El celibato es el culpable de los miles de casos de pederastia en la Iglesia Católica
Política, religión, actualidad, cine, opinión, sociedad, humor, cultura, fotogalerías.....corrupción, corruptores, justicia, robos, fraudes, atracos, preferentes, rescate bancario, hambre, paro, miseria, desahucios, hipocresía, la verdad, mentiras y mas mentiras...crisis, ricos, pobres, muy pobres, muy ricos, miseria, niños hambrientos, familias que no pueden llegar a fin de mes, trabajadores esclavos...Santa Pederastia, Sagrada Pedofilia....
Spanish Revolution
El arte de culpar a otros por tus propios desastres
Cuando el relato propio se tambalea, cuando los hechos pesan más que los discursos, siempre queda un recurso infalible: acusar al otro de tus propios pecados.
UNA TÁCTICA QUE NO CADUCA
El siglo XX nos dejó muchas enseñanzas sombrías sobre el arte de la propaganda. Entre ellas, una que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, utilizó con particular eficacia: el principio de la transposición. Consiste en atribuir al adversario los errores o defectos del propio sistema, responder a la crítica con un contraataque más sonoro y confundir así la percepción pública. Si el régimen miente, se acusa al enemigo de manipulación. Si se reprime, se señala al contrario como autoritario. Si se fracasa, se dibuja en el otro la silueta del culpable.
No se trata solo de negar la evidencia. Se trata de invertirla. De convertir la defensa en ataque. De sustituir la autocrítica por una campaña permanente de señalamiento. Como decía el propio Goebbels: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
Hoy, décadas después, el ecosistema mediático ha sofisticado esas técnicas, pero no ha renunciado a ellas. Y la derecha española las sigue aplicando con una soltura digna de estudio. El último ejemplo lo ha protagonizado Carlos Mazón.
CÓMO SE CONSTRUYE UN RELATO PARA TAPAR UNA MALA GESTIÓN
El president valenciano ha exigido esta semana la dimisión de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones generales. ¿Su argumento? La supuesta mala gestión de la DANA que devastó la provincia de València y la falta de unos presupuestos para acometer la reconstrucción.
El problema es que esa historia tiene un pequeño detalle que Mazón prefiere borrar del encuadre: fue él mismo quien se negó a activar la Emergencia Catastrófica. Ni el 29 de octubre, cuando la riada dejó 228 muertos, ni en los días siguientes. Durante horas y días, la Generalitat resistió a que el Estado tomase el control de la situación y pudiera movilizar recursos extraordinarios. Fue un acto de soberbia política y de cálculo autonómico, que ahora el propio Mazón intenta tapar con un giro de guion: la culpa es de Sánchez.
Aquí el mecanismo es de manual. Se proyecta sobre el adversario la responsabilidad que uno mismo no asumió. Se agita la indignación —real y legítima— de la población afectada, pero se dirige ese malestar hacia quien no tuvo capacidad ejecutiva durante los momentos críticos. Se omite que, sin la activación de la Emergencia, el Gobierno central no pudo actuar con plenas competencias. Y se exige ahora, en nombre de la reconstrucción, lo que se impidió durante la catástrofe.
DE CÓMO EL PP APLAUDE LO QUE AYER CRITICABA
Este juego de sombras sería ya bastante cínico por sí solo. Pero se agrava cuando observamos cómo el propio Feijóo, líder del PP, criticó semanas atrás que Sánchez no apartara a Mazón de la gestión de la DANA. Lo que ayer era negligencia, hoy se convierte en bandera de exigencia democrática. Lo que era motivo de escándalo, hoy es argumento de campaña.
El Partido Popular ha entendido bien que el relato es el campo de batalla. Y que, ante las heridas de la sociedad valenciana, conviene más levantar un enemigo externo que asumir errores propios. Por eso Feijóo, lejos de pedir cuentas a Mazón, lo mantiene en sus órganos de dirección. Y por eso hoy todo el aparato popular repite el mantra: la culpa es de Sánchez.
En medio de este teatro, las familias que perdieron a sus seres queridos siguen esperando respuestas. Los municipios destrozados siguen reclamando soluciones. Y la reconstrucción, lejos de ser una prioridad consensuada, se convierte en arma arrojadiza.
No es casualidad. Es estrategia. Es el principio de transposición en su máxima expresión.
ElPlural
Migeul Angel Heredia Díaz
7-6-25
Alberto Núñez Feijóo ha perdido el norte. Y no solo el norte: también el sur, el este y el oeste. Hace tiempo que su desorientación no le permite saber ni dónde está ni adónde quiere ir. Y lo que es más grave es que no parece tener el menor interés en encontrar el camino. Su brújula política está rota o quizá nunca llegó a funcionar. Hoy por hoy, lo único que le sostiene es el ruido, el insulto, la descalificación y el ataque constante. Y con esa receta no se construye país: se alimenta el odio. ¿Hacia dónde va el Partido Popular con este liderazgo sin rumbo?
Estos días, en un ejercicio de surrealismo político que solo se entiende desde el desconcierto, Feijóo ha planteado una moción de censura… pero para que la presente otro. Él ni la firma, ni la impulsa, ni la lidera. La sugiere, como quien lanza un globo sonda al aire, con la esperanza de que alguien -por compasión o por oportunismo- le siga el juego. Pero él no se moja. Porque no puede. Porque no tiene ni los votos, ni el programa, ni el liderazgo para encabezarla. Porque quiere ser presidente del Gobierno, pero sin arriesgar. Porque sabe que, a día de hoy, ni siquiera cuenta con la confianza dentro de su propio partido. Por eso “tira la piedra y esconde la mano”.
Y mientras tantea una moción que nadie se toma en serio, lanza también su plan B: otra manifestación. Y ya van seis. Una más para agitar a los suyos, para mantener viva la tensión en la calle, para fingir que lidera algo cuando, en realidad, no lidera nada. Pero ¿manifestarse contra qué? ¿Contra un gobierno legítimo? ¿Contra unas urnas que hablaron hace menos de dos años? ¿Contra una democracia que siempre le incomoda a la derecha cuando no gana?
La verdad es que todo este “paripé” de Feijóo no tiene nada que ver ni con el interés general ni con propuestas para mejorar el país. Esto va de otra cosa: de resistir, de aguantar hasta el Congreso del PP en julio aparentando que lidera algo. Porque en su entorno saben que su liderazgo pende de un hilo. No manda, no convence y no ilusiona.
Incluso Vox, su socio de gobierno en comunidades y ayuntamientos se desmarcó públicamente a los cinco minutos de conocer la convocatoria de manifestación. Nadie lo sigue. Nadie lo respalda. Y cada vez más voces dentro del PP reconocen que la movilización de mañana 8 de junio la disfrazan como una protesta contra Pedro Sánchez, pero, en realidad es a favor de la supervivencia política de Feijóo.
Busca una manifestación para intentar resistir frente a su propio partido, no frente al Gobierno. Para tapar su falta de propuestas, de liderazgo y de proyecto. Para desviar la atención de una realidad incómoda: mientras él se dedica a hacer ruido, el Gobierno sigue impulsado medidas concretas, eficaces y valientes. Pedro Sánchez sigue subiendo las pensiones, mejorando los datos de empleo, impulsando el salario mínimo, liderando la transformación verde y digital de España y blindando el Estado de bienestar en medio de una coyuntura internacional compleja.
Y mientras tanto, Feijóo habla de combatir la corrupción. Llegó a decirlo el mismo día que un ex secretario de Estado del último gobierno del PP ingresó en prisión por corrupción. El mismo día que la jueza ha procesado a la pareja de Isabel Díaz Ayuso por dos delitos de fraude fiscal y falsificación de documentos. Y lo dice desde la sede de Génova, remodelada con dinero procedente de la Gürtel. ¿No resulta grotesco?
