia en todo el continente en las décadas siguientes.

En su momento, el cardenal colombiano Rubén Salazar dijo que "todo era una calumnia", al referirse a lo escrito por Martel sobre López Trujillo.

"Lo importante de todo esto es que si queremos cambiar lo que se debe es reconocer la realidad y corregir", concluyó Martel, quien todavía no se explica las razones por las cuales no se había escrito un libro como este si "la homosexualidad en el Vaticano" es una realidad.

Ovidio Castro Medina



                                 SODOMA
                                                                          12

LOS GUARDIAS SUIZOS



Nathanael se encontró con dos problemas en el Vaticano: las chicas y los homosexuales. La escasez de las primeras y la omnipresencia de los segundos.

Conocí a este guardia suizo por casualidad en el Vaticano. Yo estaba un poco perdido en el laberinto de escaleras y me indicó el camino. No era huraño, y entablamos conversación.

Al principio pensé que Nathanael formaba parte del personal contratado en el interior del Vaticano para hacer reparaciones. El mono de trabajo que llevaba ese día le hacía pasar por un obrero italiano. Por eso me llevé una sorpresa cuando días más tarde le vi con el uniforme de gala rojo, amarillo y azul. ¡Era un guardia suizo! ¡Un guardia suizo con una caja de herramientas!

Me puse en contacto con Nathanael más adelante, durante otra estancia en Roma, y entonces me topé con su negativa, educada pero firme, a volver a vernos. Después me enteré de que era una de las reglas impuestas a los guardias suizos. Por motivos que callaré, a pesar de todo aceptó mi propuesta y acostumbramos a encontrarnos en el café Makasar, en el Borgo, un lugar que está a varios minutos a pie del cuartel de la guardia suiza, pero cuya discreción, lejos de los lugares frecuentados por los monsignori y los turistas, nos convenía a ambos.

Alto, de cara alargada, seductor, Nathanael era sin duda muy sociable. Desde nuestro primer encuentro me dijo su nombre (aquí lo he cambiado) y me dio su número de teléfono. Su apellido lo supe después, por un descuido, cuando metí sus datos en mi smartphone y su número de móvil se «acopló» automáticamente con su ficha Google+. Pero Nathanael no está en Instagram ni en Facebook, y tampoco aparece ninguna foto suya en Google Imágenes, de acuerdo con otra regla estricta, pues el Vaticano impone una discreción extrema a los guardias suizos.

—Ni selfis, ni perfiles en las redes sociales —me confirma Nathanael.

De modo que las chicas y los homosexuales son los dos problemas principales del guardia suizo en la santa sede. Desde que se incorporó al servicio ha logrado acostarse «con diez chicas», me dice, pero lleva mal la obligación de celibato. Las reglas, además, son muy estrictas.

—Hay que volver al cuartel antes de medianoche y no se puede dormir fuera. Nos prohíben vivir en pareja, el matrimonio solo está autorizado para los oficiales superiores y está terminantemente prohibido llevar chicas al cuartel. Nos disuaden de hablar con ellas en la ciudad y a veces se fomenta la delación.

Estas obsesiones pudibundas de los viejos cascarrabias del Vaticano enojan a Nathanael, quien considera que los asuntos esenciales relacionados con las misiones específicas de la guardia no se tienen en cuenta. Como la seguridad del papa que, a su entender, deja mucho que desear. Le cuento que muchas veces he entrado en el Vaticano por la puerta llamada Arco delle Campane —mágico donde los haya, bajo el reloj, a la izquierda de San Pedro— sin tener que identificarme y sin que me registren la mochila, porque un cardenal o un simple sacerdote que vive dentro ha salido a buscarme. También le revelé otro secreto: que yo disponía de una llave que me permitía entrar en el Vaticano sin control alguno, al atardecer, cuando me alojaba en su interior. El guardia suizo está consternado al oírlo.

Durante las cerca de diez citas secretas en el café Makasar, Nathanael me revela lo que realmente le tiene frito: el flirteo continuo y a veces agresivo de algunos cardenales.

