Andrés Rábago, El
Roto, medio siglo del arte de cristalizar en sátira el inconsciente colectivo
ElHuffPost
·
'W Magazín' Revista
literaria fundada y dirigida por el periodista Winston Manrique Sabogal
05/07/2018
Por Winston
Manrique
Uno de los
dibujantes y viñetistas españoles más importantes de las últimas décadas cumple
50 años convertido en uno de los intelectuales y voces más esperadas cada día
en la prensa. En una charla con WMagazínda las
claves de su maestría, del arte de su sátira y muestra parte de su imaginario.
En medio del barullo y la insensatez
cada día hay una voz que todos escuchan en España, que todos están atentos a
ver qué dice y que muchos comparten y reproducen por las redes sociales porque
logra cristalizar en unos pocos trazos y un par de frases lo que todos piensan,
sienten o anhelan.
Son pocos
los elegidos de dar en la diana de esta opinión enselvada y del inconsciente
colectivo. Y el caso de Andrés Rábago, más conocido como El Roto y
Ops, es especial. Lleva medio siglo afinando su arte y la pintura. Desde que en
1968, con 21 años, publicara sus primeros dibujos y viñetas en revistas como Hermano
Lobo. Eran los años del tardofranquismo.
"Mi interés es crear vínculos
afectivos, que el mundo tenga vínculos afectivos, que las almas se reúnan"
Hasta la década de los ochenta firmó
como Ops, pero con la llegada de la democracia, en 1976, se fue silenciando
para dar origen a El Roto, "cuya sátira social trataba de romper la
condición del individuo-masa y despertar a las conciencias de una información
anestesiante".
Nacido en
Madrid en 1947, y criado en la misma ciudad, poco a poco se convirtió en una de
las voces más importantes de la opinión pública española, y en este siglo XXI
se le puede considerar como uno de los intelectuales esperados cada día en el
diario El País.
"Mi
interés es crear vínculos afectivos, que el mundo tenga vínculos afectivos, que
las almas se reúnan. No solo que se reúnan los intereses externos sino los
intereses internos. Y cualquier encuentro es un regalo que se te hace para
producir ese encuentro de algo que no eres tú, con algo que no es el otro pero
es común a ambos", es el autorretrato de Andrés Rábago en una charla con WMagazín
en los jardines del Hotel Formentor, de Mallorca, el otoño pasado durante las
Conversaciones de Formentor.
Lo que El
Roto piensa de España, la política, la sociedad, la condición humana y la vida
en general ya lo expresa en el periódico. Pone orden, centra la discusión, crea
una especie de vacío en medio de la vorágine de opiniones. Y, de vez en cuando,
reúne en libros sus trabajos. El más reciente es Contra muros y banderas (Reservoir Books),
sobre nacionalistas y patriotas, sobre España y Cataluña (En este enlace puedes ver
algunas viñetas).
¿Cómo un hombre tímido, muy educado
logra en unos pocos centímetros cuadrados resumir indignaciones, reflexiones o
sentimientos comunes?
La pregunta es: ¿De dónde viene y
cómo se logra esa maestría?, ¿cómo un hombre tímido, muy educado, de voz
redonda y pausada y que se puede confundir en cualquier grupo de gente logra en
unos pocos centímetros cuadrados resumir indignaciones, reflexiones o
sentimientos comunes?, ¿cómo alguien logra entrar en comunión con tantas
personas y hacer que todos asientan con la cabeza o liberen alguna frase cada
vez que ven una viñeta suya?
Él mismo lo
cuenta de viva voz a WMagazín a orillas del Mediterráneo. Hoy no es día
de dibujar ni de escribir. Hoy El Roto recorre sus propias estancias creativas
e inspiradoras. Si él está atento al imaginario colectivo, hoy deja asomar a
sus seguidores a su propio imaginario:
Como una linterna
"Vayamos por partes. Soy una
persona de fragilísima memoria, o tengo una memoria selectiva para algunas
cosas. Por lo tanto, puedo decir que cada día olvido prácticamente lo que ha
sido el día y empiezo de nuevo al día siguiente, como si fuese un día
totalmente nuevo... Aunque es verdad que he sido un buen lector, no lo he sido
de manera sistemática, ni recuerdo libros que hayan dejado una huella
profunda".