Antes de anunciar nuevas manifestaciones, ¿por qué no tiene la valentía y la decencia de pedir la dimisión tanto de Ayuso como de Mazón? ¿Dónde está esa regeneración democrática de la que presume? ¿Por qué no aplica con los suyos la exigencia que reclama a otros? No lo hace porque se arriesga a salir por el desagüe del PP como Pablo Casado.
Feijóo está atado. Su discurso regenerador no es más que un disfraz. Está más preocupado por sobrevivir políticamente que por limpiar su partido. El ruido le sirve de escudo, y la crispación, de estrategia. En lugar de afrontar los problemas, los tapa. No tiene proyecto político, tiene una guerra interna.
Feijóo está nervioso. Los saben bien en del PP. Saben que su tiempo se agota. Que la decepción crece. Que muchos ya buscan alternativas. Por eso necesita llenar las calles mañana, pero corre el riesgo de pinchar. Esta es una movilización no para defender una causa, sino para defenderse a sí mismo. Para que parezca que aún queda algo de fuerza detrás de él. Pero lo cierto es que ya no tiene liderazgo interno, ni ideas propias, ni credibilidad ante sus socios ni respeto entre los suyos.
Y si de verdad quiere combatir la corrupción, que empiece por su propia casa. Que convoque la manifestación en la puerta de Génova. Que exija transparencia en los gobiernos autonómicos del PP. Que pida explicaciones por la financiación irregular. Pero no lo hará. Porque no se atreve. Porque no manda.
Su estrategia es simple; si hay un problema, culpar a Pedro Sánchez. Si hay un escándalo propio, mirar para otro lado. Si la realidad lo supera, convocar otra manifestación. Feijóo no escucha, no aprende, no lidera. No es alternativa. Es una huida hacia delante constante.
Hace unos días dijo en una entrevista: “España, un país de trabajadores, no se merece tanto sinvergüenza”. Y lo dice él, que cobra tres sueldos mientras vota en contra de subir las pensiones conforme al IPC, en contra de subir el salario mínimo, en contra del Ingreso Mínimo Vital, del transporte gratuito, del impuesto a la banca y a las energéticas, y de las ayudas a los afectados por la DANA.
Feijóo ha quedado para convocar manifestaciones. Ese es el verdadero reto del PP: estirar la crispación hasta 2027. Alimentar el descontento. Repetir las mismas mentiras hasta que parezcan verdades. Porque los números no les dan. Porque la mayoría social no está con ellos.
Feijóo no tiene proyecto. No tiene equipo. No tiene apoyos. No tiene siquiera el respeto de los suyos. Lo único que tiene es odio. Pero el odio no gana elecciones. El odio no construye nada. El odio no hace país, lo destruye.
España merece una oposición seria, constructiva, con propuestas. Una derecha democrática que asuma su papel y no lo utilice para destruir. Feijóo, por desgracia, no está en eso. Y mientras siga así, su único destino será la irrelevancia.
Lucio Martínez Pereda
¿ Qué esconde la obsesiva llamada de Feijoo a un adelanto electoral ?
Feijoo quiere adelantar las elecciones no para aprovechar el turbión mediático producido por dos pequeños casos de corrupción en fase de instrucción que afectan al PSOE , sino para evitar que a lo largo del año siguiente, en 2026, la opinion pública se centre en 5 macro causas de corrupción en la que están acusados muchos altos cargos de su partido
El caso Gürtel sigue abierto con varias piezas aún pendientes de juicio, con ramificaciones judiciales en Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León y Andalucía. Al menos cuatro causas Gürtel principales permanecen pendientes de juicio o de sentencia en 2025.
En el caso Púnica todavía no hay sentencia en el juicio principal en la Audiencia Nacional. El juicio comenzó el 7 de abril de 2025 y sigue en curso, con 37 acusados, incluidos varios exalcaldes y empresarios, enfrentándose a penas de hasta 20 años de prisión por delitos relacionados con la adjudicación irregular de contratos públicos.
