Vox traza un plan para aprovechar la dimisión de Mazón y crecer a costa del PP: "No será rápido"
Mientras el PP busca un relevo rápido para conservar la Generalitat, el partido de Santiago Abascal prepara una jugada de largo recorrido
ElPlural
4-11-25
SUREN GASPARYAN / JAVIER PARDO
La dimisión en diferido de Carlos Mazón ha abierto una grieta en el bloque de la derecha valenciana que Vox no piensa dejar pasar. Mientras el PP busca un relevo rápido para conservar la Generalitat, el partido de Santiago Abascal prepara una jugada de largo recorrido: facilitar la investidura, sí, pero a su ritmo y con sus condiciones. “No será rápido”, reconocen fuentes de la formación, que ven en esta crisis la oportunidad de “dar el bocado definitivo” al Partido Popular en la Comunidad Valenciana.
El anuncio de Mazón, que deja el cargo tras “meses que han sido durísimos”, ha alterado por completo el tablero político autonómico. Aunque el PP ha descartado por ahora un adelanto electoral, el vacío de poder abre un periodo de incertidumbre que Vox pretende convertir en su campo de presión. La formación ultra considera que la “mayoría parlamentaria” —la suma de PP y Vox— no garantiza la continuidad automática del Ejecutivo y planea aprovechar cada plazo legal para negociar un nuevo equilibrio de fuerzas en la derecha valenciana.
Juan Francisco Pérez Llorca, el favorito para Vox
Entre los nombres que circulan en el PP para suceder a Mazón, uno destaca como el candidato preferido de Vox: Juan Francisco Pérez Llorca, actual portavoz parlamentario y mano derecha del president saliente. Según coinciden varias fuentes consultadas, Pérez Llorca cuenta con “una relación fluida” con los dirigentes de Vox y fue el principal negociador del acuerdo de gobierno entre ambos partidos en el inicio de legislatura.
Su perfil pragmático y su conocimiento de la estructura autonómica le convierten en un candidato “cómodo” para la formación de Abascal. “Con él se puede hablar”, resumen en Vox. En cambio, en Génova algunos dirigentes preferirían impulsar a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, por su proyección nacional y su buena relación con la dirección del PP. Esa opción, sin embargo, despierta el rechazo frontal de Vox (y del propio PP de la Comunidad Valenciana), que considera que Catalá representa el perfil moderado del PP.
Fuentes del grupo parlamentario valenciano reconocen que Catalá es una línea roja: no solo porque ideológicamente está más alejada, sino porque su nombramiento implicaría un cambio de poder en la capital. Para asumir la Presidencia de la Generalitat, Catalá tendría que renunciar a la Alcaldía de Valencia, lo que abriría la puerta a una reconfiguración municipal que podría beneficiar a Vox, ya presente en el gobierno local.
“Harán sudar sangre” al PP valenciano
El plan de Vox pasa por convertir la investidura en una negociación dura, con contrapartidas políticas e institucionales que refuercen su papel en el Ejecutivo. “Harán sudar sangre al PP”, anticipan fuentes cercanas al partido. No se trata solo de elegir al sucesor de Mazón, sino de revisar el pacto de gobierno que ha sostenido la coalición durante los últimos meses y que, en opinión de Vox, ha dejado demasiadas concesiones al socio mayoritario.
En las conversaciones internas se maneja la idea de exigir nuevas áreas de poder, desde consellerias hasta direcciones generales, o incluso modificar ciertos compromisos presupuestarios. Vox quiere presentarse ante su electorado como la fuerza que “endurece” al Gobierno valenciano, especialmente en materias de inmigración, educación o memoria democrática, donde aseguran que el PP “ha cedido demasiado”.
En el partido ultra aseguran que no repetirán la estrategia de hace un año, cuando sellaron el pacto de gobierno sin exigir compromisos firmes. En esta ocasión pretenden negociar con mayor cautela y condicionar su apoyo a cambios concretos en la estructura de poder. Vox considera que el PP atraviesa un momento de debilidad y que es el momento de obtener garantías reales sobre el cumplimiento de los acuerdos firmados y su visibilidad dentro del Ejecutivo valenciano.
Los plazos legales, su mejor aliado
Cuando Mazón formalice su dimisión ante Les Corts -un hecho que se puede retrasar más de lo esperado puesto que ha anunciado su intención de cogerse una baja médica-, se activará el reloj parlamentario. Según la normativa autonómica, los grupos disponen de 12 días hábiles para presentar candidatos a la Presidencia. Posteriormente, la presidenta de la cámara tiene entre 3 y 7 días hábiles para convocar el pleno de investidura. A partir de la primera votación, el proceso puede extenderse hasta dos meses antes de que se convoquen elecciones automáticas si no hay acuerdo.
En ese calendario, Vox gana margen. Puede retrasar la negociación, condicionar cada paso y mantener al PP en un estado de dependencia constante. “No tenemos prisa”, reconocen desde el entorno de Abascal, convencidos de que el desgaste del PP en este tiempo les permitirá mejorar su posición de fuerza.
El propio Mazón permanecerá en funciones hasta que se elija a su sustituto, lo que implica un Gobierno limitado durante semanas o incluso meses. “No será rápido”, insisten en Vox, conscientes de que la lentitud puede ser su mejor herramienta de presión.
Catalá, el escenario de la “doble presencia”
La posibilidad de que Catalá asuma la Presidencia de la Generalitat introduce un nuevo factor político. Además de tener que abandonar la Alcaldía, su marcha obligaría a recomponer el gobierno local de Valencia, donde Vox ya ocupa puestos clave. Esa circunstancia podría derivar en una “doble presencia” institucional de la ultraderecha: control parcial en el Ayuntamiento y capacidad de decisión en la Generalitat.
Desde la oposición advierten que ese escenario consolidaría el peso de Vox en dos niveles de poder decisivos, especialmente si la investidura acaba dependiendo de sus votos. No obstante, en el PP intentan evitar ese choque: prefieren un relevo discreto que mantenga la estabilidad y evite el riesgo de nuevas elecciones, una opción que a estas alturas nadie descarta del todo.
El PP, sin margen de error
En Génova confían en cerrar la crisis “sin traumas”, pero son conscientes de que Vox ha pasado al modo ofensiva. La dirección nacional del PP teme que la imagen de división en la Comunidad Valenciana tenga un efecto contagio sobre otras autonomías donde gobiernan en coalición. Por eso, tratan de acelerar la sucesión y evitar un proceso que se prolongue hasta 2026.
Pese a ello, la última palabra la tendrá Vox. La formación de Abascal controla la Presidencia de Les Corts y puede influir en el ritmo de las sesiones y en el calendario parlamentario. A ello se suma el peso simbólico que la dimisión de Mazón otorga a la ultraderecha: por primera vez desde que gobiernan juntos, el PP aparece como socio debilitado y Vox como fuerza determinante.
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