"Lo que más me interesa ahora
mismo es un poco el territorio de la literatura mística y la filosofía
oriental"
"A mí lo que más huella me ha
dejado, generalmente, ha sido la visión de la obra de los pintores de cuadros.
De eso sí tengo vivencias más ciertas. De la lectura, e incluso de las
películas, rara vez recuerdo lo que he leído con posterioridad. Generalmente
tengo un gran entusiasmo con lo que leo, se lo recomiendo a mis amigos
inmediatamente, y a mi mujer, pero luego lo olvido. Incluso ha habido ocasiones
en las que he comprado un libro que tenía ya.... (y sonríe)".
"Fui bastante lector en mi juventud. Ahora tiendo a leer menos. Leo cosas que, realmente, me interesan más en este momento vital. Lo que más me interesa ahora mismo es un poco el territorio de la literatura mística y la filosofía oriental. Eso no significa que sea un experto en ello, simplemente me nutre, yo lo leo como alimento. Yo no lo leo para nada especial. Es solo que todos los días necesito una cierta dosis de pensamiento o de ayuda que me mantenga en el camino que he emprendido; y esa ayuda ya no me viene de los libros que antes leía".
"Fui bastante lector en mi juventud. Ahora tiendo a leer menos. Leo cosas que, realmente, me interesan más en este momento vital. Lo que más me interesa ahora mismo es un poco el territorio de la literatura mística y la filosofía oriental. Eso no significa que sea un experto en ello, simplemente me nutre, yo lo leo como alimento. Yo no lo leo para nada especial. Es solo que todos los días necesito una cierta dosis de pensamiento o de ayuda que me mantenga en el camino que he emprendido; y esa ayuda ya no me viene de los libros que antes leía".
"Un poco el problema que yo he
sufrido, a lo largo del tiempo, es que he creído que la realidad era una
cosa"
"Ahora me viene de libros de
otros que, a lo mejor, han recorrido ese territorio que intento recorrer yo y
que van como una linterna que llevo por delante en esos caminos que ellos han
recorrido. Sobre todo teniendo en cuenta que soy lector de prensa y ya tengo
una dosis diaria de hora u hora y media de lectura intensa de la prensa. Así
que una dosis de lectura ya viene dada. Si luego está el tiempo que dedico a la
pintura y al dibujo, así ya suman de seis a siete horas, el tiempo restante,
normalmente, lo quieres dedicar a la familia o a pasear... Y un poquito antes
de dormir, siempre, hay un tiempo para la lectura. Pero es una lectura que te
sitúa, o al menos así es como yo lo intento usar, que te sitúe el sueño en un
terreno que piensas que a lo mejor los sueños puedan ser de enseñanza o de
aprendizaje...".
El camino actual
"El camino que sigo ahora es
más un camino de descubrimiento de aquello que considero que debe ser lo real.
Un poco el problema que yo he sufrido, a lo largo del tiempo, es que he creído
que la realidad era una cosa; pues he descubierto que probablemente no era así.
Entonces todo el proceso posterior es intentar averiguar qué hay más allá de
las imágenes que estoy de alguna manera proyectando y que son la realidad
visible... Esa es un poco una tarea difícil porque no hay señales, hay que
recorrerlo personalmente".
"Y para mí la pintura es mucho más clara en ese sentido. En la pintura puedo ver cómo ha pensado el pintor, mientras que en la literatura desconozco los mecanismos. En cualquier caso, más allá de ese trabajo que hacen tanto los pintores como los escritores, es la indagación personal lo que me mueve en esa lectura o en esa visita a los museos o a las salas de exposiciones. Me mueve ese intento de saber, de entender mejor, qué es eso. Es la pregunta inevitable que tenemos en algún momento, pero sospecho que dejamos de lado porque creemos que lo que estamos viendo es la pura realidad".
"Y para mí la pintura es mucho más clara en ese sentido. En la pintura puedo ver cómo ha pensado el pintor, mientras que en la literatura desconozco los mecanismos. En cualquier caso, más allá de ese trabajo que hacen tanto los pintores como los escritores, es la indagación personal lo que me mueve en esa lectura o en esa visita a los museos o a las salas de exposiciones. Me mueve ese intento de saber, de entender mejor, qué es eso. Es la pregunta inevitable que tenemos en algún momento, pero sospecho que dejamos de lado porque creemos que lo que estamos viendo es la pura realidad".