El caso Lezo es un ejemplo paradigmático de macrocausa de corrupción en España, mostrando cómo se desviaban fondos públicos para financiar ilegalmente campañas y enriquecer a dirigentes políticos y sus entornos. El primer juicio del caso Lezo se celebró a partir de mayo de 2023 tras varios retrasos. La vista oral ya ha finalizado y la causa está vista para sentencia por lo que se espera que la Audiencia Nacional dicte el fallo en los próximos meses.
El cuarto gran caso de corrupción que afecta al PP es el caso Kitchen. Se investiga un operativo policial ilegal para proteger al PP de las consecuencias judiciales de la corrupción, mediante el espionaje y robo de pruebas a su extesorero.Entre los acusados principales están Fernández Díaz, Martínez y varios mandos policiales. Mariano Rajoy,y otros altos cargos del PP declararán como testigos. El juicio está previsto para mayo y junio de 2026 en la Audiencia Nacional.
Para finalizar : el Partido Popular intensifica su exigencia de un adelanto electoral con el propósito de que las elecciones generales se celebren antes de que se inicien los juicios de estas macrocausas de corrupción que involucran a miembros destacados del partido. Son macrocausas que abarcan casos de financiación irregular, contratos fraudulentos y una larga lista de otras prácticas delictivas
Fotografía de un condón elaborado con apéndice de oveja hace unos 200 años. Tiene una ilustración erótica que representa a una monja en parte desnuda y sentada con las piernas abiertas, señala a tres clérigos que exhiben su excitación con el hábito levantado. Su fabricación se estima en 1830 y ofrece una visión importante de las actitudes sociales en torno a la sexualidad y la anticoncepción en el siglo XIX. Bajo la ilustración, se puede leer “Voilà mon choix (Esta es mi elección)”, lo que es una referencia a El Juicio de Paris, un mito que describe como el príncipe troyano Paris debe elegir a la más bella de tres diosas. El condón es un artículo de lujo de un burdel parisino y es uno de los dos únicos ejemplos que han sobrevivido hasta la actualidad. En el pasado, los condones se elaboraban con materiales como el lino o las membranas animales. Foto: Rijksmuseum/Kelly Schenk.
ElPlural
22-5-22
Juan Luis Valenzuela
En su nuevo libro, 'Qué hacer con un pasado sucio', el historiador José Álvarez Junco reflexiona sobre la dimensión y las repercusiones en las sociedades con pasados traumáticos tales como las guerras civiles, los genocidios o las dictaduras. También profundiza en la manera de que este pasado y sus consecuencias son susceptibles de ser manipulado o utilizado políticamente para objetivos actuales. Aunque su foco es la guerra civil española y el primer franquismo, los compara con la Alemania nazi, el Chile de Pinochet, la Colombia de guerrilleros y paramilitares o la Sudáfrica del apartheid, entre otros ejemplos.
Setenta y nueve años y leridano de Vielha, Álvarez Junco es catedrático de Historia del Pensamiento y los Movimientos Políticos y Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Anteriormente fue profesor o investigador visitante en diversas universidades extranjeras como las de Padua, Oxford, la Soborna y Harvard. También entre 2004 y 2008 ejerció como Director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, y Consejero de Estado. Ha publicado importantes obras como La ideología política del anarquismo español (1868-1910) (1976) o Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX (Premio Nacional de Ensayo 2002; Premio Fastenrath, de la RAE, 2003).
En 'Qué hacer con un pasado sucio' (Editorial Galaxia Gutemberg) Álvarez Junco analiza la historia de nuestro país desde el periodo de principios del siglo XX hasta la actualidad. Una larga etapa que ha dejado en la sociedad española una herencia de fracturas y heridas que se reproducen actualmente.
En el capítulo cuarto del libro, “El trauma”, el investigador afirma que “ni siquiera los mejores informados sobre la situación política española fueron capaces de predecir, a comienzos de julio del 36, la pavorosa Guerra Civil que estaba a punto de iniciarse, aunque no era un secreto que núcleos monárquicos conspiraban, apoyados por Mussolini y que habían captado a varios generales”. Entre ellos nombra a Sanjurjo, Mola y Franco.