—Como a alguno se le ocurra tocarme, le parto la cara y dimito —declara con rotundidad.

Nathanael no es gay, ni siquiera gay-friendly, y me confiesa que está harto de que los cardenales y obispos le tiren los tejos (me da nombres). Está traumatizado por lo que ha descubierto en el Vaticano en términos de doble vida, de ligoteo y hasta de acoso.

—Estoy asqueado por lo que he visto. No me lo puedo creer. ¡Y pensar que he jurado «sacrificar mi vida», si hace falta, por el papa!

Pero ¿acaso el gusano no estaba en la fruta desde el principio? Fue Julio II quien fundó la guardia suiza en 1506, y la bisexualidad de este papa está bien documentada. En cuanto al uniforme del ejército más pequeño del mundo, una casaca renacimiento rainbow flag(«bandera arcoíris») y un casco de alabardero con dos picos adornado con plumas de garza, se dice que lo ideó Miguel Ángel.

Un teniente coronel de carabinieri me confirma en Roma que los guardias suizos deben guardar un estricto secreto profesional:

—Hay una omertà increíble. Les enseñan a mentir por el papa, por razón de Estado. Los casos de acoso o abusos sexuales son frecuentes, pero se ocultan y siempre le echan la culpa al guardia suizo. Les dan a entender que si hablan no volverán a encontrar un empleo. En cambio, si se portan bien, les ayudan a encontrar un trabajo cuando vuelven a la vida civil en Suiza. Su futuro depende de sus silencios.



A lo largo de mi investigación entrevisté a 11 guardias suizos. Además de Nathanel, con quien me reuní regularmente en Roma, a casi todos los demás los conocí durante la peregrinación militar a Lourdes o, en Suiza, durante más de una treintena de viajes a Zúrich, Basilea, Saint Gall, Lucerna, Ginebra y Lausana, donde me puse en contacto con antiguos guardias suizos. Han sido fuentes fiables y de primera mano para este libro, pues me han informado sobre las costumbres de la curia y la doble vida de muchos cardenales que, como la cosa más natural, flirtearon con ellos.

Conocí a Alexis en la cervecería Versailles. Todos los años, con motivo de una gran peregrinación, miles de policías, gendarmes y miembros de fuerzas armadas de todo el mundo, todos ellos católicos practicantes, se juntan en Lourdes, ciudad francesa de los Pirineos. También acude tradicionalmente un grupo de guardias suizos, entre los que se encontraba Alexis el año que fui para allá. (Su nombre está cambiado.)

—Por fin han llegado los guardias suizos —exclama en voz alta Thierry, el dueño del Versailles, contentísimo con la llegada de esos soldados de colorines que atraen a los clientes y llenan la caja.

La peregrinación militar a Lourdes es un festival caqui y multicolor en el que están representadas decenas de países. Se ven sombreros de plumas fluorescentes, sables afilados y brillantes, pompones, hombres con kilt y toda clase de fanfarrias. Se reza con fervor y se bebe fraternalmente, sobre todo en el Pont Vieux. Allí veo a cientos de militares católicos borrachos cantando, bailando y ligando. Hay pocas mujeres y los homosexuales están en el armario. ¡Es un verdadero botellón para bautizados!

En esa inmensa cogorza los guardias suizos siguen siendo la atracción principal, como me había anunciado el teniente coronel de los carabinieri que me facilitó las gestiones para participar en la peregrinación a Lourdes.

—Ya verá —me dijo el policía—, cuando están lejos de Roma los guardias suizos se desmadran un poco. La presión no es tan fuerte como en el Vaticano, el control de los oficiales se relaja y el alcohol rompe el hielo. ¡Se les suelta la lengua!

Efectivamente, Alexis ha bajado la guardia:

—En Lourdes no llevamos siempre el uniforme de gala —me dice el joven, que acaba de entrar en la cervecería Versailles—. Anoche vestíamos de calle, solo nos pusimos corbata. ¡Es peligroso, para la imagen, si se lleva el uniforme rojo, amarillo y azul estando un poco mamado!

