23F
¿Quién era el Jefe?
La
trama política del 23-F y las listas para fusilar inmediatamente:
escritores, músicos, artistas y periodistas
Delibes,
Gala, Marsé, Aute, Miguel Ríos, Ana Belén, Bardem, Pilar Miró,
Sacristán, Forges, Milá… una lista interminable
JUAN
LUIS VALENZUELA
Martes,
23 de febrero de 2021
elPlural
Escribió Karl
Marx entre
1951 y 952 en su libro el “18
de brumario de Luis Bonaparte” que
"la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran
tragedia y la segunda como una miserable farsa". Parodiaba así
el golpe dado por Luis Napoleón Bonaparte como una imitación
inferior del verdadero 18 de brumario, el golpe del 9 de noviembre de
1799.
Podría
valer la aseveración marxista para dos sucesos importantes en la
historia contemporánea de España. Por un lado el golpe real y
criminal que dio conclusión brusca y antidemocrática a la II
República el 18 de julio de 1936. Por otro, “la farsa miserable”
del 23
de febrero de 1981 a manos de un fantasioso e ignorante
teniente coronel de la Guardia Civil con el soporte trasero de altos
mandos de un Ejército español que, en plena Transición, seguía en
buena parte copando el poder militar con franquistas irredentos a su
mando. Si fracasó fue por lo chusco de algunos de sus protagonistas
y las más que comprobada existencia de tres golpes en uno: el del
propio Antonio Tejero (el
clásico contra el comunismo y la desintegración de España); el del
capitán general de la III Región Militar Milans
de Bosch (el
nostálgico del régimen anterior) y, el tercero, el del
general Armada,
este último revestido de ambición personal por llegar a ser
Presidente de Gobierno de ese nuevo ejecutivo surgido del golpe.
En
todo caso, en sus tres vertientes, el golpe de haber prosperado,
hubiera llevado a una etapa similar de represión y de falta de
libertades. Para quienes aún creen que en pleno siglo XX y en Europa
Occidental ese escenario no hubiera sido posible, cabe recordar que
tampoco se pensaba probable que, tras la Segunda Guerra mundial, una
supuesta neutralidad y concepto de la no injerencia iba a ser la
predominante en el Viejo Continente y en Estados Unidos. Además de
ello en la España de 1981 la trama civil franquista era potente y
amplia. Llegaba desde los cuartos de banderas donde dominaban estos
oficiales y jefe militares de pasado franquista y pensamiento
golpista, hasta todo un conglomerado de prensa ultraderechista.
También contaban con violentos pistoleros como los Guerrilleros
de Cristo Rey,
la Triple
A y
el Batallón
Vasco Español.
No faltaba ni la red político partidista con el partido Fuerza
Nueva de Blas
Piñar como
el más relevante de las formaciones ultras a las que se sumaban
otras como el diverso conglomerado falangista.
Además
llovía sobre mojado con un antecedente golpista bloqueado a tiempo
con distintas detenciones, como fue la denominada “operación
Galaxia”
en noviembre de 1978. De nuevo “en acción” el teniente coronel
Tejero, ahora acompañado del capitán de la Policía Armada
Ricardo Saénz
de Ynestrillas,
ambos condenados en consejo de guerra a la leve pena de siete meses y
seis meses de cárcel respectivamente.
De
nuevo nos hacemos la pregunta. Si hubiera triunfado el intento de
golpe del 23-F, ¿correría la sangre? ¿Habría sido cruento? La
respuesta de nuevo es sí. A la breve reflexión de cuestiones
históricas y sociopolíticas habría que añadir esta que a
continuación desarrollamos: la represión y los fusilamientos
estaban preparados, al menos en las personas que inminente y
urgentemente habría que eliminar. Era el CAFÉ para
quienes representaban, a juicio de los golpistas, la “Resistencia”
moral, intelectual o política al golpe y sus derivadas.
Lista
con las personas a eliminar
En
base a informaciones publicadas por el semanario Actual el
20 y el 27 de agosto de 1982 con el título en portada de “Los
que iban a morir el 24-F”
si el intento de golpe militar del 23 de febrero de 1981 se hubiese
consolidado, la ultraderecha había elaborado listas negras en cada
una de las provincias españolas. Esta información fue
posteriormente ampliada y concretada en varios medios de provincias.
El objetivo de estas listas era claro: hacer desaparecer rápidamente
aproximadamente a 3.000 personas referencias sociales en muchos casos
y con claro compromisos con la democracia. La mayoría de estos
señalados con la X fascista abrazaban idearios de izquierda.
Que
este entramado asesino trabajaba con cierta previsión da cuenta de
que estas listas fueron confeccionadas en diciembre de 1980. Según
esta publicación fueron realizadas por las Milicias Populares
Patrióticas, miembros activistas y violentos escindidos de Fuerza
Joven, Fuerza
Nueva,
Falange Primera Línea y Juventudes Nacional Revolucionarias.

