procesos
judiciales
De
“monstruo” a salvador: el caso del marroquí acusado injustamente
de quemar viva a una menor
La
ultraderecha agitó el caso de un inmigrante de 20 años que ha
pasado dos meses en prisión a pesar de que la víctima lo exculpó
dos semanas después del suceso
El
País
María
MartínGuillermo
Vega
Las
Palmas de Gran Canaria - 21 SEPT 2025
La
madrugada del 16 de julio, a las 3.53 horas, una
joven canaria de 17 años salió a trompicones de una infravivienda
okupada en el barrio militar de La Isleta, en Las Palmas de Gran
Canaria. Vestía una chilaba gris y, tras huir por una ventana,
sortear un foso y un muro, logró alcanzar la acera. Segundos
después, salía su amigo Abarrafia Hader, un marroquí de 20 años
sin antecedentes policiales que había llegado a Lanzarote en patera
un mes y medio antes. Ambos se abrazaron. Acababan de salvarse de un
incendio que a ella, una menor fugada de un centro de menores, casi
le cuesta la vida. Las llamas le habían abrasado la mitad del
cuerpo, sobre todo la espalda, la cadera y las piernas. La piel de un
pie le colgaba. “Pensé que [ella] iba a morir allí”, declaró
el joven, quien fue directo del hospital a la cárcel.
El
juez ordenó su ingreso en prisión provisional pese
a que los indicios eran ambiguos y tardó dos meses en ponerlo en
libertad, a pesar de que la víctima lo exculpó solo dos semanas
después del incendio, en cuanto se lo permitieron sus heridas y tras
haber estado ese tiempo aislada del mundo exterior. Hader acabó
encarcelado y convertido en “monstruo” por la ultraderecha. Se
difundió que había rociado a la chica con algún líquido
inflamable con la intención de quemarla viva. Medios, youtubers y
agitadores ultras publicaron todo tipo de información falsa. Cada
detalle era más dinamita para justificar el odio: una menor
vulnerable; un “burka”; un marroquí recién llegado en patera:
una casa okupa; un crimen atroz. “Toda esa información no
contrastada que se publicó”, lamenta uno de los investigadores,
“perjudicó muchísimo nuestro trabajo”.
El
suceso coincidió con los altercados de Torre Pacheco (Murcia), donde
grupos de ultras se organizaron para apalizar a los vecinos
marroquíes de la localidad. En redes, el odio se multiplicaba. Vox
llamó a manifestarse en La Isleta para repetir la cacería murciana.
Ni el juez ni los investigadores tenían certezas, pero ya miles
daban por hecho que Hader era un asesino. Dos meses después ha sido
liberado. El
juez ha concluido que no quemó a la chica, sino
que intentó salvarla, algo que la víctima ya había declarado 15
días después del encarcelamiento. Ahora ya no se trata de una
acusación por intento de homicidio, sino, como mucho, de
imprudencia.
Hader
y la joven se habían conocido ese mismo día en una cancha deportiva
de Vecindario,
una localidad al sureste de la isla de Gran Canaria, según
fuentes policiales que investigaron el caso. Ella, tutelada por el
Gobierno canario, se había fugado cinco días antes del hogar de
acogida donde vivía. La adolescente, que se había convertido al
Islam recientemente, no habla árabe. Él no habla español. Pero
conectaron. Se entendieron gracias a un amigo en común y con la
ayuda del teléfono móvil, según las mismas fuentes. Ambos pasaron
la tarde fumando porros con otros amigos y después se marcharon en
guagua hacia La Isleta, que esa noche celebraba las fiestas del
Carmen, con procesiones y chiringuitos con música hasta altas horas.
Pasaron la noche juntos en la casa okupa. Solos. Acostados sobre un
colchón mugriento en el suelo de una de las cuatro estancias de la
casa. Hasta que, según la declaración de ambos, el fuego los
despertó.
El
abrazo y las primeras dudas
Los
indicios disponibles con los que el juez tuvo
que tomar la decisión de enviarlo o no a la cárcel abrían muchas
hipótesis. Podría haber sido una agresión, pero era raro que, al
salir de la casa, la chica no huyese de su agresor. Que no se
protegiese. Que no se mostrase a la defensiva. Al comprobar las
imágenes de una cámara de seguridad, los propios agentes debatieron
entre ellos. Eran de muy mala calidad. Algunos interpretaron que la
pareja se abrazaba; otros, en cambio, creyeron que él, que huyó en
calzoncillos, la agarraba. Lo que estaba claro es que ella no trató
de escapar del sospechoso.
