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martes, 5 de julio de 2022

 Bárbara y el Bárbaro




25 años del robo de “material sensible que perjudica a una alta personalidad del Estado”: el episodio que conectó a Bárbara Rey y al rey Juan Carlos

En 1997, Bárbara Rey presentó varias denuncias por el robo de material audiovisual en su casa. Así fue cómo se desarrollaron los hechos que dispararon los rumores.

CÉSAR ANDRÉS BACIERO

13 DE JUNIO DE 2022


Primavera de 1997. La Casa Real parece dichosa, entretenida con los preparativos de la boda de la infanta Cristina y el jugador de balonmano Iñaki Urdangarin, anunciada a principios de mayo y prevista para el 4 de octubre en Barcelona. Sin embargo, hay un tema que preocupa, o al menos que ocupa, a la jefatura del Estado. A lo largo de ese camino hacia el altar, las visitas de Bárbara Rey a comisaría para denunciar “el robo de material sensible que perjudica a una alta personalidad del Estado”, amén de a ella misma, se suceden con regularidad. El 13 de junio, en la oficina del distrito de Tetuán, la artista de Totana, cansada de la inactividad de los funcionarios, señala directamente como autor del presunto delito a Manuel Prado y Colón de Carvajal, exsenador, diplomático, empresario y amigo personal, además de administrador privado, del rey Juan Carlos.

A esta denuncia le había precedido un par similares. La primera fue presentada el 25 de mayo. María García García (nombre real de Bárbara) hacía constar el robo de “tres cintas de casete, cinco de vídeo y veinte diapositivas”. La rapacería se habría producido en enero, cuando el servicio de confianza de su chalet de Boadilla del Monte, cercano al Palacio de la Zarzuela, se encontraba de vacaciones. A la vedete la distrajeron entregándole el premio Bombín de Plata el día de autos.

Los presuntos periodistas dijeron que querían tomar fotos de la entrada y del salón de mi casa, que iban a hacer un libro sobre mi vida”, según Bárbara, y el personal los dejó pasar. Los sustitutos del servicio empezaron a sospechar cuando los reporteros, después de andar como Pedro por su casa por toda la vivienda, preguntaron incluso por dónde estaba la caja fuerte”. El personal echó a los intrusos y no les dejó volver a pesar de que les ofrecieron un soborno de un millón de pesetas. Inmediatamente confesaron su exceso de confianza a la señora de la casa.  

La policía montó entonces un dispositivo para averiguar quiénes eran los que se habían hecho pasar por periodistas. A uno de los empleados incluso le pusieron un micrófono y le enviaron a su encuentro bajo el pretexto de darles la clave de la alarma de seguridad de la casa de Rey. Los agentes, cámara en mano, vigilaban de cerca, pero el engaño no salió bien. “Cuando fui a comisaría me dijeron cosas increíbles. Las fotos se habían velado, el vídeo no servía, no se había grabado la cinta porque el señor [el empleado] habría tocado un botón, que no podía localizar a los que fueron a mi casa porque el número del móvil que le habían dado para contactar con ellos era el de una tarjeta…”, explicó Bárbara en un encuentro con periodistas. La cosa se quedó ahí hasta que al aterrizar en Murcia se dio cuenta de que le habían robado la copia de la denuncia. La maleta de Mari Trini, con la que viajaba, también estaba abierta pero esta no echó en falta nada. Rey puso en conocimiento de la policía este dato el 1 de junio. 

Cuatro días después, Bárbara se ausentó del domicilio familiar y se produjo el tercer robo (el segundo bajo su propio techo) e interpuso una nueva denuncia, la del 13 de junio. Esta rezaba que “su hijo entró en su casa en la madrugada del día 9, notando el día 10 que personas extrañas habían entrado en el domicilio sustrayendo del mismo carretes fotográficos sin revelar, cintas grabadas de varios autores, una agenda personal, todo esto propiedad de su hijo, tres cintas de casete, cinco de vídeo, 20 diapositivas, todas ellas comprometedoras para ambas partes y propiedad de la declarante, especialmente relevantes para esta persona importante de la cual no desea decir su identidad (…) Que sospecha que las personas autoras de este hecho han podido ser mandadas a su domicilio con el fin de retirar toda la documentación comprometedora para dicha persona por el señor Manuel Prado y Colón de Carvajal, así como un tal Eladio García Suárez, ya que estas personas se pusieron en contacto con ella queriendo tener información de tales documentos”.

También se afirma que Rey habría sido amenazada de muerte tanto ella como sus hijos, acusándola mediante llamadas telefónicas de haberse deshecho del material y puesto en circulación en prensa”. Muchos entendieron entonces que la identidad que no quería revelar sería la de Juan Carlos de Borbón, entonces rey en ejercicio de España, y que el contenido del material daba fe de una relación con el monarca, además de testimonios suyos sobre su matrimonio, el intento de golpe de Estado del 23-F y otros temas.