Alexis no es más gay-friendly que Nathanael. Desmiente con vehemencia el tópico de que en la guardia pontificia suiza hay una alta proporción de homosexuales. Sospecha que cuatro o cinco compañeros suyos son «probablemente gais» y por supuesto conoce los rumores sobre la homosexualidad de uno de los responsables de la guardia suiza del papa Pablo VI, que hoy vive con su pareja en las afueras de Roma. También sabe, como todo el mundo, que varios cardenales y obispos han sido la comidilla en el Vaticano por vivir en pareja con un guardia suizo. Y, por supuesto, conoce la historia de las tres muertes violentas de 1998, en la muralla del Vaticano, donde un joven cabo de guardia, Cédric Tornay, habría asesinado «en un arrebato de locura» al comandante de la guardia suiza y a su mujer.

—Esa es la versión oficial, pero ningún guardia se la cree —me dice Alexis—. ¡A Cédric lo suicidaron! Lo asesinaron como a su comandante y a su mujer, y luego se hizo un montaje macabro para colar la teoría del suicidio después del doble asesinato.

(No me extenderé sobre este suceso dramático que ha hecho correr mucha tinta y sobre el que circulan las teorías más esotéricas. Entre ellas, bastará para nuestro asunto recordar que se ha hablado de un enredo entre el joven cabo y su comandante, sin que esta hipótesis resulte muy convincente a menos que su relación, real o supuesta, se utilizara para ocultar otro móvil del crimen. Sea como fuere, el misterio permanece. Por lograr que se haga justicia, el papa Francisco podría dar orden de que volviera a investigar este caso tan siniestro.)

Lo mismo que a Nathanael, a Alexis también le han cortejado decenas de cardenales y obispos, al extremo de que pensó en dimitir de la guardia:

—El acoso es tan insistente que estaba dispuesto a volver inmediatamente a mi casa. Muchos de nosotros estamos exasperados por las insinuaciones, por lo general poco discretas, de los cardenales y obispos.

Alexis me cuenta que un cardenal llamaba siempre en mitad de la noche a uno de sus colegas diciendo que necesitaba su presencia en su dormitorio. La prensa ha revelado otros incidentes del mismo tenor, desde el simple regalo sin consecuencias depositado en la cama de un guardia suizo, acompañado de una tarjeta de visita, hasta actitudes más insistentes que se pueden considerar acoso o agresiones sexuales.

—Tardé mucho en darme cuenta de que en el Vaticano estábamos rodeados de grandes frustrados y que a los guardias suizos nos veían como carne fresca. Nos imponen el celibato y nos niegan el derecho a casarnos porque quieren reservarnos para ellos, es así de sencillo. Son una panda de misóginos, de pervertidos. ¡Les gustaría que fuésemos como ellos, unos homosexuales agazapados!

Según Alexis, Nathanael y al menos otros tres antiguos guardias con quienes hablé en Suiza, hay normas internas muy precisas en lo concerniente a la homosexualidad, aunque casi no se la menciona como tal durante su formación. Se invita a los guardias suizos a ser «sumamente amables» con los cardenales, los obispos «y todos los monsignori». A quienes están considerados como reclutas se les ruega que sean serviciales y de una amabilidad extrema. Nunca deben criticar a una eminencia o excelencia ni negarles nada, ¡al fin y al cabo un cardenal es el apóstol de Cristo en la tierra!

Sin embargo, esta cortesía debe ser de fachada, según una regla no escrita de la guardia. Si un cardenal da su número de teléfono a un joven militar o le invita a tomar un café, elguardia suizo debe darle las gracias educadamente y hacerle ver que no está disponible. Por mucho que el otro insista, debe recibir siempre la misma respuesta, y la cita, si se había aceptado por pusilanimidad, debe anularse con cualquier pretexto relacionado con las obligaciones del servicio. En los casos de acoso más evidentes, se invita a los guardias suizos a contárselo a sus superiores, pero deben abstenerse de responder, criticar o denunciar a un prelado. Casi siempre se echa tierra sobre el asunto.

