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miércoles, 28 de junio de 2023

 


Miguel del Arco: "Franco sigue siendo un sitio muy complicado"

El dramaturgo estrena 'Las noches de Tefía', un drama sobre la memoria ambientado en el campo de concentración para homosexuales de la dictadura

LUIS MARTÍNEZ

ElMundo

Jueves, 22 junio 2023 -

«No podemos cambiar el pasado... al menos recordémoslo». La frase, entre pomposa y solo resignada, se escucha en La caja de música, la película de Costa-Gavras que enfrentaba a una hija ante la incómoda, salvaje y muy desconcertante posibilidad de que su adorado padre fuera en verdad un asesino. Pero no uno de ésos arrastrados por unos oscuros y muy bajos instintos que señalan de forma incluso mítica al victimario. No, su padre fue quizá en el pasado un funcionario del régimen nazi que mataba por puro oficio en el margen estricto de la jornada laboral. Las noches de Tefía, la serie de seis episodios creada por el dramaturgo (además de director de escena, cineasta, guionista y tipo extremadamente inquieto) Miguel del Arco, se mueve en el mismo registro y, a su modo, hace suya la frase del principio, pero con vehemencia antes que solo resignación. De repente, en la normalidad de una vida satisfecha, ligeramente aburrida y debidamente ordenada, un hombre descubre que el pasado no sólo pasa sino que además pesa. Ese vecino, que además es adorable padre y entrañable abuelo, también fue un represor, su represor. La novedad es que ahora no se trata de un drama judicial estadounidense sobre una barbarie extraña, sino que todo ocurre aquí, y muy aquí, en Fuerteventura, en España, en nuestro presente, que es también nuestro pasado.

«Tengo la impresión de que el asombro más grande sobre los hechos que relatan la serie tiene que ver con el desconocimiento absoluto de lo que se narra», dice Del Arco. Recuerda que ni siquiera cuando fueron allí, al lugar en el que ocurre todo, nadie sabía nada. «Después de mucho preguntar di con un hombre que había trabajado con su padre en el recinto. Cuando lo localicé y hablé con él, me pedía una y otra vez que bajara la voz. Aún hoy», añade. Y concluye: «El franquismo no sólo anuló todo tipo de disidencia política y sexual sino que forzó a interiorizar la represión con una ley del silencio que sufrimos todavía en el presente. Y lo más doloroso es que sobre ese silencio, lo queramos o no reconocer, está edificada nuestra democracia».

Pero un momento, ¿de qué estamos hablando? Hablamos de una serie de televisión que se estrena en cines el jueves 22 antes de llegar a Atresplayer Premium, pero sobre todo de uno de los dos centenares campos de concentración hábiles durante la dictadura franquista. Más en concreto, hablamos de probablemente el más singular de todos ellos. Por cruel. La Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía de Fuerteventura, así se llamaba por aquello de la falta de pudor, estuvo activa entre 1954 y 1966 y sirvió para «la reeducación de homosexuales varones» por designio de la llamada Ley de vagos y maleantes. La serie, inspirada lejanamente por la novela de Miguel Ángel Sosa Machín Viaje al centro de la infamia, imagina desde el presente el encuentro de una víctima con su represor (personajes interpretados por Jorge Perugorría y Roberto Álamo) y viaja al pasado para reconstruir lo que fue aquello de la mano de los actores Marcos Ruiz, Patrick Criado, Miquel Hernández o Raúl Prieto. Pero hay un bucle más en el tiempo, en la imaginación y en la memoria:Del Arco hace soñar a los presos con la posibilidad de una vida digna con música, con glamour y sin dolor en un espacio ficticio, el music hall Tindaya, donde se baila, se canta, se folla, se vive. Es un truco imaginario para sobrevivir, pero también lo es para libertad. «El sentido del humor», reflexiona el cineasta, «no sirve sólo para aliviar el sufrimiento, forma parte del mecanismo de supervivencia»

