Un día en el peor momento.
Carta abierta a la señora Maribel Vilaplana
Señora Vilaplana:
¿Cómo puede usted seguir sosteniendo, a día de hoy, un relato que se tambalea frente a las pruebas y testimonios que han salido a la luz? Usted, periodista de profesión, estuvo presente en el almuerzo con el entonces presidente Carlos Mazón el 29 de octubre de 2024, mientras en el exterior se desataba la tragedia de la DANA que dejó 229 muertos y miles de damnificados.
Paso a paso, lo que sabemos:
- El ticket de aparcamiento confirma que usted dejó su coche a las 14:45 y lo retiró a las 19:47, justo cuando la Generalitat activaba la alerta masiva a la población.
- Compromís ha señalado que es “imposible” que usted no escuchara las conversaciones de Mazón en el reservado del restaurante El Ventorro, dadas las dimensiones del local.
- Su propio exmarido compartió un vídeo del barranco del Poyo a las 19:07, imágenes que usted pudo ver mientras prolongaba aquella comida.
- La jueza de Catarroja investiga las contradicciones de Mazón y su entorno, y su declaración se ha convertido en pieza clave para esclarecer la verdad.
- Los medios han destapado el “enigma de los 37 minutos” en los que Mazón estuvo incomunicado, tiempo en el que usted también estaba presente.
Usted no solo calló: cambió la realidad en su declaración judicial, ocultando lo que sabía y lo que vivió. Eso no es periodismo, señora Vilaplana. Eso es traicionar la esencia de una profesión que exige verdad, transparencia y compromiso con la sociedad. Mientras usted alargaba una velada, afuera morían ahogadas cientos de personas.
Lo que duele no es solo estar allí
Lo que más duele no es que usted estuviera allí, Maribel.
Lo que duele es que, sabiendo lo que sabía, eligió acompasar sus versiones a las de Mazón. Primero que salieron a las cinco. Luego a las seis. Que se despidieron en la puerta. Luego en el parking. Que la comida duró tanto. Luego que duró más. Que trabajaba en el coche. Luego que esperaba. Una pauta que encaja con él de manera casi coreográfica.
Su silencio, parcial e incómodo, ha sido la muleta que Mazón necesitaba para sostener su mentira. Él manipula horas, deshace cronologías, tornea el tiempo para encajarlo a su conveniencia. Y en ese baile usted ha bailado también.
No le escribo solo a usted, señora Vilaplana. Le escribo a través de usted, porque su silencio refleja algo más profundo: la falta de empatía de una sociedad que se acostumbra a mirar hacia otro lado mientras no le toquen la puerta de casa.
La política se aprovecha de esa distracción. Nos hacen creer que todos los políticos son iguales, que da lo mismo votar o no votar. Pero no es cierto. Antes de votar hay que pensar.
Si los ricos votan a la derecha y los pobres a la izquierda, ¿quién quiere más pobres?
Nos hacen sentir inadecuados, nos distraen de lo esencial, nos empujan a vivir con el ansia de más y más… y mientras tanto, perdemos la capacidad de ver la realidad.
Conclusión
Señora Vilaplana, su silencio no es solo suyo. Es el reflejo de una sociedad que se deja llevar por la comodidad, por el desconocimiento o por la desesperación. Pero ver negro y decir blanco es para hacérselo mirar.
La verdad no es un lujo, es una necesidad. Y usted, que estuvo allí, tiene la obligación moral de decirla. Porque las familias de 229 víctimas merecen algo más que otro silencio.
Que las familias de las víctimas encuentren paz, recuperación y justicia. Que la memoria de quienes murieron no se pierda en el ruido de las mentiras, sino que sea honrada con claridad y verdad.
Firmado,
ImanolRudy
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