España como prisión
La memoria del tirano,
que la iglesia custodió,
es la carga que sufrió
luego el pueblo soberano,
el pueblo republicano,
llevado hasta la extinción,
fusilado al paredón
sin compasion ni piedad.
Y por tanta iniquidad
nadie ha perdido perdón.
Y llegaron años duros,
los muertos a las cunetas
en muchas tumbas secretas
o huesos a Cuelgamuros,
haciendo trabajos duros
para abultar la condena,
sin redención de la pena
ni esperanza de horizonte.
Hubo quien huyó hacia el monte
para escapar de la trena.
Y en aquella noche oscura
que el franquismo oscureció,
hubo gente que murió,
presa de pena o locura,
vencida por la amargura
o la desesperación.
Una España de sermón,
penitencia y procesiones,
crucifijos y prisiones,
y miedo a la delación.
(C) Félix Maraña
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