CARTA
ABIERTA A FEIJÓO: ENTRE EL FANGO Y LA NADA
Señor
Feijóo, los números son inapelables: Vox sube, el PP se hunde. Es
el resultado lógico de su apuesta estratégica: arrastrar a su
partido al mismo lodazal ideológico que cultiva la ultraderecha.
Pero la política del fango tiene una ley escrita desde hace un
siglo: cuando la sociedad tiene que elegir entre el original y la
copia, siempre elige el original. El odio siempre acaba devorando a
quien lo alimenta.
Su
partido ya no tiene proyecto. Lo que tiene es un perro guardián
llamado Miguel Tellado, convertido en altavoz de odio programado.
Habla de cavar la fosa del Gobierno como si la política fuese una
guerra civil simbólica. Y lo hace sin rubor, sin memoria y sin un
mínimo de respeto por las víctimas que aún esperan ser exhumadas
de cunetas reales. No es un exceso verbal: es la prueba de que el PP
ha decidido que su única mercancía política es la crispación.
Pero
Tellado no es un verso suelto. Es el síntoma de un partido en
descomposición, que ha renunciado a la gestión, a la propuesta y al
rigor, para sobrevivir en el mercado del odio. Su otro gran activo es
Isabel Díaz Ayuso, que ha convertido Madrid en un laboratorio de
populismo reaccionario. Ella no construye, arrasa. No gobierna,
provoca. No lidera, degrada. Y mientras tanto, usted asiste en
silencio, como si creyera que puede domesticar a quien en realidad
está dinamitando su liderazgo.
Señor
Feijóo, no le falta moderación: le falta coraje. Porque la
moderación sin principios se convierte en complacencia. Y usted ha
decidido que lo más cómodo es imitar a Vox sin asumir que Vox ya
existe. Por eso sus votantes se marchan. El votante que busca
seguridad en el orden reaccionario no quiere a un Feijóo dubitativo,
quiere a un Abascal desatado. Y el votante que busca soluciones a los
problemas reales no confía en un partido atrapado en su propio
carnaval de insultos.
La
derecha española ha entrado en una fase peligrosa: ha normalizado el
lenguaje de las cunetas y ha blanqueado el ideario de la extrema
derecha. No lo hacen por convicción ideológica, lo hacen por
cálculo electoral. Y ahí está la tragedia: en la desesperación
por sobrevivir, el PP está regalando a Vox la hegemonía cultural de
la derecha. La ultraderecha no gana porque sea fuerte, gana porque
ustedes ya se han rendido a su discurso.
Lo
que ustedes no entienden es que el odio no es un instrumento neutro.
El odio erosiona, corrompe y finalmente devora a quienes lo
alimentan. La historia europea está llena de ejemplos: partidos
conservadores que creyeron controlar a la ultraderecha y terminaron
reducidos a escombros, cuando no cómplices de catástrofes
irreversibles.
Hoy
el PP ya no compite en el terreno de la política democrática.
Compite en la feria del resentimiento, en la plaza pública del grito
y la metáfora fúnebre. Mientras tanto, la ciudadanía contempla un
espectáculo obsceno: una oposición incapaz de articular una sola
propuesta que no esté manchada por el barro de Vox.
Señor
Feijóo, su partido no se está hundiendo porque la sociedad se haya
vuelto más radical. Se hunde porque ustedes se han convertido en
caricatura de sí mismos. Porque han decidido hablar como Vox,
comportarse como Vox y odiar como Vox. Y en ese terreno, el original
siempre se impone sobre la copia.
La
fosa que ustedes cavan no es para el Gobierno, es para el futuro de
este país. Es la de su partido. Y la tierra que están echando sobre
sí mismos es el legado de una derecha que, al elegir el fango,
eligió desaparecer.
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