Lo mismo que los demás guardias suizos, Alexis me confirma la gran cantidad de homosexuales que hay en el Vaticano. Pronuncia palabras fuertes: «predominio», «omnipresencia», «supremacía». Esta fuerte gaitud disgusta profundamente a la mayoría de los guardias con quienes he hablado. Nathanael, cuando se haya licenciado y tenga en mano su «liberación», no piensa volver a poner los pies en el Vaticano «salvo de vacaciones con mi mujer». Otro guardia suizo entrevistado en Basilea me confirma que la homosexualidad de los cardenales y prelados es uno de los temas estrella de las charlas cuarteleras, y las historias que cuentan sus compañeros no hacen más que amplificar las que conocen por experiencia propia.

Con Alexis, como ya había hecho con Nathanael y otros guardias suizos, repasamos unos cuantos nombres, y la lista de cardenales y arzobispos que les hicieron proposiciones se confirma, tan larga como la capa magna de Burke. Creía estar bien informado al respecto, pero qué va: el número de elegidos es aún mayor de lo que suponía.

¿Por qué estuvieron dispuestos a hablar con tanta libertad, llegando incluso a sorprenderse de su propia audacia? No por envidia o vanidad, como muchos cardenales u obispos; no por favorecer una causa, como la mayoría de mis contactos gais dentro del Vaticano. Sino por decepción, como hombres que han perdido sus ilusiones.

Y en esto Alexis me revela otro secreto. Mientras que los oficiales, como hemos visto, pueden casarse y no suelen ser homosexuales, muy distinto es el caso de los confesores, capellanes, limosneros y sacerdotes que rodean a los guardias suizos.

—Nos piden que vayamos a la capilla que tenemos reservada y nos confesemos por lo menos una vez a la semana. Pues bien, nunca he visto tantos homosexuales como entre los capellanes de la guardia suiza —me revela Alexis.

El joven me dice el nombre de dos capellanes y confesores de la guardia que, según él, son homosexuales (información confirmada por otro guardia suizo alemánico y un sacerdote de la curia). También me nombra a otro capellán que murió de sida (el periodista suizo Michael Meier también mencionó el caso en un artículo del Tages-Anzeiger, revelando su nombre).



Durante varias estancias en Suiza, adonde viajo todos los meses desde hace varios años, he conocido a abogados especializados y a responsables de varias organizaciones de defensa de los derechos humanos (como SOS Rassismus und Diskriminierung Schweiz). Me señalaron ciertas discriminaciones que afectan a la guardia suiza, desde el proceso de reclutamiento hasta el código de buena conducta que se aplica en el Vaticano.

Según un abogado suizo, los estatutos de la asociación que alista a los futuros guardias suizos en la confederación es ambiguo. ¿Se rige por el derecho suizo, por el derecho italiano o por el derecho canónico de la santa sede? El Vaticano mantiene esta ambigüedad para poder tocar los tres teclados. Pero como el reclutamiento de estos ciudadanos helvéticos tiene lugar en Suiza, debería ajustarse al derecho laboral suizo, pues la ley se aplica también a las empresas extranjeras que operan en el país. Pero las normas de reclutamiento de los guardias son discriminatorias, ya que se excluye a las mujeres (que pueden alistarse en el ejército suizo); un joven casado o en pareja no puede aspirar al puesto, solo se aceptan solteros; su reputación debe ser «irreprochable» y debe tener «buenas costumbres» (formulaciones dirigidas implícitamente a excluir a los gais, pero también a las personas transexuales); los migrantes, tan queridos por el papa Francisco, también deben quedar fuera; por último, entre los guardias casi no hay discapacitados ni personas de color, negros o asiáticos, lo que daría a entender que sus candidaturas fueron descartadas.

