Nepotismo IV: la gran familia andaluza de Moreno Bonilla
El nepotismo viaja al sur de la Península para
instalarse en la familia del presidente de la Junta
ElPlural
Víctor Sanjuan
3-6-25
El fenómeno de nepotismo ha sido un hilo conductor en las filas
del Partido Popular durante las últimas dos
décadas. En este cuarto y último artículo de la serie que indaga
en los casos históricos del enchufismo y favoritismo bajo
los distintos líderes populares. En las piezas anteriores se
analizaron las polémicas en torno a Mariano
Rajoy, las contrataciones familiares en la Galicia de Alberto
Núñez Feijóo y el escándalo de las comisiones del
hermano de Isabel
Díaz Ayuso durante la pandemia. Todos estos casos revelan
un patrón común: la colocación de familiares y afines en
puestos clave o el favorecimiento de sus intereses privados,
muchas veces bajo la apariencia de legalidad, pero generando serias
dudas éticas.
En este artículo de despedida nos centraremos en Juan
Manuel Moreno Bonilla, actual presidente de la Junta de
Andalucía, cuyo Gobierno no ha estado exento de las sospechas de
nepotismo. El más sonado fue el nombramiento de su hermana como
directora de un conservatorio público en Málaga, pese a
que otra candidata obtuvo mayor puntuación en el proceso selectivo.
Pero no es el único: contratos públicos bajo sospecha otorgados a
la empresa donde trabaja su esposa, y la presencia de su
cuñado en un influyente cargo municipal, completan un
cuadro familiar de privilegios.
El Conservatorio de Málaga bajo gestión
familiar
El caso que marcó la primera gran polémica en la era Moreno
Bonilla estalló en el verano de 2019. María dolores Moreno
Bonilla, hermana del presidente andaluz, fue nombrada directora
provisional del Conservatorio Superior de Danza de Málaga a
pesar de no haber logrado la mayor puntuación en el concurso público
para el puesto. En la oposición de méritos, la hermana de moreno
Bonilla obtuvo 38,20 puntos sobre 50, mientras que
la primera clasificada, una profesora llamada Esperanza Utrera,
alcanzó 49,50 puntos. Aun así, la Consejería de
Educación ―controlada entonces por Ciudadanos en
el Gobierno de coalición con el PP― decidió apartar a Utrera en
favor de la hermana del presidente.
La decisión desató una tormenta política en Andalucía, con la
oposición denunciando abiertamente un caso de enchufismo. “Ante un
supuesto caso de nepotismo, queremos luz y taquígrafos”, exigió
la portavoz parlamentaria de Adelante Andalucía, Ángela
Aguilera. Desde el PSOE andaluz, Rodrigo Sánchez Haro
reprochó que “la hermana del presidente ha entrado por la puerta
de atrás a ser directora de un centro público”, recordando la
injusticia de que miles de interinos siguieran sin plaza. Las dos
aspirantes perjudicadas ―Utrera y otra profesora, Mónica
Romero― impugnaron el proceso por considerarlo dirigido para
adjudicar el puesto a la hermana del presidente, ya que la
introducción de criterios extraños a la convocatoria “evidenciaba
un interés político por encima del meramente académico”, en
palabras de Romero.
Beneficios a la empresa conyugal
El nepotismo en el entorno de Moreno Bonilla no se limita a
nombramientos de personal, sino que se extiende a la adjudicación de
contratos públicos que salpican a sus familiares. En este sentido,
cobran relevancia los vínculos
entre la Junta de Andalucía y Bidafarma, una gran cooperativa
farmacéutica en la que trabaja Manuela Villena
López, esposa del presidente andaluz, ocupando un alto cargo
directivo. Durante la pandemia de COVID-19, la
Administración autonómica adjudicó de forma directa (sin concurso
público) a Bidafarma contratos cruciales para la distribución de
material sanitario, lo que despertó inmediatamente sospechas de
trato de favor dado el nexo personal con Moreno Bonilla.
En julio de 2020, durante las semanas más duras de la
pandemia, el Gobierno andaluz encargó a Bidafarma la logística
de reparto de millones de mascarillas a las farmacias de la región,
mediante un acuerdo tramitado por la vía de emergencia. Este
procedimiento excepcional permitió saltarse los concursos abiertos
alegando la urgencia sanitaria. Semanas más tarde, en diciembre de
2020, la Junta firmó otro convenio, también sin licitación,
con la misma cooperativa para gestionar el almacenamiento y
transporte de las primeras vacunas contra la COVID-19 en Andalucía.
Ambos encargos recayeron en la empresa donde la esposa de Moreno
Bonilla tenía responsabilidades de dirección, lo que puso bajo la
lupa al Ejecutivo autonómico por posible nepotismo o conflicto
de intereses.
La respuesta oficial de la Junta fue que Bidafarma realizó esos
trabajos “sin contraprestación económica alguna”, es decir, de
forma supuestamente gratuita. Sin embargo, las
explicaciones no disiparon las dudas. Al contrario, diversos partidos
y observadores señalaron que la elección a dedo de Bidafarma la
situaba en una posición privilegiada respecto a
otros posibles proveedores, máxime siendo la empresa “de la mujer
del presidente”.
Las adjudicaciones fueron tan controvertidas que acabaron
incluidas en la Comisión de Investigación sobre
mascarillas creada en el Congreso de los Diputados para
indagar irregularidades en los contratos de material sanitario
durante la pandemia. De hecho, la Cámara Baja requirió a todas las
comunidades información detallada de estos convenios urgentes; en el
caso andaluz, se solicitó expresamente toda la documentación sobre
los contratos otorgados al Grupo Bidafarma entre 2016 y 2024. Esta
iniciativa confirmó la anomalía de las adjudicaciones del
Gobierno de Moreno a la farmacéutica de su entorno familiar,
subrayando la necesidad de esclarecer si hubo un trato de favor
sostenido en el tiempo.
El poder municipal de un cuñado
El entorno familiar de Moreno Bonilla cuenta con otro miembro
situado en una posición estratégica de poder. Se trata de Manolo
Jiménez, su cuñado, quien desempeña un cargo de máxima
confianza en el Ayuntamiento de Málaga, bastión
tradicional del PP. Jiménez ejerce como gerente de Alcaldía en el
consistorio malagueño, lo que en la práctica lo convierte en la
mano derecha del veterano alcalde Francisco de la Torre.
Pese a mantener un perfil público bajo, este cuñado del presidente
juega un papel fundamental en la gestión municipal malagueña, con
una influencia reconocida en la toma de decisiones locales.
La trayectoria de Manolo Jiménez en el Ayuntamiento viene de
lejos ―inició su carrera en 1999 y ascendió a puestos clave a lo
largo de las últimas décadas―, pero su cercanía al círculo de
Moreno Bonilla le ha otorgado un nuevo foco de atención.
Desde 2011 forma parte del equipo más cercano de De la Torre como
coordinador y luego gerente de la Alcaldía, es decir, ocupa un
despacho privilegiado desde el cual supervisa gran parte del
funcionamiento interno municipal. El hecho de que un familiar directo
del presidente autonómico tenga tal cuota de poder en la
capital andaluza no ha pasado inadvertido, sobre todo
después de los otros casos de nepotismo mencionados. Aunque nada
impide legalmente que Jiménez ocupe ese puesto ―que depende del
alcalde malagueño―, diversos observadores apuntan a que su ascenso
y consolidación en la cúpula municipal “no son ajenos a su
parentesco con Juan Manuel Moreno Bonilla”. En otras palabras,
se percibe que su relación familiar le ha brindado oportunidades
de promoción y una confianza política especial en la
administración local, consolidando una red de poder que trasciende
la Junta de Andalucía.
Una marca personal del PP
Los casos aquí descritos no son hechos aislados, sino la
confirmación de un modus operandi que se ha
convertido en marca personal del Partido Popular. A lo
largo de esta serie de artículos hemos visto cómo distintos líderes
del PP han incurrido en prácticas de nepotismo o favoritismo en
beneficio de sus allegados.
En Galicia, Alberto Núñez Feijóo fue criticado porque su
Gobierno autonómico adjudicó contratos millonarios a Eulen,
la empresa dirigida por su hermana Micaela
Núñez, acumulando más de 37 millones de euros en
adjudicaciones durante su mandato. En Madrid, Isabel Díaz Ayuso
quedó bajo la sombra del escándalo al saberse que su hermano cobró
una importante comisión por mediar en la compra de
mascarillas a una empresa amiga de la familia en pleno
inicio de la pandemia. En ambos casos, como ocurrió con Moreno
Bonilla, las explicaciones oficiales aludieron a la legalidad de los
procedimientos y las investigaciones judiciales acabaron archivadas.
Pero el daño reputacional y la sensación de privilegio quedaron
instalados en la opinión pública.
El nepotismo en el PP no es solo una colección de anécdotas
escandalosas, sino un verdadero sello de identidad que erosiona
la confianza ciudadana en las instituciones. El caso de Moreno
Bonilla ―con su hermana “colocada”, su esposa beneficiada y su
cuñado en la trastienda del poder― cierra este repaso demostrando
que, del gobierno central a las autonomías, el Partido Popular ha
tendido a anteponer la lealtad personal y familiar a
los principios de igualdad de oportunidades. Si algo enseñan estos
episodios, es que la lucha contra el nepotismo no solo requiere leyes
más estrictas, sino sobre todo voluntad política y ética para
anteponer el interés público sobre los intereses privados de la
familia política de turno.