La serie se sitúa justo en medio, en la frontera de casi todo, entre la realidad y la ficción, entre la escena y el cine, entre la parte más salvaje de la dictadura autárquica y el momento en el que el turismo obligó a mirar hacia fuera, entre la tragedia más evidente y la comedia más necesaria, entre el pasado y el presente. Y ahí, en ese lugar casi sin nombre, funda un mundo. «Lo que me llama la atención es que Franco sigue siendo hoy un sitio complicado». Pausa. «Pienso en esa serie que han cancelado a Sorogoyen, el director ahora mismo más respetado, porque quería contar la Guerra Civil». Pausa. «Pienso en esa obsesión por echar en cara al cine español que sólo se ocupa de precisamente la Guerra Civil y que no haya ni una sola película sobre los campos de concentración. Sí, sin duda, creo en la responsabilidad de los que contamos historias». Pausa. «Pienso en la película Argentina, 1985 donde se cuenta la dignidad de un pueblo que dice: "Sí, fuimos torturados, asesinados, pero sentamos en el banquillo a los represores". Somos una sociedad, la sociedad española, donde no se reconoce plenamente ni la dictadura como tal ni que hubo siquiera un golpe de Estado». Pausa. «Pienso en mi sobrina de 14 años y medio alemana que cuando vio la serie no se lo podía creer, no entendía que eso hubiera pasado y que no supiera nada. Ella, que vive en Alemania, y donde la memoria del Holocausto forma parte de la primaria». Pensando.

Reflexiona Del Arco que quizá la serie llegue en un momento que de puro oportuno... «ni aposta». Lo dice por la Ley de Memoria Democrática sobre la que pesa amenaza de derogación y, ya puestos, por todo lo demás. Y aquí, el inminente día del Orgullo. «Hay que salir a manifestarse, pero conscientes de donde venimos», comenta. Las noches de Tefía es serie y es memoria. «No podemos cambiar el pasado... al menos recordémoslo».


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Penitenciaria de Tefía fue un campo de concentración durante la dictadura franquista, ubicado en la aldea de Tefía, perteneciente al municipio de Puerto del Rosario de la isla de Fuerteventura. Activo entre 1954 1966 servía para la reclusión de presos comunes y políticos, y para la reeducación de homosexuales varones.

La represión de la homosexualidad, conducta que el franquismo consideraba indeseable, fue legalizada por la modificación de 1954 de la Ley de vagos y maleantes,​ a través de la cual se persiguió a las personas en razón de su orientación sexual real o presunta, y que permitía la reclusión de uno a tres años de personas homosexuales,​ que eran considerados un peligro social.​ Bajo la norma de 1954, homosexuales y transexuales fueron confinados en los denominados "centros de trabajo" y "colonias agrícolas penitenciarias", auténticos campos de concentración de trabajo forzado, en los que eran sometidos a condiciones inhumanas, trabajo hasta el agotamiento, palizas y otros castigos corporales y hambre.​

La Colonia Agrícola-Penitenciaria de Tefía fue establecida mediante la orden ministerial del 15 de enero de 1954, en un antiguo cuartel de la Legión, cuyo terreno había sido un aeródromo durante la Guerra civil. La apertura de las instalaciones se realizó el 11 de febrero.​ No solo albergó entre 80 y 100 homosexuales durante su existencia,11​ sino también estaban internados algunos presos comunes y también presos políticos.​

Los terrenos alrededor del lugar son un desierto pedregoso.​ La vida en el campo de trabajo fue dura, desde labores agrícolas hasta mano de obra forzada​ e instrucción militar, pasando por torturas, hambre y represión sexual. Durante su existencia fue dirigido por un carmelita castrense de Vitoria. A los confinados se les hacía trabajar hasta la extenuación y eran sometidos a maltratos habituales por parte de los funcionarios.

En 21 de julio de 1966 se clausuró por una Orden del Ministerio de Justicia, debido al bajo número de reclusos en sus instalaciones. Los últimos fueron traslados a la prisión de Barranco Seco en Las Palmas de Gran Canaria.​

En 2006 se publicó la novela coral Viaje al centro de la infamia, escrita por el historiador Miguel Ángel Sosa Machín. Está ambientada a mediados de la década de 1950 y recrea literariamente la Colonia Agrícola-Penitenciaria de Tefía, prisión en la que, durante el franquismo, se quiso reeducar a los homosexuales a través de trabajos forzados, especialmente del picado de piedra.

En 2018 el director barcelonés Ferran Navarro-Beltrán señaló que tiene en proyecto llevar al cine la historia de la colonia de Tefía.

En 2019 Juan Sepúlveda, Antonio Santos y Marina Cochet publicaron la novela gráfica El Violeta cuya trama está inspirada en los testimonios de Octavio García, uno de los supervivientes del campo de concentración de Tefía.​

En 2020 Ismael Lozano Latorre publicó la novela Vagos y Maleantes​ en la que uno de sus protagonistas, un anciano con alzhéimer, relata cómo fue su juventud en el campo de concentración de Tefía, en el año 1955, y cómo llegó hasta él.

En junio de 2023 se estrenó Las noches de Tefía, drama televisivo producido por Buendía Estudios junto a Atresmedia, y que recrea el campo de concentración.​






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