Según los abogados que he consultado, la mera prohibición de estar casado sería discriminatoria en Suiza, sin olvidar que también contradice los principios de una Iglesia que pretende alentar el matrimonio y prohibir cualquier relación sexual fuera de él.

Con este abogado de intérprete, pregunté en alemán a los responsables de la guardia suiza acerca de estas anomalías jurídicas y sus respuestas fueron significativas. Negaron que hubiera discriminación, porque las obligaciones militares imponen ciertas reglas (contrarias, sin embargo, a las ordenanzas del ejército suizo, que tiene en cuenta las peculiaridades militares referentes a la edad o las condiciones físicas del recluta). Sobre la homosexualidad, nos comunicaron por escrito que «ser gay no es un problema para el alistamiento a condición de no ser demasiado openly gay, demasiado visible ni demasiado afeminado». Por último, las normas orales impartidas durante la instrucción de los guardias suizos y su código de conducta (el Regolamento della Guardia Svizzera Pontificia que obra en mi poder, cuya última edición, con prólogo del cardenal Sodano, es de 2006) contienen irregularidades en materia de discriminación, derecho laboral y acoso.

Unas anomalías no solo jurídicas, con respecto al derecho suizo, italiano o europeo, sino también morales, que revelan los privilegios que se permite a sí mismo este Estado francamente insólito.



Próximo capítulo:
                                                                    13

LA CRUZADA CONTRA LOS GAIS












viernes, 17 de mayo de 2019

Así se masturban los españoles



Así se masturban los españoles: en qué piensan, a qué edad lo hacen y los momentos más frecuentes

La compañía de juguetes sexuales TENGA ha hecho público el Barómetro del Autoplacer 2019.

Redacción El HuffPost

17/5/19

  


Por primera vez, el país es líder en masturbación a nivel mundial, según el Barómetro del Autoplacer 2019 de la compañía japonesa de juguetes sexuales TENGA.

Este estudio, realizado a 10.000 hombres y mujeres de nueve países distintos, señala que el 93% de los españoles se ha masturbado alguna vez. Situando por detrás a los ingleses (91%), alemanes (89%), estadounidenses (84%), franceses (82%), taiwaneses (80%), coreanos y japoneses (76%) y chinos (73%). 

Además, más de la mitad de los encuestados, un 54%, indica hacerlo al menos una vez por semana, siendo un 65% en el caso de los hombres y un 42% en el de las mujeres. 

Con respecto a la edad, los españoles empiezan a masturbarse a los 14,8 años, a los 13,5 los hombres 16,2 las mujeres. En general, los que más se más se masturban, son los llamados millenials (nacidos entre el 1981 y el 2000). 

Temprano y en la cama: el momento predilecto


Según los encuestados, el momento perfecto para masturbarse es de 7:30 y 11:30 horas. Mientras que el lugar es la habitación, seguido del baño y la ducha.

Cada masturbación dura de media de seis a 10 minutos y los encuestados señalan que la satisfacción mejora notablemente con el uso de juguetes sexuales, especialmente ellas. Los que los usan recalcan estar satisfechos en sus orgasmos (88% de los hombres y un 87% de las mujeres). Para quienes no los usan su satisfacción desciende, concretamente un 84% de hombres y un 71% de mujeres.

La Ciencia del Pánico

El Opus Dei . La Mafia Secreta del Vaticano - Documental Completo

No es bueno afeitarse el pubis


El uso de pantalones ajustados y la eliminación del vello púbico no, no es bueno

Informativos Telecinco13/05/201913:



El estudio ha sido publicado en 'Journal of Lower Genital Tract Disease'


Las microabrasiones pueden llevar a las mujeres jóvenes a sufrir complicaciones inmunitarias


Las mujeres que utilizan pantalones ajustados cuatro o más veces a la semana tienen problemas





 Un estudio desarrollado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston (BUSM), en Estados Unidos, ha demostrado que usar pantalones apretados cuatro o más veces por semana o quitar el vello del pubis duplica el riesgo de sufrir vulvodinia.

Para este trabajo, publicado en 'Journal of Lower Genital Tract Disease', los investigadores han analizado durante un año los datos y comportamientos de higiene personal de 213 mujeres con casos confirmados de vulvodinia, un dolor crónico y debilitante de la vulva que afecta al 16 por ciento de las mujeres, y 221 féminas sin antecedentes de malestar vulvar.



En este sentido los hallazgos del estudio han concluido que las mujeres que utilizan pantalones ajustados cuatro o más veces a la semana presentan el doble de probabilidades de sufrir vulvodinia que aquellas cuyo uso es más reducido. Asimismo, las mujeres que conformaban ambos grupos han afirmado que eliminan el vello púbico, sin embargo, quienes lo quitaron del monte de Venus o mons pubis tenían un 74 por ciento más de riesgo de padecer esta afectación.

En comparación con las mujeres que destacaron solo quitar el vello de la zona del bikini menos de una vez al mes, aquellas que lo eliminaban del monte de Venus semanalmente o más tenían casi el doble de probabilidades de experimentar vulvodinia.

Así, el doctor Bernard Harlow, profesor de Epidemiología en la BUSM y autor del estudio, ha explicado que "con un aumento en la prevalencia de la eliminación del vello púbico directamente de la región vulvar, especialmente en niñas y adolescentes, las microabrasiones a esta zona sensible pueden llevar a las mujeres jóvenes a sufrir complicaciones inmunitarias". Del mismo modo ha concluido que el uso de pantalones ajustados puede desarrollar un ambiente que produzca el incremento de las infecciones del tracto genital, dolencia que se asocia con el inicio del dolor vulvar.

Un pediatra español pedófilo en Suecia


Un pediatra español es condenado por violar y abusar de 50 niños en Suecia

Informativos Telecinco

07/05/2019



Diez años de cárcel por violación de cuatro menores e infinidad de abusos sexuales en Suecia


Se valía de su profesión pediátrica para seleccionar a las víctimas



Un Juzgado de Estocolmo ha enviado al pediatra de nacionalidad española Nacho Carretero a cumplir una condena de diez años de cárcel y la imposibilidad de regresar al país nórdico una vez finalizado el periodo en prisión por haber abusado sexualmente de un total de 50 niños en varios centros hospitalarios en Suecia, entre las que figuran cuatro violaciones como las principales agresiones a menores. 

Un Juzgado de Estocolmo ha enviado al pediatra de nacionalidad española Nacho Carretero a cumplir una condena de diez años de cárcel y la imposibilidad de regresar al país nórdico una vez finalizado el periodo en prisión por haber abusado sexualmente de un total de 50 niños en varios centros hospitalarios en Suecia, entre las que figuran cuatro violaciones como las principales agresiones a menores. 







Por todos estos delitos relacionados con agresión sexual y violación, el individuo deberá indemnizar a las víctimas con un total de 3,5 millones de coronas suecas, lo que al cambio equivaldría a unos 327.000 euros.

Período delictivo: año 2015 a 2017


El médico acusado de cuatro casos de violación completa a niñas de corta edad y 46 abusos sexuales a diferentes niños así como el uso indebido de diverso material pornográfico infantil efectuó el mismo modus operandi en diferentes centros hospitalarios donde trabajaba entre los años 2015 y 2017. 

Dos años en los que, según la sentencia, "los delitos ocurrieron de forma sistemática y han afectado a muchas víctimas, entre ellas unos cincuenta niños de 2 a 12 años”. El autor de los hechos se valía de su profesión para aproximarse a las víctimas y realizar conductas ilegítimas sin levantar ciertas sospechas.

Sin embargo, la actitud de diversos niños y el shock posterior hizo que los progenitores indagasen en el motivo del comportamiento de sus hijos para dar con el origen del problema. 

