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sábado, 7 de junio de 2025

 



Spanish Revolution


El arte de culpar a otros por tus propios desastres

Cuando el relato propio se tambalea, cuando los hechos pesan más que los discursos, siempre queda un recurso infalible: acusar al otro de tus propios pecados.

UNA TÁCTICA QUE NO CADUCA

El siglo XX nos dejó muchas enseñanzas sombrías sobre el arte de la propaganda. Entre ellas, una que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, utilizó con particular eficacia: el principio de la transposición. Consiste en atribuir al adversario los errores o defectos del propio sistema, responder a la crítica con un contraataque más sonoro y confundir así la percepción pública. Si el régimen miente, se acusa al enemigo de manipulación. Si se reprime, se señala al contrario como autoritario. Si se fracasa, se dibuja en el otro la silueta del culpable.

No se trata solo de negar la evidencia. Se trata de invertirla. De convertir la defensa en ataque. De sustituir la autocrítica por una campaña permanente de señalamiento. Como decía el propio Goebbels: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

Hoy, décadas después, el ecosistema mediático ha sofisticado esas técnicas, pero no ha renunciado a ellas. Y la derecha española las sigue aplicando con una soltura digna de estudio. El último ejemplo lo ha protagonizado Carlos Mazón.

CÓMO SE CONSTRUYE UN RELATO PARA TAPAR UNA MALA GESTIÓN

El president valenciano ha exigido esta semana la dimisión de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones generales. ¿Su argumento? La supuesta mala gestión de la DANA que devastó la provincia de València y la falta de unos presupuestos para acometer la reconstrucción.

El problema es que esa historia tiene un pequeño detalle que Mazón prefiere borrar del encuadre: fue él mismo quien se negó a activar la Emergencia Catastrófica. Ni el 29 de octubre, cuando la riada dejó 228 muertos, ni en los días siguientes. Durante horas y días, la Generalitat resistió a que el Estado tomase el control de la situación y pudiera movilizar recursos extraordinarios. Fue un acto de soberbia política y de cálculo autonómico, que ahora el propio Mazón intenta tapar con un giro de guion: la culpa es de Sánchez.

Aquí el mecanismo es de manual. Se proyecta sobre el adversario la responsabilidad que uno mismo no asumió. Se agita la indignación —real y legítima— de la población afectada, pero se dirige ese malestar hacia quien no tuvo capacidad ejecutiva durante los momentos críticos. Se omite que, sin la activación de la Emergencia, el Gobierno central no pudo actuar con plenas competencias. Y se exige ahora, en nombre de la reconstrucción, lo que se impidió durante la catástrofe.

DE CÓMO EL PP APLAUDE LO QUE AYER CRITICABA

Este juego de sombras sería ya bastante cínico por sí solo. Pero se agrava cuando observamos cómo el propio Feijóo, líder del PP, criticó semanas atrás que Sánchez no apartara a Mazón de la gestión de la DANA. Lo que ayer era negligencia, hoy se convierte en bandera de exigencia democrática. Lo que era motivo de escándalo, hoy es argumento de campaña.

El Partido Popular ha entendido bien que el relato es el campo de batalla. Y que, ante las heridas de la sociedad valenciana, conviene más levantar un enemigo externo que asumir errores propios. Por eso Feijóo, lejos de pedir cuentas a Mazón, lo mantiene en sus órganos de dirección. Y por eso hoy todo el aparato popular repite el mantra: la culpa es de Sánchez.

En medio de este teatro, las familias que perdieron a sus seres queridos siguen esperando respuestas. Los municipios destrozados siguen reclamando soluciones. Y la reconstrucción, lejos de ser una prioridad consensuada, se convierte en arma arrojadiza.

No es casualidad. Es estrategia. Es el principio de transposición en su máxima expresión.

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