Se les apodó como ‘El rey y la vedete’ o Bárbara Rey y una alta personalidad del Estado’. Les había presentado, a comienzos de la Transición, Adolfo Suárez, líder de la extinta UCD, partido por el que rey hacía campaña. Ella estuvo casada desde 1980 hasta 1989 con el domador y empresario circense Ángel Cristo y él, casado con la reina Sofía, era dado a las ‘amigas entrañables’. En 1994, don Juan Carlos habría puesto fin a su relación con Bárbara Rey, supuestamente documentada gracias a los artilugios de grabación que la actriz había adquirido en La Tienda del Espía a lo largo de los años. 

El miércoles 25 de junio, un mes después de que la estrella que compuso su nombre artístico sumando los de Barbara Streisand y Fernando Rey presentase la primera denuncia, llegó un sobre anónimo a las redacciones de varios medios de comunicación. Contenía una fotocopia de la denuncia del 13 de junio, junto a varias hojas en las que se relataban las supuestas presiones sufridas por Bárbara Rey. El primero en dar la noticia fue Ángel Herrero, acompañado del simpar Jesús Mariñas, en su programa La mañana de COPE. Un día después, el diario El Mundo, entonces dirigido por Pedro J. Ramírez, llevó a portada el titular “Bárbara Rey denuncia a Manuel Prado por el robo de documentación comprometida”. El texto destacaba que la murciana se había entrevistado a finales de enero con el exbanquero Mario Conde, condenado por el caso Argentina Trust, para hacerle conocedor de las presiones de Prado e invitarle a mediar en el conflicto. Mientras, El País en páginas interiores publicó que “Bárbara Rey denuncia que sufre amenazas para proteger a una alta personalidad”. 

Por la noche, Mariñas aireó la denuncia en Tómbola, el programa del corazón de Canal Nou que emitían también Canal Sur y Telemadrid. Nadie mencionó al rey. Bárbara, alterada, intervino telefónicamente con su voz grave y dejó una frase para los anales: Yo solo he dado cariño a quien lo necesitaba”

Antes de colgar, lanzó un aviso a navegantes: quien osase tocar a sus hijos, Sofía y Ángel, sufriría las consecuencias. El 17 de julio se anunció la visita de la artista al programa valenciano para contar toda la verdad sobre su protegido. “Yo tengo un límite, y tengo un aguante, si me siguen maltratando como hasta ahora prefiero decirlo todo y que me maten si quieren”, había avanzado en otra entrevista. Sin embargo, a Rey no la dejaron intervenir.

Durante la espera en el camerino, llamó al periodista Francesc Arabí, a quien aseguró que “me han secuestrado en una habitación cerrada en la tele (…) Me han dicho que la orden de no dejarme salir ha llegado desde muy arriba”. El caché, de dos millones de pesetas, lo cobró íntegro sin necesidad de sacar las garras en plató. Al día siguiente concedió una entrevista a Arabí para el Levante-EMV en la que confesó que “quien mantuvo la relación conmigo no se ha portado bien, ni siquiera me ha telefoneado”. Estaba dispuesta a seguir echando leña al fuego: “A mí no me tenéis controlada. Que no saliera anoche no significa que no pueda ir por aquí”.

En el mismo encuentro negó ser la autora de las filmaciones robadas. “Pregúnteselo a los que nos grabaron. Yo no he ido juntando pruebas. Algunas fotografías personales sí hay, y en ese caso con consentimiento. Los amigos se fotografían con los amigos”. Tiempo después compensaron a la vedete con un programa de cocina en Canal Nou. El noviembre pasado Alberto Saiz, jefe del Centro Nacional de Inteligencia de 2004 a 2009, confirmó en Salvados que Bárbara “recibía contratos de la televisión valenciana. Contratos y continuidad en televisiones autonómicas a cambio de dinero. De no hacerse, cabía la posibilidad de que alguien dijese que había habido una relación íntima”.

Ana Romero, en el libro El rey ante el espejo, resume la situación del 97 de forma clara y escueta: Nadie explica lo que estaba pasando de verdad. El título quizá tenía que haber sido este: ‘Bárbara Rey intenta continuar con el chantaje al rey que Aznar quiere parar”. La noticia desapareció de todos los medios de comunicación por arte de magia pero la guerra entre “la pariente”, como se la conocía en el círculo del rey, y lo que ahora se conoce como las cloacas del Estado continúo en la sombra. Este es solo un episodio más en la historia del Borbón y la vedete. Un libro de amor, como cantaba Bárbara, que se continúa escribiendo todavía.


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