La Línea
Maginot, el inexpugnable fiasco militar francés
Las chapuzas militares son algo de lo
cual no se ha salvado ningún ejército ni país del mundo por muy avanzado que
sea ni por mucho presupuesto que haya invertido en ningún momento de la
Historia. En esto, los españoles tenemos un máster, (Batalla de Algeciras, submarino de Peral, guerra de Cuba, de Filipinas, barcos comidos por las termitas...) pero nuestros vecinos
galos no se quedan atrás e incluso se llevan el "cum laude" con la
construcción de la mayor fortificación militar en tiempos modernos que ha
existido a nivel mundial: la Línea Maginot. ¿El problema? Que
cuando tuvo que entrar en funcionamiento acabó siendo más inútil que un timbre
en un nicho.
Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, Francia,
con el Ministro de la Guerra, André Maginot, a la cabeza, decidió
que se construiría todo un conjunto de fortificaciones a lo largo de la
frontera francesa de cara a evitar la repetición de una invasión del país por
una fuerza extranjera. En un primer momento, el ascenso del fascismo de
Mussolini en Italia, hizo centrarse en la frontera italiana, pero la posterior
llegada al poder de Hitler en Alemania, hizo que el gobierno francés se
focalizara también en la extensa frontera alemana.
Los trabajos, que con el beneplácito de una comisión
liderada por el héroe de guerra Mariscal Petáin se extendieron
desde 1928 hasta 1940, dieron lugar a toda una serie de inexpugnables
fortificaciones construidas con gruesos muros de cemento armado y blindajes de
acero que, conectadas subterráneamente las unas con las otras, albergaban
tropas y piezas de artillería que defenderían con total seguridad la frontera
francesa de cualquier intrusión de un ejército enemigo. No obstante no todo el
mundo estaba a favor de estas moles defensivas.
Charles de Gaulle, que en 1930 tenía 40 años, pensaba
que en vez de gastarse los 5000 millones de francos que costó la línea
defensiva Maginot, lo que se tenía que hacer era invertir en nuevas
tecnologías, en blindados y fuerzas aéreas, sin embargo su opinión se la pasaron
por el arco del triunfo. Mayormente porque el septuagenario de avanzada década
que era el Mariscal Petáin consideraba que esta era la mejor estrategia e hizo
valer su monumental popularidad para tirar adelante el proyecto. Los
acontecimientos acabarían por dar la razón a De Gaulle.
Al contrario de los anquilosados y gerontocráticos jefes
del ejército francés, la Alemania Nazi hizo del I+D militar su caballo de
batalla. Todo lo que era mejorable se mejoraba y recibía fondos a mansalva, y
toda posibilidad de obtener una ventaja tecnológica se investigaba y
experimentaba, cosa que los abueletes anclados en la trinchera de la Primera
Guerra Mundial que eran los capitostes militares galos, no llegaban ni a
oler... hasta el 10 de mayo de 1940.
Ese día, sin previa declaración de guerra, el ejército
alemán invade Holanda, Bélgica y Luxemburgo en lo que se dio a llamar la Guerra
Relámpago (la conocida Blitzkrieg), atravesando territorio belga y
luxemburgués y encarando las débiles defensas de la Línea Maginot en la zona de las
Ardenas. Los franceses consideraban que la suma del ejército belga, las
suyas y el contingente inglés sería suficiente, pero no se esperaban el brutal
avance alemán que hizo rendir al ejército belga en 18 días.
Los militares franceses habían dejado sin demasiada
vigilancia esta zona fronteriza con Bélgica, confiando en la dificultad
orográfica y en los espesos bosques la tarea de parar un posible avance alemán.
Los alemanes, sabiendo este punto de debilidad atravesaron las líneas
defensivas francesas el día 12 de mayo, y aunque los fuertes existentes
presentaron batalla, semejante alud bélico alemán hizo entrar en pánico
al Estado Mayor francés que no dio una a derechas.
En esta caótica situación, los contingentes franceses
ubicados en la Línea Maginot se encontraron o aislados o sin
avituallamiento y sin apoyo aéreo, de tal forma que, a base de batallones de
asalto, los alemanes acabaron con la resistencia de los fuertes y casamatas que
resistían, las cuales se convirtieron en auténticas ratoneras: los alemanes
atacaban con explosivos las aspilleras y las tomas de aire de los búnqueres,
matando a sus guarniciones por asfixia.
En definitiva, un ejército aliado en desbandada, los
alemanes atacando con guerra aérea y avanzando con sus tanques a una velocidad
endiablada, hicieron que la mayor línea defensiva de la historia moderna cayera
desde Suiza al Atlántico en menos de un mes. Los arcaicos métodos
de guerra de los jefes franceses (Pétain había nacido en 1856, por ejemplo),
que aún estaban mentalmente en la guerra de trincheras de la Gran Guerra,
chocaron de bruces con la modernísima maquinaria de guerra alemana, anulando
toda la posible resistencia y haciendo que Francia cayera en manos de Hitler
hasta 1944.
Lo que viene a ser todo un exitazo, vamos.
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