Se
refuerza la tesis inicial de que "La historia ocurre dos veces:
la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable
farsa" con la aportación del investigador e historiador
jienense, profesor de Historia en la provincia de Córdoba y
experto en Memoria Histórica, Arcángel
Bedmar,
que detalla la existencia de “un plan previo y programado de
eliminación de opositores políticos”. Los golpistas del 23 de
febrero de 1981 siguieron una estrategia similar a los del 18 de
julio de 1936. Estos últimos también habían tenido muy claro que
la violencia sería el arma principal para asegurarse el éxito. De
hecho, el 25 de mayo de 1936, dos meses antes del golpe del 18 de
julio, las instrucciones secretas del “director” de la
conspiración, el general Emilio
Mola Vidal,
a los otros militares implicados eran muy claras y no dejaban lugar a
dudas: la acción habría de ser en “extremo violenta” y tendrían
que aplicar “castigos ejemplares”. En la misma línea, un par de
semanas antes del golpe de Estado, el 30 de junio, aludía en sus
documentos a “eliminar los elementos izquierdistas: comunistas,
anarquistas, sindicalistas, masones, etc.”.
Estas
listas negras de los elegidos para asesinar y eliminar cualquier
incipiente oposición al nuevo régimen comenzaron a conocerse
provincia a provincia. Eran en torno a 3.000 personas las que se
tenía intención de eliminar de forma inmediata. En su mayor parte
incluían candidatos a diputados del Congreso y senadores en las
elecciones de 1977 y 1979, miembros de las ejecutivas de formaciones
de izquierda así como nacionalistas y sindicalistas. Pero no
olvidaron los extremistas incorporar también a líderes de opinión,
representantes de la cultura y referentes sociales. Algo habitual en
la primera fase de los golpes de estado.
Algunos
de los “seleccionados” en las listas negras
En
esa lista destacaban escritores como Francisco Ayala, Antonio
Buero Vallejo, Miguel Delibes,
Camilo José Cela,
Amando de Miguel, Antonio Gala, Juan Marsé, etc.). También músicos:
Luis Eduardo Aute, Paco
Ibáñez,
Paco de Lucía, Raimon, Miguel
Ríos,
etc.). En su afán por aniquilar cualquier atisbo de oposición se
incluyeron a actores y directores de cine como Ana
Belén, Aurora
Bautista, Fernando Fernán Gómez, Juan
Diego,
Alberto Closas, Tony
Leblanc,
Juan Antonio Bardem, Pilar
Miró,
Antonio Mercero, Concha
Velasco,
Paco Rabal, José
Sacristán,
etc. Tampoco se olvidaron de los medios de comunicación y de los
periodistas comprometidos con la democracia: Consuelo Álvarez de
Toledo, Forges,
Antonio Álvarez Solís, José Luis Balbín, Juan
Luis Cebrián, Mercedes
Milá,
Raúl del Pozo, Fermín Bocos,
Eduardo Sotillos…
y así hasta llegar al final de una lista interminable.
Según
el profesor Bedmar muchos de estos nombres podrían haberse extraído
de los archivos de la antigua Brigada Político Social (funesta y
temida policía secreta encargada de perseguir a los opositores en el
franquismo). Ello además mostraría la interrelación en tramas
sociales, militares y políticas a las que nos referíamos
anteriormente. La confección de las listas corrobora esta realidad
de que los estrechos contactos existentes entre la extrema derecha y
los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

¿Y
cómo no? entre los políticos no de izquierdas, el principal
objetivo era la persona a la que los nostálgicos odiaban más por
ser el artífice de la Transición política, el presidente Adolfo
Suárez,
al teniente general Gutiérrez
Mellado y
a su ministro de Interior Juan
José Rosón.
Para esta caterva fascista eran tres responsables directos de la
situación que ellos querían revertir. Y la inquina y el sentimiento
cainita llegó a tal extremo de que en la lista incluyeron incluso a
jefes militares compañeros en ese momento de los militares golpistas
como los generales Quintana
Lacacci y Gabeiras Montero.
Como hemos señalado antes, la lista con hasta 3.000 señalados para
hacer desaparecer se fue conociendo posteriormente por provincias.
Carlos
Marx llevaba razón en la segunda parte de su aserto: “La
historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la
segunda como una miserable farsa".
Afortunadamente este último intento de revertir la democracia acabó
en farsa chusca y grotesca, sí, pero miserable, muy miserable. Bueno
sería en este 40 aniversario del 23-F recordar otra frase célebre
con referencia también a la historia y al futuro de los
pueblos, la del filósofo George Santayana: “Los
pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla".