La mano derecha de Santiago Abascal inició una campaña contra León
XIV para que no fuese elegido papa
Prevost no solo es una amenaza para Donald Trump,
también para la extrema derecha europea
ElPlural
9-5-25
José María Garrido
Este jueves 8 de mayo, El Vaticano ha sido testigo de una
elección histórica. Por primera vez, un estadounidense se
sienta en el ‘trono de Pedro’. El cardenal Robert
Francis Prevost, oriundo de Chicago, forjado en las Iglesias
de Perú y con raíces españolas por parte de madre,
ha sido elegido como León XIV, el papa número 267. Este
exmisionero, agustino, políglota y doctor en Derecho Canónico está
destinado a servir de contrapeso al presidente de Estados
Unidos, Donald
Trump.
La elección de Prevost no ha sido del todo una
sorpresa. Su nombre circulaba con fuerza en los pasillos del
Vaticano desde que en 2023 fue nombrado prefecto del Dicasterio para
los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América
Latina. Allí, demostró su habilidad para generar consensos y su
fidelidad al espíritu de apertura e inclusión promovido por
Francisco. En sus propias palabras antes de ser elegido Papa ya
dejaba claras sus intenciones: "No podemos parar, no podemos
retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la
Iglesia sea hoy y mañana".
Sin duda, su elección simboliza una voluntad clara del Colegio
Cardenalicio: continuar el ciclo primaveral iniciado por Juan XXIII,
interrumpido durante décadas por el conservadurismo de Juan Pablo II
y Benedicto XVI, y recuperado por Bergoglio.
Un papa temido por la extrema derecha
La elección de Prevost era temida en los sectores más
ultraconservadores de la Iglesia. Su perfil latinoamericano, su
historial pastoral entre los más pobres, y su firme defensa de los
migrantes lo convierten en una figura incómoda para quienes quieren
una Iglesia más doctrinaria, menos social y con un pie más firme en
Occidente.
En España, ha sido objeto de ataques, incluso en los últimos
días, por parte de portales como Infovaticana, una web
ultraconservadora conocida por su discurso abiertamente reaccionario.
De hecho, en vísperas del cónclave, Infovaticana lo calificó como
“un peligro para la ortodoxia”.
Muy influyente en sectores conservadores de la Iglesia,
Infovaticana está dirigida por Gabriel Ariza,
hijo del controvertido dueño del Grupo Intereconomía de
comunicación, el navarro Julio Ariza, ex del PP en Cataluña y
hombre clave en el ascenso de Vox. Padre e hijo son los más
influyentes de los sectores más rancios del catolicismo. Incluso su
empresa, Tizona Comunicacón, dirige Vox y está investigada
por supuesta corrupción.
Gabriel Ariza, junto a la mano derecha de Santiago
Abascal, Kiko Méndez Monasterio se ha convertido en
referentes empresariales para Vox, ya que a través de sus
compañías proporcionan apoyo táctico a la formación de
extrema derecha.
En este sentido, el veterano vaticanista Antonio
Pelayo ha sido contundente al valorar su elección: "A Trump
le ha salido un grano en el culo". La frase resume el temor que
León XIV despierta en el trumpismo eclesial y político,
especialmente en Estados Unidos, donde ha sido crítico con las
posturas xenófobas del expresidente.
El Papa que puede frenar a Trump
El amor de León XIV por América Latina se consolidó con su
larga estancia en Perú, donde ejerció como misionero, rector del
seminario agustiniano en Trujillo, y más tarde obispo de Chiclayo.
En ese país incluso adquirió la nacionalidad. Esta doble
pertenencia, sumada a su rol en la Curia romana, lo convierte en un
líder que conoce el sur global y el aparato vaticano por igual.