"El trabajo satírico es una
realidad parcial, limitada, incompleta, por supuesto"
"Hay que tener en cuenta que la
realidad de la que hablamos, es decir la realidad del dibujante de prensa
trabaja con una realidad que es común al lector o a los lectores. A mí me
parece una realidad de un cierto nivel, pero no es la única que hay. Lo que
pasa es que con esa es con la que trabaja la sátira y con la que nos movemos en
el mundo del periodismo, en el mundo de la información, de la noticia".
"Pero eso no es todo. Hay algo
que está mucho más allá de eso o está más acá, no sé dónde, pero de alguna
manera lo completa. El trabajo satírico es una realidad parcial, limitada,
incompleta, por supuesto. Me gustaría, en algún momento, en algún dibujo
intentar ir un poco más allá de esos límites estrechos que los medios nos van
imponiendo. Así nos ahorramos ser convertidos en mercancía; como intenta
salirse el autor de la mecánica de producción cultural. Tratar de salir de ese
terreno hacia el que nos llevan como el ganado, hacia ese lugar estrecho donde
posteriormente será sacrificado...".
Cristalizar el pensamiento colectivo
"La función que asumo es un
poco la de cristalizar lo nebuloso que está ahí... Concentrar todo. Creo que el
lector lo que agradece es, justamente, esa clarificación, esa cristalización.
Porque es la cristalización de su propio pensamiento. Sobre todo, hay que tener
en cuenta que no todos los temas que trato son personales o me afectan o me
interesan completamente. Pero son temas que están ahí y tú tienes que ser, de
alguna manera, un poco partero de todo ello...
"Un punto, también muy
importante, es la ausencia de tu propia persona: la ausencia completa de todo
ego"
"Realmente no soy un dibujante
barroco, ni me interesa mucho ese terreno. La simplificación es difícil, pero
es absolutamente necesaria. Es trabajo de poda, eliminar todo lo sobrante,
tanto en el texto, que quizás muchas veces es lo más complicado, y luego en el
propio dibujo. Un punto, también muy importante, es la ausencia de tu propia
persona: la ausencia completa de todo ego, o al menos todo lo que puedas
evitar. Eso es absolutamente esencial, tú no tienes que existir, de hecho, ni
siquiera tu nombre figura, es un seudónimo o es un heterónimo, es un alguien
que tú colocas para representar al que lo ha hecho, pero que no eres tú
exactamente tampoco...".
Andrés Rábago huye de la
estridencia, del palabrerío alrededor de un tema. Tiene una mirada cósmica y la
capacidad de ver los hilos que conectan con más fuerza y sensibilidad a la
gente para ilustrarlo de manera clara, sencilla y luminosa como la idea en un
ámbar.
El Roto está en un descanso de las
Conversaciones de Formentor 2017. Ahora sus palabras se encaminan hacia desvelar
su relación con los pintores; sobre la autoría, algo relativamente nuevo dentro
de las artes; sobre la sociedad del "yoísmo"; sobre cómo el mundo
digital puede estar afectando la percepción de la realidad; sobre el sentido
del humor, claro; para terminar con un autorretrato que empieza: "Mi
interés es crear vínculos afectivos, que el mundo tenga vínculos afectivos, que
las almas se reúnan...".
Puedes leer la segunda entrega en el siguiente
enlace:"Estamos superponiendo capas a la realidad y nos estamos alejando de una
percepción inmediata y real".
Este artículo se publicó originalmente en la web de WMagazín, la revista literaria
online dirigida por el periodista Winston Manrique Sabogal, un espacio para
conversar con sosiego sobre literatura, donde él es cronista de encuentros,
reportajes y entrevistas a ambos lados del Atlántico, y los lectores son los
coautores, con sus lecturas y comentarios
martes
3, Jul 2018
El Roto: “Estamos superponiendo
capas a la realidad y nos alejamos de una percepción inmediata y real” (y 2)
Por Winston Manrique Sabogal
WMagazín
continúa su homenaje a Andrés Rábago por los cincuenta años de su carrera en el
arte y el periodismo. Habla de su relación con los pintores, de la autoría, de
la sociedad del yoísmo, de los cambios en la percepción de la realidad y,
claro, del humor
· Andrés Rábago, El Roto, medio siglo del arte de
cristalizar en sátira el inconsciente colectivo (1)
El
Roto considera que la imagen está en un nivel superior al de la palabra, porque
“tiene una mayor universalidad”. Andrés Rábago continúa el recorrido por la
manera como concibe el arte y su trabajo como dibujante y pintor. Como
cristalizador del inconsciente colectivo. Lo hace en esta segunda entrega de la
conversación con WMagazín con la cual esta revista le rinde
homenaje en el cincuentenario de su carrera.
