Félix
Samaniego Matos
El
Papa León XIV y su salario: ¿un pastor humilde o un monarca
opulento?
Robert
Francis Prevost, ahora conocido como León XIV, ocupa desde el 8 de
mayo de 2025 “el trono de San Pedro”, convertido en el primer
papa estadounidense y el primer agustino en dirigir la Iglesia
católica en siglos. Tiene ya más de mes y medio de ocupar ese alto
cargo.
Pero,
¿sabías tú que los papas gozan de un —nada modesto— salario?
Según informes de Fortune, Economic Times, y declaraciones
analizadas por el profesor Daniel Rober (de la Sacred Heart
University), este nuevo pontífice tiene asignado un salario mensual
de 30.000 euros —unos 35.160 dólares, equivalentes a 421.920
dólares al año. Pero esto aparte de otros regios beneficios: el uso
exclusivo del Palacio Apostólico, el papamóvil, una flota de
vehículos, atención médica gratuita y permanente en el sistema de
salud vaticano, seguridad personal a cargo de la Guardia Suiza y un
vestuario litúrgico personalizado.
Y
en caso de retiro, se prevé para él una pensión vitalicia de 2.500
euros (2.930 dólares) mensuales, además de seguir disfrutando del
Palacio y de la cobertura total de sus necesidades. Todo esto
financiado, por supuesto, con recursos del propio Vaticano, cuyo
inmenso patrimonio proviene en gran parte de donaciones de fieles
alrededor del mundo.
Pero
el contraste entre esta realidad material, y el mensaje fundacional
del cristianismo no podría ser más irónico —o descarado. Jesús,
en palabras recogidas en Lucas 6:20, claramente proclamó:
“Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de
Dios.”
Y
se supone que el papa, como “vicario de Cristo”, debería ser el
ejemplo viviente de esas enseñanzas. ¿En qué parte del evangelio
puede encontrarse justificación para que un “representante de Dios
en la Tierra”, sin familia que mantener, y que ya tiene todas sus
necesidades vitales cubiertas —vivienda, alimentación, vestimenta,
transporte, atención médica— necesite 30.000 euros al mes? ¿Para
qué necesita tanto dinero un papa?
Esa
es una pregunta embarazosa que demasiados católicos prefieren no
plantearse. Mientras millones de seres humanos con cáncer o
insuficiencia renal agonizan sin poder pagar medicamentos ni su
atención médica, o mientras niños en Yemen, Somalia, Afganistán,
o incluso en los barrios pobres de América Latina y África no
prueban bocado durante días, el líder máximo de una institución
que predica la caridad y la compasión acumula un sueldo astronómico
que —si se destinara directamente a estos casos— podría salvar
literalmente muchas de vidas.
¿En
eso consiste la justicia y benevolencia de ese “Dios” en cuyo
nombre operan? ¿Así se representa el amor preferencial por los
pobres que supuestamente proclamó Jesús?
En
el caso del papa Francisco, antecesor inmediato de León XIV, se dice
que rechazó su salario, y solicitó que los fondos fueran destinados
a obras de caridad. Suena loable. Pero cabe preguntarse:
-
¿Qué obras de caridad concretas se financiaron con ese dinero?
-
¿A cuántos pacientes oncológicos se proveyó de quimioterapia?
-
¿Cuántos programas de alimentación se reforzaron?
El
Vaticano nunca ha publicado un informe detallado, con nombres de
proyectos, países beneficiados o cifras desglosadas. Y dado el bien
documentado aparato de corrupción y clientelismo en la Curia Romana,
no es descabellado sospechar que buena parte de esos recursos
terminara en el bolsillo de cardenales, obispos o “amigos de la
casa”. Bueno, si se confirma que Francisco realmente los donó.
Como
ya sabemos, la Iglesia católica suele hablar de humildad, de
pobreza, de amor a los necesitados. Pero su cúpula vive rodeada de
lujos sutiles o abiertos. Se trata de una institución donde la doble
moral está institucionalizada. Un papa que cobra 30.000 euros al mes
—sin ninguna carga familiar ni gastos personales que pagar—
representa la antítesis de ese tradicional mensaje cristiano. ¿Dónde
está el “Cristo” que montaba un asno para entrar en Jerusalén,
que predicaba la pobreza y atacaba fuertemente a los ricos?
¿Dónde
está el “Cristo” que decía: “¡ay de vosotros, ricos! porque
ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis
saciados! porque tendréis hambre.” (Lucas 6:24-25)
O
el “Cristo” que decía: “anda, vende todo lo que tienes, y dalo
a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando
tu cruz.” (Marcos 10:21)
Desde
una perspectiva laica y racional, lo que se observa aquí no es otra
cosa que una actitud hipócrita y descarada: el funcionamiento de una
monarquía absolutista disfrazada de institución espiritual,
sostenida por la fe ciega de millones que no cuestionan a dónde van
sus limosnas.
Así
que la próxima vez que veas a un pontífice besar a un niño o
hablar de justicia social, pregúntate: ¿Por qué no renuncia
completamente a ese salario y exige que cada euro se destine a salvar
vidas humanas? Es más, ¿por qué no pone en venta todos los bienes
del Vaticano y los reparte entre los pobres como exigía Jesús como
un requisito para seguirlo? Pero sobre todo, ¿por qué los fieles
continúan tolerando este gigantesco y grotesco contrasentido moral,
y peor aún, sin exigir cuentas claras?
[Godless
Freeman]
Referencias:
https://www.infobae.com/.../cuales-son-el-salario-y-los.../
https://www.instagram.com/p/DLVFbpfs435/