Franco fue timado por un científico
Alberto Edler von Filek engañó al
dictador con un combustible sintético que, supuestamente, hacía funcionar los
motores
elplural.com
Dom, 1 Jul
2018
Francisco Franco siempre presumió de
ser una persona astuta. Sin embargo, según una
investigación publicada en El Español, el dictador fue timado
por un científico.
Finalizada la Guerra Civil, Franco
apostó por una autarquía en el terreno económico en el que el Estado se
abastecería con sus propios recursos. Una decisión que trajo mucha miseria a
España. Pero esto al caudillo no le inmutó.
La mayor preocupación fue la total
dependencia del exterior en materia de energía. Al no recibir ayuda de los
países aliados, que se encontraban inmersos preparándose para la Segunda Guerra
Mundial, Franco decidió crear su propia energía. Por ello, se creó la Fábrica
de Carburante Nacional, previa expropiación de 200 hectáreas de tierra. Al
frente de todo esto se puso a Alberto Edler von Filek.
Un combustible sospechoso
Éste se ganó la confianza del
caudillo gracias a la filekina, un combustible sintético a base de agua, unos
cuantos ingredientes vegetales, químicos y una mezcla secreta. Supuestamente,
esta invención era capaz de hacer funcionar los motores.
Pero, nada
más lejos de la realidad. La filekina fue otro truco más de Filek que llegó
a España durante la Segunda República y que anteriormente había destacado
por diferentes atracos, robos, timos y novias plantadas en el altar proferidas
en Italia y Francia.
Además, el hombre hizo creer a
Franco que durante la Guerra Civil había estado preso en las cárceles de la
República debido a su ideología. Algo completamente falso puesto que sí estuvo
preso, pero debido a un engaño al Ejército que le salió mal.
Años más tarde, fue rehabilitado por
la dictadura con el beneplácito de Franco. Sin embargo, hubo un importante
número de personas que desconfiaban de Filek y su gasolina. Pero éste
siempre salía con la misma respuesta: una conspiración debido a intereses
empresariales.
Finalmente, el Ministerio de
Industria y Comercio le dio a Filek un ultimátum. Debía demostrar que la
filekina era fiable. Y ahí se descubrió que el invento “carecía de
fundamento científico”.
Pero este
timo generaba un nuevo problema para Franco, ya que no podía jugársela a
reconocer que había sido engañado. Se decidió ingresar a Filek en una
cárcel de Barcelona como “preso gubernativo”, o lo que es lo mismo, porque
Franco quería. Posteriormente fue llevado al campo de concentración de
Nanclares de Oca. Murió en 1946 en Hamburgo.
Filek, el estafador que hizo creer a Franco que podía convertir el agua en gasolina en una dictadura chapucera y feroz
El novelista aragonés Martínez de Pisón
publica Filek. El estafador que engañó a Franco, un reportaje
histórico sobre un supuesto inventor de gasolina sintética en los años de la
posguerra
17/4/18
La trama y el personaje no pueden ser más novelescos
y parecen más fruto de la imaginación desbordante y literaria de un buen
escritor que de la amarga realidad de la posguerra española. Pero Albert Elder
von Filek (Tschöran, Austria, 1889-Hamburgo, 1952), un aristócrata austriaco,
militar derrotado en la Primera Guerra Mundial y encarcelado durante el
conflicto español en una prisión republicana, llegó a convencer al general
Franco y a varios de sus ministros de que había inventado una gasolina
sintética a partir de agua del río Jarama, vegetales y "algunos
ingredientes secretos".
Decidido partidario de la sublevación franquista y
con la aureola de excautivo, Filek logró acceder a altos cargos de la dictadura
con sus engaños y sus estafas. Recién terminada la Guerra Civil, la obsesión
del régimen por la autarquía y por contar con petróleo, jaleada sin descanso
por la prensa del régimen, impulsó al estafador austriaco hasta que unas
simples pruebas de laboratorio demostraron que se trataba de una farsa. Este
asombroso y muy poco conocido episodio fascinó al escritor Ignacio Martínez de
Pisón (Zaragoza, 1960) que ha publicado una novela sin ficción o un reportaje
de investigación, como se prefiera, titulado Filek. El estafador que engañó
a Franco (Seix Barral).
"He dedicado cuatro años a
la documentación y a la búsqueda en archivos y un año más a la escritura para
relatar esta increíble historia en la que no invento nada, todo responde a la
realidad. Es más, cuando no dispongo de hechos comprobados advierto al lector
de que se trata de impresiones o de conjeturas mías". Martínez de Pisón,
que supo del alucinante caso de Filek al leer una breve referencia al estafador
austriaco en la biografía de Paul Preston sobre el general Franco, se extrañó
de la ausencia de libros sobre aquel supuesto inventor.