Sobre la represión que aplicó el dictador una vez que accedió a la Jefatura del Estado, Álvarez Junco, entrevistado por 'El País', calcula que “Franco fusiló a unas 40.000 personas en periodo de paz”. “Esto significa 4.000 personas durante 10 años y significa más de 10 al día. Firmó más de 10 condenas a muerte al día durante los 10 primeros años de su dictadura. Dejo aparte la guerra. Eso forma parte del trauma, del pasado sucio”, subraya.
En el capítulo 11, el historiador expresa sus críticas a asignaturas pendientes de la democracia española en materia de memoria. Mantiene que se debería de avanzar más en la búsqueda y exhumación de los fusilados o desaparecidos durante la guerra y la dictadura, algo que considera como una “exigencia elemental”. Recuerda como en el informe de la ONU en 2014 se censuraba el retraso que España tenía en este apartado. Cree que el Estado debe de impulsar y apoyar más la localización e identificación de los restos pero deja a criterio de las familias la decisión del traslado o permanencia en el lugar. También echa de menos que no exista un censo bien elaborado del número de desaparecidos y recuerda como entre los propios memorialistas, jueces e historiadores no se ponen de acuerdo. En el número exacto que oscila entre los 143.350 de censo de Baltasar Garzón elaborado cuando era magistrado de la Audiencia Nacional hasta los 40.000 del doctor de Medicina Legal, José Antonio Lorente. También es muy crítico con la paralización por parte de los gobiernos del PP de la aplicación de la ley 52/207 sobre la elaboración de un mapa de fosas comunes. Además, critica que dichos gobiernos populares suprimieran las partidas necesarias para este cometido. Especialmente crítico es con el actual Ejecutivo autónomo de Andalucía, reacio a excavaciones de fosas y que ha permitido con esa actitud que se hayan producido actos vandálicos.
A pesar de todo Álvarez Junco ofrece un balance optimista de la última etapa en España. Entrevistado el pasado día 6 de mayo por Juan Cruz en el periódico argentino Clarín y ante la pregunta de si habláramos de buena o mala suerte, ¿qué suerte ha tenido este país? el profesor Álvarez Junco contesta que en general, este país ha tenido mala suerte. “El acceso a la modernidad ha sido difícil. Primero, nos tocó el imperio de los Habsburgo, luego los Borbones… Luego llegó la modernidad en el siglo XIX y ese fue un periodo dificilísimo. Eso derivó en guerras civiles, las carlistas, y más tarde, ya en el siglo XX, la de 1936-1939. Se impuso la dictadura y, después de la muerte de Franco, parece que lo supimos hacer. Ahí la suerte cambió. Entre 1976 y 1982 se hace la Transición y luego se accede a la modernidad económica. Y hoy vivimos mejor que hace cuarenta años, sin duda”.
El libro se desarrolla en tres niveles: la construcción de la imagen colectiva, la narración histórica y el rastreo de lo que queda de aquel trauma. Desde la primera perspectiva, recuerda cuál era la complaciente y autocompasiva imagen que los españoles se habían construido sobre sí mismos en las décadas o siglos anteriores y cómo integraron en ella aquellos brutales hechos, sobre todo en las interpretaciones elaboradas por sus intelectuales de mayor prestigio. Desde la segunda, narra lo que pasó en España, el origen de la crisis política de los años treinta, el desarrollo de los acontecimientos durante la misma, la dura represión de los años cuarenta, la evolución posterior de la dictadura y su superación durante la Transición. El tercer aspecto versa sobre qué hacer tras aquel trauma, qué políticas se han tomado en relación con las víctimas, y cuáles se podrían implantar para superarlo de una vez, si tal cosa es posible.
'Qué hacer con un pasado sucio', un libro muy interesante sin duda, que aporta ideas y datos sobre serias cuestiones, da opiniones solventes y abre capítulos para la reflexión y debate sobre cuestiones relevantes y asignaturas aún pendientes en nuestro país.