Tras diversas denuncias, el resultado determinó que el médico especialista observaba los genitales y el ano de los niños sin motivo alguno, y que para ello empleaba la práctica de la penetración con dedos o instrumental. También se encontraron grabaciones de contenido pornográfico e, incluso, solicitó a los padres de niños que recibían atención médica a través de un servicio de internet que filmasen las partes íntimas de sus hijos.

Prisión preventiva desde diciembre


Nacho Carretero cumple prisión preventiva desde el mes de diciembre por haber cometido los delitos sexuales en centros hospitalarios de cuatro localidades suecas: Skellefteå, Skövde, Jönköping y Estocolmo. 

El tribunal encargado del caso avaló las declaraciones emitidas durante varios expertos en la sesión judicial que confirmaban que los diagnósticos empleados "eran injustificados". El abogado defensor del acusado, por su parte, asegura que "los exámenes médicos son habituales en su país de origen y que contó con el consentimiento de niños y familiares para realizarlo".






jueves, 16 de mayo de 2019

LOS NIÑOS DE SAN JUDAS


Título original
Song for a Raggy Boy
Año
Duración
100 min.
País
Irlanda Irlanda
Dirección
Guion
Aisling Walsh, Kevin Byron-Murphy (Novela: Patrick Galvin)
Música
Richard Blackford
Fotografía
Peter Robertson
Reparto
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Productora
Coproducción Irlanda-España-Reino Unido-Dinamarca;
Género
Drama | Basado en hechos reales. Colegios & Universidad. Años 30. Años 40. Abusos sexuales
Sinopsis
Irlanda, 1939. Al reformatorio católico de San Judas llega un nuevo profesor (Aidan Quinn) cuyos métodos chocan frontalmente con los del resto del profesorado, encabezado por el hermano John (Iain Glen), que no duda en tratar violentamente a los alumnos. Es la historia de un hombre que no duda en rebelarse y luchar contra el férreo régimen del reformatorio. Su vida es un dramático viaje, desde las destruidas calles del Madrid de la Guerra civil al limitado mundo de un reformatorio. Basada en hechos reales. (FILMAFFINITY)
Críticas
  • "Un cruce más bien evidente entre la dura, necesaria denuncia de "Las hermanas de la Magdalena" y la más bien tramposa complacencia de "El club de los poetas muertos". (...) La película navega por la obedientes aguas de la ficción ejemplarizante (...) se deja ver sin mayores problemas"
  • "Película interesante, pero irregular en su denuncia."
  • "Nunca está de más recordar y denunciar una realidad como ésta, aunque aquí el guión cae en tópicos, en una narración cortada a modo de anécdotas (...) Puntuación: ★★½ (sobre 5)"
  • "Intenso drama (...) Aidan Quinn sostiene con eficiencia el personaje (...) un filme que juega sus bazas con contención y ausencia de ternurismos."

Colegio San Violator


¡Angelitos....!


La masturbación ya no es pecado


Me acabo de enterar que no soy español


Por encima de nuestras psibilidades


lunes, 13 de mayo de 2019

Pablo Casado: "La campaña fue un acierto"


Pablo Casado, tras lograr el peor resultado en la historia del PP: "La campaña fue un acierto"

El presidente de los populares, entrevistado en el diario 'El Mundo'

 

Albert Rivera: "Ciudadanos es un proyecto ganador que saca un 80% más de escaños y prácticamente empata a votos con el PP"

El Partido Popular ha sufrido en las elecciones generales del 28A la mayor debacle desde que existe con sus actuales siglas. Su candidato, el debutante Pablo Casado, no solo no ha conseguido liderar una alternativa al Gobierno socialista de Pedro Sánchez, sino que ha visto hundirse a su partido en el peor resultado de sus tres décadas historia. De los 137 escaños (33,03%) de las elecciones de 2016, se ha quedado con 66 escaños (con el 99,99% de voto escrutado), un 16,7% de las papeletas, de casi ocho millones de votos a algo más de 4,3 millones. Diez meses después de la moción de censura queda un partido cortado por la mitad y a punto de ser superado por Ciudadanos.