Apasionado por la historia
española del siglo XX, con sus picos literarios de la República y de la Guerra
Civil, Martínez de Pisón pensó que debía dar a la historia un tono de reportaje
periodístico en la línea de una tendencia literaria en auge como es la llamada
novela de no ficción.
Este fenómeno de los últimos
años, que tiene uno de sus exponentes más brillantes en el francés Emmanuele
Carrere ( Limonov, El adversario) supone una original mezcla
de géneros entre la narrativa, el ensayo y el periodismo. "No
obstante", aclara Martínez de Pisón, "yo aparezco mucho menos en mis
relatos que otros autores. Prefiero mantenerme a cierta distancia y no
convertirme en protagonista".
"Con Filek me planteé –relata uno de los
escritores más premiados y reconocidos de su generación– cómo fue posible que
un engaño tan burdo alcanzara la cúspide del franquismo. Todavía me pregunto si
hubo implicaciones de altos cargos en la estafa o si sencillamente los jerarcas
franquistas fueron engatusados por el supuesto inventor austriaco. ¿Alguien
borró más tarde las huellas del exmilitar del Imperio austrohúngaro o todo fue
en definitiva muy chapucero? Una vez descubierta su trampa, Filek fue enviado a
un campo de concentración en Álava y más tarde deportado a Alemania, donde
murió en 1952".
Así las cosas, este curioso personaje ha servido a
Martínez de Pisón para retratar a través de la peripecia de Filek una
panorámica de la historia de España y de Europa, desde finales del siglo XIX
hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
"Esta fórmula literaria de novela sin ficción
ya la practiqué –señala el autor– en Enterrar a los muertos, mi novela sobre el
oscuro crimen de José Robles, el traductor de John Dos Passos, en medio de las
disputas en el bando republicano. Pero, hoy en día, las posibilidades de
investigar con rapidez y efectividad se ven muy aumentadas por Internet. Quizá
hace una década no hubiera sido posible reconstruir la vida de Albert Elder von
Filek, desde la Primera Guerra Mundial hasta llegar al entorno de Franco
pasando por sus trapicheos en Austria o Italia en los años veinte".
Con una sonrisa, Martínez de Pisón reconoce su
atracción por los pícaros, de una calaña o de otra, y esta figura, tan
arraigada en la tradición de la literatura española, está muy presente en
algunas de sus novelas más famosas como Carreteras secundarias o Derecho
natural. "No cabe duda –afirma– de que los pícaros y buscavidas, que
muchas veces actúan en defensa propia para que no los engañen a ellos mismos,
despiertan en cierto modo nuestra simpatía.
Además, en este caso, un pícaro que logró engañar a
Franco siempre nos caerá simpático.
Por otra parte, es cierto que para conseguir sus
propósitos tuvo gran influencia haber sido partidario de los golpistas y un
excautivo de los republicanos. También jugó un papel importante haber conocido
en la cárcel a gente influyente como Ramón Serrano Súñer, el cuñado del
dictador y ministro de Asuntos Exteriores en los primeros años de la dictadura.
Pero, en cualquier caso, hay que reconocer la
capacidad de persuasión de este Filek mujeriego, vividor y fantasioso que se
marchaba sin pagar de los hoteles o registraba patentes, una tras otra, sin
pagar la inscripción. Ahora bien, todo ello sucede en aquel ambiente de la
posguerra manchado de una corrupción de casino de pueblo y de cuartel".
Para ilustrar aquel cruel esperpento de los Consejos
de Ministros del franquismo en los años cuarenta, Martínez de Pisón refiere una
anécdota sin desperdicio. En sus memorias, José Larraz, un católico que fue
ministro de Hacienda en la posguerra, dejó escrito que dos de sus colegas
habían aprovechado una ausencia suya para ir al lavabo para repartirse
subvenciones fiscales.
Cuando se le pregunta al autor de Filek por su
predilección por el siglo XX español a la hora de elegir muchos argumentos de
sus novelas, el escritor aragonés contesta sin pensarlo dos veces que "la
Guerra Civil resulta un tema literario fascinante y, desde luego, las épocas
más convulsas siempre aparecen como más interesantes para un novelista".
Crecido en los años de la Transición, telón de fondo
de varias de sus novelas, Martínez de Pisón sentencia que "conviene volver
la vista atrás para comprender nuestro presente".
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