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lunes, 27 de marzo de 2017

Miguel


Miguel Hernández, 75 años sin el poeta del pueblo
El poeta falleció el 27 de marzo de 1942 preso en el Reformatorio de Adultos de Alicante. El Nobel Pablo Neruda escribió tras su muerte que recordar a Hernández "es un deber de España, un deber de amor".
Público
MADRID

Tal día como hoy, un 27 de marzo de hace 75 años, moría en el penal de Alicante el poeta Miguel Hernández, también conocido como el poeta del pueblo por sus orígenes humildes. Murió lleno de llagas. Sin apenas habla y una ronquera profunda. Tenía 31 años. Su cadáver, tal y como refleja el parte redactado en el Reformatorio de Adultos de Alicante, quedó con los ojos abiertos. 

Su muerte o, mejor dicho, su asesinato por el fascismo supuso un golpe enorme para la cultura española. Su obra, a pesar de su temprana muerte, ya le había encumbrado como uno de los grandes poetas de España. Y el tiempo ha reivindicado esta apreciación. Versos como los volcados en El Rayo que no cesa, Elegía o Nanas de la cebolla continúan entre los imprescindibles de las letras españolas. 

Miguel Hernández comenzó a escribir mientras pastoreaba en Orihuela (Alicante). Durante las largas tardes de soledad leía todo lo que caía en sus manos y escribía versos. Su talento, pero también su honestidad, le granjeó grandes amigos. Como los premios Nobel Pablo Neruda y Vicente Aleixandre, que definía a Hernández de la siguiente manera: "Un corazón enorme, ciegamente generoso, latidor en su poesía entera".

Pero Hernández no sólo escribió versos. También dejó textos publicados en periódicos de la Guerra Civil como Frente Sur, Frente Extremeño o Pasaremos, con las que pretendía insuflar moral a las tropas republicanas. Él mismo paseó entre diferentes frentes de guerra apoyando a los soldados republicanos en su labor de vencer al fascismo en el campo de batalla. 
"Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él. Tenía una cara de terrón o de papa que se saca de entre las raíces y conserva su frescura subterránea", decía de él Pablo Neruda, quien tras la muerte del poeta de Orihuela escribió: "Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor".


http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-
documental/miguel-hernandez/924754/






Mejor un par de hostias....

Una hostia nunca está bien dada
Público
27 Marzo, 2017
Hasta hace poco tiempo recibir una hostia bien dada en el Ejército era más o menos normal, de hecho, uno acudía a la milicia para hacerse un hombre y, claro está, las hostias terminaron con el niño que más de uno llevaba dentro. No sé muy bien, desde luego, cuál habría sido la solución en el caso de haberse incorporado la mujer como recluta, pero seguramente también habría sido necesaria una hostia a tiempo para convertirlas en mujeres como Dios manda.

Recientemente, tres miembros del Tribunal Supremo, cada vez más ridiculizado por sus propias decisiones, decidieron mostrarse contrarios a la sentencia por ‘corregir’ físicamente a un subordinado. Es decir, por patearle. Para estos miembros, en el difuso sentido de la palabra, es normal que si uno se equivoca en la oficina el jefe le patee, aunque sea sin causarle lesiones, para que se percate de su error. Así está el alto tribunal militar a día de hoy. Alguno habrá, macho, muy macho él, que alegará que la milicia no es una profesión cualquiera, ni siquiera es una profesión. Se equivoca. Y se equivoca mucho. La milicia es una profesión más y como tal debe adaptarse a la sociedad. Igual que hoy sería impensable que un comisario pateara a oficiales de policía o el jefe de un cuerpo de bomberos hiciera lo propio con los bomberos, no resulta lo mismo en el mundo militar y esos tras magistrados lo demuestran. Es cierto que el castigo físico brutal ha desaparecido de las Fuerzas Armadas, sentencias en ese sentido así lo demuestran y desde mi experiencia así lo puedo aseverar, pero todavía nos quedan ciertas reminiscencias: el bofetón o la patada ‘a tiempo’.

La ‘corrección física’, o la didáctica de la bofetada, sigue siendo un método de trabajo más o menos aceptado en las unidades más duras. Un método que, curiosamente, es defendido por muchos soldados que prefieren una torta a que les arresten o les sancionen administrativamente, pues entienden que ello tiene consecuencias peores. Esta mentalidad anida, sobre todo, en unidades de choque como la Legión o la Brigada Paracaidista, en las que ‘un pechazo’ bien dado sigue siendo considerado más o menos normal. De ello, como bien demuestra  la noticia de Carlos del Castillo en Público bien se encargan los mandos de convencer a los soldados: mejor un par de hostias o unas flexiones que un arresto o una sanción económica.

Desde mi experiencia personal recuerdo que un sargento primero tuvo la ocurrencia de ‘corregir físicamente’ a dos chicas que aspiraban a ser soldados y aquello se convirtió en un caso muy sonado, aunque no lo fue tanto por el hecho en sí de golpearlas, sino porque eran hijas de un oficial. Aun así, el caso no terminó en los juzgados, porque de hecho solo una minoría de las actitudes delictivas que se producen en los cuarteles termina en los tribunales, sino que se procedió a la ‘reubicación’ del sargento primero y asunto resuelto. También recuerdo los castigos físicos del capitán que comía gominolas y bollos mientras nos hacía hacer flexiones, nos castigaba con un saco terrero o nos hacía cavar. La situación era de lo más esperpéntica. En fin, son apuntes que demuestran hasta qué punto va a ser complejo terminar con estos vestigios que todavía habitan en la mentalidad de nuestra milicia.

Por desgracia, con magistrados tan retrógrados como los que votaron a favor de la exoneración del oficial que pateó a un militar para corregirle me temo que tardaremos todavía un tiempo en conseguir que ser militar sea solamente una profesión más. Una de esas en las que no te dan una guantada bien dada si te equivocas y en la que tú no lo prefieras.

 Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de dos novelas (Un paso al frente en 2014 y Código rojo en 2015).


Penetra solo lo justo, no tenemos el "chichi" para tanta feria.

Vaginas precoces, para eyaculadores precoces
Laura Cámara
30-3-16
Ya sabemos que el coito es una práctica demasiado extendida. Cualquier sexóloga/o nos dirá que vivimos en un modelo de sexualidad coitocentrista y masculino, donde se justifica y se utiliza el coito como practica estrella.

Yo sostengo esto, y además digo que los coitos demasiado largos molestan incluso duelen. No son pocas las mujeres que sienten escozor y dolor después de las relaciones sexuales. Nuestras vaginas no necesitan tantas embestidas. El coito nos puede gustar, sí, pero no hace falta estar “30 minutos dale que te pego”. Es habitual que la excitación disminuya y la lubricación escasee. Así que escucha bien, lo digo bien alto:
Un coito demasiado largo cansa, aburre, molesta y duele.
¡Despertemos que esto es la vida real. Esto no es porno!

Ahí mi teoría:
Las mujeres hemos aprendido a modular nuestras prácticas sexuales y aguantamos coitos largos porque en este modelo de sexualidad es lo que se espera o lo que impera. Pero mi teoría es que las mujeres tenemos vaginas precoces para eyaculadores precoces. Esto funciona muy bien para la procreación, pero muy mal para el placer.
¿Sabían ustedes que la eyaculación precoz es una disfunción sexual muy reciente? 
Antes si los hombres eyaculaban pronto o tarde, no le importaba a nadie. Antes de los años 70 los hombres eyaculaban cuando les daba la gana y no se les ocurría cuestionar su sexualidad en función de lo rápido o lento que eyaculaban. Es más, solía ser un signo de hombría poder eyacular sin dificultad. Eso no era más que un reflejo de esa supremacía masculina y de lo poco que se tenían en cuenta a las mujeres y su sexualidad. Signo inequívoco de “machoman”. Porque simplemente las mujeres eran cuerpos que ni sentían ni padecían y que solo se utilizaban a modo de disfrute y descarga. Y para concebir, claro.

Los hombres eyaculan rápido porque todos los mamíferos eyaculan rápido. El hombre es eyaculador rápido por naturaleza (algo menos que un conejo, pero rápido al fin y al cabo)
A partir de los años 70 y con la revolución sexual de la mujer, donde aparecen los anticonceptivos que permiten desvincular la sexualidad femenina de la reproducción, y con la reivindicación de la mujer de su derecho al placer, las cosas cambian.

 ¿Por qué? Porque a partir de ese momento, (atención!!) las mujeres no solo disfrutan, sino que exigen disfrutar. La vagina se convierte (erróneamente) en el centro del placer femenino. Los orgasmos vaginales se ponen en la cabeza de los orgasmos femeninos. El clítoris sigue siendo el gran desconocido. Y el placer femenino sigue vinculado a las relaciones de pareja, heteronormativo y coital.
 Es la época en la que el famoso médico Gregorio Marañón se cubre de gloria diciendo esta frase que queda para la posteridad de las “cagadas“sexuales:
 “No existe mujer frígida sino hombre inexperto”

Las mujeres se convierten en algo así como “deficientes sexuales” que necesitan de un hombre habilidoso y capaz para conseguir orgasmos. Nadie habla de masturbación, de clítoris, de otras prácticas sexuales o de homosexualidad. Y encima se corre el rumor de que la mujer es muy lenta en sus orgasmos. Así que se llegue a la conclusión de que necesitamos de mucha penetración, muuucho coito para conseguir orgasmos.
Así que los hombres se empiezan a ver responsables del ya obligatorio placer femenino. Siempre a través del coito. Y como se dice que somos tan lentas, pues coitos largos. Empezará a ser un fracaso para el hombre no aguantar con la penetración hasta conseguir que la mujer consiga su orgasmo (vaginal, claro).

Todo esto es para llegar a donde quiero llegar:
Conozco muchas mujeres (amigas, conocidas, pacientes…) que consideran excesivo el tiempo de penetración. Que se notan escocidas y con dolor después de las relaciones coitales. Quizás no les ha pasado desde siempre. Quizás es a partir del parto, de la menopausia, de un periodo de más estrés, etc. Pero se notan dolor cuando la penetración es demasiado larga. Pero a la vez creen que su pareja se esfuerza para alargar el coito.
Así que:
1. Si no necesitas tanto coito, dilo. No te quedes aguantando embestidas si no es lo que quieres. Y menos si te duele. Sal de ese “circulocoital”.
2. Ahí va mi teoría de vaginas para eyaculadores precoces. Si los hombres eyaculan rápido por naturaleza, quizás las mujeres tengamos vaginas preparadas para coitos rápidos. No es que no necesitemos coitos largos, es que nos sobra lo mires por donde lo mires.

Vamos a dejar de vivir en este absurdo de sexualidad para el otr@. Pero además sin que el otr@ lo necesite. Todo una paradoja, desde luego.

Permitidme un atrevido consejo: chupa, lame, toca, besa, roza, abraza, cosquillea, envuelve…todo lo que puedas. Penetra solo lo justo. No tenemos el “chichi para tanta feria”.

¿Qué opinas de todo esto? ¿Eres de vagina rápida? Me encantaría saber tu opinión.
Seguir a Laura Cámara en Twitter: www.twitter.com/ginesexologiagr


España cañí


Metro Manila


ClicClic

http://gnula.nu/drama/ver-metro-manila-2013-online/
Opción 2


Título original
Metro Manila
Año
Duración
114 min.
País
Reino Unido Reino Unido
Director
Guion
Sean Ellis, Frank E. Flowers
Música
Robin Foster
Fotografía
Sean Ellis
Reparto
, , , , ,, , 
Productora
Coproducción Reino Unido-Filipinas; Chocolate Frog Films
Género
ThrillerDrama | Crimen
Sinopsis
Buscando un futuro mejor, Óscar Ramírez y su familia dejan los campos de arroz del norte de Filipinas y viajan a la asfixiante y peligrosa ciudad de Manila. Tras una llegada accidentada, Óscar se considera afortunado cuando le ofrecen un empleo estable en una compañía de camiones blindados, y pronto hace amistad con su compañero Ong. (FILMAFFINITY)
Premios
2013: Festival de Sundance: Premio del público (World Cinema)
2013: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2013: Seminci de Valladolid: Sección oficial a concurso
2013: Satellite Awards: Nominada a mejor película extranjera

Críticas

sábado, 25 de marzo de 2017

Además de indecentes también son cobardes

Los homicidios de Pedro Morenés y la cúpula militar
Público
25 Marzo, 2017

Probablemente no serán juzgados por ello y saldrán indemnes como Juan Carlos y su hijo Felipe, Felipe González y otros siniestros personajes que tienen las manos manchadas de sangre. Pero lo cierto es que Pedro Morenés, la cúpula militar (muy especialmente el general Javier Salto y el general Roldán), la CITAAM (Comisión que investiga los accidentes), la Fiscalía Militar y el Juzgado Togado nº52 de Las Palmas deberían ser juzgados por homicidio múltiple.

Tienen sangre en sus manos, como mínimo, porque esta organización lleva años operando de la misma manera, de tres militares: el sargento Jhojander Ojeda, el teniente Saúl López y el capitán José Morales.

Después de producirse el primer accidente aéreo de los helicópteros de rescate (SAR, Servicio Aéreo de Rescate) en el que fallecieron cuatro de los cinco tripulantes se tenía que haber emprendido una investigación concienzuda, haber depurado responsabilidades y haber imputado a los mandos que hubiera hecho falta. Habían muerto cuatro militares por una evidente negligencia, por el estado cochambroso de los helicópteros, por la canibalización de piezas, por la negligencia e incompetencia de la cúpula militar. Una cúpula militar más peligrosa para los militares que el propio enemigo. Así lo ha dejado escrito la historia y así parece que va a seguir siendo. Sin embargo, se calló, se ordenó callar y todos miraron hacia otro lado: ministro de Defensa, cúpula militar, comisión de investigación, fiscal, jueces… ¡Todos!

Y eso que hubo una persona, el padre del fallecido teniente Sebastián Ruiz, de igual nombre, que se desgañitó, que dedicó el resto de los minutos de su vida a gritarle a todo el que se encontraba, y al que no, que algo estaba pasando, que las cosas no se hacían bien, que algo había fallado. Una persona que acababa de perder a un hijo, que podía haberse olvidado de todo sumergiéndose en el dolor y que, sin embargo, quiso salvar las vidas del resto de compañeros de su hijo. El sistema le repudió, le machacaron, incluso le impidieron asistir a actos conmemorativos de la muerte de su propio hijo. Sebastián Ruiz no era un héroe que quería que nadie más cayera por el abismo que supone enterrar a un hijo, pero para el sistema era un traidor, un desquiciado. Como eso le trataron.

Aseguraron todos los flecos. La organización mafiosa, porque eso es lo que es, y me pueden encerrar de nuevo las veces que quieran, comenzó a funcionar. Todos sabían que debían callar y los que no lo sabían se lo hicieron saber. Los militares hace tanto que viven inmersos en una secta, en una mafia, que han perdido la perspectiva de lo que sucede. Piensan que lo que acontece es normal. No lo es. No es normal hacer callar a un superviviente sobre lo acontecido en un accidente que ha destrozado la vida de cuatro familias. Lo normal es justo todo lo contrario. Lo normal es amenazar al superviviente con las consecuencias que le puede ocasionar que no cuente todo lo que sabe o que calle por no perjudicar a este o aquel. En cambio, en el Ejército lo que se vive es la Omertá o la ley del silencio y si se habla la vendetta. La amenaza mafiosa de rebanarte la carrera militar y despedazarte hasta que pidas una baja médica o te echen a la puñetera calle.

Sí, porque eso es lo que son, mafiosos, sectarios. Desgraciados. Unos desgraciados y mediocres que se han llevado la vida de tres personas, el sargento Ojeda al que silenciaron con amenazas y dos compañeros más, por no buscar la verdad, por no querer solucionar los problemas, por anteponer sus carreras militares al honor y a la verdad, a sus obligaciones como ciudadanos y como militares. Por ser unos traidores. Porque en definitiva, Pedro Morenés, la cúpula militar (muy especialmente el general Javier Salto y el general Roldán), la CITAAM (Comisión que investiga los accidentes), la Fiscalía Militar y el Juzgado Togado nº52 de Las Palmas son unos traidores. Y, antes que eso, o por eso precisamente, terminaron con las vidas de tres personas con sus propias manos. Tres personas a las que su incompetencia, negligencia y/o comportamiento mafioso ha arrebatado un futuro. Por tanto, deberían ser juzgados por homicidio y de demostrarse su culpabilidad pasar unos años en prisión. Y aunque no es suficiente para recomponer lo que han destrozado, al menos serviría para que el resto se lo pensara dos veces.

Si tuvieran la más mínima decencia solicitarían la baja o dimitirían y pedirían perdón a los familiares de las víctimas y a la Institución por el enorme daño que le han causado. Se presentarían en el juzgado o en comisaría para que les esposaran y les metieran en el calabozo. Desgraciadamente, la decencia en estos infames personajes, ni está ni se la espera, así que apuesten por la callada por respuesta. Porque además de indecentes, también son cobardes. Y Cospedal, pues me temo que nos demostrará ser tan miserable como todos los anteriores. Ojalá me equivoque y dentro de un tiempo pueda gritarlo a diestro y siniestro lo contrario, pero apostaría por el método genovés. Lo llevan en la sangre.



Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de dos novelas (Un paso al frente en 2014 y Código rojo en 2015).


España cañí


Los "RafaelHernando" declarados "especie protegida"

al sur a la izquierda
Una especie llamada ‘rafaelhernando’
No corre peligro extinción, pero tampoco lo contrario. Menos mal: un espacio parlamentario superpoblado de especímenes de ella sería ecológicamente inviable
ElPlural
Antonio Avendaño
Jue, 23 Mar 2017

Parece un político como los demás, pero no lo es. Qué va. En el sistema político español solo hay un Rafael Hernando y, nos guste más o nos guste menos, es nuestro Rafael Hernando, aunque seguramente no hay país democrático que no tenga el suyo propio.
No es por resaltar las virtudes profesionales de nuestro hombre, pero se equivocan quienes piensan que la mayor parte de los políticos son unos caraduras, unos mentirosos o unos aprovechados. No son más caraduras, mentirosos o aprovechados que el resto de la gente, lo único que sucede es que tienen un oficio más penoso y despiadado de lo común, un trabajo que tiene unas exigencias profesionales muy duras, como las tiene ser boxeador, minero o limpiadora de hotel. La política es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo; de hecho, lo peor que puede pasarnos es no conocer ni tener a la vista a quienes lo hacen.

Hernando también es político, pero no como los demás: él pertenece no tanto otra raza como a otra especie. La chulería, el cinismo, la jactancia, el descaro, la mentira, la calumnia, la falta de respeto… no son, sin embargo, defectos propios y específicos de nuestro Rafael Hernando, sino que serían más bien rasgos comunes a esa especie que, aun no siendo autóctona, una taxonomía política comprometida con los valores de la patria podría denominar como ‘los rafaelhernando’ de la vida pública.
Por desgracia, no puede decirse que se trate de una especie en riesgo de extinción pero tampoco, por fortuna, susceptible de generar una sobrepoblación que sería fatal para la supervivencia de la propia especie, pues un territorio parlamentario superpoblado de especímenes de ‘rafaelhernando’ sería ecológicamente inviable.

Aunque agotar su estudio llevaría años, sugiramos al menos una línea posible de investigación: sean nacionales o extranjeros, la particularidad de los ‘rafaelhernando’ no es que mientan o insulten, es el modo frío, exacto, profesional, el modo casi científico con que lo hacen. Un ‘rafaelhernando’ no se limita a mentir con desahogo; su conducta es mucho más sofisticada: consiste en mentir no ya sin importarles que los demás puedan pensar que mienten, sino procurando que los demás piensen y sepan que mienten y, tras lograrlo, alzando la mirada desafiante hacia el tendido y proclamar con José Mota: ‘No digo que me lo mejores, sólo iguálamelo’. Dan ganas de proponer que los declaren especie protegida.