“Soy una persona de fragilísima memoria, o tengo una
memoria selectiva para algunas cosas”, empezaba diciendo El Roto, en la primera
parte de la conversación. Y terminaba hablando de dos puntos esenciales en su
obra y vida profesional: la simplificación y la gran poda en imagen y texto y
la desaparición del ego porque, asegura, “tú no tienes que existir, de hecho,
ni siquiera tu nombre figura, es un seudónimo o es un heterónimo, es un alguien
que tú colocas para representar al que lo ha hecho, pero que no eres tú
exactamente tampoco…”.
En esta segunda y última entrega de la conversación
sigue en una especie de monólogo, donde El Roto, quien suele hablar a través de
unos pocos trazos y frases contundentes, cuenta de dónde viene su maestría:
Nadie hace nada de nuevas
“Probablemente hay muchas
pinturas buenas que no me llegan y que no me interesan. Yo me muevo en un
territorio de la figuración en la pintura. Entre las cosas que más me interesan
es la pintura un poco primitiva, cuando no existía una presencia excesiva del
ego. Un poco el prerrenacimiento o el gótico primitivo. Esos territorios donde
todavía no estaba el artista excesivamente presente. Creo que hay un exceso de
artisticidad. Hay demasiado ego también en el arte que dificulta la transmisión
de la experiencia. Luego, por supuesto, la admiración hacia los grandes
creadores de formas nuevas o de lenguajes que permiten a lo mejor no a ellos,
pero sí a otros posteriormente, elaborar un discurso distinto, pero con un
lenguaje que proviene de otros anteriores y eso es muy claro.
Creo que nadie trabaja de nuevas, nadie pinta de nuevas, nadie
dibuja de nuevas, ni siquiera nadie habla, ni ve de nuevas.
Todos tenemos antecedentes, todos hemos ido asimilando
cosas que vienen, que son de otros y que han desarrollado otros. Eso es un
eslabón más en una larguísima cadena… Sí, y de la que tú formas parte.
“No hay ningún artista, en concreto, que me haya
influido. Pero sí una nebulosa de presencias que están ahí; que de repente te
recuerda a alguien, te recuerda algo que has visto, te recuerda algo que has
leído, pero que no sabes… Tampoco sabes a lo mejor el nombre, a lo mejor no
recuerdas el cuadro concreto… Muchas veces ese es uno de los mayores placeres.
A veces estás pintando a ciegas y vas a buscar a alguien que te ilumine también
y coges un libro de la librería donde intuyes que ese pintor concreto hizo algo
que tenía algo que ver con lo que estás haciendo en ese momento. Muchas veces
es la forma de una búsqueda, de unas tonalidades, de unos acordes de color, de
una ciertas formas que has visto y que te parecieron que tenían una
monumentalidad especial que tú estás buscando; esa monumentalidad que has visto
en alguien y que tú ves de alguna manera también representar y son muchas veces
esas referencias que no son inmediatas. No es aquello que estás viendo, pero
que despiertan en ti esos arquetipos o esas formas que están ahí y que de
alguna manera también los cristalizas dentro de ti”.
“Es
que tenemos que ir destruyendo cada día para construirnos de nuevo cada día,
para no ir acumulando capas sobre capa de lo que hemos ido acumulando, sino
que cada día hay que desprendernos de la capa para poder encontrar nuevamente
algo asombroso en el mundo en el que estás”.
Ocultación de la realidad
“No creo que haya una nueva
percepción de las cosas. Más bien lo que creo es que hay una ocultación cada vez
mayor de la realidad. Estamos superponiendo y superponiendo
capas a la realidad y cada vez nos estamos alejando más de una percepción
inmediata y real. Cuantas más imágenes tenemos, más las estamos banalizando.
Hoy en día las imágenes, prácticamente, son casi todas bastante banales. Es muy
difícil distinguir, en el caso de la fotografía una gran fotografía de una
mediocre o media. Es como si todos estos fogonazos nos estuviesen haciendo más
ciegos. Creo que somos más ciegos. Esas pantallas luminosas nos están cegando y
la pupila está perdiendo su transparencia y va a ser más difícil ver… Creo que
hay un interés porque eso sea así.