El
primer atestado de la policía científica era muy preliminar. El
fuego tuvo que tener participación humana (en la casa no había
electricidad, ni pudo caer un rayo), pero no podía concluirse si
había sido intencionado. Y, según el auto de prisión, el primer
parte médico sugería, “con aparente rigor científico”, que las
heridas eran compatibles con el vertido directo de líquido
inflamable. Por otro lado, la policía local y un testigo que
—causalidades de la vida— había tenido días antes una trifulca
con Hader en la que otro marroquí acabó apuñalado declararon que
la joven farfulló que el chico había “pegado fuego” a la casa.
La frase, según fuentes conocedoras de la investigación, no
necesariamente indicaba que lo hubiese hecho a propósito, sino que
daba a entender que ella se vio sorprendida por las llamas. Él, sin
manejar el idioma, no logró desmontar inmediatamente lo que todos
estaban pensando sobre él. Algunos testigos lo golpearon nada más
salir de la casa.
En
el auto de prisión, el juez, encargado del juzgado especializado en
Violencia contra la Infancia, reconoce sus dudas de que el marroquí
—que no tiene antecedentes— tuviese intención de quemar a la
chica. Los indicios podían sustentar esa tesis y la contraria, pero
decidió encarcelarlo provisionalmente. La causa del fuego podría
haber sido un cigarro mal apagado en un suelo lleno de basura, como
defendió él, o “compatible” con una combustión acelerada por
algún líquido inflamable, como sugirió inicialmente un parte
médico, una tesis descartada después. Había elementos que pesaron
en su contra, como ser la única persona presente en el lugar de los
hechos, una conversación a solas que mantuvo con la víctima ante la
cámara —lo que podría interpretarse como “intento de
condicionar o manipular el relato de la víctima”— y las propias
palabras de la menor al ser atendida por los policías. Pero pesó,
sobre todo, el riesgo de fuga, la situación irregular del sospechoso
y el no tener domicilio conocido.
Un
encarcelamiento polémico
El
Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 2 de Las Palmas de Gran
Canaria fue
el que asumió el caso en un primer momento aquel 16 de julio. La
jueza titular, sin embargo, se inhibió a las 24 horas al no
considerar acreditada la relación afectiva entre ambos. La
magistrada no impuso ninguna medida cautelar sobre el investigado.
La
decisión de encarcelarlo contentó a los agitadores que exigían
venganza, pero es polémica en otros ámbitos. Fuentes judiciales que
conocen los detalles del caso cuestionan el encarcelamiento del joven
marroquí. “Las pesquisas policiales dejaban bastante claro desde
un primer momento no solo que el fuego se había producido de forma
fortuita, sino que, además, el investigado trató de auxiliar a la
menor a pasar por la ventana”, dice esta fuente que prefiere
preservar su anonimato. En su opinión, ante las dudas razonables
existentes, había otras alternativas antes que la prisión.
Varios
penalistas consultados coinciden en que había margen para medidas
cautelares menos gravosas. Mohamed Rouin, doctor investigador en
Derecho Penal en la Universidad Rey Juan Carlos, mantiene que la
decisión jurídica “normal” habría sido la de dejar en libertad
al acusado. “Cuando hay dudas, siempre tienen que influir en
beneficio del investigado. Hay una vulneración evidente de los
derechos del acusado”, asegura. El penalista Mauro Jordán destaca
el “excesivo” plazo transcurrido en prisión. “Es muchísimo
tiempo”, recalca. “No me parece desproporcionado”, rebate el
criminalista Alfonso Delgado, “pero es cierto que se pudo optar por
medidas cautelares menos gravosas como órdenes, pulseras [de control
telemático]…. Con todo, la decisión no resulta descabellada”.
Hader
intentó salvarla
La
historia da un giro cuando la adolescente, ingresada desde entonces
en un hospital de Sevilla, habla con la policía. La entrevista no se
hizo hasta el 30 de julio. Según fuentes conocedoras de su
testimonio, la joven, que se recupera bien de sus graves heridas,
relató que Hader no solo no la quemó, sino que intentó ayudarla a
salir de la habitación en la que se había quedado atrapada. “No
muestra victimización, ni trauma”, explican estas fuentes. Aunque
el atestado policial, en el que se incluía la transcripción y el
vídeo de la declaración, no se remitió al juzgado hasta el 22 de
agosto, los agentes informaron al juez el mismo día de la
entrevista, un mes y medio antes de la puesta en libertad de Hader.
La
adolescente contó que cuando el fuego les despertó intentaron huir,
pero mientras él —ágil y de complexión delgada— salió con
facilidad, ella tuvo más dificultades. La joven explicó que Hader
intentó sacarla desde fuera por una ventana de solo 40 centímetros
de ancho, pero no cabía. Él tiraba de sus brazos, pero ella se
quedaba enganchada a la altura de la cadera con medio cuerpo dentro.
En ese intento desesperado de huir del fuego, las llamas quemaron su
espalda y la parte posterior de las piernas. Al final, la joven pudo
escapar por otra ventana.
Casi
tres semanas después de la declaración de la menor, la Audiencia
Provincial avaló la prisión de Hader. Ante el recurso presentado
por la primera abogada de oficio que asumió su defensa, los
magistrados defendieron exactamente los mismos argumentos que
motivaron su encarcelación, según el auto al que ha tenido acceso
EL PAÍS. Los agentes que han investigado el caso matizan que, cuando
se trata de delitos tan graves, el testimonio de una persona, por sí
solo, no suele ser motivo suficiente para cambiar una decisión o una
línea de acusación.
Gana
la “tesis inicial” del accidente
Finalmente,
el juez Tomás Martín decretó la libertad provisional de Hader el
pasado martes, tras 57 días entre rejas. “El informe del Cuerpo de
Bomberos y las conclusiones del Grupo de Policía Científica
refuerzan la consideración de que el origen del incendio es
compatible con una causa fortuita”, detalla el juez. El auto
detalla que los informes médicos posteriores “relativizan la
hipótesis de que la víctima fuera rociada con líquido inflamable”,
y que la propia víctima ha negado “expresamente” ese extremo. Se
consolida, argumenta el juez, “la tesis policial inicial” de que
se trató de un “incendio accidental”, en el que la víctima
resultó atrapada en la habitación “pese a los intentos de auxilio
del investigado”. Por último, el auto considera “relevante”
que en las imágenes que muestran a ambos al salir de la casa “se
observa cómo víctima e investigado se reencuentran en la vía
pública y se abrazan, gesto que revela cooperación en la evitación
del peligro”.
Encontrar
a Hader es ahora una misión casi imposible. En las calles de La
Isleta, que él conoce bien porque vivió en un centro de acogida de
migrantes que hay en el barrio, algunos dicen saber dónde está. Sin
embargo, en los descampados o las casas okupadas donde lo sitúan no
hay rastro de él. Tras el incendio se quedó sin móvil, abrasado
por las llamas. Su nuevo abogado todavía no se ha entrevistado con
él, no sabe dónde está, no tiene cómo localizarlo. Espera que
cumpla con la orden del juez que le prohíbe salir de la isla y le
obliga a comparecer una vez a la semana. “Después de lo que ha
hecho, no creo que vuelva a aparecer por aquí”, asegura un vecino
ignorando la nueva tesis del juez. “Hasta que no haya sentencia no
sabremos si es inocente”, añade.
Es
la justicia selectiva de las redes. Hader seguirá siendo culpable
hasta que se demuestre lo contrario. Y no al revés. Los mismos que
propagaron bulos y esparcieron odio gracias a este caso cuestionan
ahora la puesta en libertad sin haberse leído el auto. “No hay un
español decente que entienda esta noticia. ¿Por qué tenemos que
tener en la calle a estos monstruos?”, clamaba en X el líder de
Vox, Santiago Abascal. En su tuit, mostraba el titular de un
pseudomedio de la ultraderecha con el siguiente titular: “Dejan en
libertad al inmigrante ilegal marroquí que quemó viva a una joven
de 17 años”. La puesta en libertad indignó mucho también a
Daniel Esteve, dueño de la empresa de desalojos extrajudiciales
Desokupa. “¿Os acordáis del joven marroquí que quemó a una
chica?”, interpela Esteve a sus fieles. “Se probó. No es que lo
diga yo o el Espítiru Santo. Es que esa chica fue quemada viva”,
señala antes de apuntar que “seguro” que el marroquí tenía
“múltiples antecedentes”. La ficción intentando ganar el pulso
a la realidad.