Ha mantenido buenas relaciones con diferentes sensibilidades
dentro de la Iglesia, pero está claramente alineado con la dirección
marcada por Francisco. "El obispo no debe ser un principito
sentado en su reino. Está llamado auténticamente a ser humilde, a
estar cerca de la gente a la que sirve, a caminar con ellos, a sufrir
con ellos", llegó a decir en el pasado.
Por ello, en un mundo donde los discursos de odio y la xenofobia
ganan terreno, la figura de León XIV se erige como un
posible contrapeso moral y espiritual. En su momento, Francisco
ya fue duro con Trump, llegando a decir que "una persona que
piensa solo en construir muros y no en construir puentes no es
cristiana". La respuesta de Trump no se hizo esperar: en tono
burlón, se dejó fotografiar con un montaje de inteligencia
artificial donde aparecía vestido de papa. Una provocación que no
pasó inadvertida.
León XIV, que conoce bien la realidad de la Iglesia en Estados
Unidos, está en condiciones de responder a estos desafíos. Su
experiencia en Perú le da una sensibilidad distinta, que contrasta
con la rigidez de figuras como el cardenal Timothy Dolan,
preferido de Trump y representante del ala tradicionalista
norteamericana.
Las fricciones con el conservadurismo
estadounidense
Desde su paso por el obispado de Chiclayo, Prevost ha sido blanco
de las críticas de la derecha eclesial. A pesar de algunas polémicas
—como las falsas acusaciones infundadas de encubrimiento de abusos
sexuales, desmentidas por la diócesis peruana—, su figura emergió
con fuerza como una opción de equilibrio y de apertura.
En Estados Unidos, donde hay más de 72 millones de católicos, el
nuevo Papa tiene por delante una labor titánica: recuperar una
Iglesia fracturada por la politización de la fe. Como él mismo
denunció en una ocasión: "Los católicos y cristianos
estadounidenses han puesto la ideología, la política partidaria,
por delante de su fe".
León XIV: un nombre, una declaración
La elección del nombre León XIV no es baladí.
Se trata de una evocación a papas que, en la historia, fueron
reformistas o enfrentaron tiempos convulsos. Su pertenencia a
la Orden de San Agustín añade un símbolo más:
los agustinos, conocidos por su enfoque intelectual, comunitario y su
apertura al diálogo, encarnan bien el talante del nuevo pontífice.
No es casualidad que quien fuera prior general de los
agustinos por más de una década, y después misionero de
base en Perú, combine ahora la reflexión teológica con una praxis
comprometida. "Sé que cree que todo el mundo tiene
el derecho y el deber de expresarse en la Iglesia", dijo de
él un antiguo compañero de formación, Mark R. Francis.
Lo cierto es que Prevost no ha ocultado sus prioridades. En
declaraciones a Vatican News, ya como prefecto, expresó
en su día: "Tenemos que continuar buscando maneras de ser
Iglesia en esta época en la que vivimos". En otra ocasión
afirmó: "El mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el
mismo que el mundo de hace 10 o 20 años". Su insistencia en
leer los signos de los tiempos y adaptarse a ellos marca una hoja de
ruta clara para su pontificado.
Descripto como reservado y sencillo, Prevost siempre rehuyó del
protagonismo. En su etapa como cardenal, solía bromear con sus
compañeros agustinos cuando lo llamaban “padre” en vez de
“eminencia”. Él mismo contaba con humor que en Perú, muchos lo
seguían tratando como "el padre Robert", incluso después
de ser obispo. Y en sus pocos ratos libres, confesaba que extrañaba
jugar al tenis: "Desde que dejé Perú tuve pocas ocasiones de
practicar, así que estoy deseando volver a las canchas".
Pero el llamado al papado, como él mismo admitió, cambia todas
las prioridades. A sus 69 años, León XIV parece haber sido elegido
no solo por su experiencia, sino por lo que representa: una Iglesia
abierta al mundo, y que no tiene miedo de confrontar al poder, aunque
esté encarnado por Donald Trump, cuando este se aleja de los valores
del Evangelio.