Nadie lo vio venir. En medio del juicio más comentado del año, un periodista rompió el silencio con una declaración que cambió todo: “Yo tuve el correo antes que el fiscal general.” Las miradas se cruzaron, los abogados se tensaron y el aire se volvió irrespirable. Lo que parecía una acusación sólida empezó a desmoronarse en segundos. Su testimonio, frío pero demoledor, desmontó la versión oficial pieza por pieza. De repente, el villano se volvió víctima. “Él es inocente”, sentenció el reportero, mirando directo al juez. Y en esa frase, resonó algo más que una defensa: una bomba de verdad que nadie estaba preparado para escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario