InfoLibre
9-6-23
Daniel Besteiro
Director
Sólo hay impunidad de los que se saben poderosos, como
el juez Serrano de Vox, cuando fallan contrapesos como
los medios y la Justicia.
Hace
unas horas lo celebramos. Ángel Munárriz,
el jefe de Investigación de infoLibre, entró por
videoconferencia desde Sevilla mientras el resto
de sus compañeros, reunidos ante la pantalla de
un ordenador, brindamos por el periodismo
desde la redacción en Madrid. Fue un ratito a
la hora de comer que nos sirvió, además de para
tomar algo juntos, para recordar por qué
hacemos lo que hacemos.
Ángel
estaba entre aliviado por la noticia y
concentrado en los temas en los que trabaja en la
actualidad, para los que el nombre de Francisco
Serrano hace tiempo que no es más que una
puntual pero pesada distracción. Esta misma
semana conocimos que la Audiencia Provincial de
Sevilla archivaba definitivamente la denuncia
que mantenía Serrano contra infoLibre desde
finales de 2021. Ya había perdido en el juzgado
de instrucción y la Fiscalía le había dado la
espalda al reconocer la profesionalidad del
trabajo hecho. Y ha vuelto a perder. Definitivamente
(la palabra esperada). Ya era hora.
Serrano,
fiscal y juez en excedencia, abogado, dos veces cabeza de cartel de
Vox en las elecciones andaluzas, acusaba a Ángel y a infoLibre de un
delito de revelación de secretos,
que puede comportar hasta cinco años de cárcel. El motivo era la
excelente investigación publicada desde 2019 sobre
la línea de financiación que inyectó casi dos
millones y medio de euros a su negocio.
La pidió mintiendo, ya que hizo constar que disponía de una
infraestructura que nunca tuvo, algo que acabó reconociendo él
mismo. Nunca devolvió el dinero público. “Seremos fascistas, pero
sabemos gobernar”, que diría el alcalde de Madrid. Lo que mejor,
los asuntos propios.
La
investigación de infoLibre tuvo
consecuencias: sacó a la luz la mugre de quien daba lecciones de
limpieza, dio pie a una investigación judicial que ha acabado con el
procesamiento de Serrano por presunta estafa y fraude en
subvenciones y
lo llevó a dimitir de sus cargos.
Que
no se olvide. Serrano, el azote de las “paguitas”, fue el
estandarte del pacto sellado con el PP que hizo a Juanma
Moreno presidente de la Junta de Andalucía tras
cosechar el segundo peor resultado de los populares en la historia
del partido (y, por supuesto, no ser la lista más votada).
Todo
parece nuevo (para que cuelen algunas cosas, es vital la desmemoria),
pero es
estéril no mirar al elefante de la ultraderecha en la habitación,
o hacer que no existe, porque los carriles del coche que Feijóo
conduce a toda velocidad habían sido puestos y probados antes de su
llegada a Génova. Si hoy Moreno tiene mayoría absoluta y proyecta
moderación, antes
llegó con Serrano y Ortega Smith a
un pacto programático que, por cierto, fue muñido por Teodoro
García Egea, ex número dos del PP, que
también denunció a infoLibre por revelación de secretos.
Y también perdió.
En
sus palabras a la redacción de este jueves, Ángel
lamentaba que en Vox apenas hayan asumido responsabilidades o dado
explicaciones por un caso así y
no pude evitar pensar en que eso, la impunidad, sólo es posible
cuando fallan los contrapesos. Por eso algunos señores con poder
siguen queriendo mangonear en los medios de comunicación para
debilitar la democracia. Porque si todos deciden su futuro, no lo
deciden unos pocos.
¿A
qué responde sino una gran e interesada distracción que se
dedique toda una campaña electoral a la pregunta de si ETA vive o si
el PSOE preparaba un pucherazo? ¿Qué
son, si no, esas demandas dirigidas a amedrentar a periodistas, que
aunque no acaben en condena (ese no es su objetivo principal) no
evitan desangrar las cuentas de medios a veces con pocos recursos,
que se ven obligados a invertir horas interminables en
preocupación y en preparar la defensa?
No
siempre el buen periodismo tiene consecuencias. En
este caso, las ha tenido para Serrano, alejado de la primera línea
de la política y con propiedades embargadas por
el negociazo que intentó hacer y que pretendía que fuera su
secreto.
Cuando
seguro que el periodismo no tiene consecuencias es cuando no se
practica. O
cuando se desprecia el privilegio y la responsabilidad de ejercer
este oficio de juntar letras y contar lo que sucede vendiéndose al
mejor postor para que él decida la realidad e imponga los debates. O
cuando dejamos de darle valor, pensamos que es el buen trabajo es
gratis (¡peligro!) o un derecho por el que no hay que luchar y
comprometerse.
En
más de una década de periodismo en infoLibre,
el medio jamás ha sido condenado por hacer mal su trabajo aunque
demandas o amenazas de demandas recibimos todas las semanas. No es lo
habitual.
Se
habla mucho de que hay ciudadanos con valores pero, en cierto modo,
pasivos. Que hay que meterles un buen meneo para lograr la que la
palabra fetiche se plasme en escaños: la movilización. Y es verdad.
Como dice Luis
García Montero,
“los que saben que no es honesto hacer cualquier cosa para ganar
unas elecciones, deben saber que tampoco es honesto dejar de hacer lo
necesario para no perder unas elecciones”.
Si
se cree en la democracia, tan importante es aceptar los resultados
como luchar
con uñas y dientes por un debate público sano y una ciudadanía
informada.
Porque la democracia es mucho más que votar un domingo y hay muchas
maneras de defenderla cada día.
Ángel
ha estado un año largo con la mosca detrás de la oreja (cómo no
estarlo cuando quien te denuncia es un juez), pero tranquilo por el
apoyo de infoLibre,
su equipo legal y, sobre todo, las socias y socios que con una
suscripción hacen de infoLibre un
proyecto libre. A las personas que aún no lo son (y a las que sí y
quieren contribuir un poco más), seguimos apelando. Lo decimos a
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Y
Francisco Serrano, que
sepa que esta semana hemos brindado por el buen periodismo en
infoLibre.
Y que vamos a seguir practicándolo mientras le deseamos la sentencia
que en justicia le corresponda en el juicio al que se enfrentará por
presunta estafa y fraude en subvenciones. ¡Salud!
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