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domingo, 12 de julio de 2015

Casablanca (Hemeroteca-videoteca)


Video  Casablanca: ClicClic





Título original
Casablanca
Año
1942
Duración
102 min.
País
 Estados Unidos
Director
Michael Curtiz
Guión
Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch (Obra: Murray Burnett, Joan Alison)
Música
Max Steiner
Fotografía
Arthur Edeson (B&W)
Reparto
Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre, S.Z. Sakall, Madeleine LeBeau, Dooley Wilson, Joy Page, John Qualen, Leonid Kinskey, Curt Bois, Ed Agresti, Marcel Dalio, Enrique Acosta, Louis V. Arco, Frank Arnold, Leon Belasco, Oliver Blake
Productora
Warner Bros. Pictures; Productor: Hal B. Wallis
Género
Drama. Romance | Drama romántico. II Guerra Mundial. África. Nazismo. Propaganda
Sinopsis
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo. En este caso, el objetivo de la policía secreta alemana es el líder checo y héroe de la resistencia Victor Laszlo, cuya única esperanza es Rick Blaine, propietario del 'Rick’s Café' y antiguo amante de su mujer, Ilsa. Cuando Ilsa se ofrece a quedarse a cambio de un visado para sacar a Laszlo del país, Rick deberá elegir entre su propia felicidad o el idealismo que rigió su vida en el pasado. (FILMAFFINITY)
Premios
1943: 3 Oscars: Mejor película, director, guión adaptado. 8 nominaciones
1942: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a Mejor Actor (H. Bogart)
Críticas




Todos vienen al bar de Rick.

Luis Viadel Cócera.




        Murray Burnett y Joan Allison eran los autores de esta obra teatral que parece ser no llegó a estrenarse nunca. La Warner Brothers, con el título de Casablanca la convirtió en película bajo la dirección de Michael Curtiz y  el siete de abril de mil novecientos cuarenta y dos  se estrenó.
        Casi el mismo día, cincuenta años después de esa fecha dejó de existir el que sería tal vez el último superviviente. El actor Paul Henreid falleció a los 84 años en Santa Mónica, California. Había nacido en Trieste cuando el Imperio Austrohúngaro, ese lugar de nombre tan colorista que Luis García Berlanga siempre cita en sus películas como una especie de rúbrica o sello. Interpretó en la película (Víctor Laszlo) al marido de Ingrid Bergman (Ilsa) un líder de la resistencia europea contra los nazis.
         Fue uno más de los muchos izquierdistas europeos que llegaron a EE.UU (hizo escala en los escenarios londinenses) huyendo de la Europa de Hitler. Antes habían fallecido Bogart, la sueca Bergman, el británico Claude Raims (Capitán Louis Renault), Dooly Wilson (Sam, el negrito que no quería volver a tocar la canción “porque le va a romper el corazón”), Sydney Greenstreet (Señor Ferrari, el gordo bonachón, rival de Rick, propietario del tugurio “El Periquito Azul”), Peter Lorre, alemán nacido en Hungría, (Ugarte, delincuente que le planta cara a los nazis y es fusilado por la Policía de Vichy).
          A lo largo de más de medio siglo varias generaciones hemos canturreado con Sam el famosos estribillo,  “..as times goes by..”., y repetido algunas de sus frases más famosas como lo hizo Woody Allen en “Sueños de seductor” (Play it again, Sam, en 1973).
          -Tócala otra vez Sam... Déjame recordar.
          -No sé a lo que se refiere. Se me ha olvidado esa canción. No recuerdo la melodía.
          -Te la recordaré. Cántala Sam.
-You must remember this: a kiss is just a kiss...
-¡Sam! Te había dicho que nunca volvieras…
        Varios nazis beben en la barra del bar de Rick y uno de ellos le pregunta:
       -¿De qué nacionalidad es usted?
       -Soy bebedor.
       Se rodó casi sin guión, un tanto improvisadamente, hasta el extremo de que la actriz Ingrid Bergman en un momento de desconcierto pidió al director detalles para su interpretación:
        -Quiero saber cómo termina, porque hay una pequeña diferencia en la actuación si me voy a ir con el hombre que amo o con otro, porque siento piedad y afecto.
       -No lo dejes muy claro-le respondió- interprétalo a medias y ya lo decidiremos al final.
      De hecho se rodaron dos finales para que la productora decidiese con cual se quedaba. Y acertaron.
       Víctor Laszlo y su esposa ILSA, gracias a una estratagema de Rick, consiguen coger un avión entre aquella bruma, en el preciso instante que aparece el Mayor Strasser (Conrad Veidt). Rick le mata de un disparo en presencia del Capitán Renault, Jefe de Policía, que cuando llegan sus hombres, les dice:
-Que interroguen a los responsables habituales.
       Se marchan juntos en medio de la niebla nocturna mientras Rick le va diciendo:
        -Y este puede ser el comienzo de una buena amistad.
       Su accidentado rodaje, los continuos retoques al guión, la incertidumbre de los actores (estaba previsto que los principales papeles los interpretaran Ronald Reagan, Ann Sheridan y Dennis Morgan) no hacía sospechar a nadie que aquella película se convertiría en una auténtica joya del séptimo arte.
       Uno de los guionistas, Howard Koch, llegó a confesar: “Casablanca ha sido concebida en pecado y parida con dolor.”
      Accidentes, tejemanejes, maniobras oscuras pronosticaban un mal final a esta película de amor, (ILSA confunde la artillería alemana con los latidos de su corazón) además renuncias, chantajes y guerras, pero sobre todo una gran ambigüedad.
       Hace años todos coincidíamos en el error de ILSA por no quedarse con Rick, hombre duro, de corazón volcánico y gélido gesto, con una peculiar forma de encender el pitillo y de ayudar a los débiles.  De oscuro pasado, combatiente republicano en la guerra civil española, con problemas con la justicia, que se compromete por una causa, nada más y nada menos, ¡que por amor! Mucho romanticismo.
       Hoy, el tiempo nos hace ver un poco la realidad de ese final más pragmático, seguro, de futuro prometedor, menos incierto, en resumidas cuentas menos romántico.
      Por eso gusta a todos y ha permanecido a lo largo de los años con esa frescura que solo las grandes obras maestras consiguen. Eso y la nostalgia, el recuerdo de una historia romántica con la que nos identificamos plenamente, llena de sugerencias que aún hoy intentamos asimilar. Todos nos enamoramos alguna vez de Ingrid Bergman y quisimos emular al duro de Bogart imitando su manera de fumar, encendiendo dos cigarrillos a la vez para darle uno a nuestra pareja, acentuando algún tic del rostro o simplemente levantando el cuello de la gabardina.


Luis Viadel Cócera.


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