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lunes, 3 de noviembre de 2025

 



Ricardo Miñana

Hoy hemos sido testigos de una de las escenas más lamentables de la política reciente: el señor Mazón, del Partido Popular, ha protagonizado una dimisión que ni siquiera merece tal nombre. Se marcha —o finge marcharse— mintiendo, sin pronunciar la palabra dimito, sin pedir perdón a las víctimas de su propia negligencia y, para colmo, lanzando ataques furibundos contra la izquierda.

No ha mostrado ni un atisbo de autocrítica, ni una sombra de humildad. Porque en realidad, no ha dimitido: simplemente está jugando con los tiempos, parapetado tras el aforamiento, mientras pacta su sucesión con la ultraderecha de Vox. Todo un ejercicio de cinismo político.

Un personaje que, lejos de asumir responsabilidades, prefiere manipular el relato, presentarse como víctima y seguir aferrado a los privilegios del poder. Un personaje siniestro que demuestra, una vez más, que en su diccionario la palabra perdón no existe.


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