“Ya casi nadie aguanta frente a una imagen estática.
El problema de la pintura es que nos hemos acostumbrado a la imagen en
movimiento y el sostener la mirada a un cuadro nos resulta muy difícil. Es duro
sostener esa mirada y requiere un esfuerzo. Lo que queremos es que el cuadro,
inmediatamente, salte hacia ti y te empiece a decir cosas ¿no? Y no ser tú el
que tienes que entrar ahí y dar un poco… Nos estamos volviendo más vagos y más
cómodos en ese aspecto…”.
“En cambio, hay una presencia exagerada del Yo. No sé
si tendrá que ver con la sobreabundancia de casi todo. Para salir tienes que
exagerar, tienes que hacerte visible de alguna manera. He observado, en algunas
ocasiones, que quieren hacerse visibles muchos artistas a través de algo que
les caracterice, por su sombrerito, o su chaleco, o el bigote, o su perilla, o
el otro con el pelo amarillo… Es una manera de hacerse marca, de venderse y, en
el fondo, convertirse en mercancía. Todo eso me parece bastante penoso. Son
signos de los tiempos en los que considero que tiene que ver esa
sobreabundancia de la que hablaba y donde buscas ser identificado”
Cerebro y humor
“Has comentado un hecho que me parece relevante, es el
hecho de crear nuevos circuitos neuronales. Creo que una de las funciones de la
sátira, del humor y, por supuesto, también de otras artes, es la de crear
nuevos canales… Yo sostengo que la risa es una especie de descarga que se
produce cuando de repente descubrimos algo que hace referencia a un punto, que
resuene en un punto del cerebro, en realidad está hablando de algo que está en
otro punto del cerebro. Ese nuevo circuito neuronal que tienes que crear para
comprender esa síntesis que te están mostrando o esa extrañeza que se produce
eso es lo que produce un nuevo circuito y hay una descarga que a veces es la de
la risa que es una descarga de energía y que rompe ese vínculo que se había
creado.
“Yo creo que es mejor que no se produzca la risa,
porque si no se produce la risa, pero se produce la conexión entre esos dos
elementos que estás uniendo en ese momento estás creando un circuito que va a
quedarse estable. Si se produce la risa se rompe el circuito, esa es mi teoría…
“La gente que no tiene conexiones no tiene sentido del
humor. Son muy lineales, pero no saben saltar de un punto a otro, no tienen esa
flexibilidad mental. No entienden nada. Su cerebro es muy rígido. Y un poco la
función del humor, de la sátira y de tantas otras cosas, es crear unos cerebros
más flexibles que permitan comprender las cosas en una multidireccionalidad que
normalmente no tienen… Son cerebros que se han quedado fríos…”.
Al final, El Roto
pide un favor: “Quita todo lo sobrante, que serán dos tercios, y a ver si de
ahí sale algo”. Tras un intercambio de palabras sobre el diálogo que establece
con los lectores y la admiración que despierta su trabajo, sobre la que El Roto
no parece ser consciente del todo, dice:
“Mi interés es crear vínculos afectivos, que el mundo
tenga vínculos afectivos… que las almas se reúnan. No solo que se reúnan los
intereses externos e internos y cualquier encuentro es un regalo que se te hace
para producir ese encuentro de algo que no eres tú con algo que no es el otro,
pero es común a ambos”.
Y ese encuentro es lo que propicia Andrés Rábago con
cada uno de sus trabajos. Mientras que el encuentro suyo con otros se produce,
por ejemplo, cuando entra a museos como el Prado, de Madrid, donde no va a ver
un cuadro concreto ni a un artista en particular, pero donde, de repente,
descubre nuevas obras o que las han cambiado de sitio y la mirada cambia.
“Sales de una exposición y te das cuenta que te ha
enseñado una forma de mirar. Me pasa mucho cuando salgo del Museo del Prado y
veo que los colores se refuerzan. Notas que tu mirada se ha pulido, se ha
perfeccionado; con la mirada de los pintores la mirada se ha hecho más sutil,
más sensible. Y cuando sales de ese lugar tu mirada es muy distinta… Es
asombroso, yo lo he experimentado, todo es más nítido, más rico, tiene más
matices”.
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